El día de los infernales fosos malditos no parecía tener fin. Todavía
estaba descansando en mi silla, observando como los dos ataques se
desarrollaron desde el descenso del escudo, y mientras las trampas eran más que
funcionales, la persistencia Riki pura era desalentadora. Eran implacables, sin
tener en cuenta el número de los ya derrotados a nuestros pies siguieron
cayendo a su muerte. No sabía muy bien cómo hacer para ir sobre esta guerra,
cuando la única solución parecía ser la extinción de al menos uno de los lados
en conflicto. No era un pensamiento alentador.
Vi como Eunhyuk dirigía a más soldados al último lugar del
ataque y sentí la necesidad de ayudar a pesar de mi herida. Algo que muy
probablemente habría hecho si no fuera por la gran nube de comunicación que
apareció por encima de nuestras cabezas. La sorpresa momentánea en breve se
desvaneció, así como lo hizo la preocupación de que los Riki pudieran ver una
vez que me di cuenta de qué es exactamente lo que se estaba transmitiendo.
En un trono rodeado de ayudantes que sostenían a nuestros hijos
y tanto soldados Rising Sun como de Kari, estaba mi Príncipe. Sólo que no era
nuestra sala del trono en casa, era un asiento con claras marcas Kari. El
propio Jae llevaba la armadura real de un portador de la magia en colores
naranja con un simple toque de rojo sobre su corazón, marcándolo como casado
con un Rising Sun. En el hueco entre sus clavículas, una capa de un Rey se
estrechaba, fluyendo sobre la silla y los hombros de Jae mientras Shindong
estaba en el proceso de colocación de una corona en su bonita cabeza.
― Que este símbolo de nuestro reino muestre su disposición a honrar,
defender y actuar en el mejor interés de nuestro pueblo. Elogiemos a Jung Jaejoong
de la línea real Ceelorie, Rey de Kari, portador de herederos.
Los aplausos y vítores abrumaron cualquier otra cosa que se dijo
después, pero todavía veía la sonrisa en el rostro de Jae, el rubor subir a sus
mejillas. Él era el Rey de su pueblo ahora, y la única vez que estuve más
orgulloso de él fue cuando había traído a nuestros hijos a la vida.
La nube pronto se dispersó, pero mis pensamientos se quedaron
con él. Me sorprendió que él hubiera abandonado el curso original a casa, y sin
embargo, comprendí sus motivaciones. Sin una corona en su cabeza, cualquiera
podría tomar su lugar en el caso de mi fallecimiento inoportuno. A ninguno de
nosotros le gustaba pensar que cada respiración podría ser nuestra última y
cada despedida la última que podríamos llegar a conseguir. Jae estaba pensando
en el futuro que nuestros hijos probablemente tendrían, y no pude encontrar un
fallo en eso. Ahora éramos los dos Reyes respetados de nuestras naciones, dos
gobernantes en igualdad pero con una sola voz y dos corazones latiendo el uno
para el otro.
A medida que nuestra fortuna quiso, pasó casi una semana antes
de que fuera capaz de hablar con Jae durante más de unos minutos. En una
ocasión, me vi obligado a darle mi mensaje a través del portador de la magia
que envió la nube. Sabía que todavía estaba por oír su opinión completa al
respecto.
Finalmente, esta noche el escudo mágico estaba abajo, Eunhyuk
tenía el control en la frontera y yo era libre de hablar con mi marido por más
tiempo que simplemente decirle unas pocas palabras.
Con la hora del encuentro acercándose, me quité todo de una vez
y me di un lavado rápido antes de extenderme sobre la ropa de cama de manera
digna, naturalmente. Incluso me cubrí con las sabanas para no asustar a quien
quiera que se pudiera poner en contacto conmigo si por alguna razón Jae no
estuviera disponible esta noche.
Me acomodé apenas con el tiempo suficiente como para tomar una
respiración relajante cuando una nube apareció por encima de mí. Incluso antes
de ver la cara de Jae, sabía que la nube era suya. Era bueno en ellas ahora, su
magia cada vez más fuerte, pero en ocasiones, cuando estaba frustrado, enojado
o agotado, tendían a ser un poco más calientes que lo habitual. En el momento
en que vi a mi hermoso marido, yo estaba sonriendo como el bufón de la corte.
