De
vuelta a casa, Yunho condujo en silencio y Jaejoong prefirió no decir nada.
Estaba aún algo enfadado con él, pero aún lo estaba más con él mismo por no haber
tenido el valor de responder a sus amenazas como se merecía. Podía dejarle
antes de que el bebé naciera y pasar los seis meses de embarazo que le quedaban
tan triste y solo como había pasado los seis meses de su separación. Pero por
el bien del bebé decidió quedarse. Estaba empezando ya a sentir esos signos del
embarazo de los que todos hablaban: una sensación de mayor vitalidad, la piel
más lisa y brillante, y esa eclosión hormonal que lo hacía sentirse más seguro
de sí mismo. Estaría loco si pusiese en riesgo todo eso yéndose a vivir a un
apartamento de alquiler con Vick.
Comprendía
que aquellos últimos días habían sido muy duros para la familia Jung.
Estaban todos muy afectados por la muerte de YongHwa y sería muy egoísta por su parte complicar aún más
las cosas. Además, él no quería dejar de ver Yunho ni un solo día. Estaba
empezando a comprender su carácter. Siempre adoptaba un aire frío e indiferente
cuando tenía algún problema. Él había interpretado eso en el pasado como un
rechazo hacia él, pero ahora se daba cuenta de que tenía que pensar mejor las
cosas y no dejarse llevar por la primera impresión.
Lo
del incidente de Yunho con Yoochun y Junsu por dejar que él se quedase unas
horas cuidando a YongHwa le había sorprendido mucho. Yunho no le había dicho
nada pero, si no recordaba mal, había contratado a otra enfermera al día
siguiente. Quizá sólo fuese porque quería que el bebé no corriese ningún
riesgo. Después de todo, ésa era la única razón de que siguiesen juntos.
Pero,
a pesar de todo, quería que estuviera a su lado viendo cómo el bebé iba
creciendo día a día en su vientre. Junsu le había dicho, hacía un par de
semanas, lo duro que había sido para él, durante el embarazo de Hani, no tener
a su lado más que a su madre, y lo mucho que le habría gustado que Yoochun
hubiera estado con él, compartiendo día a día la evolución de su embarazo como
lo estaba haciendo ahora con el segundo bebé que estaban esperando.
Jaejoong
puso una mano en su vientre con aire maternal y se preguntó si el bebé se daría
cuenta de lo mucho que lo quería y de cuánto deseaba que naciera sano y salvo.
Si consiguiera ese milagro, se consideraría la persona más afortunada del
mundo.
― ¿Te
encuentras bien? ― le preguntó Yunho,
mirándolo ― ¿Sientes
alguna molestia?
― ¿Es
el bebé lo que te preocupa o yo? ― replicó Jae,
apartando la mano.
― Tengo
ahora muchas preocupaciones en mi vida y tú eres ciertamente una de ellas
― contestó él, enfilando ya el coche hacia la entrada de la villa.
― Gracias,
eso me hace sentirme mucho mejor.
Yunho
detuvo el coche, paró el motor y se giró en el asiento hacia él.
― Siento
haber discutido tan acaloradamente contigo acerca del asunto del divorcio.
Pienso, como tú, que no tiene sentido prolongar la agonía de nuestro
matrimonio, pero creo también que las cosas podrían funcionar mejor si los dos
pusiéramos algo de nuestra parte.
Jaejoong
lo miró a los ojos, pensando si tendría el valor de preguntarle de una vez lo
que él sentía ahora por él. Pero luego pensó que sería muy fácil para Yunho
decirle que lo amaba y él seguramente no le
creería.
Los
divorcios de los famosos eran algo horrible. Salían a la luz todos los trapos
sucios de una y otra parte y la prensa entraba a saco para airearlos. Ni Yunho
ni él querían desde luego tal cosa si podían
evitarlo.
― Le
prometí a mi abuelo que cuidaría de ti ―
dijo él, pasándole una mano por la espalda ― Tú eras como un nieto para él. Creo que él veía en ti a la nieta que
perdió hace treinta años.
Jaejoong
puso una mano sobre la suya y apoyó en ella la mejilla.
― Nunca
has querido hablarme de ella… de JiHye. No he visto siquiera una foto suya.
Yunho
lo miró con ojos sombríos y retiró la mano.
