«O hasta que pierda a este hijo, como perdí a los demás»,
se dijo Jaejoong tras escuchar a Yunho saliendo de casa con el perro.
No
podía hacerse a la idea de verle soportando durante años un matrimonio estéril,
llevado sólo por su sentido del deber y la responsabilidad.
Era
preciso que hubiera algo más. Algo como el amor.
Se
reprochó a sí mismo por creer en los cuentos de hadas como cuando era niño.
Hacía mucho que se había resignado a aceptar que Yunho nunca llegaría a sentir
nada por él. ¿Por qué seguir torturándose inútilmente?
Salió
del pequeño salón y aprovechó que él
estaba fuera para quitarse el maquillaje y darse su habitual crema hidratante
antes de meterse en la cama. Contempló con desdén la colección de lociones,
perfumes y cremas limpiadoras y antiarrugas. Había tenido la tentación de
tirarlas todas, junto con el resto de objetos a los que tenía derecho como
esposo legal de Jung Yunho, pero odiaba desperdiciar las cosas, por eso las
había metido todas en su equipaje el día que lo había abandonado.
Le
costaba tener que recordar aquel terrible día. Se había comportado de forma bastante cobarde, aprovechando
para irse de casa cuando Yunho estaba en Suiza asistiendo a una conferencia
financiera muy importante en Zurich. A pesar de todo lo que se había deteriorado su relación en los últimos
meses, pensó que, estando él presente, le habría faltado el valor necesario
para dejarlo. Se pasaban el día discutiendo por cualquier cosa y parecía ya un
hábito el que se llevaran la contraria de forma sistemática. Llegó a
pensar incluso que Yunho había empezado a odiarlo.
Llevaban
por entonces varias semanas sin hacer el amor… Tres meses parar ser exactos.
Las inyecciones de hormonas que Jaejoong se ponía como parte de su tratamiento
de fecundación in vitro lo habían vuelto más irascible e irritable. Por si
fuera poco, Yunho había tenido que dar una muestra de esperma, cosa que había
encontrado humillante pese a que los doctores y enfermeras se habían comportado
de manera muy discreta y profesional.
El
sexo era una carga pesada, una obligación que había acabado matando los
sentimientos que Yunho pudiera haber sentido alguna vez por él. No le había
hablado de amor, pero se había casado con la esperanza de que algún día llegara
a sentir algo por él. Yunho, sin embargo, estaba lejos de ser uno de esos
hombres románticos y sentimentales. No podía imaginárselo demostrando una
debilidad en presencia de otra persona. Siempre mantenía las distancias con los
demás.
Jaejoong
tenía suficientes amigos como para saber lo difícil que era la convivencia en
el matrimonio. La pareja más unida y feliz podía verse rota en un instante por
cualquier revés o contratiempo imprevisto. Él se había prometido a sí mismo que
nunca abandonaría al hombre que fuese su marido, que sería un esposo amante y
fiel, y que haría todo lo posible para mantener siempre viva la llama de la
pasión. Pero al final, a pesar de todos sus buenos propósitos, había fallado. Y
había fallado porque no sólo estaba él en aquel matrimonio. También estaba Yunho,
que se había ido distanciando poco a poco de él. Al principio, no le había dado
mayor importancia, achacándolo al dolor que sentía tras la trágica muerte de su
padre y a la mayor responsabilidad que había tenido que asumir en el negocio de
la familia.
Aquellas
tres semanas en el hospital, junto a Hyunbi en estado de semicoma, habían sido
las más penosas de su vida. Había sido realmente cruel tener que ver a aquel
hombre tan fuerte y tan lleno de vitalidad convertido en un guiñapo.
Él
había tratado de ayudar a su suegra durante aquellos días tan duros, pero Yoona
había preferido refugiarse en sus hijos, y él se había sentido relegado a un
segundo plano.
Su
sentido del fracaso, por no ser capaz de llevar su embarazo más allá de la
sexta semana, había alcanzado su punto culminante cuando Yoona comenzó a hacer
comentarios acerca de cómo ella había traído tres hijos al mundo, sanos y
fuertes, además de una hija. Parecía como si quisiese decir con ello de forma
solapada: «¿Pero qué clase de docel
es este Jaejoong que no es capaz de hacer lo mismo?».
A pesar de todo, sentía pena por su suegra. Yoona apenas salía de la villa
familiar y el médico había tenido que recetarle antidepresivos.
