—
He estado pensando
— anunció Yunho inclinándose hacia delante sobre la mesa de hierro de la
terraza, donde estaban sentados tomando el aperitivo.
Acababa
de llegar de Florencia hacía media hora. Jaejoong lo había visto conduciendo
hacia el castillo y detenerse luego en la entrada pavimentada. Había visto sus
hombros musculosos saliendo del coche, y luego subir las escaleras de mármol
que llevaban a la entrada principal del castillo.
Tenía
la camisa desabrochada a la altura del cuello, pero el brillo del sol de última
hora de la tarde hacía que su camisa se transparentara y pudiera distinguir el
viril vello suave que cruzaba su pecho hasta su vientre. Había algo muy sensual
en aquel vello, algo muy íntimo.
No
era que Jaejoong hubiera estado esperando que volviera. La única razón por la
que estaba en la planta inferior y por la tanto podía presenciar su llegada a
través de un de las ventanas del salón era que Maria había insistido en
enseñarle la zona de recepción de la casa.
El
castillo era enorme, con bodegas, áticos y tres y en ocasiones cuatro pisos.
Tenía tres torres, un gigantesco salón de baile, y se trataba de hecho de una
combinación del castillo original y un palacio del siglo XVIII que había
construido uno de los antepasados de Yunho para ampliar el edificio original.
Yunho
se había cambiado y llevaba ahora un par de pantalones vaqueros gastados,
camisa de lino blanco y mocasines suaves. Parecía relajado, mientras que
Jaejoong se sentía incómodo con su nueva ropa. No quería que Yunho pensara que
había tratado deliberadamente de estar más atractivo para él. No era eso.
Sencillamente, había agarrado lo primero que encontró después de que Yunho
entrara en el salón en el que él estaba con Maria y le pidiera que se reuniera
con él en la terraza para tomar un copa antes de cenar.
Aquella
noche sería la primera vez que cenaba con Yunho desde su llegada. Antes siempre
cenaba solo en su habitación y no le importaba, se dijo para sus adentros.
No
era culpa suya que la ropa que había agarrado resultara ser ajustada, sin
mangas y de color miel. Cuando lo vio colgado en la pecha le pareció de lo más
normal, y por eso lo escogió y se lo puso antes de calzarse un par de
sandalias. Era umma de un bebé de seis meses, y no tenía intención de subirse a
unos tacones por si se tropezaba y le hacía daño a Taemin.
Ni
siquiera había mirado su imagen en el espejo antes de salir del dormitorio,
sencillamente se pasó un cepillo por el pelo y se puso un poco de brillo de
labios antes de echarse un poco de la deliciosa colonia que le había
recomendado la asesora de imagen. Luego agarró a Taemin y se dispuso a salir de
la habitación.
Fue
entonces cuando se miró de reojo en el espejo de cuerpo entero y se dio cuenta
de cómo se le ajustaba la ropa a las curvas del cuerpo. Era demasiado tarde
para volver y cambiarse, pero se consoló pensando que estaría sentado, y que el
escote del ligero suéter, que se ataba al cuello, no revelaría mucho.
Pero
Yunho ya estaba en la terraza esperándolo, y se acercó a él para tomar a Taemin en brazos. Entonces, lo examinó en silencio de un modo intenso. El corazón de
Jaejoong se aceleró al pensar en el modo en que le había sonreído antes de subir
a Taemin en la trona que estaba preparada al lado de la mesa.
Pero
no era en la forma en que Yunho le había sonreído cinco minutos atrás en lo que
debería concentrarse, se advirtió Jaejoong. Era en lo que estaba diciéndole él.
¿En qué había estado pensando? ¿Habría cambiado de opinión respecto a su plan
de convertirlo en un docel sexualmente moderno?
Por
supuesto, si ese era el caso, él se sentiría aliviado en muchos sentidos.
Muy
aliviado.
Jaejoong le dio un breve sorbo a su bebida.
Normalmente no tomaba alcohol, pero el vino rosado que Yunho había insistido en
que probara estaba delicioso. Jaejoong podía sentir cómo se le relajaba la
tensión del estómago mientras trataba de respirar con normalidad.
—
Cuando estuve en Florencia,
hablé con un miembro de la familia de mi madre. Una de las antiguas casas de la
familia está siendo vaciada de sus tesoros, incluidos los libros de la
biblioteca, y muchas de las cartas familiares. Me ha preguntado si podríamos
guardar los libros aquí, y por supuesto he dicho que sí.
»La historia de la familia de mi madre
es muy interesante. En el siglo XV eran comerciantes de seda que compraron un
título nobiliario y terminaron convirtiéndose en gente muy rica y bien
relacionada. El matrimonio de mis padres fue concertado entre mi padre y el tío
de mi madre por motivos de mutuo beneficio económico y social. Sin embargo, mi
padre nunca permitió que nuestra madre olvidara que, mientras la familia de él
descendía directamente de la nobleza, la suya descendía de comerciantes.
—
Tu madre debió de sentirse
muy herida — dijo Jaejoong con empatía.
—
Sufrió mucho por la
crueldad de mi padre. Cuando éramos niños, creíamos que nuestra madre no nos
quería lo suficiente como para desear vivir, pero por supuesto, ésa no era la
realidad. La realidad fue que murió por complicaciones en el parto tras dar a
luz a Yoochun.
Jaejoong imaginó a los tres niños huérfanos
llorando a su madre. Su corazón sintió lástima por esos pequeños, y se
visualizó como una madre que los abrazaba... especialmente a Yunho, que seguro
que se mostró decidido a contener sus propias lágrimas para consolar a sus
hermanos.
—
Crecer sin madre debió de
ser horrible para vosotros.
—
Igual que debió de serlo
para ti crecer sin padre. Esa experiencia es algo que compartimos. Si te
decides a aprender italiano, algún día podrías leer la historia de las familias
de mis padres. La biblioteca del castillo alberga muchos diarios personales.
Los
ojos de Jaejoong se iluminaron al instante por la emoción.
—
Nada me gustaría más
— admitió.
—
Entonces haré algunas
averiguaciones y te buscaré un profesor. O si lo prefieres, podrías dar un
curso en Florencia. El apartamento que tengo allí es lo suficientemente grande
como para quepáis cómodamente Taemin y tú.
Estaba
siendo encantador. Mientras lo escuchaba, Jaejoong había vaciado casi por
completo su copa de vino rosado.
—
Oh, no, yo no quiero más
— dijo cuando él trató de servirle más de la botella— Normalmente no bebo
— comenzó a decir.
Pero
Yunho no le hizo caso y continuó sirviéndole.
—
Por supuesto, no estoy a
favor de que nadie beba en exceso, pero es importante que aprendas a beber un
par de vasos de vino sin que se te suba a la cabeza. Eso te dará confianza en una
situación social. Verás: he estado pensando en Taemin y en ti cuando estaba en
Florencia.
A
Jaejoong se le aceleró de nuevo el corazón, así que bebió otro sorbo de vino.
Estaba
muy bueno, y sintió cómo empezaba a relajarse.
—
Si quieres tener una vida
propia, entonces necesitarás a alguien en quien puedas confiar para que cuide
de Taemin en tu ausencia.
—
No quiero que nadie más
cuide de él — protestó Jaejoong— Le quiero y quiero estar con él.
—
No es sano que una madre y
un hijo se tengan sólo el uno al otro. En las familias italianas, normalmente
hay alguien que ayuda a la madre. No la dejan sola criando a su hijo. Ya he
hablado con Maria y me ha dicho que tiene una prima que ha estudiado
puericultura. Su marido y ella han regresado hace poco a vivir en la isla, y ya
lo he arreglado para que ella venga al castillo a hablar contigo. Puedes
entrevistarla. Si decides que te gusta, entonces tú también le estarás haciendo
un favor a ella.