― Se
habría parecido mucho a Hani ― dijo, agarrando con
fuerza el volante a pesar de que el coche estaba parado ― Yoochun me enseñó algunas fotos de
cuando Hani tenía la misma edad de JiHye y parecía como si fuera su hermana
gemela.
― Debió
de ser terrible para ti encontrártela en aquel estado.
― Hubo un breve silencio que a Jae se le hizo eterno.
― Sí ―
contestó él con una expresión ausente como si estuviera reviviendo la trágica
escena de aquel infausto día ― Entré
en la habitación y estaba todo en silencio. Un silencio terrible e inquietante.
Y al acercarme a ella vi que estaba demasiado quieta, demasiado pálida… Parecía
de cera, como si fuera una muñeca.
Jaejoong
sintió un nudo en la garganta que le impidió casi respirar.
― ¡Oh,
Yunho…!
― Creo
que será mejor que entremos ― dijo él ― Has estado hoy muchas horas de pie y yo
también estoy muy cansado. Ha sido una semana agotadora.
Jaejoong
le siguió hacia la puerta de entrada de la villa, dichoso de sentir la firmeza
de su brazo alrededor de la cintura. Recordó la pasión que se encendía entre
ellos cada vez que estaban juntos, aunque estuvieran enfadados. Él acaba de
abrirle su corazón, Y aunque sólo hubiera sido una pequeña rendija, había sido
suficiente para ver el sentimiento tan profundo que Yunho ponía en todo, a
pesar de que no lo exteriorizase. Sin duda, estaba haciendo un esfuerzo para
tratar de mejorar su relación con él. Sabía que no le resultaba nada fácil.
Había visto, en la expresión de su cara,
la gran lucha interna que había mantenido mientras le contaba la escena en que
había encontrado muerta a su hermana. Y lo amaba mucho más por eso.
Una
vez dentro, Yunho lo rodeó la cintura con los dos brazos.
―
¿Por qué no subes y
preparas el baño? Tengo que hacer unas llamadas y leer el correo en el
ordenador, pero subiré en unos minutos y me bañaré contigo.
Jaejoong
sintió el corazón latiéndole a toda velocidad. Bañarse con Yunho era toda una
experiencia inolvidable. No lo había vuelto a hacer desde su separación, pero
sabía que resultaría tan excitante como la última vez, si no más.
Estaba
ya dentro del baño de agua caliente, cubierto de espuma hasta el cuello, cuando
él llegó. Estaba totalmente desnudo. Gloriosamente desnudo. Era una fiesta para
la vista y él disfrutó, al calor del baño, de aquel cuerpo divino. Los hombros
anchos, el pecho musculoso y con un ligero vello, el abdomen duro y liso como
una plancha de acero y sus muslos firmes y fuertes como columnas, escoltando a
su miembro, que se alzaba orgulloso entre ellos.
― ¿Cómo
está el agua? ― dijo, acercándose al
borde, y mirando con ojos ardientes de deseo el pecho de Jaejoong, que se asomaba
parcialmente por entre la espuma, cada vez lo notaba más grande.
― Cada
vez más caliente ― dijo Jaejoong, arqueando la espalda para
exhibir mejor su pecho, más abultado desde las últimas semanas que de
costumbre.
Yunho
clavó los ojos en ellos como un águila que contemplara una presa desde su
atalaya.
― Estás
cada día más hermoso ― dijo él, entrando en la bañera y
abriendo las piernas de forma que él quedase entre ellas.
Jaejoong
se incorporó un poco y se puso a acariciarle entre los muslos con la mano,
sintiendo de inmediato su erección. Siguió acariciándole sin dejar de mirarlo
con unos ojos seductores que parecían promesas de placeres mayores. Se detuvo
un instante para comprobar si el ritmo era el correcto.
― ¿Te
gusta así? ― preguntó Jae.
― Sabes
mejor que yo lo que me gusta ― replicó él, echando
la cabeza atrás cuando Jae prosiguió frotándolo con la mano.
Luego
acercó sus delicados pechos a su torso duro y firme, y sintió que los pezones
se le ponían tiesos y erectos al contacto con su vellosidad áspera y a la vez
suave. Los dos cuerpos enlazados frente a frente. Era una sensación llena de
erotismo. Sabía que Yunho anhelaba entrar en él para descargar dentro su
tensión.
Pero
Jae no estaba dispuesto a permitírselo hasta haberle excitado un poco más.
