Jaejoong
vio muy poco a Yunho durante las semanas siguientes. La enfermedad de YongHwa
había evolucionado de tal forma que necesitaba que alguien estuviera con él las
veinticuatro horas del día. Yunho tenía que repartir su tiempo entre mantener a
raya a la prensa sensacionalista y atender los asuntos de su abuelo, además,
claro, de su propio trabajo, que ya era de por sí bastante estresante. Jaejoong
comenzó a ver por primera vez desde que se habían casado que aquel ritmo de
vida tan frenético no era algo que él hubiese elegido por voluntad propia, sino
que le había venido impuesto por toda la gente que dependía de él. Consciente
de ello, trató de hacerle la vida lo más agradable posible, ayudándole en todas
las cosas que estaban su alcance y procurando que la villa fuese para él un
lugar confortable y un refugio de paz cuando él llegase a casa, cansado y a
veces después de que él ya se hubiese ido a la
cama.
Aún
no se había hecho del todo a aquella villa que encontraba tan cambiada. Ya no
había tantas personas de servicio ni tantos empleados cuidando de los jardines
y del mantenimiento de la finca como antes. Tenía así más tiempo para pensar.
Le asustaba hacer planes para el futuro, pero le gustaba poder ayudar a Yunho
en todo lo que estuviera en su mano mientras durase aquella fase tan difícil de
la enfermedad de su abuelo. Pasaba muchas horas junto a YongHwa para dar así
algún descanso a sus familiares. Disfrutaba sentado a la cabecera de su cama,
charlando con el anciano cuando él estaba animado, o leyéndole el
periódico o alguna de sus novelas favoritas.
A
pesar de sus largas ausencias de la villa, Yunho seguía durmiendo en su cama
por las noches. Jae esperaba con ilusión el momento en que Yunho llegaba por la
noche en silencio y se acostaba con él estrechándolo entre sus brazos y lo
colmaba de besos y caricias hasta hacerle olvidar los sinsabores del día.
Seguía sin querer penetrarlo y prefería continuar con aquellos juegos amorosos.
Era algo que a él le resultaba frustrante, pero confiaba en que cambiaría
cuando pasase el período de seguridad y la vida del bebé ya no corriese
peligro.
Estaba
ya en la semana duodécima del embarazo. Casi no podía creerlo. Incluso después
de haber visto al bebé en la ecografía que se había hecho esa misma semana, le
parecía un sueño. Confiaba en que, conforme pasasen los días, fuera recuperando
la seguridad en sí mismo y alejando sus temores.
Veía
lo entusiasmando que estaba Yunho con la buena marcha del embarazo, pero lo que
seguía sin ver muy claro era lo que Yunho sentía por él. Trataba de ser
comprensivo y se decía que quizá su aparente aire de ausencia y distracción no
tenía nada que ver con él, sino con el trabajo y el estrés al que estaba
sometido. Se mostraba en todo momento muy atento y solícito con él. Todo el que
los viese, habría dicho que era un amante esposo y un hombre orgulloso y
entusiasmado de tener su primer hijo.
Eso
era lo que pensaba su familia. Yoona les había invitado a cenar la semana
anterior. Aunque todos los miembros de la familia estaban un tanto decaídos por
el deterioro físico de YongHwa, que no estaba en condiciones de bajar las
escaleras para estar con ellos, Jaejoong había visto que todos daban por hecho
su reconciliación y no dudaban de que su matrimonio estaba ya consolidado.
Se
había hecho muy amigo de Junsu, el esposo de Yoochun. Jaejoong se había
ofrecido a ayudarlo a perfeccionar su coreano y pasaban buenos ratos juntos en
la villa jugando con la pequeña Hani. Jaejoong había llegado a querer mucho a
la niña, que cada día que pasaba estaba más guapa. Junsu estaba ya de casi
cuatro meses, y estaba también radiante y muy ilusionado con su nuevo hijo. No
dejaba de darle ánimos a Jaejoong, infundiéndole confianza para que no se
preocupase tanto, disfrutase de su embarazo y pensase sólo en la felicidad que
tendría cuando naciese su hijo.