«Nobleza
obliga», pensó Jaejoong, pero sabía que lo que Yunho
decía tenía sentido, así que asintió con la cabeza y dijo:
—
Taemin se está quedando
dormido. Será mejor que lo suba y lo meta en la cama.
—
Yo lo subiré
— fue la respuesta de Yunho, que se levantó para acercarse a la trona del niño—
Tengo la sensación de que,
si dejo que desaparezcas solo escaleras arriba, no volverás a bajar. Y como ya
sabes, tenemos un asunto del que hablar.
Jaejoong se alegró de no tener a Taemin en
brazos, porque sospechaba que hubiera corrido el riesgo de que se le cayera,
así de fuerte fue el efecto de las palabras de Yunho en él.
No
tardó mucho en acostar a Taemin. Era un bebé maravilloso. Jaejoong le sonrió con
amor y lo besó en la frente, conteniendo el aliento al ver que Yunho había salido
de la salita que comunicaba su dormitorio con el cuarto de Taemin y estaba allí
de pie mirándolo.
—
Taemin tiene mucha suerte de
contar con una madre tan dedicado
¿Estaría
pensando en su propia madre, y en cómo sus hermanos y él habían pensado que no
los quería lo suficiente como para vencer a la muerte y quedarse con ellos?
Jaejoong se sintió inclinado a consolarlo.
—
Estoy seguro de que tu
madre os quería a todos, Yunho, y que deseaba estar con vosotros, aunque siendo
niño no lo vieras sí.
Le
había colocado la mano en la manga mientras hablaba, tocándole el brazo con un
gesto tierno que le salía natural, pero ahora, cuando Yunho se acercó más a él
y sintió el calor de sus músculos duros bajo los dedos, un sentimiento muy
distinto al que había originado el gesto se apoderó de él, obligándolo a
retirar la mano y girarse rápidamente hacia la puerta con el rostro encendido.
—
Tienes un naturaleza muy
compasiva — le escuchó decir a Yunho mientras iba tras él— Y creo que tienes razón. Ahora que soy
adulto, lo que siento por mi madre es lástima, no la desesperación que su
muerte me provocó siendo niño. Ella solía decir que tenernos fue su deber y que
ella había hecho un sacrificio.
Jaejoong tuvo que hacer un esfuerzo para no
mostrar su conmoción. Pobre mujer. Debió ser terriblemente infeliz para haberle
hablado así a su hijo, en lugar de protegerlo de su propia infelicidad. Él
nunca le haría eso a Taemin, ¡nunca! Quería que creciera completo y feliz, y
libre de cualquier sentimiento de culpa respecto a él o a sí mismo.
Cenaron.
Tomates a las hierbas con queso fundido para empezar, y después un plato de
pollo a la brasa con pasta que estaba delicioso, Jaejoong ya sabía por Maria
que la mayoría del personal del castillo era del pueblo, y que sus familias
habían vivido y trabajado en las tierras de los Jung durante incontables
generaciones, incluso el chef.
Jaejoong se había bebido otra copa de vino con
la cena, y ahora Yunho y él estaban terminando el café que les había llevado la
doncella. Jaejoong estaba muy nervioso. Durante toda la cena, Yunho había
respondido a sus preguntas curiosas sobre la naturaleza feudal de la zona y las
relaciones entre su padre el viejo príncipe y la gente que lo miraba casi como
si fuera su gobernante. En ningún momento había hecho referencia al hecho de
que él no le había comunicado todavía su decisión.
—
La actitud de mi padre
hacia la tierra y la gente es feudal — le estaba diciendo Yunho
ahora— Y eso es motivo de
gran preocupación para mí y para mis hermanos. Todos hemos sido afortunados al
haber sido beneficiados económicamente a través de la familia de mi madre, y de
haber triunfado en el mundo de las finanzas modernas. Yo estoy comprometido a
darle a nuestra gente la oportunidad de vivir en un mundo moderno, a pesar del
deseo de mi padre de mantenerlos encerrados en el pasado. Y hablando de gente
atrapada en el pasado — Yunho se puso de pie— creo que nos vendría bien dar un paseo
por el jardín para digerir la cena. Y mientras paseamos podrás decirme cuál es
tu decisión respecto a la proposición que te hice antes de ir a Florencia.
A
Jaejoong se le escapó el aire de los pulmones en un suspiro.
—
¿Qué pasa? —
preguntó Yunho cuando él se puso de pie.
—
Creí que tal vez hubieras
cambiado de opinión, y que por eso no lo habías mencionado
— confesó Jaejoong.
—
¿Lo creías o lo esperabas?
— lo retó Yunho guiándolo hacia los escalones que llevaban a los jardines.
Estaba
más oscuro que en la terraza. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de
Jaejoong. La noche estaba llena de peligros ocultos... ¿o era de promesas
ocultas?
¿Qué
diablos lo había llevado a pensar eso?
La
luna, nueva y brillante, proporcionaba la luz justa para dibujar la silueta de
las montañas y los campos cercanos al castillo de los Jung. Su hijo formaba
parte de todo aquello, pero también era parte de él. En algún lugar chilló un
pájaro, sobresaltando a Jaejoong y provocando que se tropezara. Yunho se movió
al instante para sujetarlo, colocándole una mano en la espalda y agarrándole la
muñeca con la otra.
¿Lo
había girado hacia su cuerpo, o fue él quien lo hizo? Jaejoong no lo sabía.
Pero sí sabía que era muy consciente de su presencia. Podía aspirar el aroma de
su piel, y aquello lo transportó al instante al momento en que se conocieron.
—
¿Tienes frío?
¿Habría
sentido cómo se le ponía la piel de gallina? Seguramente sí. Pero no era por
culpa del frío. El aire nocturno era suave y delicioso.
—
Es tarde
— le dijo Jaejoong nervioso mientras miraba implorante hacia el castillo.
—
Demasiado tarde para
cambiar de opinión — le dijo Yunho.
Se
había acercado a él. Demasiado. Estaban cara con cara. Yunho tenía todavía la
mano en la espalda de Jaejoong, ejerciendo cierta presión, mientras que con la
otra mano...
Jaejoong tuvo que tragar saliva. Las yemas de
los dedos de la otra mano le estaban acariciando suavemente el brazo desnudo.
Unas lenguas de fuego recorrieron sus venas. Jaejoong temblaba ahora
completamente, le resultaba imposible ocultar su reacción ante él.
Hizo
un breve intento de enfrentarse a él, recordándole tembloroso:
—
Todavía no te he comunicado
mi decisión.
Estaba
tan cerca de él, que podía sentir su pecho estremeciéndose mientras se reía.
—
Sí, la has tomado
— lo corrigió él— Me
lo comunicaste cuando te llené la copa de vino y temblaste. Me lo comunicaste
cuando me miraste a la boca durante la cena, y ahora mismo cuando te has
estremecido con mi contacto. Con eso me has dicho que estás listo para que te
excite. Tu cuerpo le ha mostrado al mío su curiosidad y su interés.
Jaejoong abrió la boca para objetar, para
decirle que estaba equivocado, pero el pájaro volvió a chillar, y él contuvo el
aliento y se acercó más a Yunho.
Aquello
era lo peor que podía hacer. El brazo de Yunho lo rodeaba ahora, sujetándolo
contra su cuerpo mientras que el de él temblaba impotente bajo las lentas
caricias de sus dedos en el brazo.
De
alguna forma, sin saber lo que estaba haciendo, Jaejoong le había agarrado la
otra mano.
—
¿Qué se siente?