Nadie
de la familia, aparte de YongHwa, había vuelto nunca a hablar de la muerte de
la pequeña JiHye, a pesar de los años que habían transcurrido desde entonces.
El
abuelo le había contado que había sido Yunho, con sólo seis años, el que había
encontrado a su hermana fría y sin vida en la cuna.
Siempre
que había intentado hablar con él de ese asunto, había respondido igual que su
madre, negándose a dar detalles de lo sucedido y alegando que eran cosas del
pasado que había que olvidar.
Jaejoong
veía en aquella actitud una falta de comunicación y un signo de que la relación
no marchaba bien entre ellos. Nunca había confiado en él. Siempre se guardaba
las cosas para sí.
Ni
siquiera cuando volvió de Suiza aquel día y encontró su nota en el escritorio
del estudio, reaccionó como él había esperado secretamente. Lo buscó durante un
par de días y, cuando dio con él, se limitó a decirle de forma fría e
impersonal, como si estuviera tratando otro más de sus negocios, que se
encargaría de preparar los papeles de la separación lo antes posible. No
demostró la menor indignación, permaneció inmutable sin mover un solo músculo
de la cara. Apenas tardó cinco minutos en decir todo lo que tenía que decir,
contando el invertido en dar unas palmaditas a Vick en el lomo.
Había
comprendido entonces que no había ninguna esperanza. Había tenido razón desde
el principio. Pertenecían a dos mundos muy diferentes y dispares. Él era una
pobre huérfano abandonado mientras Yunho pertenecía a una familia de sangre
azul, muy rica y poderosa.
Cuando
oyó abrirse ahora la puerta en la planta de abajo, se metió en la cama
corriendo, se tapó con la colcha hasta la barbilla y apagó la lámpara que tenía
en la mesita de noche, renunciando a leer el libro que tenía al lado, como
hacia todas las noches para conciliar el sueño. Cerró los ojos y contuvo la
respiración unos segundos, esperando oír el sonido de sus pisadas subiendo la escalera.
Pero
no oyó nada.
No
supo si sentirse alegre o decepcionado. Se puso entonces a pensar en Yunho,
tratando de buscar la postura menos incómoda para poder dormir en aquel sofá
tan pequeño. Se lo imaginó encogido y con las piernas adormecidas, colgando del
brazo del sofá.
Se
dio la vuelta en la cama, abrió los ojos y se puso a mirar a través de la
ventana. La luna, con su cara de plata, parecía estar mirándolo. Se quedó así
quieta unos minutos, escuchando cualquier movimiento que pudiera venir de las
escaleras.
Después
de un buen rato, oyó unas pisadas. Pero no eran de Yunho. Oyó entonces los
gemidos de Vick, arañando en la puerta.
Le
había estado adiestrando para que durmiera por las noches en su cojín del
cuarto de lavar, pero el animal parecía haber olvidado todas sus enseñanzas, y
muy testarudo, como todos los Jung, quería dormir entre las suaves sábanas de
algodón egipcio de su cama.
Se
dio la vuelta, apartó la colcha y se dirigió a la puerta.
― No,
Vick. Tienes que dormir abajo ―
dijo Jae muy serio señalando con el dedo en dirección a las escaleras ― Vuelve a tu sitio, ahora mismo.
Se
oyeron entonces unas nuevas pisadas subiendo por la escalera. Sintió que le
temblaban las piernas al ver aparecer a Yunho en calzoncillos. Lo miró con los
mismos ojos de satisfacción que pone un animal hambriento cuando se le pone
delante un festín y se le invita a comer todo lo que quiera. Vio su torso
desnudo y musculoso, con aquel suave y a la vez áspero vello que le producía
aquel excitante hormigueo en su pecho cuando estaba en sus brazos. Miró
fascinado su abdomen liso y duro y la línea de su vello púbico, cuyo rastro se
perdía por debajo de sus calzoncillos. Lo miró atentamente. No podía asegurar
que estuviera excitado del todo, pero le faltaba poco. Sintió un escalofrío por
todo el cuerpo al ver el bulto entre sus muslos.
― No
puedo con él ― dijo Jae con su mejor
voz de profesor, como si estuviera reprendiendo a un alumno en clase, delante
del director ― No
es la primera vez que me hace una cosa así.
Yunho
apoyó uno de los hombros en el marco de la puerta y se le quedó mirando,
momento que Vick aprovechó para entrar y meterse de un salto en la cama. Tras
unos ligeros movimientos para hacerse un hueco, el animal cerró los ojos y se
quedó dormido con un gemido.