Quería seguir acariciándole hasta que él le suplicara que parase. Yunho siempre
había llevado la iniciativa, pero ahora estaba decidido a ser él el que tomase
el control, y haría uso de todas sus armas para recordarle que ambos eran
iguales, al menos en lo referente a su relación física. Si Yunho no lo amaba,
si no sentía nada por él, al menos en el aspecto sexual no podían llevarse
mejor.
Le
puso un dedo en mitad del pecho obligándolo a hundirse dentro del agua.
― Abajo,
muchacho ― dijo Jae en un tono como si fuera
un profesional del sexo ― Aún
no he terminado contigo.
― Pensé
que estabas cansado ― replicó él con la voz apagada.
― Eso
lo dijiste tú, no yo. Yo no estoy cansado en absoluto. De hecho, estoy
empezando a animarme.
― ¡Dios! ― exclamó él
cuando Jae inclinó la cabeza sobre su pecho y se puso a lamerle las tetillas.
Uso
la lengua, los labios y luego los dientes hasta hacerle gemir de placer. Había
demasiada agua para hacer lo que él quería, así que, muy hábilmente, quitó el
tapón de la bañera con el dedo gordo del pie y sonrió muy enigmático cuando se
escuchó el típico sonido del último remolino de agua.
― ¡Se
ha vaciado la bañera! ― dijo Yunho con gesto
de sorpresa.
― ¿Y? ―
dijo Jae poniéndose de rodillas y mirándolo muy seductoramente como si
pretendiese decirle «ven aquí»,
luego se quitó la espuma y se pasó las manos muy sensualmente por todo su
cuerpo, acariciándose sus ahora pechos, el vientre y el punto más erógeno de su
miembro ― Creo que ya sabes lo
que viene ahora.
Sí,
lo sabía.
Nunca
lo había visto tan audaz y atrevido. Estaba realmente provocador y él, más
excitado que nunca.
Salieron
del baño y, sin perder tiempo en secarse, se dirigieron al dormitorio, dejando
el mármol del suelo marcado con las huellas de los pies y la espuma del gel de
baño que les caía del cuerpo.
Yunho
lo deseaba, y él le deseaba a él. De forma apremiante y apasionada.
Jae
se tumbó en la cama, desnudo como estaba, y se puso en una pose muy provocativa
que parecía decir «ven y tómame».
― ¿A
qué estás esperando? ― dijo Jae.
Yunho
no se hizo de rogar, se puso encima de él y lo penetró. Jae se apretó contra él
incitándole a entrar más profundamente. Él se movió entonces de forma frenética
y acompasada tratando de encontrar el orgasmo liberador, pero controlándose
debidamente para que Jae consiguiese antes satisfacer su deseo. Le acaricio la
cabeza del miembro hasta que Jae gimió de placer y se puso a gritar pocos
segundos después cuando le vinieron las convulsiones del clímax y sintió que su
cuerpo se deshacía en mil pedazos, derritiéndose luego como si estuviera hecho
de alguna sustancia especialmente sensible al calor. Él se derramó dentro de Jae
casi inmediatamente después y permaneció en la misma posición, con los codos
apoyados a ambos lados para no hacerle daño con su peso, mirándolo fijamente.
― Cuando
el bebé sea mayor, ya no podremos hacer el amor de esta forma ―
dijo él ― Tendremos que ser un
poco más creativos.
― A
veces tengo la impresión de que nada de esto es real, que todo es sólo un sueño
y que alguien me va a despertar en cualquier momento para decirme que no estoy
embarazado, que no hay ningún bebé.
Yunho
le apartó el pelo que le cubría las mejillas.
― No
temas, Boo, todo es verdad. Estás embarazado y llevas dentro de tu vientre a
nuestro hijo. Y, además, te sienta bien. Todo el mundo dice que cada día estás
más guapo. Pronto, sentirás al bebé moverse dentro
― dijo él poniéndole una mano en el vientre ― Estoy deseando sentirle dando patadas.
― Junsu
dijo que aún faltan algunas semanas para eso ― replicó Jaejoong.
― Me
lo dirás en cuanto lo sientas, ¿verdad?
― Por
supuesto ― dijo Jae, pasándole un dedo alrededor del cuello.
