La
primavera por fin estaba haciendo su disimulada aparición en Inglaterra pero,
al parecer, no había rastro de él en la calle gris de Londres donde Jaejoong
vivía con el tipo rubio.
Donde
vivía con su amante, pensó Yunho. Tenía que asumirlo.
La
casa era deprimente, como la recordaba. Cuanto antes se mudaran Jaejoong y su
hijo a otro lugar, mejor.
¿Se
iría con ellos el amante? Probablemente.
La
idea de que ese otro tipo iba a estar junto a su hijo las veinticuatro horas
del día mientras que él, su padre, iba a tener que pedir cita para verlo, le
daban ganas de ponerse a dar puñetazos contra la pared. Pero era lo que Jaejoong
había elegido, lo que deseaba.
Yunho
sentía la tensión en las sienes mientras subía los peldaños.
Una
quincena no era un periodo de tiempo excesivamente corto, ¿no? Por supuesto que
no. Él tenía todo el derecho del mundo a dejarse caer para ver a su propio
hijo. Dos semanas ya eran demasiado tiempo.
Además,
aún tenían que sellar el tema financiero. Jaejoong tenía que firmar el
documento que él llevaba en el maletín. Era algo de lo que se podían haber
ocupado sus abogados, pero prefería hacerlo él mismo.
¿Por
qué? Dejando de lado las excusas que había puesto: que quería ahorrar tiempo,
que quería asegurarse personalmente de que él comprendía todo; la verdad era
que ansiaba verloa. Claro, que eso no se notaría. Se aseguraría de ello.
Apretó
los labios al abrir la puerta de la calle.
Y
apretó tanto la mandíbula, que pensó que se le iba a partir en dos al ver a JongSuk
bajar por las escaleras.
― ¿Qué quieres? ― preguntó
JongSuk nada más verlo. Lo reconoció al instante. Era el padre del niño.
Recordando las interminables reprimendas de Junsu y de sus padres al dejar que
ese tío se llevara a Jaejoong y al niño la primera vez, se sintió confuso.
¿Debería
quedarse cerca por si volvía a ocurrir y volver a llegar tarde de su hora de
comer aunque eso fuera malo para un director en pruebas?
― Si has venido a ver a Jaejoong, está fuera,
con el niño. Estarán fuera todo el día. Yo le daré el mensaje. Si quieres tener
acceso a él en el futuro, será mejor que conciertes una cita.
Estiró
los hombros, siendo plenamente consciente de la superioridad física del coreano,
sabiendo que ese tipo no se iba a quedar allí parado viendo cómo un don nadie
lo trataba así.
― ¿Por qué no lo dejas en paz? ― preguntó
finalmente, armándose de valor― Ya has
hecho suficiente daño. Él no va a contar lo que le hiciste, pero no hay más que
verlo para saber que se lo has hecho pasar realmente mal. Ya la has herido
suficiente. ¡Así que mantente alejado!
Y se
escabulló antes de que aquella mirada asesina fuese a mayores, felicitándose a
sí mismo porque ahora el coreano pensaría que Jaejoong había salido.
Yunho
decidió que ese hombre estaba mintiendo. Donde una vez había estado el antiguo
carricoche de Changmin, había un cochecito que daba la impresión de ser de
segunda mano. JongSuk había intentado proteger a su Jaejoong. Yunho comprendía
el sentimiento. ¿Pero protegerlo de qué?
Jaejoong
tenía lo que quería, se dijo a sí mismo. Había tenido elección. Había elegido
libremente a ese tipo rubio y delgaducho, con su casa destartalada, y no a él,
con la vida de lujo que podía ofrecerle. Muchas veces se había preguntado por
qué, y en todas las ocasiones había llegado a la misma conclusión.
Una
vez Jaejoong le había dicho que JongSuk había creído en su inocencia sin
cuestionarle nada. Sin embargo, él lo había llamado ladrón y mentiroso.
Su
elección, por muy dolorosa que hubiera sido para él, tenía sentido. Él, con su
orgullo, su arrogancia y su desconfianza, había renunciado al derecho de
esperar que él lo amara. Era su castigo, no cabía duda.
