Era una tarde de lluvia cuando Jaejoong
oyó el ruido de la llegada del coche de Yunho. No había duda.
Él sintió un nudo en el estómago y
recogió las cosas de aseo en un bolso y siguió a su padre mientras este bajaba
su maleta., lo habían dejado solo hasta la hora de comer, y luego su madre
había entrado en su habitación.
― Cambia esa cara ― le dijo Megumi― Primero compras, y luego tienes que hacer
las maletas. Yunho te recogerá sobre las cuatro.
¿Cuándo había decidido su madre
representar aquel papel de mujer decidida? Era irritante...
― Si piensas que me voy a ir con él, estas
equivocada.
― ¡No seas chiquilin! No es propio de ti, Jaejoong.
Sé que esta mañana ha sido un shock, para todos nosotros, pero alguna vez debes
de haber pensado que él era especial. Es el padre de tu bebe, después de todo.
¡Él no quería recordarlo!
― Tu padre y yo hemos tenido una larga
conversación con el después de que tú te fueras. Se ha tomado en serio sus
responsabilidades, Jaejoong. Está decidido a que te relajes antes de dar a luz.
Tiene interés en el bienestar del bebe, después de todo... Y en eso estoy de
acuerdo totalmente con él. Te he estado diciendo todo este tiempo que no es
bueno para ti ni para él bebe que lleves el negocio tu solo. En mi opinión, y
en la de tu padre, él es un hombre íntegro.
Él no podía creerlo.
― Él nos ha asegurado que tú tendrás los
mejores cuidados, y que tendrás un obstetra privado de renombre que pagara él,
todas las cosas que nosotros no podríamos darte. Y para dejarnos tranquilos,
mañana enviara un coche con un conductor para recogernos a tu padre y a mí,
para que nos quedemos contigo un par de días y quedemos convencidos de que todo
va bien. Y mientras estemos contigo, su abogado redactara un documento,
estableciendo la cantidad que te pagara como manutención del bebe, cantidad que
será la adecuada y justa.
Evidentemente, Yunho había puesto a sus
padres de su parte.
¿Y él no tenía nada que decir, según
ellos?
Se trataba de su bebe, de su cuerpo. No
lo iban a empaquetar como si fuera un bulto, trasportado y llevado a algún
sitio en el que él no quería estar.
― Muy correcto. Muy organizado. Pero dime,
¿cómo os vais a arreglar papa y tú sin mi contribución económica?
― Eso ya está todo arreglado. Él le ha dado un
cheque a tu padre para cubrir tus ingresos de los próximos seis meses. Un
cheque muy generoso, si me permites decirlo...
Después de otras cosas por el estilo, Jaejoong
se resignó e intentó no preocuparse demasiado porque no sería bueno para su
bebé.
Y tenía que admitir que a él también le
preocupaba la perspectiva de ser un eomma soltero. La situación sería
soportable, si Yunho cumplía con lo que había dicho y apenas aparecía por la
casa.
Aun así, no pensaba darle la
satisfacción de que supiera lo fácilmente que había cedido. Así que irguió la
espalda y lo miró con frialdad cuando se encontró con él en el vestíbulo.
Estaba tan atractivo como siempre.
Llevaba un traje gris de seda con mohair a medida, que resaltaba sus anchos
hombros y estrechas caderas.
Sus ojos fríos estaban empañados por sus
largas pestañas cuando él hizo su aparición.
Sintió una punzada de excitación sexual,
totalmente fuera de lugar. Cuando él se acercó, y le dijo sin mirarlo:
― Hago esto contra mi voluntad, para que lo
sepas.
― ¿De verdad? ― dijo él― o ¿Por qué? ¿Por el arreglo económico? Tus
padres parecen satisfechos.
― Bueno, es posible. Pero no es suficiente... –dijo él, expresando sus pensamientos en voz alta.
Deseó que su niño tuviera un padre
apropiado, uno que los quisiera a ambos, que estuviera a su lado de forma
permanente, uno que no pensara que el dinero era lo único que contaba.
― Me imaginaba que no ― dijo él― o pero no voy a ofrecerte más. He cometido
un error, y acepto la responsabilidad que supone. Mantendré al niño
económicamente, y ésta es mi oferta final.
Demasiado arrogante y despreciativo,
pensó Jaejoong.
Jaejoong miró por la luna del coche,
odiándolo. ¡Creía que él quería más dinero!
Él había dicho «error». Se refería
cínicamente a aquella primera vez, cuando Yunho había estado demasiado dominado
por la lascivia como para pensar en la contracepción, y él había estado
demasiado abrumado por la sensación de haberse enamorado por primera vez como para
pensar en las repercusiones.
