lunes, 3 de abril de 2017

Divorcio para Dos. Cap 4

No podemos vivir juntos en este apartamento tan pequeño ― dijo Jaejoong mientras abría la puerta de su casa una hora después.

Vick se puso a saltar y a dar brincos, moviendo la cola como si fuera un metrónomo marcando un compás de tres por cuatro. Yunho despidió con un gesto a la limusina y al coche que les había escoltado. Cerró después la puerta del apartamento y se inclinó hacia el perro para acariciarle las orejas.

 ¿Por qué no? ― preguntó él ― Supongo que habrá una cama, ¿no?


Jaejoong sintió un vacío extraño en la boca del estómago.

 Sí, pero… sólo hay una.

 En ese caso, tendremos que compartirla ― replicó él, alzando las cejas.

 De ninguna manera ― dijo Jaejoong dando unos pasos hacia atrás y levantando las manos como queriendo marcar las distancias ― Si quieres quedarte, tendrás que dormir en el sofá.

Yunho miró con cierto recelo el sofá que había en un lado del salón. Jaejoong lo había comprado de segunda mano en unas rebajas, junto con otras piezas del mobiliario, en un intento de tratar de olvidar la vida de opulencia que había llevado esos cinco años y volver a acostumbrarse al estilo de vida más humilde que había llevado antes.

 Yo no dejaría que durmiera en ese sofá ni siquiera Vick ― dijo él ― Es muy pequeño.

 Tú verás ― respondió Jae moviendo la cabeza con gesto despectivo ― Ése no es mi problema.

Jaejoong se encaminó hacia su habitación, pero una mano lo agarró por sorpresa con la misma rapidez que una cobra se abalanza sobre su presa. En un abrir y cerrar de ojos, se vio apresado entre la pared y el cuerpo duro y musculoso de Yunho.

 Creo, Jaejoong, que hay algo que no has entendido muy bien de lo que te dije antes ― dijo él con voz suave pero con un deje irónico ― Nuestra reconciliación no es sólo una actuación de cara a la prensa.

 ¿Qué quieres decir? ― exclamó Jae con los ojos como platos y el corazón desbocado ― No querrás… no estarás pensando en… ― añadió con la voz entrecortada y un nudo en la garganta.

¡Por el amor de Dios! ¡Sí! Estaba pensando en eso. Lo podía ver en el brillo de sus ojos.

Yunho comenzó a acariciarle el brazo muy suavemente con las yemas de los dedos, con unos movimientos llenos de sensualidad.

 Ya que estamos aquí, podríamos aprovechar la ocasión ― dijo él sin dejar de acariciarlo ― ¿Qué me dices? Podríamos ver si aún somos capaces de repetir lo de la noche de la boda de mi hermano.

Jaejoong intentó, en vano, soltarse de él. Se sentía como si hubiese caído en un cepo para zorros y tratase inútilmente de salir de él.

 Esto no es… lo que acordamos ― dijo Jae, haciendo un esfuerzo por mantener la calma ― Pensé que se trataba de mantener las apariencias… frente a la prensa… en público, pero no… cuando estuviésemos solos.

Jaejoong sintió que toda su cordura y sensatez empezaban a flaquear. Comprendió que estaba a punto de echar a perder en un minuto todo lo que había conseguido con tesón y disciplina en los últimos seis meses: su independencia, su autoestima y su fortaleza. No, no se sentía tan fuerte y seguro de sí mismo como había creído. Había bastado una simple mirada suya y una leve caricia para despertar en él su deseo dormido.

Yunho se apretó más a él, hasta hacerle sentir la dureza y el calor de su excitación.

 Sabes bien que no podría estar nunca contigo en un sitio, por grande o pequeño que fuera, sin que llegásemos a esto…

Jaejoong creyó ver, en la luz de sus ojos negros, una expresión que conocía. Era la expresión que tenía cuando deseaba hacer el amor con él. La misma que tenía aquella noche de la boda de Yoochun y Junsu.