— le preguntó Yunho con dulzura mientras le rozaba con delicadeza el brazo con
los nudillos.
—
No lo sé
— mintió Jaejoong. Pero por supuesto que lo sabía. Se sentía algo peligrosamente
erótico.
Podía
sentir los pezones tirantes bajo la camisa mientras el calor se apoderaba de la
parte inferior de su cuerpo y el interior de los muslos comenzaba a latirle.
Aquella sensación se extendió desde allí al resto del cuerpo.
Jaejoong deseaba con toda su alma cerrar los
ojos y sencillamente apoyarse en Yunho para que él lo abrazara y lo acariciara
con aquellas manos mágicas que se morían por recibir sus caricias.
El
pánico se apoderó de él y tuvo que apartarse. Todo contra lo que Hyunjoong lo había
advertido surgió de pronto en su cabeza, llenándolo de desprecio por sí mismo.
El
docel que quería ser y el niño que fue lucharon el uno contra el otro por tomar
posesión de su mente.
Yunho
se había apartado de él, y lo tenía sujeto de una mano mientras lo adentraba en
el jardín. El peligro había pasado y estaba a salvo. Pero, ¿quería estar de
verdad a salvo? ¿No había habido un momento, sólo uno momento, en el que anticipó
el contacto de su boca en la suya con deseo?
—
Eres un joven al que
resulta extremadamente fácil desear — le dijo Yunho. Su
voz lo hizo detenerse y girarse para enfrentarse a él.
—
No hace falta que me digas
ese tipo de cosas. De hecho, preferiría que no lo hicieras. No soy un estúpido,
aunque mi falta de experiencia sexual resulte patética. Sé perfectamente que
sólo estás intentando ser amable conmigo y aumentar la confianza en mí mismo.
Un hombre como tú no podría nunca encontrarme deseable.
La
luz de la luna caía directamente sobre el rostro de Yunho, marcando sus rasgos
viriles y provocando en Jaejoong una oleada de dulce deseo. ¿Qué le estaba
ocurriendo? Fuera lo que fuera, estaba sucediendo demasiado deprisa.
—
Como tú mismo has
reconocido, no sabes nada de las necesidades y los deseos de los hombres. Por
lo tanto, no estás cualificado para saber si te encuentro deseable o no
— Yunho rechazó su argumento con determinación, añadiendo— Descubrir que tienes la habilidad de
excitarme sin hacer otra cosa que dejarme ver y sentir tu respuesta a mis
caricias me resulta tan poco familiar como a ti.
—
Yo... me siento halagado de
que tú...
—
¿De qué te encuentre
deseable? ¿De qué estar aquí bajo la luna contigo me excite? Debemos tomarnos
las cosas con calma para que no pierda la cabeza y pierda por tanto mi eficacia
como profesor para ti.
El
rostro de Yunho quedaba ahora entre las sombras, pero Jaejoong distinguió por
su tono de voz que estaba sonriendo, lo que significaba que era poco probable
que llegara a perder la cabeza, como acababa de comentar. Y eso era un alivio
para él. Por supuesto que sí. Lo último que deseaba era que Yunho se excitara
tanto durante su intimidad, que perdiera el control y le hiciera el amor de
forma apasionada...
¿Verdad?
—
Tengo que entrar. No me
gusta dejar a Taemin solo.
—
No te preocupes. Le he pedido
a Maria que le eche un ojo. Sabía que tu instinto maternal te tendría intranquilo.
Antes
de que Jaejoong pudiera darle las gracias, Yunho continuó.
—
Dentro de una semana o así,
cuando ya estés completamente instalado, me gustaría tomarme un día libre para
enseñaros a Taemin y a ti algo de la isla.
Una
semana o así parecía un tiempo lejano en la distancia y bastante seguro, así
que Jaejoong pudo decir:
—
Gracias, eso me gustaría
— después de todo, era la verdad.
Ahora
estaban en lo más profundo del jardín, ocultos de la luz de la luna por las
ramas de un árbol. Y sin embargo, Yunho se las arregló de todas maneras para
dar con su frente y depositarle allí un suave beso.
—
Ahora puedes relajarte
— le dijo— Porque la primera
lección ya casi ha terminado.
—
Sólo espero que no tengas
pensado hacerme exámenes — respondió Jaejoong, sintiéndose
aliviado. Pero cuando Yunho se rió, se dio cuenta de que se había equivocado.
—
Oh, por supuesto que sí
— le aseguró él— Y
para ver si has prestado atención a las lecciones, te pediré que me repitas las
caricias que yo te he hecho. Pero todavía no.
Yunho
esperaba que él lo acariciara, que le provocara aquellos mismos escalofríos de
placer. ¡Imposible!
—
Sólo hay una cosa más que
quiero hacer esta noche antes de dejarte escapar.
¿Una
cosa más? Jaejoong volvió la cabeza hacia él, y como si eso fuera exactamente lo que estaba
esperando Yunho, le sujetó la cara con la palma de la mano y luego le acarició los labios
entreabiertos con el pulgar. Jaejoong perdió el control, permitiendo que su
cuerpo y su sensualidad tomaran el mando.
Yunho
lo estaba rodeando con el brazo, sujetándolo mientras su dedo pulgar le
recorría los labios entreabiertos. Sin tener siquiera que pensar en ello,
Jaejoong le rozó el pulgar con la punta de la lengua explorando su textura y su
sabor, acariciándolo, volviéndose más osado al darse cuenta de lo poderoso que
lo hacía sentirse hacerse con el control.
Estaba
tan sumido en la excitación que le provocaba lo que estaba haciendo que al
principio ni siquiera se dio cuenta de que Yunho había retirado el pulgar y lo
había reemplazado por la boca hasta que empezó a besarlo.
No
tenía forma de rechazarlo, ni tampoco tendría sentido. Sus labios, todo su
cuerpo estaban ya abiertos para él y para la fiera sexualidad de sus besos. Yunho
le estaba sujetando el rostro con ambas manos, acariciándole la piel mientras lo
besaba más apasionadamente, probando con la lengua la dulce suavidad de su boca
mientras subía los dedos hacia sus orejas y la zona tan sensible que había
justo detrás de ellas.
Jaejoong se escuchó a sí mismo gemir con los
besos de Yunho. Se retorció y luego se apretó con ansia contra su cuerpo.
Experimentó la salvaje desilusión y la sensación de pérdida cuando Yunho apartó
su boca de la suya... y luego se lanzó de cabeza hacia el dulce placer que
llegó cuando sus labios le acariciaron todo el cuello, desde la oreja al
hombro, y luego otra vez hacia el escote. La oscura cabeza de Yunho estaba
inclinada sobre él, animándolo a deslizar los dedos por su pelo.
Era
como estar en una montaña rusa.
Jaejoong podía sentir el corazón latiéndole
con tanta fuerza que parecía que se le fuera a salir del cuerpo. Y luego se dio
cuenta de que aquel latido que escuchaba tan poderoso no provenía de su
corazón, sino del de Yunho. Una deliciosa sensación de triunfo y de placer lo
atravesó, pillándolo desprevenido con su intensidad. Yunho estaba disfrutando
besándolo. A él, un docel que no se consideraba en absoluto un docel como había
que ser.
La
gratitud y la euforia se apoderaron de él, pero quedaron olvidadas al instante
cuando Yunho volvió a besarlo, apoderándose de su boca y cubriéndola con la
suya, buscando y encontrando su lengua y acariciándola de forma erótica
mientras le deslizaba las manos por el cuerpo, apenas rozándole los senos con
las palmas.
Jaejoong se puso tenso al instante, el placer
del momento se rompió al darse cuenta súbitamente de que las cosas estaban
yendo demasiado rápido.