Sin
estar acostumbrado a ese tipo de pensamientos negativos, y despreciando la
autocompasión, Yunho subió las escaleras a toda velocidad. Cuando Jaejoong
había decidido regresar a Inglaterra, él no había tenido valor para hacer otra
cosa que no fuera obedecer y preparar su viaje con eficiencia. Se había negado
a hablarle de las sospechas que JiHyun le había confirmado.
Era
hora de dejar las cosas claras. Puede que él no quisiera verlo, pero Yunho le
debía al menos eso. Una disculpa. Era el momento de hacerle saber el acuerdo
que le permitiría a él y a su hijo dejar esa pocilga e irse a vivir donde
pudieran llevar una vida digna.
Entonces
quizá su conciencia se quedaría tranquila. Aunque su corazón nunca lo haría.
Jaejoong
colocó a Changmin en su cuna, casi sin atreverse a respirar, y lo cubrió con la
manta cruzando los dedos mentalmente. Parecía que por fin, después de mucho
rato, el niño se había quedado realmente dormido. Le dolían la espalda y los
brazos de llevarlo a cuestas toda la mañana y casi toda la noche mientras
trataba de reconfortarlo.
Al
pobre niño le estaban saliendo más dientes. Jaejoong se echó el pelo hacia
atrás y sus ojos perdieron por un momento su ya habitual mirada triste, sonrió
al verlo dormido, y por primera vez no fue una sonrisa forzada.
Sólo
podía pensar en el café mientras se dirigía tratando de no hacer ruido hacia la
diminuta cocina. Un café solo y muy, muy fuerte.
Había
estado en pie con Changmin casi toda la noche, dándole gel en las encías
inflamadas, meciéndolo una y otra vez sobre su hombro porque, cada vez que lo
dejaba en la cuna, comenzaba a llorar y no quería que JongSuk no descansara. Él
había sido muy amable insistiendo en que se quedaran hasta que tuvieran el
futuro resuelto.
JongSuk
no había dicho nada cuando él había aparecido con el niño en su puerta hacía
quince días. No le había quedado otro sitio a donde ir.
Mientras
entraba en el comedor con la taza de café, se dijo a sí mismo que las cosas
iban mejorando, a pesar de que su corazón le decía lo contrario.
En
otros quince días, los padres de JongSuk regresarían de visitar a su hijo en
Canadá y habían insistido en que se quedara con ellos durante un tiempo, en una
casa a las afueras de un pueblo de Herefordshire.
― Basil y yo lo hemos hablado ― había
dicho Enid Kim hacía un par de días― Hay una
habitación de invitados perfecta que apenas se utiliza, y tú siempre has sido
como uno más de la familia, Jaejoong, querido. Será mejor para ti y para tu
bebé y, además, debes asegurarte de que el padre te ayude económicamente. Doy
por hecho que es inmensamente rico. Así que no deberías preocuparte por el
dinero. No veo por qué no vaya él a comprarte una casa, cerca de nosotros,
donde podamos ayudarte a cuidar al niño. Ser eomma soltero no debe de ser
fácil. Así que, hasta que se solucione todo, debes quedarte con nosotros.
Tras
acurrucarse en el sofá, Jaejoong dio un trago al café y pensó en la sugerencia
de Enid. Tenía poca familia, su madrastra y su hermanastra no derramarían una
sola lágrima si desapareciera de la faz de la tierra al día siguiente, así que
sería bueno para Changmin tener a unos abuelos adoptivos cerca. Los Kim siempre
habían estado más cercanos a él que su propia familia. Pero a él le gustaría
volver a trabajar, cuando Changmin fuera lo suficientemente mayor como para ir
a la guardería. Quería ser independiente y no tener que confiar en la ayuda que
Yunho le fuese a proporcionar.