Y sus declaraciones de amor no habían
tenido otro fin que el asegurarse el poder tener más de lo mismo mientras él
estuviera en la isla. Declaraciones que lo habían hecho creer que estaba en el
paraíso.
«¡Desgraciado!», pensó.
¡Y pensar que él había hecho planes para
irse con él a Corea! Tal vez poner un pequeño restaurante juntos.
¡Qué tonto había sido!
Eso había sido antes de descubrir lo que
él había ocultado tan cuidadosamente: que era rico.
Lo había ocultado porque había pensado
que él podía querer meter las manos en su riqueza.
Así que lo dejaría seguir pensando que él
quería que le diera más dinero para mantener a su hijo. No le diría que cuando él
había dicho aquello en lo que había pensado era en una familia de verdad, en
una madre, un padre y un niño que se querían y cuidaban, ¡todo ese cuento de hadas!
Los hombres como él, mentirosos y
sinvergüenzas, automáticamente pensaban lo peor de todo el mundo.
Y él no iba a poder cambiar al género
humano. Así que se ahorraría palabras.
― Tienes que cambiar tu actitud ― dijo Yunho ― Querías que todo saliera a tu gusto, pero no
lo has conseguido. Acéptalo y deja de actuar como un niño caprichoso que acaba
de descubrir que no puede tenerlo todo. Mientras estés en mi casa de Seúl
tratarás a mi ama de llaves, Park Leeteuk y a su esposo, KangIn con el respeto
que se merecen. Espero no volver a ver tu comportamiento maleducado ― lo miró ― Puedes ser dulce y encantador cuando
quieres, como bien sé yo, a mi coste.
Yunho frunció el ceño.
Se lamentó de haber aludido al pasado.
Eso era pasado. Lo mejor era olvidarlo. Al parecer, a su lado, él cometía
muchos errores.
― ¿«A mi Coste»? ― repitió Jae ― ¡Dudo que notes siquiera el dinero que vayas
a pagar por nuestro bebé!
«Nuestro
bebé», pensó Jaejoong.
¿Desde cuándo hablaba en plural de ellos?, se preguntó.
Si Yunho lo hubiera querido como le
había dicho, él se habría sentido feliz de compartir la felicidad de un niño.
Pero ahora que sabía el daño que le había hecho, lo enfurecía pensar en ello.
Yunho intentó relajar las manos sobre el
volante.
Él no había tenido reparo en aclarar que
se trataba de una cuestión económica estrictamente, pensó él.
Jaejoong se sintió aliviado cuando
llegaron a su destino, después de un largo viaje caracterizado sólo por esos
escasos intercambios tensos.
Debería haber sabido que su casa sería
una elegante casa de ciudad en una tranquila plaza de Seúl, y que destilaba
discretamente poder y riqueza. Pero no fue eso lo que lo hizo sentir nervioso.
¿Lo tratarían los Park, a cuyo cuidado
estaría, como a un gato abandonado que su jefe había recogido de algún sitio?
¿O como a un hombre pecador?
¡No aguantaría ninguna de las dos cosas,
y se marcharía en el primer vuelo!
― Ven ― dijo Yunho con impaciencia, llevando
su maleta.
Jaejoong lo siguió. Al parecer, él era
una molestia de la que quería desentenderse cuanto antes, pensó.
¿Y por qué le extrañaba? No era nada
nuevo. ¿Por qué tenía ganas de llorar entonces?
Probablemente se debía al caos hormonal
del embarazo, pensó él, pestañeando para quitarse la humedad de los ojos.
Cuando los abrió, vio a un hombre pequeño
vestido con un traje negro, pelo cano y corto, y una sonrisa que contrastaba
con su aspecto severo.
― Leeteuk, siento haber llegado tarde. Me temo
que han retenido algunos asuntos ― dijo él con tono cálido.
El tono que había empleado con él alguna
vez. Y Jaejoong se sintió excluido de repente. Yunho se giró, y dijo:
― Leeteuk, te presento a Kim Jaejoong. Como te
he dicho, necesita descanso y relajación y espero que vosotros se lo deis.
Jaejoong se sintió incómodo. Pero se relajó
cuando vio que el hombre lo miraba con una sonrisa.
― ¡Lo disfrutaré! ― Le dijo ― Ven, Jaejoong. He retrasado un poco la cena,
pero supongo que querrás refrescarte primero. Te mostraré tu habitación, querido…
¡KangIn!
Como por arte de magia un hombre grande
apareció silenciosamente. Saludo a Jaejoong y agarro la maleta antes de
dirigirse a la impresionante escalera.