Yunho
lo soltó, como si él también se hubiera dado cuenta de ello, y apoyó la frente
contra la suya durante un segundo, antes de decir con voz ronca:
—
Menos mal que la ropa que
llevas no tiene cremallera, porque en ese caso ahora mismo te estaría
acariciando los senos, descubriéndolos con las manos y los labios. Hay algo
increíblemente erótico en la visión del cuerpo desnudo de un docel bajo la luz
de la luna, acariciado por sus rayos plateados.
Jaejoong se estremeció salvajemente y se
apartó de él.
—
Tengo que irme.
—
Sí
— reconoció Yunho— Creo
que debes hacerlo... a menos que quieras que lleve la lección de esta noche más
lejos de lo que tenía pensado.
No
le estaba preguntando si quería que le hiciera lo que acababa de describirle, ¿verdad?,
pensó Jaejoong mareado. No era posible. Los sentidos de Jaejoong oscilaban
entre el miedo y la excitación. Estaban todavía muy lejos de aquel paso, se
tranquilizó. En realidad, no estaba muy seguro de ser capaz de llegar tan
lejos.
>>>
♥ <<<
Jaejoong no podía dormir. Lo había intentado,
lo había intentado con todas sus fuerzas. Pero cada vez que cerraba los ojos
era como si regresara de nuevo al jardín con Yunho. De hecho, las imágenes que
se le aparecían resultaban tan nítidas tras los párpados que era casi como si
estuviera sintiendo a Yunho además de viéndole. Su calor contra su cuerpo, sus
caricias sobre su piel, su olor, sus besos, su voz sensibilizando su ya
sensibilizada cabeza cuando le dijo lo que iba a hacerle.
No
tenía sentido. Jaejoong apartó las sábanas y sacó los pies de la cama para
ponerlos en el suelo. Hacía tanto calor aquella noche que incluso el fino
camisón de algodón que llevaba puesto le molestaba sobre la piel. ¿Sería porque
lo que de verdad deseaba era sentir el tacto de las manos de Yunho?
Aquello
era ridículo. Se alegraba, por supuesto, de estar redescubriendo su sexualidad.
Pero no esperaba sentir algo tan... intenso. Había imaginado que se sentiría
nervioso e inseguro, demasiado ansioso como para disfrutar de verdad de lo que
estaba ocurriendo, pero parecía como si Yunho le hubiera lanzado algún hechizo
mágico que hubiera hecho que sus miedos se evaporaran.
Jaejoong se acercó al cuarto de Taemin, que
estaba profundamente dormido, como debería estarlo él y como sin duda estaría Yunho.
>>>
♥ <<<
Yunho
se quedó mirando sin ver nada la pantalla del ordenador que tenía delante.
Incapaz de dormir, decidió aprovechar el tiempo para trabajar en una de sus
comisiones de arquitectura.
Le
encantaba su trabajo. Estaba seguro de que el amor que sentía por la belleza de
los edificios de Florencia era herencia de su madre, porque Florencia era su
ciudad natal. A Jaejoong le gustaría la ciudad, y a él le gustaría verlo
disfrutar. Como le había gustado verlo disfrutar aquella noche...
No
tenía sentido mentirse a sí mismo. La verdad era que la intensidad del deseo
que sentía por él le había pillado con la guardia baja.
Se
reclinó en la silla y exhaló lentamente el aire. El objetivo de su misión no
era su placer, sino redescubrir la sexualidad perdida de Jaejoong. Y si él
había experimentado excitación y deseo aquella noche hacia él, entonces debía
asegurarse de que no volviera a suceder para que no perder el control.
Se
puso de pie y se dirigió a la ventana. Su apartamento privado estaba situado en
la parte original del castillo del siglo XII, que él mismo había remodelado
para hacerse una vivienda moderna. Las paredes habían recuperado la piedra
natural, y los suelos también eran los originales de piedra en el apartamento
de dos pisos. Los daños producidos en el muro exterior en uno de las zonas le
había permitido, con técnicas modernas de construcción, reemplazar el muro
derrumbado por un pared de cristal que iba del suelo al techo y que daba al
patio de piedra y la gigantesca piscina que se fundía visualmente con el propio
mar.
Dentro
de la zona que Yunho había rehabilitado había sitio suficiente para hacer una
habitación interior con cristales y paredes pulidas en la que había una cocina
moderna que también tenía vistas al mar.
Una
escalera de metal llevaba a un rellano en forma de galería y a las tres
habitaciones, cada uno con su propio cuarto de baño y su vestidor. El
apartamento estaba amoblado con los mejores muebles modernos italianos hechos
en materiales naturales, como cuero y madera, y también había piezas de arte.
El
apartamento era un espacio limpio y abierto que rezumaba luz. ¿Sería el
antídoto contra el amor que sentía su padre hacia el secretismo y el control? Yunho
frunció el ceño. Estaba escarbando demasiado en su interior, y no había ninguna
necesidad. Prefería pensar en Jaejoong en lugar de en su propia infancia. Tenía
sus dudas de que él aprobara completamente su apartamento. No lo encontraría
adecuado para un niño. Su ideal sería sin duda algo más parecido a la villa que
su segundo hermano había comprado a las afueras de Florencia para su esposo, un
casa elegante, grande y familiar en la que cabrían muchos niños y se sentirían
cómodos y seguros.
Sin
embargo, su obligación como hermano mayor era seguir allí. Cuando su padre
muriera, la gente esperaría que él estuviera allí.
Pero
lo que le preocupaba en aquel momento eran las necesidades de Jaejoong y Taemin,
más que las de los suyos.
Jaejoong. Estaba invadiendo sus pensamientos y
sus sentidos con más profundidad de lo que había esperado. Pero no era culpa de
él.
A
Yunho le había quedado claro que Jaejoong no tenía ni idea de cuánto le había
excitado sentir su cuerpo temblando salvajemente sólo porque lo había
acariciado. Una reacción así podía hacer que a un hombre se le fuera la cabeza
con suma facilidad, y podía convertirlo a él en alguien demasiado vulnerable.
Su
cuerpo protestaba. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había
tenido una relación. El hecho de que tantas mujeres y doceles se hubieran
lanzado sobre él con tanta intensidad y tanta frecuencia durante su juventud,
había provocado que fuera muy meticuloso con las parejas con las que salía, y
además se había vuelto un cínico respecto a la posibilidad de encontrar el
amor. En un sentido práctico, era importante que su esposa comprendiera el
compromiso con su gente, y que estuviera dispuesta a compartir ese compromiso
con él. Pero era igual de importante para él que, en su matrimonio, ambos
cónyuges se fueran fieles. La aventura de su padre había provocado que
aborreciera la infidelidad. Sus hermanos tenían mucha suerte. Habían contado
con la buena fortuna de enamorarse y ser correspondidos.
Él,
por su parte, tenía que equilibrar sus propias necesidades con las necesidades
del apellido Jung y su gente. Pasión y vida práctica. ¿Podían ir juntas? ¿O
habría que sacrificar un de ellas para poder tener la otra?
En
ese caso, Yunho debía optar por la vida práctica en beneficio de los demás, por
encima de la pasión.
Su
cuerpo seguía protestando por un deseo no satisfecho.
Si
cerraba los ojos, le resultaría muy fácil imaginar a Jaejoong, no como estaba
en el jardín, sino de un modo mucho más íntimo. Allí con él en aquel momento,
vestido únicamente con la luz de la luna, que platearía hermoso pecho y
convertiría sus pezones en oscuras olivas. Sabría a brisa nocturna y a piel
cálida, y su respiración temblaría por el deseo. Gritaría mientras Yunho lo
besaba y lo abrazaba. Y él...