Le
aseguraba que las náuseas que aún sentía eran una buena señal, tal como le
había dicho Yunho y el propio médico le había confirmado esa misma tarde en la
consulta.
Jaejoong
estaba sentado leyendo un libro, esperando que Yunho llegara a casa, cuando oyó
el ruido de la puerta de entrada. Vick se puso a ladrar de forma lastimera como
si presintiese que se avecinaba algo malo, aun antes de que Yunho entrase en la
sala.
A
Jaejoong se le escurrió el libro de entre las manos, pero no se dio cuenta de
ello ni oyó siquiera el golpe que produjo al caer al suelo.
― ¿Yunho? ―
exclamó asustado con un hilo de voz.
Miró
a Yunho y sus ojos se llenaron de espanto al ver su mirada.
― Ya
no está con nosotros ― dijo él aparentemente
sereno ― Ha muerto hace dos
horas. Se fue en paz y sin sufrir.
Jae
sintió un profundo dolor y sus ojos se llenaron de lágrimas. Se levantó de la
silla, casi tambaleándose y se echó en sus brazos. Lo abrazó con fuerza, como
si pretendiera con ese abrazo liberarle del dolor que, a pesar de su entereza,
sabía que sentía en ese momento.
― Lo
siento mucho ― dijo Jae, luchando
por controlar sus sentimientos ― Era
una persona maravillosa. Lo echaremos todos mucho de menos.
Yunho
dejó caer la cabeza sobre su pelo rubio y sedoso y lo abrazó muy emocionado.
― Sí,
lo era. Tenía mucha ilusión porque siguiéramos juntos. No quería que
estuviésemos tristes por él. Quería que viviésemos nuestra vida al máximo, como
hizo él.
«Si la vida no fuese tan caprichosa…», pensó
Jaejoong. Quizá algunas personas podían disfrutar de su vida a tope, pero
cuando la vida le había golpeado a uno en lo más profundo de su alma, lo veía
todo de otro modo y se tomaba las cosas con más calma.
Yunho
le tomó las manos y lo miró a los ojos.
― ¿Cómo
te encuentras, Boo? ¿Qué te ha dicho el ginecólogo? Siento no haber podido
acompañarte. ¿Recibiste mi mensaje? Estuve toda la tarde con el médico de
cuidados paliativos de mi abuelo. No me dio tiempo a ir contigo.
Jaejoong
se quedó sorprendido por el cambio brusco que había dado a la conversación, estaba
empezando a comprender que ésa era su forma habitual de sobrellevar los
problemas, seguir adelante como si nada hubiera pasado. Por muy apenado que
estuviese, nunca lo iba a demostrar delante de otra persona, aunque fuese su esposo.
― Sí,
leí el mensaje. Lo comprendí perfectamente. En cualquier caso, se trataba sólo
de una revisión. Todo está bien. El doctor Cho considera que las náuseas me
durarán todavía un par de semanas más.
Él
sonrió muy satisfecho y le puso la mano en el vientre aún bastante plano.
― Nadie
diría que llevas ahí a mi hijo. ¿Cuándo se te empezara a notar?
― Según
Junsu, dentro de uno o dos meses ― respondió Jae ― Me dijo que, cuando estaba embarazado
de Hani, a él no se le empezó a notar hasta después del quinto mes.
― Creo
que deberíamos hacer un comunicado oficial a la prensa después del funeral del
abuelo. Mira cómo lo hicieron Yoochun y Junsu con Hani y luego con su boda y
ahora con su segundo embarazo. Es lo que la gente está deseando oír. Les gusta
este tipo de noticias.
― Pensaba
que querías mantener a la prensa al margen de todo esto el mayor tiempo posible ―
dijo Jae con el ceño fruncido.