Comprendió que tenía que sobreponerse y recuperar el terreno perdido. Había bajado la guardia y pasaba por un momento de debilidad. Quizá su inesperado embarazo fuera la explicación de todo. Después de cada aborto, habían seguido los consejos de los médicos: nada de sexo hasta el tercer mes. Yunho había sido el primero en cumplirlos a rajatabla, tanto que él se había preguntado en más de una ocasión si no habría estado con otras parejas durante esos períodos de prohibición. Sabía de buena tinta que su padre había tenido más de una aventura en los primeros años de su matrimonio con Yoona. Por supuesto, tras su muerte prematura, todos habían alabado su fidelidad y sus virtudes como si hubiera sido un santo. Quizá su hijo hubiera salido a él. De tal palo tal astilla. Yunho seguía siendo, a pesar de los años, un gran desconocido para él. Su hermano Changmin era un playboy consumado, igual que lo había sido Yunho antes de casarse con él.

 No quiero dormir contigo esta noche, Yunho ― dijo armándose de todo el valor que pudo reunir, que no era más que el de un chihuahua tratando de reagrupar a una manada de bisontes tras una estampida.

 ¿Sabes lo que eso significa? ― exclamó él a su oído acariciándole ahora la muñeca con el pulgar.

 Sí…, no…, bueno… ― balbuceó sintiendo la cálida fragancia de su aliento en el cuello.

 ¿Desaprobaría Yuzuru que hicieras el amor con tu marido? ― preguntó él muy serio como si le hubieran inyectado una dosis de cinismo en las venas.

 Yamapi ― dijo de mala gana ― Se llama Yamapi y nunca he dormido con él.

 ¡Oh, pobre Yamapi! ― replicó Yunho con una sonrisa sin dejar de acariciarle la muñeca ― Le comprendo perfectamente. No podría dormir mucho, teniéndote a ti en la cama.

Jaejoong lo miró fijamente, dispuesto a contraatacar.

 ¿Y qué me dices de tu modelo de lencería? ¿Pudiste tú dormir con ella?

 Sin el menor problema No sabes lo aburrida que es, tiene menos cerebro que un mosquito ― respondió Yunho, inclinándose hacia él para darle un mordisquito en el lóbulo de la oreja.

Jaejoong trató de echarse hacia atrás, arqueando la espalda hasta sentir un pequeño dolor.

 ¡Ay! ― exclamó sin poder evitarlo.

 Boo, ¿qué te pasa? ― dijo Yunho ayudándolo a ponerse derecho ― ¿Te he hecho daño? ― Jae negó con la cabeza.

 No, no es nada ― respondió frotándose la espalda, sin atreverse a mirarlo a los ojos ― Creo que me he debido de hacer una contractura en la clase de yoga.

 Déjame entonces que te dé un masaje ― dijo él muy cordialmente.

«¡Oh, no, eso es lo último que necesito ahora!», pensó Jae.

 No te preocupes, ya me siento mejor. Creo se me acabará pasando con un baño de agua caliente.

¿Dónde está el cuarto de baño? ― preguntó él ― Yo te lo prepararé.

 No hace falta que interpretes el papel de marido ideal, Yunho ― dijo Jae, mirándolo con aire de recelo ― Aquí no nos ve nadie. No hay paparazis grabándonos a través de las ventanas.

 ¿Por qué malinterpretas siempre todo lo que hago? Lo que voy a hacer lo haría por cualquiera.

 Ya, claro ― dijo Jae con una mirada de despecho ― Por cualquiera al que quisieses seducir para irte a la cama con él, ¿verdad?

Yunho dijo algo desagradable entre dientes, pero no lo suficientemente alto para que él lo oyese.

Jaejoong se dirigió entonces a la cocina, sacó un vaso de la alacena, abrió el grifo del agua fría y lo llenó. Yunho lo siguió hasta allí y, cuando entró, Jaejoong creyó hallarse en la cocina de una casa de muñecas. Su presencia llenaba el cuarto, haciéndolo tan pequeño que, se pusiese donde se pusiese, él podría tocarlo sin necesidad de moverse del sitio.