Él
no haría otra cosa más que recordar cuál era su papel en la vida de Jaejoong,
se dijo con aspereza.
>>>
♥ <<<
—
Pensé que esta noche
deberíamos concentrarnos en las pequeñas cosas que puede hacer un hombre para
demostrar que se siente atraído por un docel.
Acababan
de terminar de cenar. Taemin estaba dormido, y él tenía los nervios tan de punta
que estaba seguro de que Yunho se estaba dando cuenta. Habían pasado cinco días
desde que lo besó. Cinco días enteros. Y ni uno sólo de ellos había dejado de
revivir aquel beso un y otra vez.
—
¿Las cosas pequeñas?
— repitió Jaejoong. No debía sentirse desilusionado. No debía desear que Yunho
volviera a besarlo. ¡No debía!
—
Sí
— le confirmó él— Por
ejemplo, el hombre puede sostener la mirada del docel durante un poco más de
tiempo del necesario.
Yunho
le colocó la mano suavemente en la barbilla y giró el rostro de Jaejoong hacia
el suyo y un poco hacia arriba, de manera que su mirada se dirigiera
directamente hacia la de él y Jaejoong pudiera percibir el modo lento en el que
la acariciaba casi físicamente con los ojos.
Una
oleada de tensión recorrió las terminaciones nerviosas de Jaejoong, el corazón
empezó a latirle con fuerza. Le resultó imposible no abrir los labios, y
también no mirarse indefenso en sus ojos. Yunho lo estaba mirando de un modo
que le cortaba la respiración. La sangre se le agolpaba en los oídos en una
mezcla de debilidad y excitación que lo atravesaba.
Yunho
sabía que tenía que romper el hechizo que él mismo había creado, y que ahora lo
envolvía con su sensual misterio. El mero hecho de mirar la boca de Jaejoong le
hacía desear sentirla bajo la suya, y sentir la dulzura de su respuesta.
Aquello
no era lo que había planeado. El objetivo era animarlo a él a explorar su
sensualidad y disfrutar de él, no que él se excitara.
Yunho
se las arregló para apartar la mirada. Aunque no pudo hacer nada para evitar el
poderoso latido de su corazón.
Jaejoong lo miró, dividido entre la desilusión
y el alivio mientras lo observaba librar su batalla por el control.
—
Puedo ver... puedo ver lo
erótico que puede ser — le dijo tratando de sonar
tranquilo y profesional. Después de todo, aquello sólo era una especie de
negocio— Es increíble que
algo tan... bueno, algo tan sencillo como una mirada pueda tener un efecto tan
poderoso.
Jaejoong vaciló un instante, y luego le dijo
con sinceridad:
—
Tú haces que todo parezca
tan natural, que... — no podía arriesgarse a poner en
palabras lo que lo había hecho sentir exactamente, así que se limitó a decir— no es algo vergonzoso y perverso, como
decía Hyunjoong.
—
Ningún hombre que se precie
de serlo debería hacer sentir nunca a un docel avergonzado de su sensualidad —
la voz de Yunho estaba constreñida por la fuerza de sus sentimientos. La
honesta confesión de Jaejoong le había hecho recordar el papel que había
decidido desempeñar. Dejó caer la mano de su rostro. Sería mejor si en el
futuro le daba algunas lecciones en público, donde no correría tanto peligro de
sus propias reacciones.
>>>
♥ <<<
«Llévate
las cosas de baño», le había dicho Yunho el día
anterior cuando le preguntó si todavía quería conocer la isla. Pero a Jaejoong
no se le había ocurrido que los llevaría a Taemin y a él a un lugar tan elegante
y exclusivo como el hotel donde habían comido tras un paseo en coche en el que Yunho
había ido comentando con conocimiento los lugares que atravesaban y su pasado
arquitectónico.
Jaejoong se dijo que ya debería estar
acostumbrado a la intimidad de estar con él, y a aquellos pequeños contactos
que se sucedían cuando le retiraba la silla para que se sentara, o lo ayudaba
en algún sentido, a las sonrisas que acompañaban los cumplidos que le
hacía...todo ello encaminado, pensó Jaejoong, a insuflarle confianza en sí mismo
como docel.
Se
estaba acostumbrando a todo aquello, y se sentía cómodo en presencia de Yunho,
pero al mismo tiempo también se sentía confundido por el modo en que él se
sentía con frecuencia. El modo en el que deseaba que volviera a besarlo, y la
sensación de pérdida que experimentaba cuando no lo hacía.
Hoy,
sin embargo, habían salido a pasar el día con Taemin. El hotel al que Yunho los
había llevado estaba cerca de la ciudad de Taormina, famosa por sus edificios
históricos, incluidas las ruinas de un teatro griego, y por su proximidad al
monte Etna. Antes de comer, tuvieron tiempo para dar un paseo por la calle
principal. Yunho insistió en empujar el carrito de Taemin mientras le señalaba a
Jaejoong varios puntos de interés, incluido el glamuroso café Wunderbar, donde
Elizabeth Taylor y Richard Burton habían estado, según le explicó Yunho al
oído.
—
D.H. Lawrence veraneaba
aquí con su esposa. Basó su personaje de Mellors, el guardabosques de El amante
de lady Chatterley, en un barquero de la ciudad al que había seducido la esposa
de Lawrence. Taormina fue famosa en su momento por el efecto que tenía en las
turistas inglesas. Debes decirme más tarde si hay algo de cierto en ese rumor.
Yunho
sonreía mientras le hablaba, un sonrisa lenta de complicidad que hizo que
Jaejoong olvidara rápidamente la pequeña punzada de soledad que había sentido
antes al ver a una pareja bajando por la calle abrazados. Jaejoong puso la mano
en el carrito para controlar la ansiedad, y Yunho puso la suya encima al
instante. Resultaba extraño el efecto que podían tener gestos tan pequeños.
Jaejoong quería que la retirara, aunque sólo fuera para evitar que el corazón
le latiera tan deprisa. Pero recordó que Yunho estaba intentando enseñarle lo
que significaba experimentar con todas aquellas cosas que debió haber vivido de
forma natural cuando pasó de adolescente a docel.
Como
todavía tenía la mano sobre la de él, Yunho se vio obligado a acercarse
mientras caminaban juntos, y eso había supuesto que Jaejoong había sido muy
consciente de que su muslo rozaba el suyo y de su proximidad. Cuando tuvieron
que cruzar un camino, Yunho le soltó la mano, pero el alivio de Jaejoong duró
muy poco, porque entonces le rodeó la cintura con el brazo y lo guió
delicadamente para cruzar.
—
Pareces aterrorizado
— le había dicho Yunho cuando llegaron al otro lado— Se supone que este tipo de intimidad
física tiene que ser placentera. Cuando un hombre aprovecha cada oportunidad
para estar cerca de ti, en los momentos cotidianos de la vida y en público,
significa no sólo que te desea físicamente, sino también que desea protegerte.
Si deseas sus atenciones, entonces la forma de hacérselo saber a él es acercarte
un poco.
Yunho
lo atrajo hacia sí mientras hablaba.
—
Y debes relajar el cuerpo
para que se mueva con el suyo. Entonces él probablemente haga algo parecido a
esto — Yunho movió la mano hacia la curva de su cintura,
acariciándolo discretamente. Discretamente en lo que se refería a posibles
mirones. El efecto que tuvo su contacto en su cuerpo fue abrumador. El calor de
sus manos se extendió por todo su cuerpo, provocando que Jaejoong sintiera los
pezones tirantes. Su mente imaginó cosas, y un anhelo físico hizo que le
ardiera el rostro.
