domingo, 22 de enero de 2017

Belleza e Inocencia. Cap 4


¡Al fin estaba tranquilo!

Jaejoong se tumbó en la playa y dejó que lo acariciara el sol.

¡Aquello era una bendición!

Por primera vez desde que Kazuya y él habían llegado a la isla se sentía relajado y cómodo.


Para ser sincero, el hotel en el que estaban alojados lo intimidaba. Era demasiado lujoso y caro, con todas las extravagancias posibles para sus ricos huéspedes. Había elegancia y lujo sibarítico en todas partes, desde la elección de las cuatro piscinas cubiertas y al aire libre hasta las cafeterías, boutiques de diseño, saunas, hasta las esencias perfumadas y jabones en el lujoso baño que Kazuya y él estaban compartiendo.

Él, con su ropa barata, se sentía un poco incómodo. Para Kazuya era más natural, puesto que él era un niño mimado, hijo único de padres con dinero. Sabía cómo lucir seda y cachemira. Kazuya, con su pelo rojizo y figura de modelo, y su ropa de marca, encajaba perfectamente. Él hablaba su lengua e instintivamente sabía cómo mezclarse con la jet set.

Jaejoong, relájate. Andas por ahí solo y alicaído. Puedo decirle a Yesung que arregle algo para ti, con sólo decir la palabra.

¿Qué palabra? ¿Y quién es Yesung? ― preguntó Jaejoong. Kazuya puso los ojos en blanco.

Yesung... es el que ha servido nuestra mesa todas las noches, hasta tú debes de haberte fijado en él.

Era un muchacho delgado con ojos negros como el carbón y una sonrisa encantadora.

¿Estás saliendo con él? ― preguntó Jaejoong, agrandando sus ojos ónix.

Nada serio... Una aventura de verano. Deberías probarlo. ¡A nadie le amarga un dulce! exclamó Kazuya; metió crema protectora para el sol, crema de cacao para los labios y un par de gafas de diseño en una bolsa de playa ― Dijo que podía conseguirte algo. Y ahora, debo volar. Voy a encontrarme con él en la plaza del pueblo. Las normas para los empleados del hotel le impiden hacer relaciones sociales con los huéspedes, al parecer. De todos modos, piensa en la oferta. Te vendría bien divertirte un poco.

No, gracias.

Jaejoong sabía que hablaba como una tía vieja reprimida, pero él no estaba interesado en aventuras fugaces, en el sexo por el sexo. De sólo pensarlo se estremecía.

Era posible que fuera un anticuado, pero para él, el sexo era amor. Y cuando se enamorase, y esperaba enamorarse algún día, sería para siempre.

Se puso el bañador negro y se cubrió con el chal de seda que le había prestado Kazuya, y se marchó de la enrarecida atmósfera del hotel, deseando no haber aceptado ir allí.

¡No te atrevas a decir que no! ― le había dicho Kazuya ― Es todo un paquete: vuelo, transporte al hotel, un hotel fabuloso durante tres semanas. Sólo que mi madre se ha roto una pierna, y no puede ir. Está todo pagado, así que no hay nada que te impida hacerme compañía, ¿no?

En su momento la idea de unas vacaciones le había parecido bien. Era una oportunidad de escapar de lo que estaba sucediendo en su casa. Su padre tenía deudas hasta las cejas. Otra vez. No había más tierra que vender para mantener a distancia a los acreedores.

Su último plan era transformar diez acres de descuidados jardines en un safari Park.

Sólo hace falta inversores. ¡Es un negocio seguro! ― Jaejoong había oído aquello muchas veces.

Y él tenía pesadillas en las que los viejos leones se comían a jirafas o, Dios no lo permitiese, a visitantes.

Por supuesto no iba a suceder.

Así que perderían Rising Sun, la casa familiar de su madre, y eso la iba a matar. Su madre siempre recordaba los tiempos en los que sus padres habían estado vivos, cuando Rising Sun era una de las mejores casas, con servicio doméstico y la holgura económica que da una cartera de acciones y la propiedad de ganado. Una cartera que su padre había decidido duplicar, pero que había perdido prácticamente.

Ahora la idea de escaparse ya no le parecía tan divertida, puesto que Kazuya estaba disfrutando con el camarero por ahí, y él deambulaba por un hotel en el que se sentía totalmente fuera de lugar.