―Dioses, te he extrañado.
Sus ojos se ensancharon ante mis palabras y una expresión
complacida abrumado su rostro.
― Te he echado de menos, mi Rey. Los pequeños tienen problemas para
calmarse sin ti a su lado cada noche.
Su voz era honesta y hablaba de forma habitual, pero había una
cierta nota de vacilación mientras me miraba y yo no estaba cómodo con eso.
― ¿Están todavía despiertos los niños? ― Pregunté con curiosidad, pensando que
tal vez ese era el problema.
― No. Los ayudantes han permanecido con ellos sin descansar y yo
esperaría que no consideren necesario abrir los ojos antes de la mañana. A
medida que los días pasan, parecen cada vez más independientes y no estoy
seguro de que no me agrade.
Jae sonrió discretamente y para entonces ya había tenido
suficiente.
― Si hay alguien contigo en tu cuarto, diles que salgan ― Esperé un momento mientras se
recuperaba de la sorpresa y luego una mirada de complicidad pasó por sus ojos y
supe que entendía cuál era mi problema.
Unas pocas palabras cortas después, una vez que un par de
soldados y un ayudante habían salido de la habitación, tuve a mi Jae de
regreso.
― Maldición, Jae. ¿Esta es la primera vez que hemos tenido la
oportunidad de hablar correctamente desde el inicio de la semana y te rodeas de
compañía? Arruinas todo esto, estoy sin una capa de envoltorios bajo las
sabanas.
Jae se sonrojó de inmediato, sacando su lengua mientras humedece
sus labios.
― ¿Estas completamente desnudo? ―,
susurró como si las paredes tuvieran oídos.
En respuesta, saqué la sabana de mi regazo, exponiendo mi carne
a su mirada.
Jae gimió.
― He estado perdiéndome ese sonido, mi marido ―. Bajé la voz, mirando como Jae dejó
caer la mano a su regazo.
― ¿Solo el sonido? ― preguntó,
travesura escrita en su rostro.
― Oh, he estado perdiendo cada parte de ti. Pero justo en este
momento, me gustaría que pudieras quitarte todas esas envolturas apretadas
alrededor de las caderas y me muestres la dura carne luchando contra ellas.
― Pero...― Jae vaciló, mirándome con
una inseguridad que no he visto desde la primera vez que nos acostamos juntos.
― ¿Qué? ¿Hay algo malo, mi amor? ―,
pregunté, resistiendo el impulso de agarrar mi polla tiesa.
― Estamos hablando a través de una nube. No puedo ir mostrando mi
cuerpo mientras no estamos bajo las sábanas. ¿Qué pasa si alguien viene? Cualquiera
podría verme. ¿Y qué pasa con los otros portadores de la magia? ¿No ven lo que
estamos hablando? ― Él estaba al borde del
pánico y yo estaba demasiado lejos para besarlo.
―Jaejoong― comencé, ― has estudiado magia lo
suficiente para saber que no es posible. Sólo dos de nosotros pueden oír y ver
entre sí. Tú también eres un Rey y nadie puede abrirse paso en tu cuarto sin al
menos llamar primero. En cuanto a tu cuerpo desnudo, yo estaba allí cuando
diste a luz y soy yo quien te ha tenido de todas las formas desde el día que
nos casamos. Ahora sé un buen marido y muéstrame toda la piel no seré capaz de
tocar en los próximos meses.
En el momento en que terminé, Jae estaba cerca de convertirse al
color de las túnicas Rising Sun, pero también estaba buscando a tientas con sus
envolturas y tratando de llegar a su polla sin tener que retirar toda las
prendas.
― Ropas y costumbres malditas y maridos exigentes... ― le oí murmurar y no podía parar la
risita que salía de mis labios.
Jae levantó la cabeza y entrecerró los ojos. ― Lo juro, Yunho, si estás
pensando en reírte de mí, no me veras durante meses, y mucho menos tocarme.
― No me estoy riendo de ti, mi amor―.
Oh, realmente lo hacía. ― Sólo estoy pensando en lo adorable que eres y cómo rasgaría esa tela
de ti con los dientes si estuviera allí. ― Me moví
en la ropa de cama, recostándome mejor.