¿Sería
aquello el deseo? Sentía como si Yunho hubiera abierto un lugar en su interior,
como si al girar una llave hubiera desatado un ansia casi aterradora. Como la
que experimentó durante la comida, cuando Yunho le puso la mano en la rodilla
para atraer su atención y decirle algo mientras él le daba de comer a Taemin con
la cuchara. Entonces Jaejoong se giró hacia él en silenciosa invitación para
que Yunho le deslizara la mano por el muslo desnudo. Y él supo lo que estaba
sintiendo, de eso estaba seguro, pensaba Jaejoong ahora desde el refugio de la
piscina privada de la cabaña perteneciente al mismo exclusivo hotel en el que
había almorzado.
Jaejoong había visto fotografías de sitios
semejantes en las revistas que ojeaba en la sala de espera del dentista, pero
nunca imaginó que estaría en uno de ellos.
Les
habían servido en una mesa privada bajo una sombrilla, con porcelana firmada,
cubertería de diseño, vasos de cristal y preciosos manteles de lino. En la sala
de bebés que el hotel ponía a disposición de sus clientes, había encontrado
todo lo que la madre más exigente y quisquillosa pudiera desear, aunque
Jaejoong se dio cuenta de que los otros dos bebés que había en la sala, estaban
acompañados por uniformadas niñeras, no por sus madres.
Jaejoong se puso el traje de baño mientras Yunho
se ocupaba de Taemin y luego se tumbó a la sombra, en la tumbona más cómoda que
podía imaginarse, mientras Taemin jugaba feliz a su lado.
Yunho
se había ido a dar un baño, y él se alegraba, admitió, dado el efecto que verle
en bañador provocaba en él.
El
traje de baño que llevaba él, así como el caftán a juego, habían sido elegidos
por la asesora de imagen. Jaejoong ni siquiera se los había probado, convencido
de que nunca se los pondría, pero ahora se veía obligado a admitir que más le
hubiera valido hacerlo.
Metido
en su elegante caja, el bañador le había parecido de lo más inocente, pero un
vez puesto se ajustaba a sus curvas de un modo muy sexy. Para Jaejoong fue un
alivio poder cubrirse con el caftán, que por suerte lo cubría desde el cuello
hasta las rodillas.
Ahora,
sin embargo, la intimidad de la cabaña y el relajante efecto del vaso de vino
de la comida lo habían llevado a quitarse el caftán y disfrutar de la
maravillosa calidez del sol, que se sentía a pesar de estar en sombra. Agotado
tras un día de tanto ajetreo, Taemin estaba empezando a cerrar los ojos.
Jaejoong sonrió a su hijo, se levantó de la tumbona y lo tomó en brazos,
abrazándolo y besándolo antes de dejarlo en el carrito para que se durmiera.
Acababa
de acostar a Taemin cuando Yunho regresó a la cabaña después de su baño. El sol
le doraba los hombros, tan anchos y poderosos como los de cualquier nadador
olímpico. Había algo en la proximidad de aquel hombre semidesnudo que le estaba
dificultando la respiración, tuvo que admitir
Jaejoong.
No
quería que la mirada de Yunho lo pillara observando sus anchos hombros y sus
poderosos brazos, así que dejó que la atención se desviara un poco más abajo.
Pero cuando se dio cuenta de su error, ya era demasiado tarde. Se quedó atrapado
mirando cómo resbalaban por su pecho las gotas de agua de la piscina.
Jaejoong no podía respirar con normalidad, no
podía moverse, no podía pensar... pero sí podía sentir, y lo que sentía le
decía sin ningún género de dudas que Yunho había desatado sus instintos
naturales. El peso del agua había hecho bajar el bañador de Yunho hasta la
altura de las caderas, y la visión del vello oscuro de la parte inferior de su
cuerpo lo hacía sentirse algo mareado. ¿O era el fuerte latido de su corazón lo
que la hacía sentirse así? Daba lo mismo. Lo único que importaba fue el alivio
que sintió cuando Yunho agarró una toalla y empezó a secarse.
—
Antes he visto cómo le
ponías crema protectora a Taemin. Espero que tú también lo hayas hecho
— dijo cuando hubo acabado de secarse el cuerpo y se estaba frotando el pelo.
—
Sí, me he puesto
— se apresuró a decir Jaejoong. Podía sentir cómo la temperatura de su cuerpo
subía a la misma velocidad que se le aceleraba el pulso al pensar en que Yunho
se ofreciera a llevar a cabo aquella tarea.
—
Bien
— él estiró el brazo y agarró la crema de protección que Jaejoong había
colocado al lado de la tumbona. Entonces se la pasó a él, y le pidió— ¿Te importaría ponerme un poco en la espalda?
¿Qué
podía decir? Si se negaba, Yunho querría saber por qué... y además, aquélla era
exactamente el tipo de cosa que un docel de su edad debería estar acostumbrado
a hacer. Así que asintió con la cabeza, porque de pronto sentía la garganta
demasiado seca como para hablar.
Después
de todo, Yunho sabía que él no tenía experiencia en aquel tipo de intimidad.
Yunho
le estaba dando ahora la espalda, y tenía las manos en las caderas, esperando.
A
Jaejoong le temblaban tanto las manos, que dejó caer el bote de crema, y luego
tuvo que esforzarse en abrirlo, lo que provocó que Yunho se diera la vuelta y
se lo quitara, diciéndole con socarronería:
—
Estira la mano.
Echó
un poco de loción en la palma de Jaejoong antes de volver a darle la espalda
por segunda vez.
Él
se le quedó mirando la nuca, sufriendo la conmoción del tacto cálido y sedoso
de su piel contra sus manos húmedas por la crema mientras se la extendía por la
piel con el mismo cuidado y la misma lentitud que si se hubiera tratado de la
piel de Taemin. Bajo sus dedos, los hombros de Yunho resultaban tan musculosos
como parecían, y a Jaejoong le resultó difícil no trazar la forma de sus huesos
con las yemas de los dedos. Qué extraordinario y reconfortante era saber que
algún día su hijo, su bebé, sería así... un hombre al que las mujeres y doceles
admirarían, desearían y amarían: Igual que debía sucederle a Yunho.
El
cuerpo de Jaejoong se puso rígido. ¿Cuántos doceles habría habido? ¿A cuántos
habría amado él? ¿Y a qué venía aquel dolor que le atravesaba el corazón?
—
¿Ocurre algo?
— la voz de Yunho lo devolvió a la realidad.
—
Me he quedado sin crema
— le dijo él.
La
tapa seguía fuera del bote, pero por alguna razón, Jaejoong no tuvo ganas de
señalarle ese hecho cuando Yunho le puso un poco más en la mano.
—
No soy Taemin, ¿sabes?
— Le dijo él— En una
situación real entre un hombre y un docel, no tendría nada de malo, sino todo
lo contrario, que me acariciaras como a un amante potencial mientras haces esto.
Jaejoong se puso tenso al instante.
—
No estoy acostumbrado a
pensar así — le recordó a la defensiva.
Le
dolía que Yunho considerara su tacto demasiado impersonal como para resultar
excitante, aunque se dijo a sí mismo que no debería importarle.
—
Tal vez estaría mejor que
te hiciera una demostración — sugirió Yunho.
Antes
de que él pudiera decir nada, Yunho había echado un poco de crema en su propia
mano y le estaba dando la vuelta a Jaejoong. Él llevaba el pelo recogido hacia
arriba para evitar el calor, y podía sentir el calor de la respiración cuando
se inclinó sobre él. ¿Iba a besarlo? El estómago le dio un vuelco con un deseo
que se transformó en desilusión cuando no lo hizo. Pero la desilusión se
convirtió en excitación sexual cuando le bajó los tirantes del bañador.