A
pesar de todo, Yunho estaba aún preocupado por la idea de que él pudiera
abandonarlo de nuevo. Había dejado la firma del acuerdo económico de su
matrimonio para después de la boda, pero con el accidente de su padre y las
complicaciones posteriores no había tenido tiempo de preparar los papeles
oportunos.
No
le agradaba tener que amenazarlo con hacerse con la custodia del bebé, pero
quería a ese hijo y no estaba dispuesto a permitir que él se lo llevase al otro
lado del mundo, para que él no lo pudiera ver cuando desease ni pudiese tener
ninguna influencia en su vida. No estaba en sus planes unirse al club de padres
divorciados que conocía, hombres que apenas veían a sus hijos, que se pasaban
en solitario los fines de semana, las Navidades y las vacaciones, mientras sus
hijos estaban con su madre y su nueva pareja.
Quería
que su hijo tuviera una infancia feliz. La suya había sido muy dichosa hasta el
desgraciado día en que había encontrado a JiHye muerta en la cuna. Le había
llevado muchos años ser capaz de recordar aquella escena sin estremecerse y
sentir ganas de llorar. A sus padres les había pasado lo mismo, se habían
estado consumiendo de dolor durante años antes de conseguir salir de aquel
abismo de sufrimiento. Pero habían salido. Y habían conseguido también sacar a
flote su matrimonio a pesar de las infidelidades de su padre, que ciertamente
parecían haber sido más producto de la pena por la pérdida de JiHye, que de un
deseo frívolo de herir o faltar al respeto a su esposa. Yoona le había
perdonado y habían sido muy felices hasta el mismo día de su muerte.
A
pesar de sus aventuras, la madre de Yunho había amado siempre a Hyunbi y había
estado a su lado hasta el último momento.
Yunho,
en cambio, no estaba seguro de lo que Jaejoong sentía por él, aunque estaba
casi convencido de que no era amor. Se había sentido cautivado por su riqueza y
los lujos de su familia y lo que él, a veces, llamaba amor no era otra cosa que
la fascinación por su estilo de vida. Después del primer año, había dejado de
decirle que le amaba, lo que de alguna forma venía a demostrar que sus
sentimientos no habían sido auténticos.
Él,
por su parte, tenía que admitir avergonzado que se había casado con Jae sin
estar enamorado. Había sido, para él, sólo un matrimonio de conveniencia, una
forma de asegurar su futuro. Todo se había trastocado tras el accidente mortal
de su padre, se había visto abocado a hacer lo que se esperaba de él, casándose
con la mujer o el docel adecuado con el que tener un heredero que perpetuase la
dinastía de los Jung.
En
los últimos días, había estado pensando mucho en sus sentimientos hacia Jaejoong.
Habían sido cambiantes como las estaciones, tibios y templados unas veces,
fríos y ardientes otras. Las circunstancias de la vida le habían impedido ver
las cosas con más claridad. Le habían asustado, en ocasiones, sus efusivas
demostraciones y su entrega apasionada. Había sido preciso que lo abandonara
para que se diera cuenta de ello. Sabía que, sin la presión de tener un
heredero y el estrés de tener que responder a las expectativas que la familia
había puesto en él, habría conseguido sacar a flote su matrimonio. En la cama,
se compenetraban perfectamente, de eso no cabía duda, pero había algo más. Jae
le había sido de mucha ayuda durante la enfermedad de YongHwa. Se había pasado
muchas horas al pie de su cama, charlando con él o leyéndole el periódico o
alguna novela, y luego se había ido a la villa, a disponerlo todo para que,
cuando él llegase cansado del trabajo, lo encontrase todo perfecto y a su
gusto. Sí, Jae se había esforzado mucho y de forma callada para ayudarle y
apoyarle en todo, pero siempre tratando de mantener su independencia y no
dejando que él lo dominase, como había hecho en el pasado.
La
voz de Jaejoong interrumpió sus pensamientos.
― ¿Crees
que sabremos en la próxima ecografía si el bebé es niño o niña?
― ¿Tú
quieres saberlo o prefieres que sea una sorpresa?
― ¿No
crees que hemos tenido ya bastantes sorpresas? ―
exclamó Jae en tono de ironía.
Él sonrió y le dio un
beso en la frente.
― Tú
eres el que no dejas nunca de sorprenderme, Jaejoong ―
dijo él acercando su boca a la suya.
