jueves, 26 de enero de 2017

Belleza e Inocencia. Cap 5



Era una tarde de lluvia cuando Jaejoong oyó el ruido de la llegada del coche de Yunho. No había duda.

Él sintió un nudo en el estómago y recogió las cosas de aseo en un bolso y siguió a su padre mientras este bajaba su maleta., lo habían dejado solo hasta la hora de comer, y luego su madre había entrado en su habitación.

Cambia esa cara ― le dijo Megumi― Primero compras, y luego tienes que hacer las maletas. Yunho te recogerá sobre las cuatro.


¿Cuándo había decidido su madre representar aquel papel de mujer decidida? Era irritante...

Si piensas que me voy a ir con él, estas equivocada.

¡No seas chiquilin! No es propio de ti, Jaejoong. Sé que esta mañana ha sido un shock, para todos nosotros, pero alguna vez debes de haber pensado que él era especial. Es el padre de tu bebe, después de todo.

¡Él no quería recordarlo!

Tu padre y yo hemos tenido una larga conversación con el después de que tú te fueras. Se ha tomado en serio sus responsabilidades, Jaejoong. Está decidido a que te relajes antes de dar a luz. Tiene interés en el bienestar del bebe, después de todo... Y en eso estoy de acuerdo totalmente con él. Te he estado diciendo todo este tiempo que no es bueno para ti ni para él bebe que lleves el negocio tu solo. En mi opinión, y en la de tu padre, él es un hombre íntegro.

Él no podía creerlo.

Él nos ha asegurado que tú tendrás los mejores cuidados, y que tendrás un obstetra privado de renombre que pagara él, todas las cosas que nosotros no podríamos darte. Y para dejarnos tranquilos, mañana enviara un coche con un conductor para recogernos a tu padre y a mí, para que nos quedemos contigo un par de días y quedemos convencidos de que todo va bien. Y mientras estemos contigo, su abogado redactara un documento, estableciendo la cantidad que te pagara como manutención del bebe, cantidad que será la adecuada y justa.

Evidentemente, Yunho había puesto a sus padres de su parte.

¿Y él no tenía nada que decir, según ellos?

Se trataba de su bebe, de su cuerpo. No lo iban a empaquetar como si fuera un bulto, trasportado y llevado a algún sitio en el que él no quería estar.

Muy correcto. Muy organizado. Pero dime, ¿cómo os vais a arreglar papa y tú sin mi contribución económica?

Eso ya está todo arreglado. Él le ha dado un cheque a tu padre para cubrir tus ingresos de los próximos seis meses. Un cheque muy generoso, si me permites decirlo...

Después de otras cosas por el estilo, Jaejoong se resignó e intentó no preocuparse demasiado porque no sería bueno para su bebé.

Y tenía que admitir que a él también le preocupaba la perspectiva de ser un eomma soltero. La situación sería soportable, si Yunho cumplía con lo que había dicho y apenas aparecía por la casa.

Aun así, no pensaba darle la satisfacción de que supiera lo fácilmente que había cedido. Así que irguió la espalda y lo miró con frialdad cuando se encontró con él en el vestíbulo.

Estaba tan atractivo como siempre. Llevaba un traje gris de seda con mohair a medida, que resaltaba sus anchos hombros y estrechas caderas.

Sus ojos fríos estaban empañados por sus largas pestañas cuando él hizo su aparición.

Sintió una punzada de excitación sexual, totalmente fuera de lugar. Cuando él se acercó, y le dijo sin mirarlo:

Hago esto contra mi voluntad, para que lo sepas.

¿De verdad? ― dijo él― o ¿Por qué? ¿Por el arreglo económico? Tus padres parecen satisfechos.

Bueno, es posible. Pero no es suficiente... –dijo él, expresando sus pensamientos en voz alta.

Deseó que su niño tuviera un padre apropiado, uno que los quisiera a ambos, que estuviera a su lado de forma permanente, uno que no pensara que el dinero era lo único que contaba.

Me imaginaba que no ― dijo él― o pero no voy a ofrecerte más. He cometido un error, y acepto la responsabilidad que supone. Mantendré al niño económicamente, y ésta es mi oferta final.

Demasiado arrogante y despreciativo, pensó Jaejoong.

Jaejoong miró por la luna del coche, odiándolo. ¡Creía que él quería más dinero!

Él había dicho «error». Se refería cínicamente a aquella primera vez, cuando Yunho había estado demasiado dominado por la lascivia como para pensar en la contracepción, y él había estado demasiado abrumado por la sensación de haberse enamorado por primera vez como para pensar en las repercusiones.