Jaejoong se agarró con desesperación la parte de delante del bañador mientras Yunho
comenzaba a acariciar con círculos de ardiente deseo la piel vulnerable de su
espalda desnuda.
¿Cómo
era posible que algo tan simple como poner crema de protección solar resultara
tan insoportablemente erótico? Jaejoong sentía cómo si hubiera entrado en un
nuevo mundo de sensaciones y descubrimientos. Lo que Yunho le estaba haciendo
suponía una clase maestra en el arte del masaje sensual, reconoció mientras su
cuerpo ardía en llamas y sus inhibiciones desaparecían bajo aquel fuego.
Mucho
antes de que Yunho llegara a la base de su espina dorsal, el cuerpo de Jaejoong
lo estaba urgiendo para que le suplicara que le quitara por completo el traje
de baño y lo tomara en sus brazos. Sin duda era imposible que se sintiera así
tan rápido, con tanta facilidad, y con tanta intensidad. Tal vez Hyunjoong
tuviera razón cuando le advirtió todos aquellos años atrás de que necesitaba
protegerse de su propia naturaleza, que era demasiado sexual.
Como
si de pronto sus pensamientos y sus miedos hubieran logrado comunicarse con Yunho,
él lo giró para mirarlo de frente, sujetándolo de los antebrazos con manos
firmes, haciéndolo sentirse seguro.
—
Estás excitado, y eso es
exactamente lo que yo quería que ocurriera — le aseguró
con calma— Es un reacción
completamente natural a la erótica y deliberada estimulación a la que he
sometido a tu cuerpo y a tus sentidos. No hay nada de qué avergonzarse ni de
qué preocuparse. Más bien deberías sentirte orgulloso de tu innata habilidad
para ser el docel que la madre naturaleza quiso que fueras. No importa lo que
te haya dicho tu hermanastro, responder sensualmente a un hombre que ha
despertado tu deseo no te convierte en malo, ni en promiscuo, ni en ninguna de
esas cosas que sin duda te dijo para envenenarte.
—
Gracias por decir eso
— Jaejoong sintió cómo las lágrimas le quemaban en los ojos— Me estaba preguntando si... si sería
inapropiado sentir lo que... lo que he sentido de forma tan rápida... y tan
intensa.
—
Ha sido completamente
apropiado. Y, si eso te hace sentirte mejor, tengo que confesar que yo también
me he excitado.
Jaejoong lo miró confundido antes de
aventurarse a preguntar:
—
¿Y eso es bueno o malo?
—
Bueno y malo a la vez
— respondió Yunho enigmáticamente lanzándole un de aquellas miradas que hacía
que se le derritieran los huesos y se le acelerara el pulso.
Jaejoong había utilizado toda su reserva de
coraje en un solo día. No fue capaz de preguntarle qué había querido decir con
aquella respuesta.
—
Bueno
— dijo Yunho de pronto pasándole la crema— Ahora te toca practicar en mí lo que te acabo de enseñar.
—
¿Te refieres a que quieres
que te haga sentir como tú a mí?
Aquellas
palabras salieron de su boca antes de que Jaejoong pudiera impedirlo, haciéndolo
sentir como un estúpido, pero Yunho no pareció darse cuenta. Se limitó a
asentir con la cabeza.
—
Desde luego, quiero que lo
intentes. Te prometo que cuando conozcas a un hombre con el que quieras
mantener relaciones sexuales, no sólo querrás excitarle con tus caricias, sino
también tocarlo simplemente por el placer que te proporcionará. Y te sentirás
mucho más seguro al hacerlo si sabes lo que estás haciendo.
Jaejoong sabía que tenía razón. Pero de todas
maneras se sentía abrumado por lo que le había pedido que le hiciera. Sin
embargo, no tenía sentido discutir. Yunho ya se había tumbado cuan largo era
bocabajo en uno de las tumbonas, con la cabeza apoyada en los antebrazos.
Jaejoong trató de no sentirse alarmado, sino
pensar que estaba llevando a cabo un ejercicio práctico. Yunho había empezado
con él por la nuca, provocándole deliciosos escalofríos de placer que cayeron
en cascada por su cuerpo. Intentaría imitar sus movimientos.
Al
principio se sintió incómodo, sin saber cómo tocarle o dónde, copiando
sencillamente lo que Yunho le había hecho a él. Pero en un corto espacio
de tiempo, su propio placer, el placer derivado de acariciarle, se apoderó
completamente de él.
Cuando
oyó a Yunho exhalar con aspereza al acariciarle la espalda con las yemas de los
dedos, un escalofrío de triunfo lo atravesó, animándolo a recorrerle la tirante
piel de ambos lados de la base de su espalda, utilizando ambas manos.
De
hecho, estaba disfrutando tanto de lo que estaba haciendo que de pronto se
inclinó hacia delante y apretó los labios contra su piel, vacilante al
principio, y luego con más seguridad en sí mismo mientras escuchaba el sonido
que escapaba de los pulmones de Yunho. Se trataba de un ligero gruñido más que
de una mera respiración. La creciente tensión sexual aumentó el deseo de la
parte inferior del cuerpo de Jaejoong. Si Yunho hubiera llevado un bañador más
pequeño, o sólo un toalla, él habría podido bajar más y acariciar el oscuro
vello que se expandía por los poderosos muslos de Yunho.
La
parte del cuerpo de Jaejoong que albergaba el misterio y el mecanismo del
orgasmo masculino en un docel se estremeció y se agitó antes de adquirir un
nuevo brío que lo dejó paralizado en completo estado de conmoción. Justo en
aquel instante. Yunho se dio la vuelta y lo agarró, levantándolo con un
sencillo movimiento para colocarlo contra su cuerpo.
El
más exquisito placer lo atravesó en una casi insoportable sensación de
felicidad que lo dejó apabullado por su reacción ante Yunho, y al mismo tiempo
desesperado por apretarse contra él.
Los
labios de Yunho estaban cerca de su oído.
—
Muy bien
— le susurró.
Nuevos
escalofríos de excitación se abrieron paso a través del cuerpo de Jaejoong.
—
Pero tengo que hacerte una
advertencia. Cuando hagas esto de verdad, será mejor que sepas de antemano lo
fuerte que es el autocontrol de tu compañero antes de empezar. Especialmente si
estás en un lugar público. Porque me has excitado hasta alcanzar un estado
impropio para donde estamos, y tengo que darte la máxima nota y emplazarte a
continuar con la lección esta noche en mi apartamento.
¿Significaban
aquellas palabras lo que Jaejoong creía que significaban? ¿Llevaría aquella
noche Yunho las cosas hacia su desenlace natural?
Jaejoong quería protestar, decirle que las
cosas estaban yendo demasiado rápido y que él no estaba preparado, pero Yunho
tenía la mano sobre su corazón, midiendo su frenético latido. ¿Cómo iba a negar
que eso era lo que quería si su propio corazón lo estaba delatando?
Por
fortuna, tenía una excusa infalible para retrasar las cosas.
—
No puedo dejar a Taemin — le dijo con sinceridad. Su hijo era su primera preocupación en todo momento.
—
No tendrás que dejarle.
Puedes llevarlo contigo. Estoy seguro de que no le importará dormir en un cuna
de viaje por una vez. Le había pedido a Maria que consiguiera un por si
decidías acompañarme a Florencia.
La
puerta estaba cerrada, la decisión tomada.
Aquella
noche estaría desnudo en brazos de Yunho en la cama de Yunho, y él le enseñaría
todo lo que necesitaba aprender para ser libre. Jaejoong tenía que decir algo.