―Me gustaría verte intentarlo.
Ahora sonaba frustrado e hice mi mejor esfuerzo para reprimir
una sonrisa.
― Tu cultura no es menos extraña. Simplemente me había acostumbrado a
mis túnicas y ahora con la coronación, las han cambiado de nuevo. ¿Sabías que
ni siquiera puedo ir a orinar sin esperar medio día para que alguien esté ahí
para vestirme? Todos piensan que soy mimado porque sigo pidiendo que cambien mis
ropas dos o tres veces al día.
Jae estaba completamente serio cuando habló, su vergüenza
claramente brillaba a través y en ese momento, no había tropiezo.
Riendo como si estuviera bajo un hechizo llegué al punto en el
que tenía que agarrarme alrededor del estómago y sólo me detuve cuando mí casi
curada herida de la cadera dolió. Jae, sin embargo, no estaba contento.
― Si pensaste que podrías ver mi carne esta noche, estabas muy
equivocado. ―
Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada cerrada lejos de la nube.
― Mi amor, no te ofendas―, intenté.
― Es un poco tarde para eso―. Sus
palabras eran cortantes.
― Sabes que yo solamente quiero decir las cosas bien cuando se trata
de ti ― Suavice mi
tono, tratando de complacerlo.
― Sí, sí. Entonces algo sucede y siempre soy el foco de tu diversión,
o mi vergüenza lo es. Es humillante, Yunho.
― Nunca dije que no lo fuera, mi Rey, y si yo estuviera allí, me
gustaría enseñarte cómo vestirte o desvestirte. Me gustaría ayudarte a sacar
esa bonita pieza de carne dura que insistes en esconder y me atrevería a
ayudarte con ello en su momento de necesidad ―. Él
se ruborizó graciosamente. ― Jae, en la peor situación, me gustaría pedirles que te confeccionen
algo nuevo, una combinación de túnicas de Rising Sun y Kari bajo la excusa de
que somos ahora una sola nación por lo que ninguno de ellos jamás lo sabría.
Pero cuando somos solo nosotros dos, hablando como amantes que han compartido
más que en la cama, creo que deberías permitirme reírme de ti, así como contigo.
Nadie puede hacerme reír tanto como tú, y aprecio cada momento de ello. Ya se
trate de algo vergonzoso o verdadera alegría, es el tiempo que disfruto
contigo, Jae, y nunca voy a lamentarlo.
Jae había inclinado la cabeza en el momento en que hablaba, con
los dedos entrelazados en frente de él y apretándolos con fuerza, pero él
levantó la vista mientras me hablaba, su expresión solemne.
― Por favor, perdóname, mi marido. No creo que reaccione alguna vez
bien a este tipo de situaciones.
Me limité a sonreír.
― No hay necesidad de
hacerlo. Me encanta cuando te enojas por las cosas más simples y la forma en
que actúas sin pensar, como resultado de ello. Siempre es un destello de
inesperada frescura. Es lo que hace de nuestro matrimonio lo que es.
―Muy bien―. Jae se sentó, con la
espalda recta y me miró con una pequeña sonrisa malvada. ― ¿Vamos a añadir otra chispa
de emoción a ello, entonces?―. Alcanzó a
un lado y trajo un cuchillo en el marco de la nube.
Mi corazón se detuvo por un instante, pero Jae fue casi
demasiado rápido para mi mente para entender todo. Separó las envolturas a
distancia de su cuerpo en un movimiento rápido y en el siguiente, estaba
cortando a través de ellas, dejando al descubierto su hermosa polla y la piel
sin manchas.
Donde nuestra dosis previa de seriedad me había calmado, su acto
de violencia casi me tenía en pie como en posición vertical de nuevo y yo gemí
ante la vista.
―Tomate en la mano, muéstrame lo firme que estas.
Jae obedeció sin decir palabra, envolviendo sus dedos alrededor
de su polla, tirando, apretando.
Yo sabía que él no estaba realmente en el hábito de llevarse a
sí mismo hasta el final, pero era el único método que teníamos y quería todo
nuestro tiempo juntos fuera placentero.