― Mira
lo que has conseguido ― dijo Jaejoong muy
enfadado ― Después de todo el
trabajo que he estado haciendo con él estas semanas, ahora vienes tú y lo
estropeas todo ― añadió chasqueando los dedos para dar
mayor efecto a sus palabras.
Yunho
tomó su mano en el aire y se la llevó a la boca. Le besó los dedos, uno a uno,
mientras lo miraba fijamente con sus ojos negros brillando de una forma que Jae
conocía muy bien.
― Parece,
Boo, que todos quieren compartir tu cama contigo esta noche ―
dijo él ― No culpo a Vick. El
sofá es sin duda el lugar más incómodo de toda la casa para dormir, o si no que
te lo diga mi espalda.
― Vick
debería estar durmiendo en el lecho que le preparé en el cuarto de lavar ―
dijo Jaejoong apartando la mano.
Él
se encogió de hombros como poniéndose de parte del animal.
― Tu
cama parece mucho más confortable.
Jae
cruzó los brazos sobre el pecho, procurando no perder los nervios.
― Estás
muy equivocado si crees que voy a compartirla con los dos.
Yunho
cerró la puerta con el pie, produciendo un chasquido que sonó como el disparo
de un arma de fuego en el silencio de la noche
― ¿Qué…
estás haciendo? ― exclamó Jae, dando unos pasos hacia
atrás.
Yunho
lo miró con ojos sensuales, recorriendo su cuerpo con la mirada, a través del
vaporoso camisón que marcaba su pecho y sus curvas. Jae sintió que la
temperatura le subía varios grados y su corazón le latía cada vez a más velocidad.
― No…,
para Yunho…, detente ―
dijo con la respiración entrecortada
― Sabes que no podemos dormir
juntos ahora. Podría ser peligroso.
Yunho
levantó una mano y la pasó por detrás de su cabeza, atrayéndolo suavemente
hacía sí, hasta que Jae sintió de forma inequívoca la excitación que había
conseguido provocar en él.
― ¿Quién
habla de dormir? ― replicó él ― Hay muchas otras cosas que podemos hacer.
Jaejoong
sabía perfectamente a qué otras cosas se refería y sintió la sangre agolpándose
en sus venas. En sus primeros días de matrimonio, se habían dado placer
mutuamente llevando a cabo todo tipo de juegos sexuales sin llegar a la
penetración. Había sido una época feliz de su vida en la que habían dejado
volar su imaginación, dando rienda suelta a todas sus fantasías eróticas y alcanzando
las cimas más altas de la voluptuosidad.
Jae
recordaba aquellos momentos con nostalgia y deseaba revivirlos. Pero…
¿Cómo
era Yunho capaz de despertar su deseo tan fácilmente? Suponía que había
conseguido después de aquellos meses no ser tan vulnerable a él. Tendría
demasiado poder sobre él si supiese que caería rendido en sus brazos si le
acariciase con la lengua o con los dedos en el lugar adecuado.
― Olvídalo,
Yunho ― dijo con aparente indiferencia ― Estoy cansado. No me interesan tus
juegos eróticos.
Él
le tomó las manos y lo atrajo hacia sí, hasta que Jae sintió la dureza y el
tamaño de su virilidad entre los muslos.
― Ven,
tesoro mío ― dijo Yunho con un tono de voz
enternecedor ― hazme
lo que solías hacerme entonces.
Jae
sintió la tentación de volver a probar aquel sabor salado y sentir cómo se
estremecía en su boca aquel miembro duro y a la vez suave como la seda, entre
las convulsiones finales.
Yunho
frotó de nuevo su cuerpo contra el suyo. Tenía una fuerte erección. Jae lo
recordaba entrando y saliendo de él acompasadamente una y otra vez, mientras él
elevaba ligeramente las caderas para sentir ese contacto íntimamente en su zona
más sensible y erógena, hasta llegar al clímax final en que sentía como si su
cuerpo se rompiese en mil pedazos.
Todo
lo que tenía que hacer era arrodillarse frente a él, bajarle los calzoncillos y
acariciarlo con la lengua, una vez, dos veces… hasta que empezase a jadear.
Pero
no iba a hacerlo. No en ese momento, ni en aquellas circunstancias.
Yunho
estaba en su habitación sólo porque tenía un deseo sexual. Un deseo que,
después de todo, cualquier docel podría satisfacer, como probablemente lo
habría hecho más de uno durante los meses que habían estado separados.