Yunho
le soltó las manos y se dirigió a la barra del mostrador donde estaban las
bebidas. Echó un poco de agua con hielo en una copa y se la dio a él. Luego,
volvió y se sirvió para él un poco de brandy.
― Mi
abuelo quería que el nombre de los Jung estuviera asociado con el éxito y la
prosperidad, no con la enfermedad y la muerte ―
dijo él ― Es algo que debemos
a nuestros inversores y a todos los clientes y empleados de nuestra cadena de
hoteles. Debemos trasmitirles el mensaje de mi abuelo: “la vida y los negocios deben continuar”. El anuncio de un
acontecimiento tan feliz como la de llegada de nuestro hijo hará olvidar la
pérdida de mi abuelo.
Jaejoong
no pudo ocultar su indignación. No podía evitar pensar en la prensa, acosándolo
como perros hambrientos a todas horas y quizá hasta poniendo en riesgo la vida
de su hijo y la suya propia cuando se arremolinaran los reporteros en torno a él
para conseguir una exclusiva o simplemente una fotografía.
― Así
que, para ti, esto es sólo una estrategia mercantil, ¿verdad? ―
Yunho echó otro trago de brandy antes de responderle.
― ¿Por
qué eres tan negativo, Jaejoong? Lo único que trato de decir es que necesitamos
dar un mensaje esperanzador. Yo dirijo una corporación de ámbito internacional
y no quiero que pueda verse perjudicada por ningún suceso. Es lo mismo que
habría hecho mi abuelo. De hecho, ésas fueron algunas de las últimas palabras
que me dijo antes de morir.
Jaejoong
se dio la vuelta y dejó su copa con un golpe sordo en la mesa.
― No
estoy dispuesto a que la prensa y las revistas del corazón aireen mi embarazo
por media Asia, sólo porque pueda redundar en un beneficio económico para tu empresa.
― Jaejoong… ―
Jae se volvió de repente con la mirada de una gata en celo.
― No
me hables en ese tono de condescendencia como si fueras aquí el único que lo
decide todo. Sabes muy bien lo que me molesta el acoso de los medios de
comunicación. Creo que fue una de las razones de que se desmoronara nuestro
matrimonio.
― Nuestro
matrimonio no se desmoronó por eso, sino porque tú no eras lo suficiente maduro
como para enfrentarte a la realidad de la vida y comprender que las cosas no
son siempre como a uno le gustaría que fueran. Te comportaste como un niño
malcriado que veía que no podía tener lo que quería cuando lo deseaba. Tú
fuiste el que diste al traste con nuestro matrimonio con tus caprichos y tus
manías.
― ¿Me
estás llamando niño malcriado y caprichoso? ―
dijo Jae con los ojos llenos de indignación ― Y me lo dices precisamente tú, con tu Lamborghini, tu Ferrari y tu jet
privado. ¡Por el amor de Dios! Tú no sabes nada de lo que es luchar para salir
adelante en la vida. A ti te lo han dado todo servido en una bandeja de plata.
― No
pienso seguir discutiendo esto contigo ―
replicó Yunho dejando su copa vacía en el mostrador de las bebidas ― Veo que estás un poco alterado por la muerte
de mi abuelo y creo, además, que ha sido un error por mi parte haberte hablado
de lo del comunicado a la prensa.
Jae,
lejos de calmarse tras esas palabras, se sintió aún más indignado. Se cruzó de
brazos y lo miró detenidamente.
«Niño malcriado».
«Tú fuiste el que diste al traste con nuestro matrimonio con tus
caprichos y tus manías».
Aquellas
palabras resonaban en su mente como golpes de tambor.
Pero,
¿qué demonios pretendía decir con eso? Yunho se habría divorciado de él en un
abrir y cerrar de ojos si no hubiera sido porque sabía que resultaría más
beneficioso económicamente llegar a un acuerdo.
Vio
cómo se servía otro brandy, ahora doble. Yunho no era un bebedor habitual.