Y sus declaraciones de amor no habían tenido otro fin que el asegurarse el poder tener más de lo mismo mientras él estuviera en la isla. Declaraciones que lo habían hecho creer que estaba en el paraíso.

«¡Desgraciado!», pensó.

¡Y pensar que él había hecho planes para irse con él a Corea! Tal vez poner un pequeño restaurante juntos.

¡Qué tonto había sido!

Eso había sido antes de descubrir lo que él había ocultado tan cuidadosamente: que era rico.

Lo había ocultado porque había pensado que él podía querer meter las manos en su riqueza.

Así que lo dejaría seguir pensando que él quería que le diera más dinero para mantener a su hijo. No le diría que cuando él había dicho aquello en lo que había pensado era en una familia de verdad, en una madre, un padre y un niño que se querían y cuidaban, ¡todo ese cuento de hadas!

Los hombres como él, mentirosos y sinvergüenzas, automáticamente pensaban lo peor de todo el mundo.

Y él no iba a poder cambiar al género humano. Así que se ahorraría palabras.



Tienes que cambiar tu actitud ― dijo Yunho ― Querías que todo saliera a tu gusto, pero no lo has conseguido. Acéptalo y deja de actuar como un niño caprichoso que acaba de descubrir que no puede tenerlo todo. Mientras estés en mi casa de Seúl tratarás a mi ama de llaves, Park Leeteuk y a su esposo, KangIn con el respeto que se merecen. Espero no volver a ver tu comportamiento maleducado ― lo miró ― Puedes ser dulce y encantador cuando quieres, como bien sé yo, a mi coste.

Yunho frunció el ceño.

Se lamentó de haber aludido al pasado. Eso era pasado. Lo mejor era olvidarlo. Al parecer, a su lado, él cometía muchos errores.

¿«A mi Coste»? ― repitió Jae ― ¡Dudo que notes siquiera el dinero que vayas a pagar por nuestro bebé!

«Nuestro bebé», pensó Jaejoong. ¿Desde cuándo hablaba en plural de ellos?, se preguntó.

Si Yunho lo hubiera querido como le había dicho, él se habría sentido feliz de compartir la felicidad de un niño. Pero ahora que sabía el daño que le había hecho, lo enfurecía pensar en ello.

Yunho intentó relajar las manos sobre el volante.

Él no había tenido reparo en aclarar que se trataba de una cuestión económica estrictamente, pensó él.

Jaejoong se sintió aliviado cuando llegaron a su destino, después de un largo viaje caracterizado sólo por esos escasos intercambios tensos.

Debería haber sabido que su casa sería una elegante casa de ciudad en una tranquila plaza de Seúl, y que destilaba discretamente poder y riqueza. Pero no fue eso lo que lo hizo sentir nervioso.

¿Lo tratarían los Park, a cuyo cuidado estaría, como a un gato abandonado que su jefe había recogido de algún sitio? ¿O como a un hombre pecador?

¡No aguantaría ninguna de las dos cosas, y se marcharía en el primer vuelo!

Ven ― dijo Yunho con impaciencia, llevando su maleta.

Jaejoong lo siguió. Al parecer, él era una molestia de la que quería desentenderse cuanto antes, pensó.

¿Y por qué le extrañaba? No era nada nuevo. ¿Por qué tenía ganas de llorar entonces?

Probablemente se debía al caos hormonal del embarazo, pensó él, pestañeando para quitarse la humedad de los ojos.

Cuando los abrió, vio a un hombre pequeño vestido con un traje negro, pelo cano y corto, y una sonrisa que contrastaba con su aspecto severo.

Leeteuk, siento haber llegado tarde. Me temo que han retenido algunos asuntos ― dijo él con tono cálido.

El tono que había empleado con él alguna vez. Y Jaejoong se sintió excluido de repente. Yunho se giró, y dijo:

Leeteuk, te presento a Kim Jaejoong. Como te he dicho, necesita descanso y relajación y espero que vosotros se lo deis.

Jaejoong se sintió incómodo. Pero se relajó cuando vio que el hombre lo miraba con una sonrisa.

¡Lo disfrutaré! ― Le dijo ― Ven, Jaejoong. He retrasado un poco la cena, pero supongo que querrás refrescarte primero. Te mostraré tu habitación, querido… ¡KangIn!

Como por arte de magia un hombre grande apareció silenciosamente. Saludo a Jaejoong y agarro la maleta antes de dirigirse a la impresionante escalera.