Jae
se pasó la lengua por los labios como preparándolos para él. Luego abrió
ligeramente la boca y lo besó apasionadamente dejando escapar un pequeño gemido
de placer.
Nadie
besaba como Yunho, pensó Jaejoong. No era que tuviera mucha experiencia, pero
sí la suficiente como para saber que sus besos eran cualquier cosa menos castos
y platónicos. Lo besaba de forma sensual, erótica, demostrando su ardiente
deseo en cada movimiento de su lengua.
Le
acarició los pechos con los labios y la lengua, y él se revolvió en la cama de
placer sintiendo los pezones cada vez más duros y tersos bajo sus caricias,
definitivamente el embarazo lo tenía más sensible que nunca. Luego, sintió uno
de los dedos de Yunho acariciando la cabeza de su polla hasta casi hacerle perder el sentido.
Y,
cuando estaba a punto de llegar al clímax, él prolongó aún un poco más el
momento, como ya había hecho antes.
Justo
cuando pensó que ya no podría aguantar más, él lo agarró con las dos manos por
la cintura y lo penetró por detrás con suavidad pero con firmeza. Fueron unos
momentos sublimes en los que sintió que la sangre corría por sus venas con la
fuerza de un arroyo en primavera.
Sus
empujes eran cada vez más profundos y poderosos. Él lo dominaba. Todo su cuerpo
se puso a temblar de repente como movido por un terremoto, sacudido por los
espasmos y convulsiones del orgasmo imparable.
Yunho
esperó aún unos segundos a que se sintiera saciado y satisfecho para apretarlo
con más fuerza por las caderas y vaciarse dentro de él con unos últimos
impulsos plenos de virilidad. Jae sintió sus jadeos por detrás comprendiendo
que Yunho también estaba llegando al final.
¿Conseguiría
Yunho disfrutar tanto con otro joven o mujer?, se preguntó Jae. Ese pensamiento
venía a menudo a su mente de forma inesperada e inoportuna como una rata que
apareciese bajo la mesa justo cuando los invitados a una cena importante
estuviesen a punto de llegar. No podía olvidar esos pensamientos, los parecía
tener grabados de forma enfermiza en su subconsciente. Yunho podía comerse, sin
ningún problema, la tarta en casa y luego varios pastelitos fuera.
¿Cómo
podía él saberlo sin preguntárselo? ¿Cómo podía preguntárselo sin descubrir lo
mucho que le importaba?
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Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Que pena que ellos sigan pensando que no se quieren aclaren sus sentimientos antes de que sea tarde y mas por esa criaturita que esta por venir gracias Poleth por este capitulo esperare el siguiente con ansias
ResponderEliminarpregunta le Jae así sales de dudas y aclaren cuanto se quiere el uno al otro y así no se siguen angustiando por tener pensamientos equivocados de el otro
ResponderEliminarGracias
Pues si, Jae debería preguntar a Yunho lo que quiere saber, Yunho es muy sincero y no le miente. Quizás se lleve una sorpresa con la respuesta.
ResponderEliminarGracias!!!
Los 2 son unos tontos cada uno piensa que el otro no lo quiere cuando se aman pero no lo demuestran,la inseguridad que tiene Jae es por los actos de Yunho
ResponderEliminarJae es tan inseguro :( y yunho no ayuda en nada , por lo menos deberia aclarar sus sentimientos :( para que jae aumente su confianza :(
ResponderEliminarMuchas gracias por el capítulo ❤
Que capitulo mas intenso,como no pueden sentir el sentimiento tan grande que los une...tontitos..gracias
ResponderEliminarAy este par de necios(^.^) se empeñan en hacerce pesado el matrimonio. Cuando no es Yunho, es Jae el que sale con sus dudas. A ambos los está superando el amor los dos temen perder al otro pero ya ahí un punto a favor Yunho se está dando cuenta de que es él quien ha descuidado más su matrimonio. La verdad sentí feito cuando admitió no haber estado jamás enamorado de Jae y que aun no pueda desifrar que lo que siente no es si el amor que ahora ya por él. Jae no beberia dejarse ganar por los celos o volvera su inseguridad y aumentará su tristeza.Gracias por el cap. Andaba toda enganchada en "Herenciá Siliciana" y hasta apenas la pude soltar jiji
ResponderEliminarMe encanta imaginar los besos hots que Yunho le da a Jae *q*
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