Comprendió que lo estaba haciendo para olvidar el dolor tan profundo que sentía
por su abuelo y que se empeñaba en ocultar. Le había dicho que lo encontraba
algo alterado por la muerte de YongHwa, pero, como siempre, él no le había
dicho como se encontraba él.
― Yunho…
― dijo Jae, entrelazando con fuerza los dedos de las manos, buscando las
palabras adecuadas.
― Déjalo
ya, Jaejoong ― le cortó él
llevándose la copa a los labios. Jae contó hasta diez, antes de decidir cambiar
de conversación.
― ¿Cómo
se lo está tomando tu madre?
Yunho
se encogió de hombros sin volverse siquiera hacia para mirarló.
― Está
muy afectada, como es lógico. Le hace recordar, además, la muerte de mi padre,
pero tiene a toda la familia apoyándola. Yoochun y Junsu están ahora con ella,
y tiene además a la pequeña Hani. Ella es en estos momentos el mejor consuelo
para ella y para todos nosotros. Changmin vendrá mañana. Estará en Montecarlo,
jugando en el casino o con alguna estrella del mundo del espectáculo.
― Desapruebas
su estilo de vida, ¿verdad? ― Yunho se giró y lo
miró fijamente con la copa de brandy en la mano.
― Piensas
que he sido un privilegiado por haber nacido en el seno de una familia rica y
poderosa y, en efecto, tienes razón, especialmente si me comparas contigo. Pero
no creas ni por un momento que no sé apreciar el valor de las cosas. Yoochun
tuvo que madurar de prisa al darse cuenta de que estaba a punto de arruinar su
vida y la de Junsu. A Changmin le queda aún mucho por aprender para llegar a
ser una persona responsable, pero tengo la sensación de que va por buen camino.
― ¿Sí?
¿Por qué lo dices?
― Mi
abuelo me puso, a grandes rasgos, al corriente de su testamento
― dijo él con una amarga sonrisa ― Y
permíteme decirte que a Changmin no le va a gustar alguna de sus cláusulas. Si
no se aviene a la disciplina y a las normas de la familia, quedará desheredado.
― ¿YongHwa
puso eso en su testamento? ― exclamó Jae con un gesto de
sorpresa.
Yunho
asintió con la cabeza y echó otro trago.
― Se
armará un buen revuelo en la lectura del testamento cuando Changmin se entere.
Si intenta recurrirlo, tendrá por delante un camino largo y espinoso, además de
muy costoso. Espero que sea sensato y no lo haga. La prensa convertiría el
asunto en un circo, por no hablar de la repercusión tan nociva que tendría para
nuestra empresa.
― No
estoy muy acostumbrado a ese tipo de cosas ― dijo Jae ― Mi madre murió sin haber hecho
testamento. La verdad es que tampoco hubiera servido de nada que se hubiera
molestado en hacerlo, no tenía nada que dejarme.
Yunho
dejó su copa en el mostrador.
― Debiste
de echarla mucho de menos cuando se murió así, tan de repente. Nunca me has
hablado de ello.
Jaejoong
no quería recordar aquella época tan triste de su vida, su desgraciada
infancia, los años que pasó con su tía abuela, con la que se había ido a vivir
tras la muerte de su madre. Una mujer mezquina que nunca le había hecho una
caricia ni la había elogiado, ni dado ánimos por sus progresos en el colegio o
en el instituto. Una mujer que había sido incapaz de demostrarle el menor
afecto porque pensaba que los elogios inflaban perniciosamente el ego y la
autoestima de los niños y se volvían luego intratables.
Los
años del colegio habían sido los peores. Había visto cómo los padres de los
demás niños y niñas de su clase asistían a las reuniones con los profesores y a
las fiestas de fin de curso, mientras que su tía abuela no acudía a ninguno de
aquellos actos. Kim Hyuna no creía en la competitividad ni en el valor de las
recompensas y galardones de ningún tipo, así que cuando Jaejoong consiguió el
primer premio de su curso no hubo nadie de su familia el día de la entrega de premios.