Cada
vez que pensaba en él, lo cual sucedía cien mil veces al día, era para
preguntarse si su compromiso con JiHyun seguiría adelante. Si sería feliz con
la vida tal y como la había planeado. Si su mujer de alto estatus había
perdonado su pequeño desliz y si a él le había quedado claro que él, Jaejoong,
no lo molestaría en absoluto y se mantendría alejado de su vida.
Cuando
sonó el timbre, se puso en pie de un salto. El menor sonido podía despertar a Changmin,
y el pobre niño necesitaba descansar.
Tenía
que ser JongSuk. Se habría olvidado algo. Probablemente la llave de la puerta,
entre otras cosas. Había ido a casa a mediodía para comer un sándwich en vez de
comer en la hamburguesería que había enfrente de donde trabajaba, como hacía
habitualmente. Había dicho que era sólo para comprobar que él estuviese bien. A
pesar de que él se lo había repetido una y otra vez. Pero iba a volver a llegar
tarde.
Abrió
la puerta de golpe, esperando ver a JongSuk, que entraría corriendo a buscar lo
que hubiese olvidado, y se encontró de frente con el hombre al que amaba,
borrando de inmediato la sonrisa de su cara.
― Si has venido a ver a Changmin, me temo que
está dormido ― murmuró él agarrándose al
marco de la puerta, como si pretendiese bloquear la entrada. Deseaba con tanta
intensidad verlo, que le daba miedo. Y también deseaba que desapareciera, que
le ahorrase el dolor de tener que estar cerca de él, y eso también le daba
miedo, porque quería mantenerlo junto a él siempre, y eso no podía suceder
jamás.
Aún no
era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a aquello, pensó mientras
él pasaba frente a él hasta llegar al centro de la habitación. Dejó el maletín
sobre la mesita del café, quitando de en medio la taza de café medio vacía y el
periódico del día anterior.
― Entonces lo veré cuando se despierte ― dijo
él con seriedad. ¿Pero qué le ocurría a Jaejoong? Tenía unas bolsas tremendas
bajo los ojos, estaba pálido, tenía la boca temblorosa y parecía haber pasado
por un infierno.
Por su
culpa, como había dicho su amante. ¡Tonterías! Él había elegido libremente
regresar a ese lugar odioso y vivir con su amante inexperto.
― ¿Mi hijo está enfermo? ― preguntó
de golpe. Era la única razón que se le ocurría que pudiera explicar el aspecto
de Jaejoong.
Sintió
cómo el corazón se le aceleraba. Ya estaba organizando mentalmente el ingreso
de su hijo en una clínica privada y los servicios del mejor pediatra disponible.
― Changmin está bien ― dijo
él haciéndolo sentir aliviado ― Le están
saliendo más dientes. Eso es todo. Ha estado despierto casi toda la noche, pero
ahora está dormido.
― Siéntate antes de que te caigas ― añadió
él ― Lo que tengo que hacer aquí
tiene que ver principalmente contigo.
Jaejoong
se hundió en el sofá. El estado tembloroso de sus piernas no le dejó otra
opción. Yunho vería a su hijo antes de marcharse, y tenía todo el derecho, pero
cuando se despertara. Aunque, después de una noche tan tormentosa, Changmin dormiría
durante horas. ¿Cómo iba él a soportarlo?
Yunho
se sentó con él y abrió el maletín con sus dedos largos y suaves. Al recordar
cómo esos dedos habían recorrido su cuerpo, Jaejoong tuvo que secarse el sudor
que se acumulaba en su labio superior.
Sin ni
siquiera mirarlo, Yunho extrajo un documento escrito a ordenador y dijo con voz
formal:
― Este documento establece los términos de
nuestro acuerdo. Una suma lo suficientemente grande como para comprarte una
casa adecuada y, además, pagos mensuales para asegurar que tengáis todo lo que
deseéis. También establece mis derechos. Derecho a ver a mi hijo periódicamente
según lo acordemos mutuamente y, más tarde, derecho a que pase sus vacaciones
de verano conmigo en Corea. Hay muchas cosas que tendrá que aprender sobre su
herencia. Yo ya lo he firmado en presencia de mi abogado, como podrás ver.