 Parece, Jaejoong, como si estuvieras celoso ― dijo él apoyándose en la encimera y cruzando los pies de forma indolente.

Jae se bebió el vaso de agua y lo dejó en el fregadero.

 ¿Y por qué razón iba a estarlo? Estamos separados desde hace seis meses. Los dos somos libres de hacer lo que queramos. Tú puedes acostarte con quien te plazca. Igual que yo.

Aquella respuesta, lejos de encontrarla sensata y razonable, pareció molestarle.

 ¿Cuántas veces te has visto exactamente con ese tal Yachiro? ― preguntó él

 Yamapi ― volvió a corregirle, de mala gana ― Se llama Ya-ma-pi ― insistió deletreando el nombre.

 No has respondido a mi pregunta.

 Ni pienso hacerlo. Primero, porque no es asunto de tu incumbencia, y segundo, porque yo tampoco te pido a ti que me des detalles de las personas con las que sales, si es que eres capaz de llevar la cuenta.

 Parece mentira, Jaejoong. Tú, mejor que nadie, deberías saber que lo que cuentan las revistas del corazón son patrañas.

 ¡Vaya! ― exclamó Jae, alzando una ceja con gesto irónico ― Veo que tienes dos varas de medir muy diferentes. Cuando se habla de ti, todo son patrañas, pero cuando se habla de los demás, parece que das mucho más crédito a los rumores.

 Esta discusión no nos lleva a ninguna parte ― dijo Yunho, descruzando los tobillos y poniéndose derecho ― Pareces cansado ― añadió pasándose la mano por la cabeza ― ¿Por qué no te vas a la cama? Yo me echaré en el sofá.

Jaejoong pareció dudarlo un instante. En aquel sofá le sería imposible pegar ojo, y los dos lo sabían. ¿Por qué estaba siendo tan caballeroso y cortés con él? En otro tiempo no se habría andado con tantos miramientos, se lo habría llevado a la cama y lo habría transportado al paraíso dos o tres veces. Pensando en ello, no pudo evitar que un intenso rubor tiñera sus mejillas. Sintiéndole allí tan cerca, tuvo la sensación de que, en cualquier momento, caería en sus brazos y le pediría que hiciese el amor con él, aunque no pudiera darle un heredero.

 Pero…

 No te preocupes, será sólo por esta noche ― dijo Yunho ― No creo que pueda soportar más en este cuchitril ¿En qué estabas pensando cuando alquilaste un apartamento tan pequeño?

Jaejoong se cruzó de brazos y lo miró con una sonrisa misteriosa.

 No me extraña que todo te parezca poco, acostumbrado, como has estado tu vida, a la opulencia.

Yunho se echó a reír, pero no era la misma risa jocosa de unos minutos antes. Era una sonrisa extraña que apenas le había visto en aquellos cinco años. Era un tipo de sonrisa que tuvo la virtud de hacerle sentir un escalofrío, como si un duendecillo trepara de puntillas por su espalda, apoyando sus diminutos pies en cada una de sus vértebras.

 Jaejoong ― dijo él con una expresión ahora más seria ― Sé que hemos crecido en ambientes muy diferentes y que eso ha supuesto una gran traba para ti desde el principio. Por desgracia, eso es algo que yo no puedo cambiar. Creo, por el contrario, que deberías sentirte feliz de cómo te han ido las cosas. Hay muchos doceles y mujeres que se quedan en una situación económica muy difícil tras un divorcio. Tú, en cambio, serás un docel más rico de lo que nunca habrías soñado si te hubieses puesto a trabajar de profesor.

Jaejoong sintió una cierta desazón al ver la forma en que él hablaba de su divorcio, como dándolo por hecho. Sabía que, si alguien tenía la culpa, era él mismo. Él había iniciado el proceso de separación. Sin embargo…

Yunho se acercó a él y le puso una mano en el hombro, de forma que no le quedó ningún recoveco por el que escabullirse.

 Mañana regresaremos a la villa ― dijo él pasándole ahora la mano por la nuca ― No me importa si las cortinas no están terminadas o si la pintura no se ha secado aún del todo. Al menos allí, tendremos más espacio e intimidad.

