Belleza e Inocencia. Cap 9

Yunho había estado ocupado con la organizadora de la boda desde las ocho de la mañana, una rubia fría y guapa de uñas perfectamente arregladas.

Jaejoong había hecho lo que le habían pedido y había confeccionado la lista de los invitados de la boda y luego se la había dado.

Su aspecto no era muy atractivo, pensó. La ropa de diseño no iba bien con la crianza de un bebé. Su pelo estaba despeinado, obra de Changmin, que quería explorar cada uno de sus mechones, y le había babeado el hombro de su camiseta de marca.

La fría rubia había juntado su lista con una que había hecho su prima Ah Ra y otra que había hecho Yunho y las había guardado en un maletín. Luego se había marchado.

Puesto que sentía que no le dejaban opinar demasiado acerca de su boda, a él le sorprendió que Jihye le dijera:

― La organizadora de la boda se ha marchado. ¡Ahora viene lo más divertido! ― Jaejoong se sobresaltó al ver a la morena y relajada Jihye.

― No te he visto llegar. ¡Me has asustado! ― le dijo.

Había conocido a la hermana de Yunho la noche anterior a la hora de la cena. Y enseguida le había tomado simpatía. Era guapa, de cabello largo moreno, ojos vivaces y una sonrisa fácil. Tenía un encanto y una personalidad que había ayudado a Jaejoong a acabar con tres platos preparados por Leeteuk bajo la mirada oscura de Yunho.

Se estremeció al pensar en él.

― Todas las novias tienen un ataque de nervios antes de casarse. Yo estaba insoportable antes de casarme. ¡No podía quedarme quieta un momento! Toma... ― le dio algo de plástico ― Yunho me dijo que te lo diera. Ha abierto una cuenta para ti. Lo único que tienes que hacer es firmar.

― ¿Dónde está Yunho ahora?

La tarjeta de crédito le estaba quemando la mano. ¡Quería tirarla! Sintió un nudo en la garganta.

― Fue a echar un vistazo al bebé. Y luego se ha encerrado a trabajar en su estudio. Así que olvídate de él, si puedes. Sé que no podéis dejar de miraros... Y probablemente de tocaros... ― se rio Jihye ― Lo he notado. Pero esta mañana vamos a estrenar esa tarjeta de crédito. Así que date prisa y arréglate. ¡Vamos a ir a comprar tu equipo de novia, tonto! ― exclamó Jihye ― Yunho dice que ha mandado pedir varios trajes de novia desde Milán. Va a sernos difícil escoger... ¡Serán todos hermosos!

Tres horas más tarde, Jaejoong se alegró de poder descansar en una terraza de un restaurante.

Hacía mucho calor, y Jihye lo había llevado a un montón de boutiques de primera. Al menos había comprado un par de Jean baratos y camisetas de algodón, pero el caro camisón a juego con la lencería fina absolutamente sexy que se había empeñado Jihye en que se comprase, amenazaba con indigestarlo.

― ¡Qué bien! ― dijo Jihye, sentándose― Todavía nos queda una hora hasta que venga a buscamos KangIn ― agarró la carta― ¿Qué comemos?

Finalmente eligieron tortilla de puerros con una ensalada.

― No pensé que pudiera llegar el día en que se casara Yunho. ¡Es una alegría para mí saber que estaba equivocada! ― sonrió cálidamente ― Ha elegido bien... ¡Vas a hacerlo tan feliz!

Jaejoong comió un bocado de tortilla para ocultar su incomodidad.

«¿Feliz?», pensó.

Él no podía hacerlo feliz. Podría satisfacerlo en la cama hasta que él se cansara.

― ¿Y por qué has pensado que no se casaría? ― preguntó para distraerse de aquel pensamiento tan doloroso ― Después de todo, Yunho es un hombre que querrían tener muchas mujeres y jóvenes.

― Sí, y ése es el problema.

La respuesta seria de Jihye hizo que Jaejoong la mirase.

― No es algo de lo que hablemos normalmente... ― le confió Jihye ― Pero ahora tú eres de la familia, y le has dado la bendición de un niño ― Jihye bebió un sorbo de vino ― Mi hermano no habla nunca de ello, no quiere... Pero no debería haber secretos en la familia...