Jaejoong
escuchó sus palabras con un zumbido en los oídos. Así era como iba a tener que
ser. Viéndolo a intervalos regulares, notando cómo el dolor de amarlo se intensificaba
cada vez, y observando con los años cómo la unión entre padre e hijo se hacía
más fuerte, sin poder formar parte de ello.
Sintió
la frialdad del papel contra sus manos y luchó por recomponerse. Él ya sabía
cómo iba a ser. Lo único que tenía que hacer era aceptarlo. Enfrentarse a ello
y dejar de comportarse como un tonto.
Observó
el documento, suponiendo que él también debería firmarlo, y se quedó con la
boca abierta al ver la suma de dinero que aparecía en él. ¿Comprarse una casa
adecuada? Podía comprarse un par de palacios con esa cantidad, y quedarse con
algo para él.
― Yo no necesito tanto.
Apartando
la vista de él, Yunho apretó los puños para evitar tocarlo y abrazarlo con
fuerza contra su corazón, manteniéndolo ahí para siempre, cerca de él,
preocupándose por él y amándolo.
― Lo que necesitas es mucho sentido común ― dijo
sin poder soportar verlo tan pálido y tan cansado, como si se hubiese quedado
sin vida ― Es evidente que no estás
cuidando bien de ti mismo. Y tienes que hacerlo, por el bien de mi hijo. Estás
hecho un adefesio.
Tan
pronto como lo dijo, se arrepintió de sus palabras y vio cómo a Jaejoong le
temblaba la boca y cómo parpadeaba para evitar que las lágrimas que se
acumulaban en sus ojos resbalaran por sus mejillas.
Resistiendo
la urgente necesidad de tomarlo en sus brazos y decirle que, a sus ojos,
siempre sería increíblemente guapo, sacó su pluma del maletín, la destapó y la
deslizó por encima de la mesa hacia él.
― Si lo firmas, el dinero estará a tu
disposición de inmediato. Necesitaré tus datos bancarios, por supuesto. Y haré
que te manden una copia de este documento en un par de días.
Y
entonces desaparecería. Había ocurrido muy pronto, demasiado pronto. Esa visita
había sido un error tremendo. Debía haberlo dejado todo en manos de sus
abogados. Pero tenía muchas ganas de verlo. No pensaba en otra cosa desde el
día en que había partido hacia el aeropuerto. Había imaginado que podría
soportarlo, pero no podía. Por primera vez en su vida se enfrentaba a algo que
no podía controlar.
― Por supuesto. Discúlpame, voy por los datos
bancarios.
Impulsado
por la necesidad de apartarse antes de echarse a llorar, Jaejoong se puso en
pie y se dirigió hacia la relativa privacidad de la cocina, ignorando la pluma.
Tras
apoyarse en el fregadero, dejó que las lágrimas resbalasen por sus mejillas. Se
llevó las manos a la boca para disimular los sollozos que amenazaban con
escapar de su garganta. Había habido un tiempo en que lo había llamado guapo,
pero resultaba que ya era un adefesio. Bueno, eso ya lo sabía él.
Demasiadas
noches sin dormir y sólo una de ellas a causa del bebé. Largas horas de
insomnio dando vueltas en la cama, pensando en Yunho, echándolo de menos con cada
célula de su cuerpo. Y apenas podía comer. El esfuerzo de tener que aparentar
estar bien frente a su hijo y a JongSuk lo estaba destrozando.
Decidiendo
que debía recomponerse y seguir adelante con todo, tratando de ver las cosas
buenas, se secó los ojos con un trozo de papel de cocina, pero se sintió de
nuevo desvanecer al escuchar la voz de Yunho.
― ¿Por qué lloras? ¿JongSuk te está tratando
mal? Si está...
Aquel
tono de advertencia fue lo que acabó por sacarlo de su ensimismamiento. Jaejoong
se dio la vuelta de golpe, sonrió con toda la naturalidad que puedo y trató de
mantenerse calmado.
― Por supuesto que no. JongSuk es
absolutamente maravilloso. No le haría daño ni a una mosca. ¿Y tú? ¿Has
conseguido lo que querías? ¿Cómo está JiHyun?