Jaejoong va a comer en su habitación cuando se instale ― dijo Yunho ― Yo solo tomare un sándwich y café en mi estudio mañana me voy a los Estados Unidos a primera hora de la mañana, y tengo trabajo que terminar antes. Y, Leeteuk, no te molestes en hacerme la maleta. Yo lo haré.

Ni una palabra dirigida a él, pensó Jaejoong cuando lo vio marcharse. Él no sabía si sentirse ofendido o aliviado.

Pero ¿Qué había esperado? ¿Un emotivo adiós? ¿Una promesa de que lo llamaría más tarde por si necesitaba algo?

«¡Vuelve a la realidad!», se dijo.

Se trataba de un hombre que no quería que un día le echase en cara su evasión de responsabilidades en cuanto a niño y eomma. Yunho quería dejar todo bien atado en un documento y que quedara todo claro.

Así que debía ponerse contento de que probablemente el desapareciera yéndose a los Estados Unidos hasta que él diera a luz y supiera que había vuelto a Rising Sun.

Jaejoong siguió a Leeteuk.

Estar cerca de él era más traumático que aceptar su ausencia.

Una semana más tarde, él estaba excitado porque cada vez faltaba menos tiempo para que pudiera tener al bebé en sus brazos.

El jardín del fondo estaba muy verde y era un oasis de tranquilidad en el corazón de la incansable ciudad. KangIn se ocupaba de él con esmero, y a Jaejoong le gustaba ayudar cuando podía, pero el hombre no lo dejaba hacer mucho.

Le gustaba desayunar en la terraza cuando el tiempo estaba bueno. Y aquella mañana era espectacular.

¿Has dormido bien? ― preguntó Leeteuk mientras quitaba la bandeja del té, el zumo de naranja y las tostadas de la bandeja y las colocaba en la mesa.

Más o menos ― sonrió Jaejoong.

En aquel estadio de su embarazo era imposible estar cómodo en la cama.

Recuerda lo que te ha dicho el señor Lee.

Que debo decirte cuándo empiezan las contracciones y que KangIn me llevará en coche a la clínica ― respondió automáticamente Jaejoong. Luego, al ver el ceño fruncido de Leeteuk, agregó ― Lo siento... ¡Por supuesto que lo recuerdo!

Se había hecho muchas pruebas a pedido del obstetra, el señor Lee, pero no conforme con ello, había pedido que le mostrasen la clínica. Y se había quedado con la boca abierta al ver que aquello parecía más un hotel de cinco estrellas que un hospital maternal.

Lo que demostraba que Yunho no escatimaba dinero en sus obligaciones. Sus ojos se nublaron con lágrimas cuando Leeteuk se marchó.

El padre del bebé debía ser quien recibiera al bebé cuando éste hiciera su aparición. Él debería ser quien lo llevase al hospital... Quien se quedase con él…

Despreciándose por sentirse tan sensible, agarró el zumo de naranja.

¿Qué diablos le pasaba?

Por supuesto que Leeteuk y KangIn serían quienes lo acompañarían en todo el proceso. Desde que había llegado allí lo habían cuidado como a un hijo y a un huésped muy valioso. Mientras que el sinvergüenza no había aparecido, ni se había puesto en contacto con él. Sólo había llamado por teléfono ocasionalmente, al parecer, para estar al corriente de lo que sucedía a través del ama de llaves, Jaejoong suponía, para supervisar que él no se estaba comportando descortésmente con sus empleados.

Con la mano temblorosa, se sirvió té en una taza de porcelana.

¿No vas a comer las tostadas? ― oyó una voz. Jaejoong puso la tetera en la mesa de golpe.

¿Cuánto tiempo llevaba mirándolo Yunho desde la puerta?

Jae sintió una punzada de deseo, destruyendo lo que le quedaba de autoestima. ¿Cómo podía reaccionar así su cuerpo ante un hombre que lo había engañado tan miserablemente y luego lo había abandonado?

Turbado por la emoción, Jaejoong lo observó caminar hacia donde estaba sentado. El corazón de Jaejoong latió aceleradamente. No podía leer su mente, ni adivinar lo que escondía el brillo empañado de sus ojos.

Elegante y distante, lo vio acercarse con aquellos hombros anchos y aquellas piernas fuertes. Pero Yunho no había sido siempre distante.

Enfadado consigo mismo, Jaejoong agitó la cabeza al recordar cómo había sido la relación entre ellos.

No quieres que vaya hacia ti. Acabas de agitarla cabeza ― dijo él, apartando una silla. Se sentó ― Agitas la cabeza hacia mí.