― Jaejoong va a comer en su habitación cuando
se instale ― dijo Yunho ― Yo
solo tomare un sándwich y café en mi estudio mañana me voy a los Estados Unidos
a primera hora de la mañana, y tengo trabajo que terminar antes. Y, Leeteuk, no
te molestes en hacerme la maleta. Yo lo haré.
Ni una palabra dirigida a él, pensó Jaejoong
cuando lo vio marcharse. Él no sabía si sentirse ofendido o aliviado.
Pero ¿Qué había esperado? ¿Un emotivo
adiós? ¿Una promesa de que lo llamaría más tarde por si necesitaba algo?
«¡Vuelve
a la realidad!», se dijo.
Se trataba de un hombre que no quería
que un día le echase en cara su evasión de responsabilidades en cuanto a niño y
eomma. Yunho quería dejar todo bien atado en un documento y que quedara todo claro.
Así que debía ponerse contento de que
probablemente el desapareciera yéndose a los Estados Unidos hasta que él diera
a luz y supiera que había vuelto a Rising Sun.
Jaejoong siguió a Leeteuk.
Estar cerca de él era más traumático que
aceptar su ausencia.
Una semana más tarde, él estaba excitado
porque cada vez faltaba menos tiempo para que pudiera tener al bebé en sus
brazos.
El jardín del fondo estaba muy verde y
era un oasis de tranquilidad en el corazón de la incansable ciudad. KangIn se
ocupaba de él con esmero, y a Jaejoong le gustaba ayudar cuando podía, pero el
hombre no lo dejaba hacer mucho.
Le gustaba desayunar en la terraza
cuando el tiempo estaba bueno. Y aquella mañana era espectacular.
― ¿Has dormido bien? ― preguntó Leeteuk mientras quitaba la
bandeja del té, el zumo de naranja y las tostadas de la bandeja y las colocaba
en la mesa.
― Más o menos ― sonrió Jaejoong.
En aquel estadio de su embarazo era
imposible estar cómodo en la cama.
― Recuerda lo que te ha dicho el señor Lee.
― Que debo decirte cuándo empiezan las contracciones
y que KangIn me llevará en coche a la clínica ― respondió automáticamente Jaejoong.
Luego, al ver el ceño fruncido de Leeteuk, agregó ― Lo siento... ¡Por supuesto que lo recuerdo!
Se había hecho muchas pruebas a pedido
del obstetra, el señor Lee, pero no conforme con ello, había pedido que le
mostrasen la clínica. Y se había quedado con la boca abierta al ver que aquello
parecía más un hotel de cinco estrellas que un hospital maternal.
Lo que demostraba que Yunho no
escatimaba dinero en sus obligaciones. Sus ojos se nublaron con lágrimas cuando
Leeteuk se marchó.
El padre del bebé debía ser quien
recibiera al bebé cuando éste hiciera su aparición. Él debería ser quien lo
llevase al hospital... Quien se quedase con él…
Despreciándose por sentirse tan
sensible, agarró el zumo de naranja.
¿Qué diablos le pasaba?
Por supuesto que Leeteuk y KangIn serían
quienes lo acompañarían en todo el proceso. Desde que había llegado allí lo
habían cuidado como a un hijo y a un huésped muy valioso. Mientras que el
sinvergüenza no había aparecido, ni se había puesto en contacto con él. Sólo
había llamado por teléfono ocasionalmente, al parecer, para estar al corriente
de lo que sucedía a través del ama de llaves, Jaejoong suponía, para supervisar
que él no se estaba comportando descortésmente con sus empleados.
Con la mano temblorosa, se sirvió té en
una taza de porcelana.
― ¿No vas a comer las tostadas? ― oyó una voz. Jaejoong puso la tetera en la mesa de golpe.
¿Cuánto tiempo llevaba mirándolo Yunho
desde la puerta?
Jae sintió una punzada de deseo,
destruyendo lo que le quedaba de autoestima. ¿Cómo podía reaccionar así su
cuerpo ante un hombre que lo había engañado tan miserablemente y luego lo había abandonado?
Turbado por la emoción, Jaejoong lo
observó caminar hacia donde estaba sentado. El corazón de Jaejoong latió
aceleradamente. No podía leer su mente, ni adivinar lo que escondía el brillo
empañado de sus ojos.
Elegante y distante, lo vio acercarse
con aquellos hombros anchos y aquellas piernas fuertes. Pero Yunho no había
sido siempre distante.
Enfadado consigo mismo, Jaejoong agitó
la cabeza al recordar cómo había sido la relación entre ellos.
