Poder Siliciano. Prólogo

 

Jung Yunho compuso una mueca de disgusto. Se suponía que aquello tenía que ser una reunión conmemorativa para recordar el que hubiera sido el cumpleaños de su fallecido hermanastro, Yoohwan. Había sido idea de su padre, y Yunho no la aprobaba, y menos que sirviera como excusa para emborracharse. Pero la mayoría de los supuestos amigos de Yoohwan compartían el amor de su fallecido hermano por la laxitud como estilo de vida.

Uno de ellos estaba ahora exhalando sus vapores etílicos sobre Yunho, inclinándose sobre él con gesto confiado.

— ¿No te habló nunca Yoohwan del docel con el que estuvo el año pasado en Cannes? Nos juró a todos que se vengaría de él por haberle rechazado, y desde luego que lo hizo. Lo último que supe fue que él estaba intentando reclamar que Yoohwan era el padre del mocoso que estaba esperando.

Yunho, que estaba a punto de alejarse irritado, se dio la vuelta para mirar a aquel desagradable espécimen de hombre que ahora se tambaleaba delante de él.

— Creo recordar que mencionó algo al respecto — mintió— Pero, ¿por qué no me refrescas la memoria?

El borracho estaba más que satisfecho de hacer lo que le decía.

— La vimos en Nikki Beach. No estaba divirtiéndose como las otras chicas y jóvenes que había allí, aunque estaba con uno de los equipos de filmación. Siempre iba vestido con camisa y pantalón de lana, y parecía un maestro. Yoohwan le mojó la blusa con champán para hacerle un broma, pero a él no le hizo gracia. Lo trataba con desprecio, rechazándolo como si él fuera algo especial. Yoohwan nos dijo que iba a vengarse, y desde luego, lo hizo. Averiguó dónde se alojaba y luego sobornó a uno de los camareros para que le pusiera algo en la bebida. Lo dejó noqueado. Hicimos falta tres de nosotros para llevarlo a su habitación. Por supuesto, Yoohwan los obligó a jurar que guardaríamos el secreto, nos amenazó con cosas terribles si alguna vez se sabía lo que había hecho. Por supuesto, es diferente que te lo diga yo ahora, porque está muerto y eres su hermano — el hombre soltó un hipido antes de continuar— Yoohwan nos dejó haciendo guardia fuera. Luego nos contó que estaba tan apretado que seguramente debía ser virgen.

La expresión del hombre se alteró y cambió de actitud al darse cuenta, debido al frío silencio de Yunho, de lo vergonzosa que era la historia que estaba contando.

— Pero Yoohwan no salió impune — se apresuró a decirle a Yunho— Me contó que el hermano de él fue tras él para decirle que lo había dejado embarazado. Pero Yoohwan no quiso de ninguna manera responsabilizarse del hijo que él esperaba.

Yunho no había dicho ni una sola palabra mientras el amigo de su hermano fallecido hablaba. Pero le resultaba fácil aceptar el papel de su hermanastro en aquel sórdido incidente. Era típico de Yoohwan, y señalaba con exactitud la razón por la que Yunho y sus dos hermanos menores no habían sentido ningún aprecio por su hermanastro durante su corta vida, ni habían lamentado su fallecimiento.

— ¿Cómo se llamaba el chico? ¿Te acuerdas? — le preguntó entonces al borracho.

El otro hombre sacudió la cabeza y luego frunció el ceño en gesto de concentración, antes de decirle a Yunho:

— Creo que se llamaba Jiro o Jaejoong, algo así. Era coreano, de eso estoy seguro.

Como si el frío desprecio de Yunho lo hubiera dejado congelado, el borracho se estremeció y se marchó de allí tambaleándose, sin duda para servirse otra copa, pensó Yunho mientras miraba hacia donde sus dos hermanos y sus esposos estaban sentados con su padre.

Su padre, el príncipe, había mimado y estropeado a su hijo pequeño, el único hijo que tuvo con la mujer que había sido su amante durante su matrimonio con la madre de sus tres hijos mayores, y con la que se casó después. Su padre aseguraba que las últimas palabras de Yoohwan antes de fallecer tras un accidente de coche fueron que tenía un hijo, un hijo concebido durante su estancia en Cannes, y que había pedido que lo encontraran.

Yunho había mirado hasta debajo de las piedras para conseguirlo, sin ningún éxito, pero ahora se daba cuenta de que no había tenido en cuenta que la clase de gente con la que se relacionaba su hermano eran expertos en esconderse. Pero ahora sabía lo que tenía que hacer, por supuesto. La única pregunta era si informar a sus hermanos antes o después de haber encontrado al docel al que su hermanastro había drogado, violado y dejado embarazado. Porque no cabía duda de que lo encontraría. Aunque para ello tuviera que poner al mundo del revés. El honor de los Jung no exigía nada menos. Pero sería más fácil contárselo antes a su familia....

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