― Fue
uno de los días más tristes de mi vida ―
dijo Jaejoong con la mirada perdida como si estuviese viviendo aún aquel
momento ― A mi tía abuela le
molestaba tenerme a su lado y a mí tampoco me gustaba estar con ella, así que
me fui de su casa en cuanto tuve la oportunidad.
― Pobre
Jaejoong, fuiste un triste niño huérfano ― dijo Yunho
acercándose a él ― No
es de extrañar que te sintieras atraído por mí y por mi familia.
― Me
sentí atraído por ti, no por tu familia ― le corrigió.
― Sí,
claro ― dijo él acariciándole el pelo ― Y aún lo sigues estando, ¿verdad, tesoro
mío?
― No
puedo negarlo. Salta a la vista ―
dijo Jae con una sonrisa, llevándose la mano al vientre. Él siguió acariciándole
el pelo con una mano y apoyó la otra en su vientre.
― Me
gustaría hacer el amor contigo ― dijo él con una voz
profunda, sensual e irresistible ― Ahora.
Jaejoong
vio en sus ojos esa mirada sombría y a la vez brillante que ponía siempre que
quería hacer el amor con él. Sintió un ligero temblor por todo el cuerpo cuando
Yunho le acarició los pechos ahora un
poco más turgentes por el embarazo.
― ¿Me
lo estás pidiendo o es sólo una forma de hablar? ―
dijo Jae con voz temblorosa.
― ¿Necesito
pedírtelo, Boo? ― replicó él acercando los labios a su
boca.
Jae
le respondió con hechos no con palabras. Unió su boca a la suya y deslizó la
lengua en busca de la suya hasta encontrarla y formar con ella un dúo lleno de
sensualidad que fue poco a poco haciéndose más ardiente y apasionado. Se quedó
casi sin respiración cuando él lo estrechó entre sus brazos y vio su camisón
hecho un ovillo alrededor de sus pies y su pecho desnudo anhelando sus
caricias. No pudo contener un gemido al sentir sus labios en los pezones.
Aquellos
segundos de pasión se hicieron por momentos tan ardientes como un infierno,
consumiéndolo todo a su paso. No hubo tiempo para subir las escaleras, ni para
más besos y caricias, ni palabras de amor.
Yunho
lo tumbó en el suelo recién enmoquetado con mucho cuidado y se echó sobre él,
apoyándose con las manos a ambos lados de su cabeza para no presionarlo con su
peso. Aplastó sus labios con los suyos mientras su lengua penetraba en su boca
en un erótico y delicioso anticipo de lo que estaba por venir.
Jae
se retorció de deseo bajo su cuerpo. Lo deseaba desnudo y dentro de él. Deseaba
sentir en su interior aquel miembro duro y poderoso que tanto había echado de
menos. Le agarró de la camisa, tirando con fuerza de ella hasta arrancarle los
botones y luego le quitó el cinturón de los pantalones como si fuera un loco en
plena acción.
Yunho
le quitó la ropa que le quedaba con un poco más de delicadeza, pero tampoco
demasiada. Fue besando cada parte de su cuerpo. Sus labios y su lengua eran
como llamas de fuego que encendían y abrasaban su carne. Al llegar a sus pechos
se recreó especialmente en ellos, lamiéndole los pezones hasta ponerlos duros y
erectos.
Jae
tomó entonces su miembro con la mano, gozando de su turgencia. Él se estremeció
y se agitó de placer ante la suavidad y firmeza de sus dedos. Luego le apartó
la mano y entró en él con un empuje firme y seguro. Jae se puso a jadear, y
sintió estremecerse todo su cuerpo.