Jae trató de mostrarse indiferente a sus caricias, pero era casi imposible no darse cuenta de cómo inclinaba el cuerpo hacia él, de forma instintiva, igual que la aguja de una brújula apunta siempre hacia el norte, independientemente de la posición en que esté. ¿Cuánto tiempo podría aguantar sin traicionarse a sí mismo otra vez? Si lo besaba en aquel instante, le resultaría muy difícil resistirse. Sentía ya un ardiente deseo de percibir sus labios junto a los suyos. Tenía que morderse la lengua para no mojarse los labios y que él notase lo mucho que le deseaba.

 ¿Qué hay del personal de servicio? ― preguntó pensando en la auténtica legión de personas que trabajaban en la villa, dispuestos siempre a hacer cualquier recado o satisfacer cualquier capricho de un Jung.

También eso había contribuido a acelerar su separación. Aquellas continúas miradas indiscretas a su vientre, aquellas cejas arqueadas de sorpresa cuando Yunho y él se decían alguna palabra cariñosa como se dicen de vez en cuando una pareja de esposos… El problema era que ellos nunca habían llevado una vida como cualquier matrimonio normal. Ellos habían vivido en una pecera dorada, colmados de atenciones, pero con el tiempo se habían dado cuenta de que no tenían intimidad, de que aquella pecera se había convertido en un aquarium abarrotado de peces de todas las especies.

Yunho retiró su mano de la nuca de Jaejoong.

 He reducido su número. Tenías razón cuando me dijiste que la villa se parecía cada vez más a un hotel de la cadena Jung que al hogar de un matrimonio. Yo he crecido rodeado siempre de sirvientes y eso me parecía normal, pero ahora me doy cuenta de lo extraño que has debido de sentirte. Después de todo, debido a mi trabajo, has tenido que pasar más tiempo con ellos que conmigo.

Jaejoong apenas podía dar crédito a sus oídos. Lo miró fijamente durante un buen rato. Frunció el ceño al pensar que pronto volvería a su antigua vida de millonario en la que tendría a todo el mundo a sus pies dispuesto a servirle y a satisfacer sus deseos.

 No me crees, ¿verdad, Boo? ― dijo él con una sonrisa ― ¿Cuál es el problema? ¿No me ves capaz de hacerme una tortilla?

 Sé que eres capaz de hacer las recetas más sofisticadas, pero siento decirte que no te veo pasando la aspiradora o la mopa, por no hablar de lavar la ropa.

 No tengo tiempo de dedicarme a las labores del hogar, pero hago lo que puedo ― dijo él con una sonrisa ― HyeSun, mi nueva ama de llaves, viene sólo dos veces por semana y sólo a media jornada.

 ¿Es joven y guapa? ― preguntó Jaejoong, imaginándose a la tal HyeSun como otra modelo más de lencería, paseando desnuda por la villa, con unas sandalias de tacón alto y un plumero rosa en la mano.

Yunho le acarició las mejillas, mientras clavaba sus ojos en él.

 Veo que estás celoso.

Jaejoong alzó la barbilla desafiante, pero sin rechazar sus caricias.

 Puede ser. Pero tú también lo estás. No haces más que pincharme con Yamapi, como si fuera a casarme con él cuando tengamos el divorcio.

Se hizo un silencio largo y tenso. Yunho lo miró muy serio y con el ceño fruncido.

 ¿Piensas volver a casarte? ― preguntó Yunho, apartándose unos pasos de él.

 No lo he pensado todavía ― respondió suspirando ― ¿Y tú?

Él lo miró fijamente durante unos segundos y luego desvió la mirada.

 Desde que Yoochun y Junsu se vinieron a vivir aquí con su hija Hani y comunicaron a la familia que estaban esperando otro hijo, ya no siento la presión de antes. Cuando concluya lo de nuestro divorcio, tendré tiempo de reconsiderar mi situación y replantearme con más tranquilidad el futuro.