No puedo impedírtelo ― dijo él sin mirarlo. No podía.

Lo único que podía hacer para disimular aquella excitación sexual que Yunho le provocaba era fingir indiferencia.

Es verdad.

¡Tenía la desfachatez de hablar con tono jocoso!, pensó él.

Veo que tu carácter no ha mejorado. Pero tu aspecto, sí. Estás mucho mejor, menos cansado. Y hermoso, por supuesto ― dijo Yunho.

Sí. Es cierto.

¡Él era un monstruo! «Hermoso» podía aplicarse a una modelo, ¡no a una mujer con su aspecto!, pensó él.

¿A qué has venido? ― preguntó Jaejoong, sin rodeos.

Es mi casa. O una de ellas. Y quería saber si has firmado el acuerdo, si tus padres estaban satisfechos con mi provisión para que el niño tenga un futuro seguro.

Es satisfactorio ― respondió él, disimulando una sonrisa pícara.

Pronto él descubriría que le había pedido a ese abogado suyo que redujera el monto propuesto en unos tres cuartos. Él quería la tranquilidad de saber que si el negocio le iba mal, su hijo tendría las necesidades básicas cubiertas. ¡No quería vivir lujosamente a sus expensas!

Bien ― respondió Yunho con dureza.

Y se reprimió un comentario cínico señalando que por fin él había decidido cortar por lo sano y conformarse con lo que pudiera sacarle.

¿Y tus padres han disfrutado de su corta estancia aquí?

Jaejoong asintió. No iba a hablar de ello. Del modo en que su madre había babeado mirando su casa, sus cuadros valiosos y hermosas antigüedades, recordando seguramente las cosas que había habido en Rising Sun y que habían tenido que vender para pagar sus deudas.

Ni lo que había dicho su madre:

Es triste, pero tenemos que aceptarlo. No podemos esperar que Yunho se case contigo.

Un hombre de su posición tendrá montones de mujeres y jóvenes ricos y hermosos a su disposición.

Yunho pensó que en verdad no sabía qué estaba haciendo allí. Su intención había sido quedarse fuera hasta tener noticias de Leeteuk de que él ya había dado a luz, y que después de un adecuado intervalo, lo habían llevado a Rising Sun nuevamente al cuidado de sus padres. Y luego de cumplir con sus obligaciones económicas, olvidarse de él para siempre.

Pero algo que no sabía qué era lo había llevado a alterar sus planes.

¿Estar con Jae cuando naciera el niño? ¿Para apoyarlo y reconfortarlo?

¡No era posible!

Su cuerpo se tensó.

¿Para estar tranquilo de que todo iba bien y que Jae tenía mejor cara? Era posible. Muy posible, de hecho.

Ciertamente más cerca de la verdad que lo que le había contestado. Él no era un hombre sin corazón. O no completamente.

Satisfecho con aquella respuesta, Yunho se relajó y lo observó.

Era verdad. A pesar de que él no le hubiera creído, era hermoso. Sus enormes ojos negros, su piel blanca sedosa, esa cara bonita, y hasta ese cuerpo voluminoso, tenían una belleza que lo conmovía profundamente.

Su mirada bajó hasta aquella boca sensual, el único rasgo que contradecía todo aquel aspecto de inocencia.

Yunho sintió que se excitaba, y cerró los ojos.

«¡Dios mío!», pensó.

Ahora ya sabía el tipo de hombre que era. No lo sorprendería desprevenido. Cuando lo volvió a mirar, sus ojos estaban fríos.

Termina de desayunar ― se levantó de repente y se marchó.

No veía la hora de que llegara el nacimiento. A partir de entonces un hombre de su equipo de seguridad se ocuparía de velar por el bienestar del niño y de tenerlo al corriente de todo.

Pero él no volvería a tener relación con el eomma.

Jaejoong tenía contracciones cada diez minutos. Estaba sentado al borde de la cama.

¿Podía venir un primer bebé una semana antes?

¿Y cómo se sabía si era una falsa alarma del parto?

Todo lo que le habían dicho en la clínica parecía habérsele olvidado. Se puso las zapatillas, agarró su viejo chubasquero del armario y tomó la pequeña bolsa que llevaba preparada desde hacía días. Se preguntó si debía despertar a Leeteuk y a KangIn. No se molestarían si era una falsa alarma.

Pero en el corredor tuvo una contracción muy fuerte, que lo sorprendió, y lo hizo agarrarse de una mesa que tenía a mano. Aquello lo hizo pensar que el trabajo de parto era real.