Yunho
trató de controlarse, retrocediendo un poco por si su penetración había sido
demasiado honda, pero Jae le hincó los uñas en la espalda incitándole a que
fuera aún más profunda. Él impuso entonces un ritmo cada vez más rápido que
parecía ir acompasado con sus jadeos. El sudor que transpiraba por la piel era
incapaz de apagar el fuego que le abrasaba.
Arqueó
la espalda para sentir más su miembro. Se sintió al poco tiempo absorbido por
un torbellino que lo zarandeaba como una muñeca de trapo hasta hacerle perder
el sentido. Sus convulsiones parecieron contagiar a Yunho, que alcanzó el
orgasmo pocos segundos después que él. Sintió una segunda oleada de placer al sentirle
derramándose en su interior.
Saciado
el deseo ambos, Jaejoong se quedó quieto y en silencio bajo el cuerpo de Yunho.
Su corazón seguía latiendo aceleradamente. Se sentía feliz y gozoso de haberle
poseído totalmente. No quería hablar ni moverse para no estropear el momento.
Quería seguir todo el tiempo posible con su cuerpo pegado al suyo, para
sentirlo íntimamente cerca. Era consciente de que para Yunho era una proximidad
más física que emocional, pero él no era capaz de separar el amor del sexo.
Incluso aquella noche loca de la boda de Yoochun, él había obrado más por amor
que por deseo.
El
destino los había juntado de nuevo. Tendría que pensárselo muy bien antes de
tomar la decisión de seguir con él o divorciarse definitivamente.
Los
Jung sólo jugaban para ganar. Perder era una palabra que no estaba en su
vocabulario. La relación de Yunho con él nunca había estado basada en el amor.
Había sido sólo fruto del orgullo y del sentido de propiedad de los Jung y de
su deseo de perpetuar la dinastía.
Pero
eso era una de las pocas cosas que Yunho no podía controlar, por más que Jae lo
desease.
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Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Es una pena que Yunho no se de cuenta de lo que pasa en realidad Jaejoong te ama no lo humilles mas gracias Poleth por este capitulo esperare el siguiente con ansias
ResponderEliminarPobre Jae hasta cuando Yunho piensa humillarlo espero que esto tenga un final ya que puede perder su amor.......gracias Poleht
ResponderEliminarJae lo hace por amor pero creo que Yunho también aun que no lo quiera reconocer o no se de cuenta de ello y creo que todo a qui es un mal entendido de Jae de que Yunho no le quiere espero que eso sea
ResponderEliminary que Yunho le de el espacio que Jae quiere para disfrutar de su embarazo y no lo de a conocer a la prensa asta que Jae así lo decida pues el quiere disfrutar de su privacidad y los reporteros no lo dejaran en paz como Jae dice
Gracias
Es difícil para Yunho saber distinguir y expresar lo que es el amor para él, pues tiene muy arraigada la idea de que para él es solo un requisito en su familia, su felicidad no importa, solo perpetuarse cómo familia sin importar los sentimientos.
ResponderEliminarGracias!!!
Odie ese "Si, claro" y el tono con el que Yunho le habla a Jae, porque menosprecia todo de él ese "Tesoro Mio" me suena tan sarcastico que no puedo evitar querer que las circunstancias hagan que Yunho se trague sus palabras y pida perdón a Jae por todo cuanto le hiere. Es triste que el abuelo haya muerto porque se fue sin ver al bisnieto que tanto había querido. Algo me dice que No solo ChangMin va a pegar el grito en el cielo cuando se lea el testamento, quiza el abuelo dictó alguna clausa para el YunJae😉😉😉. MIL Gracias por el cap.
ResponderEliminarMurio el abuelo :'(
ResponderEliminarLa vida de Jae con esa tia abuela de mal caracter debio ser dificil. Espero que pronto se arregle todo y finalmente sean felices *.*
Gracias por el cap amiguis <3
Murio el abuelo de Yunho que tristeza,Jae hace todo lo posible por ayudar a Yunho pero el solo piensa en su empresa debe de pensar en los sentimientos de Jae
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