Jaejoong
se armó de valor, reuniendo las pocas fuerzas que aún le quedaban después de
aquel día tan ajetreado.
― Está
bien, Vick y tú podéis quedaros aquí a dormir ―
dijo, tomando la bata que había dejado a los pies de la cama ― Yo me iré al sofá.
― No
tienes por qué hacer eso, Jaejoong ― dijo Yunho pasándose
la mano por el pelo para echarse hacia atrás los mechones de pelo que le caían
por la frente ― Los
paparazis ya no volverán por aquí esta noche. Me iré a descansar a mi hotel.
Vendré a recogerte por la mañana para irnos a la villa. Ten preparadas sólo las
cosas más esenciales. Después te llevarán el resto.
Jaejoong
lo miró en silencio mientras salía del dormitorio. Contó luego cada uno de sus
pasos mientras bajaba la escalera.
Después
de unos minutos, oyó la llegada de un coche. Supuso que sería una de las
personas del servicio de los Jung que habría venido a recogerlo. A los pocos
segundos, oyó el sonido del motor arrancando y luego desvaneciéndose en la
noche.
Se
giró y contempló a Vick, dormido y roncando. Movió la cabeza con gesto de resignación
y se metió en la cama con cuidado para no despertarlo. Tenía por delante un
noche complicada. Los minutos parecían pasar muy lentamente. No sería fácil
dormirse en aquellas condiciones. Seguramente no podría conciliar el sueño en
toda la noche.
Pero
poco a poco, los resoplidos y ronquidos acompasados del perro y su propio
agotamiento físico y mental fueron apoderándose de él. Se dio la vuelta en la
cama, se acurrucó encogiendo las piernas para dejar sitio a Vick, y cayó
finalmente dormido.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Wohhhhh no se como pudo resistirse, yunho es tan sensual,omg, me dará un infarto, pero esta bien jae, sigue así que yunho sienta el látigo de tu desprecio, haz le sentir todo el dolor que sufriste y que el simplemente ignoro , dios sentí muy corto el capitulo, eso si muy bueno, esperare con ansias el próximo
ResponderEliminarYunho si que puso en aprietos a Jaejoong lo tento demasiado pero pudo resistirse finalmente. Me parece bien. Asi Yunho ve q no le es nada fácil Jae. Jajaja Vick término durmiendo acurrucadito en la cama d su amo.
ResponderEliminarMe encanto, gracias por el cap amiga :)
el pobre de Jae sigue pensando que Yunho nomas lo quiere para aliviar sus necesidades y no por que lo ame ya debería de sincerarse Yunho y decirle a Jae que lo ama y que no quiere el divorcio que lo quiere a el y permanecer juntos por siempre si no lo dice seguirán sufriendo los dos por sus malos entendidos o por creer que el otro no le quiere y sus sentimientos son mal correspondidos
ResponderEliminarGracias
Es una pena que Yunho no sepa ser un poco claro con Jaejoong si el le dijera la verdad ahora estarian felices pero como siempre existe confusion siempre de parte en parte ojala que todo se aclare ya que ellos merecen ser felices pero Yunho deberia de ser un pococo mas romantico con Jae y Jae cuidate mucho para que puedas tener a tu hijito con bien y ojala que sean dos gracias por este capitulo esperare el siguiente con ansias
ResponderEliminarEres muy fuerte Jae¡¡¡ tanto que me parece sorprendente que hayas vensido la tentación echa carne que Yunho te puso enfrente😱😱😱. Insisto que haces muy bien en mostrarte fuerte y dueño de tí mismo por que lo estas volviendo loco¡¡¡ ese "Ven tesoro mió" fue una muestra de eso. No me extrañaría que mañana le digas "Yo me quedo" estoy rogando por que ese bebito sea sano y oprecioso. Gracias por el cap
ResponderEliminarJae es muy fuerte a pesar de que ama a Yunho el sigue pensando que Yunho no lo quiere y solo esta por obligacion,espero que se lleven bien
ResponderEliminarEs muy triste ver a una pareja que se ama tanto y por la falta de comunicacion y orgullo no se digan lo que realmente sienten y desean.
ResponderEliminarGracias!!!
Muchas gracias por el capítulo... Estaré esperando uno próximo... JAE así me gusta... No seas un facilote.. lol
ResponderEliminarYa pasaron 3 meses eso quiere decir que el bebe no esta en peligro ?
ResponderEliminarMuchas gracias por el capítulo ❤