Casi inmediatamente se abrieron dos puertas. Yunho se estaba poniendo un par de pantalones, saltando en una pierna, con el pelo despeinado. Y Leeteuk se estaba poniendo una chaqueta tejida a mano.

Yo lo llevaré, Leeteuk. Vuelve a la cama ― dijo Yunho, y miró a Jaejoong.

Éste estaba en camisón, con una horrible chaqueta sobre su voluminoso vientre, con gotas de sudor en la frente.

Nos ahorrará tiempo ― le dijo a Leeteuk ― Tú quédate ahí ― le dijo a Jaejoong― Iré a buscar el coche se dirigió a Jaejoong.

Jaejoong lo vio bajar las escaleras a toda prisa, ponerse un jersey mientras bajaba.

Parecía un nervioso futuro padre. Era una idea bonita. Pero no era verdad, pensó Jaejoong.

>>>♥<<<

¡Es tan perfecto! ― Jaejoong miró al bebé con ojos de amor, y luego miró a su padre.

Para su sorpresa y gratitud, Yunho no lo había dejado solo un momento, animándolo, halagándolo, dando órdenes al grupo de médicos, como si supiera lo que él necesitaba, tomándole la mano y secándole la frente.

Yunho, en estado de shock, tocó la mejilla suave de su hijo, miró sus ojos, y se enterneció. Su hijo.

Carne de su carne.

Sintió un nudo en la garganta.

¿Cómo había podido, por un solo momento, pensar que podría vivir apartado de su hijo?

En ese caso no vería la primera sonrisa de aquel diminuto milagro, ni oiría su primera palabra, ni vería dar sus primeros pasos, ni guiaría su infancia y adolescencia, ni lo vería transformarse en hombre...

¡Madre de Dios! Debía de haber estado loco si había pensado que podía renunciar a su hijo.

Él no era como su padre. ¡Se moriría antes de negarle su corazón a su hijo sólo porque su eomma fuese un lagarto!

Iré a telefonear a tus padres para darles la noticia ― se excusó él.

Y dejó a su hijo con aquel joven avaricioso, pensando que tendría que establecer unas duras y rápidas normas para el futuro.

Anterior   >>> ♥ <<<   Siguiente

Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias…

9 comentarios :

  1. Que lindo que Yunho estuvo ahi para Jaejoong ojala que no quiera pelear la custodia de su hijo por lo que esta pensando y que se de cuenta que Jae no sabia nada de que el era rico y se arregle todo gracias por el capitulo

    ResponderEliminar
  2. por fin nació el bebe de Jae y Yunho muy feliz al recibir a su primer bebe espero que pronto se de cuenta Yunho de la inocencia de Jae y que se quede con Jae y su bebe a formar la familia perfecta por que así lo desean los dos estar juntos con el amor de su vida y su hermoso bebe
    Gracias

    ResponderEliminar
  3. Que hermoso, ya nacio el bebé, ojala el cabeza dura de Yunho sepa toda la verdad y demustre a Jae su amor.

    Gracias!!!

    ResponderEliminar
  4. Me gusta mucho este fic.
    Me alegra que Yunho estuviera hay cuando JaeJoong tuvo a su bebe. Ojalá que no sea tan tontito y quiera quitárselo.

    ResponderEliminar
  5. 😍😍😍😍😍😍
    Owwwww espero que yunho se de cuenta rapido qur jae no es la clase de personas que piensa :(
    Ahora lo mas importante para jae sera su hijo :)
    😍❤😁 gracias por el capitulo.

    ResponderEliminar
  6. Yunho es muy duro con Jae,piensa que quiere su dinero cuando no es asi,que bueno que Yunho estaba alli cuando nacio su hijo y ayudo a Jae

    ResponderEliminar
  7. JAE debío verse precioso con ese bebe en brazós, ya de por sí es lindo con ese club de sobrinos suyos.😊😊 era de esperarse que Yunho no sería capas de separarse de su bebé una vez teniendolo enfrente. Ahora ese nenito hara que su guapo pero tonto y cruel padre se de cuenta del error que cometió. JAE SE LINDO CONQUISTALOOOO Y HAZ QUE TE PIDA PERDOOON😉

    ResponderEliminar
  8. no me gusta este yunho.. aunque obtiene un punto por haber acompañado a jj.

    ResponderEliminar
  9. Yunho merece un par de bofetadas, su actitud hacia Jae no me gusta. Además JaeJoong tampoco ha hecho meritos para aclararle que no quiere sudinero -.-

    ResponderEliminar