Jaejoong vio que Jihye tenía los ojos nublados. Al parecer, a ella tampoco le resultaba fácil hablar de aquello.

― Ya ves... Me entristece decirlo, pero nuestra madre no tenía corazón, no había amor en él. Era una mujer hermosa, una belleza de la alta sociedad... Para nuestro padre fue una gran pasión, una obsesión, se podría decir. Cuando ella nos abandonó, él se vino abajo. Cambió totalmente, y pasó de ser un padre normal a ser un hombre distante y frío. ¡Daba la impresión de que odiaba tener a sus hijos cerca!

― ¿Tu madre os abandonó? ― preguntó Jaejoong ― Ella tenía dos criaturas hermosas que la necesitaban, y un esposo que la adoraba. ¿Por qué se marchó? ¿Se enamoró de otro? ¡Qué terrible!

― No. Ahora soy adulta y puedo armar el rompecabezas, con ayuda de gente que conocía a la familia en aquel tiempo. Yo apenas tenía cuatro años cuando mi madre se marchó, y realmente no la recuerdo. Pero Yunho tenía diez años, y el que lo dejara fue un golpe muy duro. Él la adoraba. Y mi padre cambió totalmente. Se dio a la bebida y se apartó de sus hijos. Yunho tuvo que ser como un padre y una madre para mí. Él me cuidó.

Jihye jugó con el borde de la copa. Pidió al camarero que se la llenase nuevamente, y dijo:

― Lo que pasó fue que el negocio de papá se arruinó. Él ya no podía dar a nuestra madre el magnífico estilo de vida que ella quería. Y entonces se marchó con alguien que podía dárselo. No fue por amor... Yunho y yo lo supimos cuando mi padre murió, y encontramos una nota entre sus cosas. ― Jihye hizo una pausa y luego siguió: ― Yunho tenía veinte años entonces, y ya tenía chicas y chicos revoloteando a su alrededor como abejas alrededor de la miel. ¡No te imaginas las molestias que se tomaban para seducirlo!  ¡Una de ellas se envió a sí misma en una falsa tarta!

» ¡Otro chico se metió desnudo en su cama! Pero él no hizo caso a ninguno. Tuvo alguna amante de vez en cuando, pero sabiendo que no le iban a pedir nada, que no se comprometería en absoluto. Y gastó su energía en levantar el negocio familiar.

― Entonces, ¿él ve a todas las mujeres y jóvenes como clones de su madre? ― preguntó Jaejoong, sufriendo por aquel niño de diez años cuya madre lo había abandonado cuando él la adoraba, y por aquella hermana suya con apenas cuatro años. No le extrañaba que Yunho pensara que nadie podía amarlo por sí mismo.

― ¡Exacto! Él se dio cuenta de lo que le había ocurrido a nuestro padre por amar a una mujer tan egoísta, y decidió que eso no le iba a suceder a él. Y no confió jamás en una mujer y en ningún docel de paso. ¡Se transformó en un terrible cínico! ― Sonrió ― Pero ya no ― Jihye puso la mano encima de la de Jaejoong, que estaba encima de la mesa ― ¡Tú le has enseñado a confiar y a amar! ¡Y no sabes lo agradecida que estoy por ello! ¡Él se merece amar y ser amado!

Incapaz de dormir, a pesar de las dos copas de vino en la cena, durante la cual Jihye y él habían charlado amigablemente, Jaejoong miró la oscuridad.

Debería haber sido una noche de relajación. Jihye y él se lo habían pasado bien bañando a Changmin, y Jihye no había dejado de hablar en toda la cena. Yunho no había aparecido. Leeteuk le había dicho que había llamado desde la oficina principal diciendo que no podría llegar hasta tarde.

Debería haber sido relajante, pero no lo había sido. Aunque le había sorprendido, lo había echado de menos.

― Cuando estéis casados viviendo en su palacio en Busan será diferente. Mi hermano no querrá trabajar tanto, y estar tanto tiempo apartado de ti y del niño.

Jaejoong había tenido que morderse la lengua para no decirle que no sería así.