 Sí, ya no te verás obligado a hacer un matrimonio de conveniencia como conmigo, ¿verdad? ― dijo Jae, arqueando las cejas con intención.

 Fue un matrimonio conveniente para los dos. Yo te ofrecí todo lo que estaba en mi mano, pero tú no quisiste nada. Nuestra relación siguió su curso natural sin que ninguno de los dos pudiera hacer nada por cambiarlo.

«Podrías haberme amado», pensó Jae. «Quizá entonces nuestra relación podría haber tenido un futuro».

Yunho respiró profundamente como resignado.

 Creo que los dos estamos muy cansados. Ve a acostarte, yo dormiré ahí en el sofá. Voy un momento al baño. ¿No tendrás por casualidad un cepillo de dientes para dejarme? Me he venido sin nada.

 Creo que hay uno en el cajón de debajo del lavabo. Tienes también toallas limpias.

Yunho subió las escaleras y se detuvo en el rellano al ver una puerta que se imaginó sería el cuarto de baño. Pasó dentro. Era tan pequeño, que tuvo la sensación de ser un gigante. Tuvo que agacharse e inclinarse un poco hacia delante para poder verse la cara en el espejo. Parecía tan cansado como Jaejoong. Y estaba tan celoso como él, si no más. La verdad era que no se había acostado con la modelo de lencería a pesar de las facilidades que ella le había dado. Le había pedido un taxi para que se volviera a su casa y se había tomado luego media botella de whisky.

Trató de olvidarse de todo y abrió el cajón del lavabo. Estaba lleno de toda esa parafernalia de objetos que suelen tener los chicos en el cuarto de baño: bastoncillos de algodón, pinzas de depilar, toallitas de papel perfumado y un cepillo de dientes nuevo en su estuche, aún sin abrir.

Pero había también otra cosa que le dejó perplejo.


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10 comentarios :

  1. Ambos están celosos de con quien supuestamente salen, deberían hablar con la verdad sobre sus sentimientos, pero ahora que pasará? creo que Yunho encontró la prueba de embarazo de Jae.

    Gracias!!!

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  2. Creo que ya se dio cuenta de la prueba de embarazo que ora a pasar estuvo wap este capitulo esperare con ansias el siguiente

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  3. Oh parece que Yunho encontró la prueba de embarazo. Pero conociendo como va la historia y de los celos que posee quizás lo culpe del que el hijo es de Yamapi y lo obligará hacerse una prueba de ADN.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. oooooooo si el tes de Jae que muestra que esta esperando chamaco y el Yunho lo sabrá ya quiero ver su reacción y que le dirá Jae a eso solo espero que no crea Yunho que el bebe que Jae espera sea de Yamapi pues con lo celoso que esta todo puede pasar y complicarlo
    Gracias

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  6. Demonioooos Jaeee se te fueron las ideas al traste. Son un par de necios😢😢😢 ambos mordiendose la lengua por no soltar ese "Te estraño" jajaj tambien se me salió un "Se llama Yamapi" jajaj simplón y todo pero tiene a Yunho que se le dispara la glandulita celoripara jajaja. Yunho ha cambiado su estilo de vida por influencia de Jae que lindo. Fue un "es gracias a Tí que ahora soy capaz" y Jae ni la pescó😢😢😢. Ese secreo descubierto va a traer una confrontación tremenda. omg¡¡¡¡¡ Gracias por el Cap.😉

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    1. Facil ahora Yunho creerá q Yamapi es el padre. Ambos estan enamorados mutuamente y por eso se celan *.* gracias por el cap amiga ^^

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  7. Muchas gracias por el capítulo ❤
    Yunho debería sincerarse con jae :)
    Estare esperando los demas capitulos ❤❤❤❤❤

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  8. Kyaaaa Yunho habra visto el test de embarazo????
    Yunho y Jae estan celosos pero ninguno de los 2 dice sus verdaderos sentimientos

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  9. Waaaaaaaaaa ahora Sabrá que
    Jaejoong esta embarazado pero de seguro no creerá que es suyo... Gracias por el cap ami este fic

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