Aquello
era doloroso, pero tenía que saberlo. Tras aquella conversación telefónica con
su prometida, se había dado cuenta de que sus esperanzas de un futuro junto a
ese hombre eran inexistentes, así que realmente no había sacrificado nada, ¿no?
― ¿Te ha perdonado? ― preguntó
tratando de parecer compasivo y esperanzado al mismo tiempo.
― Con respecto a JiHyun, hay cosas que debo
decirte ― contestó Yunho echándose a un lado ― Vamos, éste no es el lugar apropiado. Tengo que disculparme por algo.
«¿Por qué?», se
preguntó Jaejoong mientras caminaba hacia él. Incluso aunque su comportamiento
hubiera sido más que cuestionable, había sido justo. Le había ofrecido
matrimonio, incluso había roto con su prometida al pensar que él cambiaría de
opinión y aceptaría su oferta con los brazos abiertos. Y, tras su segunda
negativa, le había ofrecido una gran cantidad de dinero. Había renunciado a su
intención inicial de estar junto a su hijo todo el tiempo. Al menos tenía que
reconocerle eso.
No lo
rozó ni un centímetro cuando Jaejoong pasó por delante de él para cruzar la
puerta, aunque cada célula de su cuerpo deseaba que así lo hubiera hecho, sólo por
una última vez. Era como un adicto que necesitaba su dosis sin importarle el
peligro. Yunho le producía ese efecto y siempre había sido así. Le hacía
desearlo con todo su cuerpo, intoxicando sus sentidos. Sentirlo cerca era una
auténtica tortura.
Sus
rasgos nunca habían parecido tan severos como entonces, cuando se sentó junto a
él en el sofá y comenzó a hablar con voz seca y distante.
― Por cosas que se dijeron e informaciones
sueltas que recibí, comencé a sospechar que te había juzgado mal con el asunto
del robo.
― ¡Bien por ti! ― exclamó
él sarcásticamente. Había habido un tiempo en que habría dado lo que fuera por
escuchar esas palabras salir de su boca. Pero eso había sido en el pasado. Ya
no le importaban en absoluto.
Yunho
apretó los dientes. Suponía que al menos se merecía eso. Eso y mucho más a modo
de castigo. Lo miró de reojo y se odió a sí mismo una vez más por haber creído,
aunque sólo fuera un momento, que él había robado algo de verdad.
― Pero tenía que confirmar mis sospechas antes
de hablar contigo. Yo trabajo con hechos, no con suposiciones. ¿Te acuerdas de
la mañana que te dejé temprano para irme a Seúl?
Jaejoong
apretó los labios y se negó a contestar a esa pregunta. ¡Por supuesto que se
acordaba! ¿Cómo olvidar lo estúpido que había sido al creer que su matrimonio podía
funcionar? No quería recordarlo, ¿pero cómo diablos iba a olvidarlo? Apretó las
manos sobre su regazo y le dirigió una mirada de desprecio.
― Supongo que eso es que sí, ¿verdad? ― continuó
Yunho ― Cuando fui a comprobar sí lo
que sospechaba era cierto, JiHyun confesó haberle dado instrucciones a su
criada para que pusiera la gargantilla de diamantes en tu maleta.
Le
debía aquella disculpa, pero sería una disculpa truncada. No debería haber ido
allí. Amándolo más de lo que jamás hubiera creído posible, no había sido una
buena idea estar con él a solas. Estaba poniendo a prueba su autocontrol físico
y mental.
Era a JongSuk
a quien Jaejoong deseaba. No a él.
― Siento mucho haber dudado de ti ― dijo
por fin, y le entregó la pluma para que firmara.
Inmediatamente
él volvió a dejar la pluma en la mesa y Yunho suspiró. Una simple disculpa no
servía. Le debía más que eso.