― No quieres que vaya hacia ti. Acabas de
agitarla cabeza ― dijo él, apartando una silla. Se sentó
― Agitas la cabeza hacia mí.
― No puedo impedírtelo ― dijo él sin mirarlo. No podía.
Lo único que podía hacer para disimular
aquella excitación sexual que Yunho le provocaba era fingir indiferencia.
― Es verdad.
¡Tenía la desfachatez de hablar con tono
jocoso!, pensó él.
― Veo que tu carácter no ha mejorado. Pero tu
aspecto, sí. Estás mucho mejor, menos cansado. Y hermoso, por supuesto ― dijo
Yunho.
― Sí. Es cierto.
¡Él era un monstruo! «Hermoso» podía aplicarse a una modelo, ¡no a una mujer con su aspecto!, pensó él.
― ¿A qué has venido? ― preguntó Jaejoong, sin rodeos.
― Es mi casa. O una de ellas. Y quería saber
si has firmado el acuerdo, si tus padres estaban satisfechos con mi provisión
para que el niño tenga un futuro seguro.
― Es satisfactorio ― respondió él, disimulando una sonrisa
pícara.
Pronto él descubriría que le había
pedido a ese abogado suyo que redujera el monto propuesto en unos tres cuartos.
Él quería la tranquilidad de saber que si el negocio le iba mal, su hijo
tendría las necesidades básicas cubiertas. ¡No quería vivir lujosamente a sus
expensas!
― Bien ― respondió Yunho con dureza.
Y se reprimió un comentario cínico
señalando que por fin él había decidido cortar por lo sano y conformarse con lo
que pudiera sacarle.
― ¿Y tus padres han disfrutado de su corta
estancia aquí?
Jaejoong asintió. No iba a hablar de
ello. Del modo en que su madre había babeado mirando su casa, sus cuadros
valiosos y hermosas antigüedades, recordando seguramente las cosas que había
habido en Rising Sun y que habían tenido que vender para pagar sus deudas.
Ni lo que había dicho su madre:
― Es triste, pero tenemos que aceptarlo. No
podemos esperar que Yunho se case contigo.
Un hombre de su posición tendrá montones
de mujeres y jóvenes ricos y hermosos a su disposición.
Yunho pensó que en verdad no sabía qué
estaba haciendo allí. Su intención había sido quedarse fuera hasta tener
noticias de Leeteuk de que él ya había dado a luz, y que después de un adecuado
intervalo, lo habían llevado a Rising Sun nuevamente al cuidado de sus padres.
Y luego de cumplir con sus obligaciones económicas, olvidarse de él para
siempre.
Pero algo que no sabía qué era lo había
llevado a alterar sus planes.
¿Estar con Jae cuando naciera el niño?
¿Para apoyarlo y reconfortarlo?
¡No era posible!
Su cuerpo se tensó.
¿Para estar tranquilo de que todo iba
bien y que Jae tenía mejor cara? Era posible. Muy posible, de hecho.
Ciertamente más cerca de la verdad que
lo que le había contestado. Él no era un hombre sin corazón. O no
completamente.
Satisfecho con aquella respuesta, Yunho
se relajó y lo observó.
Era verdad. A pesar de que él no le
hubiera creído, era hermoso. Sus enormes ojos negros, su piel blanca sedosa,
esa cara bonita, y hasta ese cuerpo voluminoso, tenían una belleza que lo
conmovía profundamente.
Su mirada bajó hasta aquella boca
sensual, el único rasgo que contradecía todo aquel aspecto de inocencia.
Yunho sintió que se excitaba, y cerró
los ojos.
«¡Dios
mío!», pensó.
Ahora ya sabía el tipo de hombre que
era. No lo sorprendería desprevenido. Cuando lo volvió a mirar, sus ojos
estaban fríos.
― Termina de desayunar ― se levantó de repente y se marchó.
No veía la hora de que llegara el
nacimiento. A partir de entonces un hombre de su equipo de seguridad se
ocuparía de velar por el bienestar del niño y de tenerlo al corriente de todo.
Pero él no volvería a tener relación con
el eomma.
Jaejoong tenía contracciones cada diez
minutos. Estaba sentado al borde de la cama.
¿Podía venir un primer bebé una semana
antes?
¿Y cómo se sabía si era una falsa alarma
del parto?
Todo lo que le habían dicho en la
clínica parecía habérsele olvidado. Se puso las zapatillas, agarró su viejo
chubasquero del armario y tomó la pequeña bolsa que llevaba preparada desde
hacía días. Se preguntó si debía despertar a Leeteuk y a KangIn. No se
molestarían si era una falsa alarma.