—
Te encanta Florencia,
¿verdad? — le preguntó con voz temblorosa. Era un intento de
agarrarse a algo de normalidad social... una tarea difícil, teniendo en cuenta
que estaba encima de él medio desnudo, con su brazo sujetándolo con firmeza
contra su cuerpo.
—
Sí
— Yunho le agarró la mano, cerrándole los dedos sobre la palma, como si
quisiera preservar sus palabras y sus emociones— Seguramente ésa fue la razón por la que mi padre aseguró cuando yo era
niño que no era lo suficientemente Jung para sucederle, que era más hijo de mi
madre que suyo. Por desgracia para él y para mí, soy su hijo mayor. Por lo
tanto, no importa cuánto hubiera deseado poner a Yoohwan en mi lugar, eso sólo
se hubiera conseguido con mi muerte y con la de mis dos hermanos. Cuando era
niño, me daba miedo que...
No
siguió hablando, pero Jaejoong adivinó lo que había estado a punto de decir.
—
¿Tenías miedo de que tu
padre intentara hacerte daño?
—
Tenía miedo por mis
hermanos — admitió.
Yunho
todavía tenía su mano en la palma de Jaejoong, y sin pensarlo, él colocó la
otra mano encima en gesto de silencioso confort.
—
Eso debió de ser terrible
para ti — Jaejoong podía imaginar lo terrible que debió ser. Yunho
había desarrollado un sentido de la responsabilidad tan fuerte hacia los demás,
que resultaba natural que, al ser el mayor, sintiera que debía proteger a sus
hermanos aunque hubieran tenido una vida familiar feliz.
—
Mi padre nunca les habría
hecho daño... ni a mí, por supuesto. Él hablaba sólo basándose en la
frustración que le provocaba su excesivo amor a Yoohwan. Resulta irónico que el
hijo que perdiera resultara ser su favorito. Soy de la opinión de que la
responsabilidad de la falta de carácter de Yoohwan es culpa de nuestro padre.
Lo mimó y lo consintió desde el momento en que nació... y peor todavía, le
enseñó y lo animó a imitar su actitud de desprecio hacia nosotros tres.
Permitió que Yoohwan creciera creyendo que era invencible, que estaba más allá
de la ley. En muchos sentidos, mi padre fue el causante de la muerte de Yoohwan,
y creo que él lo sabe.
—
A veces me preocupa que Taemin pueda haber heredado algunos de los... fallos de Yoohwan
— admitió Jaejoong, expresando por primera vez con palabras un miedo que
albergaba en lo más profundo de su corazón.
—
Taemin es él mismo
— aseguró Yunho al instante con firme autoridad— Te tiene a ti para amarlo y protegerlo, y si me lo permites, hasta que
encuentres a un hombre con el que desees compartir tu vida y tener más hijos,
me gustaría convertirme en su protector y en la influencia masculina de su
vida. No debes temer que mi amor hacia Taemin esté contaminado por su parentesco
con Yoohwan. Ese niño lleva mi sangre, es un Jung, y eso es lo único que a mí
me importa. Lo querré mientras viva.
A
Jaejoong se le llenaron los ojos de lágrimas. Nunca hubiera imaginado que un
hombre tan viril como Yunho pudiera hablar así, tan acorde con las propias
emociones de Jaejoong.
—
Mi padre confiaba en
encontrar a un nieto al que pudiera moldear a imagen y semejanza del hijo que
había perdido. Pero yo ya no soy un niño, soy un hombre, y no permitiré que
arruine la vida de Taemin como hizo con la de
Yoohwan.
Jaejoong se movió imperceptiblemente hacia él,
alarmado ante la idea de que el príncipe tratara de controlar a su querido
hijo.
—
Maria me contó que no
esperas que tu padre viva mucho tiempo más.
—
Nos han advertido de que no
le queda mucho tiempo, pero parece que la nueva medicación le ha insuflado
vida. A pesar de todo el dolor que nos ha causado, sé que ni mis hermanos ni yo
queremos que muera.
—
No, por supuesto que no
— se apresuró a decir Jaejoong. Puso la mano sobre la de Yunho en gesto
reconfortante.
Él
alzó la vista para mirarlo y le dijo con dulzura:
—
Tenía razón respecto a ti.
Eres un docel muy seductor. - Jaejoong miró hacia sus manos
unidas.
—
No, no es eso
— continuó él— Son
tu compasión y tu ternura las que te hacen seductor, no sólo la pasión que
mantienes oculto. Pero esta noche la sacaremos a la luz con toda su dulzura.
Jaejoong se dio cuenta de que había empezado a
temblar. No pudo resistirlo cuando Yunho le soltó la mano y luego llevó la suya
hacia la parte de atrás de su cabeza para poder atraerlo hacia sí y besarlo.
Fue
un beso muy corto, apenas el roce de los labios de Yunho sobre los suyos, pero
bastó para que conociera la fuerza con la que su cuerpo respondería a él más
tarde.
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Unas excitantes lecciones de seducción ...en verdad me encanta como describes las sensaciones que provocan en ambos sus tactos ...gracias espero con ansias la continuación
ResponderEliminarWow eso fue full jajaja Jae ya se emocionó jajaja. No tengas miedo es algo natural. Jejeje. Muy buena sigue la uhh besos.
ResponderEliminarOmg q INTENSO!!!!! Que sensualidad, sexualidad, seduccion waaaaa.....los dos estan locos el uno por el otro :) ............ Y ahora van a llevar la conexion a otro nivel WAAAAAAAAA!!!!!
ResponderEliminarYunho es un conquistador*q* que sexy que sensual que adictivo....y jaejoong si qu3 lo excitó al acariciarlo.en la noche dejaran salir toda la represion q han mantenido mutuamente . esperare ansiosa el proximo cap. Gracias por actualizar Yoleht ★
ResponderEliminarme encantan las clases que Jae recibe meda una envidia de la buena claro que yo quiero que ese sexy maestro me de ami también claro también clases XD
ResponderEliminarya quiero el siguiente capitulo que viene lo bueno a el pobre de Jae lo tiene muy nervioso y Yunho muy excitado espero que alcance a llegar la noche para la siguiente clase o mejor que se la de de una buena ves así terminan con toda esta tensión que los esta matando
Gracias esperando el siguiente me encanta
Ojala que se den cuenta rápido de que están enamorados para que no les vayan hacer daño a Jae ni su hermanastro ni el papá de Yunho
ResponderEliminarPOr Dios, me quedaron las ganas de continuar leyendo mas, no queria el capitulo terminara. Me pregunto cual sera la proxima leccion de Yunnie.
ResponderEliminaromg que intenso capítulo Yunho es un muy buen maestro y Jaejoong un buen alumno ahora la siguiente clase será que será ><
ResponderEliminarTodavía estoy temblando,hermoso capitulo tan sensual....bueno veremos que pasa con la nueva leccion,gracias
ResponderEliminarTodo lo que hace Yunho para liberar la pasión de Jae es ay por Dioooos se me pone la piel Chinita de solo imaginar las sensaciones en ambos. Obviamente Yunho a la par que enseña esta redescubriendo la capacidad oculta de su propia pasión y los alcances de su sexualidad en aras de la de Jae. Que admita y exprese todo cuanto ve en Jae es hernosoooo¡¡¡ Ha anticipado a Jae que conocerá el plaser del sexo... No imaginas lo mucho que espero que entre lo que le llegue a decir a Jaejoon use la el "hacee el amor" porque vamos, va a ser la primera vez para mi flaquito y espero la haga muy especial, en ocaciones aun con su caballerocidad y ecuanimidad le habla como si le entubiera enseñando a seguir un instructivo. Algo así como "Manual Siciliano de erotismo y senaualidad"
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