― Sí, esa es la forma, Jae. Imagina que son mis dedos que alimentan tu
excitación y mi dureza llenándote. Levanta las piernas para mí. Quiero ver todo
de ti ―. Le dije.
Él obedeció, mostrándome la visión entera de él, sus bolas
apretadas y estiradas, su polla escurriendo. Me dio placer como si nunca habría
un nuevo amanecer, persiguiendo mi placer solo con la visión de mi marido.
Entonces las piernas del Jae se pusieron rígidas, apretando las
rodillas y pude verle pintar su pecho todavía vestido con su semilla.
Ahogándome con mi propia excitación, pronto le seguí, desbordándome de mis
dedos y las marcas del vientre sin sentir vergüenza.
Jae se recuperó más rápido y con sólo un movimiento de su mano,
estaba limpio. Gemí ante la injusticia de todo esto. Desnudo, sucio y solo con
mi magnífico marido medio expuesto a un mundo de distancia.
―Me gustaría ser capaz de hacer eso. En lugar de eso tengo que
levantarme, mojar un paño y, de hecho limpiarme ―. Resoplé. Jae me miró casi
perezosamente.
― Yo sugeriría que le pidas a alguien que te ayude, pero entonces los
tendría que mandar ejecutar. Desafortunadamente, tendrás que usar tus
propios pies esta vez, mi marido.
― Esa corona te ha hecho cruel ―, me
quejé. Esta vez Jae se rió de mí.
― Quizás. Personalmente, me gusta pensar que me ha hecho sabio y
consciente de mi autoridad. Puedo ordenar a la gente alrededor, ya sabes.
Resoplando, le miré a los ojos.
― Sí, oh sabio y poderoso. ¿Te gustaría aceptar un consejo de un viejo
gobernante que aún no ha alcanzado su grandeza?
― Por todos los medios, ilumíname―.
Jae agitó su mano hacia mí de una manera casual, casi distraído y esperó a que
yo hablara.
―Mañana, debes llamar a Changmin a tu cuarto, hacerle jurar guardar
el secreto bajo amenaza de muerte, luego le explicas cómo todavía no has
desarrollado la capacidad de orinar por ti mismo y que necesita que te enseñe
cómo vestirte.
Hubo un largo momento de silencio, donde Jae se quedó en su
lugar sin mover un músculo, entonces con voz helada, dijo:
―Si yo tuviera algo pesado en la mano y que podría llegar a tu
miserable culo, lo lanzaría a tu cabeza sin una astilla de remordimiento.
Casi aullaba de placer, mis músculos tirando de la semilla ahora
seca cubriendo mi piel, pero me importaba poco. Este era el hombre del que me
enamoré. Tenía la esperanza de que nunca cambiara.
― Te amo, jabalí, pero ha llegado el momento para desearte una noche
de descanso. Mi mañana comienza con niños y el entrenamiento con la espada, no
es algo que pueda manejar con una noche de insomnio ― dijo Jae con un suspiro.
―Yo también te amo, mi Rey. Ten el más dulce de los sueños y besa a
mis herederos por mí. Diles que su padre los ama a pesar de no poder estar con
ellos.
Besé la punta de mis dedos y observé a Jae repetir el gesto
antes de cerrar la nube con otro movimiento de su mano.
Despreciaba la guerra, la distancia y mi maldita ropa de cama
fría. Había un latido del corazón que faltaba junto al mío y ninguna simple
conversación sería alguna vez capaz de reemplazarlo. Al final, deje mi piel
pegajosa en nombre de protesta y hundí la cara en la almohada que ya no olía a
Jae.
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Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…
Oh!, Las nubes también sirven para que ellos puedan darse placer y amor a la distancia, que hermoso!
ResponderEliminarGracias!!!
Oh Por Dios¡¡¡ Esto resulto tan erotico que casi se me sale un gtitito de emoción jajaj Vaya que las nuvecillas son de gran utilidad en tiempos de abstinencia para el YunJae. Me encanta ese caracter volatil de Jae es tan impredecible y Yunho tan perduasivo amo este matrimonio. Me resulta muy gracioso que se llamen "Mi marido" en lugar de "Esposo Mio" no sr se escucha muy lindo y a la vez muy raro jajaj.
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