Pero en el corredor tuvo una contracción
muy fuerte, que lo sorprendió, y lo hizo agarrarse de una mesa que tenía a
mano. Aquello lo hizo pensar que el trabajo de parto era real.
Casi inmediatamente se abrieron dos
puertas. Yunho se estaba poniendo un par de pantalones, saltando en una pierna,
con el pelo despeinado. Y Leeteuk se estaba poniendo una chaqueta tejida a
mano.
― Yo lo llevaré, Leeteuk. Vuelve a la cama ― dijo Yunho, y miró a Jaejoong.
Éste estaba en camisón, con una horrible
chaqueta sobre su voluminoso vientre, con gotas de sudor en la frente.
― Nos ahorrará tiempo ― le dijo a Leeteuk ― Tú quédate ahí ― le dijo a Jaejoong― Iré
a buscar el coche ― se dirigió a Jaejoong.
Jaejoong lo vio bajar las escaleras a
toda prisa, ponerse un jersey mientras bajaba.
Parecía un nervioso futuro padre. Era
una idea bonita. Pero no era verdad, pensó Jaejoong.
>>>♥<<<
― ¡Es tan perfecto! ― Jaejoong miró al bebé con ojos de amor, y luego miró a su padre.
Para su sorpresa y gratitud, Yunho no lo
había dejado solo un momento, animándolo, halagándolo, dando órdenes al grupo
de médicos, como si supiera lo que él necesitaba, tomándole la mano y secándole
la frente.
Yunho, en estado de shock, tocó la
mejilla suave de su hijo, miró sus ojos, y se enterneció. Su hijo.
Carne de su carne.
Sintió un nudo en la garganta.
¿Cómo había podido, por un solo momento,
pensar que podría vivir apartado de su hijo?
En ese caso no vería la primera sonrisa
de aquel diminuto milagro, ni oiría su primera palabra, ni vería dar sus
primeros pasos, ni guiaría su infancia y adolescencia, ni lo vería
transformarse en hombre...
¡Madre de Dios! Debía de haber estado
loco si había pensado que podía renunciar a su hijo.
Él no era como su padre. ¡Se moriría
antes de negarle su corazón a su hijo sólo porque su eomma fuese un lagarto!
― Iré a telefonear a tus padres para darles la
noticia ― se excusó él.
Y dejó a su hijo con aquel joven
avaricioso, pensando que tendría que establecer unas duras y rápidas normas
para el futuro.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Que lindo que Yunho estuvo ahi para Jaejoong ojala que no quiera pelear la custodia de su hijo por lo que esta pensando y que se de cuenta que Jae no sabia nada de que el era rico y se arregle todo gracias por el capitulo
ResponderEliminarpor fin nació el bebe de Jae y Yunho muy feliz al recibir a su primer bebe espero que pronto se de cuenta Yunho de la inocencia de Jae y que se quede con Jae y su bebe a formar la familia perfecta por que así lo desean los dos estar juntos con el amor de su vida y su hermoso bebe
ResponderEliminarGracias
Que hermoso, ya nacio el bebé, ojala el cabeza dura de Yunho sepa toda la verdad y demustre a Jae su amor.
ResponderEliminarGracias!!!
Me gusta mucho este fic.
ResponderEliminarMe alegra que Yunho estuviera hay cuando JaeJoong tuvo a su bebe. Ojalá que no sea tan tontito y quiera quitárselo.
😍😍😍😍😍😍
ResponderEliminarOwwwww espero que yunho se de cuenta rapido qur jae no es la clase de personas que piensa :(
Ahora lo mas importante para jae sera su hijo :)
😍❤😁 gracias por el capitulo.
Yunho es muy duro con Jae,piensa que quiere su dinero cuando no es asi,que bueno que Yunho estaba alli cuando nacio su hijo y ayudo a Jae
ResponderEliminarJAE debío verse precioso con ese bebe en brazós, ya de por sí es lindo con ese club de sobrinos suyos.😊😊 era de esperarse que Yunho no sería capas de separarse de su bebé una vez teniendolo enfrente. Ahora ese nenito hara que su guapo pero tonto y cruel padre se de cuenta del error que cometió. JAE SE LINDO CONQUISTALOOOO Y HAZ QUE TE PIDA PERDOOON😉
ResponderEliminarno me gusta este yunho.. aunque obtiene un punto por haber acompañado a jj.
ResponderEliminarYunho merece un par de bofetadas, su actitud hacia Jae no me gusta. Además JaeJoong tampoco ha hecho meritos para aclararle que no quiere sudinero -.-
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