― Mi única defensa ― prosiguió
― como ya he dicho, es que
siempre me enfrento a los hechos. Así es como funciona mi mente. Supongo que es
el banquero que hay en mí. Cuando JiHyun te acusó la primera vez, me negué a
creerla. Cuando descubrieron la joya en tu maleta, aún seguía sin querer
creérmelo. Pero era un hecho. No podía fingir que era de otra forma. Y,
equivocadamente, interpreté tu silencio como una declaración de culpabilidad,
aunque ahora comprendo que estabas bajo el efecto del shock.
Una
ira tan inesperada como potente se apoderó de él en ese momento. Lo interpretó
como una forma de liberarse de la espiral de anhelos sin esperanza en la que se
había visto sumido desde que había abandonado Jeju.
― Así que una simple disculpa por algo que era
imperdonable es suficiente, ¿no? ― dijo Jaejoong apretándose
las manos con fuerza― Yo no
conocía a esa odiosa mujer y ella no me conocía a mí. Sin embargo no tuvo
reparos en expulsarme de la casa de tu hermana, completamente humillado, y tú
te aseguraste de que me pusieran en la lista negra en la agencia. ¡Y tú... ― exclamó
mientras las lágrimas de rabia se acumulaban en sus ojos― ... tú sigues queriendo casarte con esa mujer
incluso sabiendo de lo que fue capaz! ¡Bueno, pues espero que seas muy feliz! ― concluyó,
y se echó a llorar.
― Por favor, no llores ― dijo
Yunho tomándole las manos y acariciándolas con sus dedos.
― ¡Lloro si me da la gana! ― gritó,
harto de ser un mártir ― Está
trastornada y es una rencorosa, pero tiene montones de dinero y se mueve en los
círculos adecuados. ¡Por eso quieres casarte con ella! No la quieres. Sólo
quieres lo que ella representa. Si la quisieras, no irías por ahí acostándote
con la primera persona deseosa de hacerlo. ¡Y la verdad es que no sé cómo puedo
amar a un cerdo semejante!
Tras
decir eso último, Jaejoong cerró la boca apretando con fuerza los labios y
sintió cómo la cara se le ponía roja. Se quedó en silencio deseando no haber
dicho nada.
― Repite eso ― dijo él apretándole los
dedos con fuerza.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Bien pues ya lo dijo ahora espero que se ahora en adelante todo valla bien y se arreglen esos dos y por fin sean felices como familia
ResponderEliminarGracias
Si! Aunque haya sido de una forma fea, pero ya le dijo que lo ama, que emoción, Ojalá ya terminé el suplicio de Jae.
ResponderEliminarGracias!!!
Bueno esta dicho Jae te ama,por favor hablen no dejen pasar mas tiempo y disfruten de su vida en familia......gracias
ResponderEliminarMe gustaron ambos!!
ResponderEliminarPero ya quiero que esto acabe que se vaya el dolor y el resentimiento!!
Para que puedan ser felices!!
Gracias
Yunho nunca sabe como arreglar las cosas,siempre las hace de manera incoreecta y termina lastimando mas a Jae.
ResponderEliminarPero con lo que dijo Jae espero que esta vez si pueden estar juntos,Yunho le tiene que decir a Jae que lo ama tambien y quitar todas las dudas de Jae
Nooooo..... Se quedo en el momento preciso que me hace anhelar aún más la continuación.
ResponderEliminarPor dios ya espero el momento en que ambos digan sin tapujos que se aman con locura.
Gracias por la actualización
Le dijo adefesio jajajaja q malo Yunho. Me alegra q por fin se aclarara el tema del robo. Q emoción, Jae le dijo q lo ama aun *.* lo dicho, dicho esta y ya no puede retractarse. Gracias por el cap ^^
ResponderEliminarahhhhh... nooo solo me pike.... ahhhh xq no solo hablan con sinceridad...ahhhhh
ResponderEliminarAsí¡¡ Si, Bien Jae deja salír tooodo
ResponderEliminarlo que llevas dentro¡¡ ya que no puedo leerte siendo fuerte y haciendo que Yunho escarmiente por andar "Suponiendose" sus "hechos" dale unos sopapos dejandole ir todo lo que sientes. Sacalo y amense muchoo muchooo¡¡