En cierto modo, tenía que mantener la apariencia de que su matrimonio con Yunho era por amor, lo que tanto deleitaba a su hermana.

Pero fingir era duro.

A las diez y media, Jihye había dicho que se sentía cansada y que quería irse a la cama para estar fresca para recibir los vestidos de Milán que llegarían por la mañana temprano.

Él se había ido a la cama para no estar por allí cuando volviera Yunho.

Lo había oído llegar después de medianoche. Había estado alerta a cada movimiento que hacía él. Había oído sus pasos, primero entrando en la habitación del bebé y luego yendo a su dormitorio, al final del corredor.

Ahora, con los ojos doloridos de mirar en la oscuridad, sabía que tenía que ir adonde estaba él.

Lo que le había contado Jihye lo había impresionado. Era la explicación de muchas cosas.

El trauma del abandono de su madre y la razón por la que lo había hecho había roto su corazón. Y había hecho que desconfiara de todas las personas que se acercaban a él.

Se levantó de la cama y se cubrió con la colcha de verano porque su camisón, cortesía del buen gusto de Madame Laroche, era demasiado atrevido para un joven que quería aclarar las cosas, y no seducir.

Yunho le había pedido que dejaran atrás el pasado. ¡Pero no sería posible!

Cuando abrió la puerta de su habitación oyó el ruido de la ducha en el cuarto de baño. Reunió valor y entró:

Se dijo que no se echaría atrás. Tenía que hacer aquello si quería que su futura relación con él tuviera algún significado.

Podía aceptar que Yunho lo hubiera usado y lo hubiera abandonado. Y que sólo le hubiera propuesto matrimonio porque él había tenido un hijo suyo al que adoraba. Yunho no lo amaba. Nunca lo amaría. Tendría que aceptarlo. Pero lo que no podía aceptar era que Yunho siguiera pensando que él era un interesado que sólo buscaba su dinero.

La ducha paró. Los músculos de Jaejoong se tensaron. Aquella habitación era muy masculina, pensó.

Y en aquel momento un hombre muy masculino apareció en la puerta del cuarto de baño. Estaba desnudo.

Jaejoong se cubrió con la colcha en un movimiento reflejo. Se estremeció al verlo.

Era muy hermoso, y él sintió un calor en su vientre. Se le aflojaron las piernas. Debería haber apartado la mirada. Pero no podía. Se le hizo un nudo en la garganta y no pudo explicar su presencia allí; en su cuarto. Yunho fue hacia él, con una sonrisa sardónica en la boca.

― Tenemos que empezar en términos iguales, yobo ― Yunho le quitó la colcha, que él apretaba firmemente.

Se puso colorado. Se sentía horriblemente expuesto con aquel camisón que apenas cubría su cuerpo.

― ¿Qué...? ¿Qué estás haciendo? ― se quejó Jaejoong.

― ¿Y tú qué piensas? ― preguntó él con ojos maliciosos ― Estoy complaciendo a mi futuro esposo tomando lo que me ofrece.

― Pero... ― él negó con la cabeza. Pero lo asaltó el deseo.

Perdió totalmente el control. Como la primera vez, pensó. Le temblaban las rodillas.

Su intención de hablar con él se borró de repente. Tal vez hubiera ido a aquello y lo hubiera disfrazado con la excusa de hablar con él, pensó.

Pero la realidad era que estaba ardiendo de deseo.

Le hubiera gustado decirle que no había dejado de amarlo nunca, pero no se atrevía porque no le habría creído.

Yunho tiró de él, y sintió la dureza de su erección contra su cuerpo. Lo oyó gruñir masculinamente y luego él lo besó apasionadamente.

Yunho dejó de besarlo y lo levantó en brazos y lo llevó a la cama, donde lo tumbó cuidadosamente y se puso a su lado. Lo miró a los ojos, y le dijo:

― Cuando te miro te deseo desesperadamente.

Volvió a bajar la cabeza y tomó uno de sus pezones entre sus dientes, y acarició su cuerpo con manos expertas.

Aquella sensación la hizo estremecer de los pies a la cabeza. Tomó el otro pezón, y entonces lo oyó decir:

― ¡Hazme el amor, Yunho!

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Continuara \\(^_^)//...

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