En el centro del pueblo se detuvo a comprar fruta, y una botella de agua, y subió una cuesta rocosa, caminando por huertas con higueras y limoneros. Pasó por encima de un muro bajo de piedra hacia una zona de césped, con mariposas y abejas, y pasó por delante de un edificio de piedra que tenía las ventanas abiertas para que entrase el aire con perfume a mar y tierra, el calor del sol y el interminable azul del cielo.

Llegó a un camino estrecho que iba hacia una cala, un lugar con rocas donde penetraba el agua.

Era perfecto.

Se relajó en su lecho de canto rodado. Cerró los ojos.

Podía pasar ahí todo el día, comer la fruta que se había llevado para el almuerzo, refrescarse en el mar, leer y luego reunirse con Kazuya para la cena.

Medio dormido, Jaejoong oyó voces masculinas que interrumpieron su soledad.

Entreabrió los ojos y vio a los extraños. Unos muchachos con ropa de deporte de diseño estaban sacando un bote de goma del agua.

El tercer personaje era distinto.

Era un hombre bronceado, vestido con unos vaqueros, con un cuerpo y una planta de actor de cine.

Sonriendo para sus adentros, volvió a cerrar los ojos, esperando que se marchasen a otro sitio. Oyó acento coreano. No sabía lo que decían, por supuesto, pero el tono de uno de ellos resonaba con autoridad.

Aquello despertó su curiosidad, y volvió a abrir los ojos. Al parecer, el hombre elegante agradecía al muchacho del bote por el viaje.

Luego volvió el silencio. ¡Estupendo! Jaejoong cerró los ojos y se relajó.

Pero empezó a sentir un cosquilleo interior, un calor que no podía ser sólo del sol.

Esto es propiedad privada ― le dijo alguien. Él se irguió e instintivamente se cubrió con el chal de Kazuya. Recogió su picnic y lo metió en su bolsa de plástico, junto a sus viejas zapatillas y su libro.

Al verlo recoger torpemente sus cosas, Yunho se lamentó de haber empleado aquel tono tan duro con él.

Aquel sentimiento de lamento no era algo habitual en él.

Cuando había estado de pie mirándolo, había visto el contorno de su cuerpo, remarcado con el sencillo bañador, su pelo oscuro, su rostro bello, y había sentido que sus labios se curvaban con cinismo.

Estaban en todas partes. Se las ingeniaban para llamar su atención de cualquier modo, incluso metiéndose en su playa privada. Los jóvenes que iban tras su dinero aprovechaban cualquier oportunidad para lograr su objetivo.

Y sin embargo...

Esperó a que él hiciera los movimientos típicos del coqueteo, humedecerse los labios con la lengua, pedirle disculpas nada sinceras, con voz sensual...

Pero él había desaparecido como un gato asustado. Había recogido sus pertenencias con poca gracia, y cubriéndose, en lugar de mostrarse, Se había dispuesto a desaparecer.

Tal vez él se hubiera equivocado. Siempre había una Primera vez.

Él frunció el ceño cuando él lo miró. Eran negros. Él se sintió algo avergonzado por sus deducciones injustas. Lo vio ponerse colorado, mortificado.

Lo siento. No sabía que ésta era una playa privada. Me iré ahora mismo.

Jaejoong nunca se había sentido tan desorientado en su vida. Aquella voz había irrumpido en su soledad, sobresaltándolo, cuando él se había creído solo.

Y en aquel momento, cuando miró a aquel hombre, sintió un cosquilleo interno. Él era demasiado masculino, demasiado hombre, demasiado atractivo... Con aquel pelo negro sedoso, ojos color avellana penetrantes, aquella aristocrática nariz, y esos pómulos salientes y aquella boca sensual en forma de corazón con aquel hermoso lunar.

Y ese físico.

Jaejoong tragó saliva y hundió su cabeza, avergonzado por haberse puesto colorado.

Se dio la vuelta para marcharse, se tropezó, y él lo sujetó con su fuerte mano. Eso lo estremeció.

No hace falta que te vayas ― le dijo él.

Pero has dicho...

Sé lo que he dicho ― dijo él con tono amable y divertido a la vez.

Él lo miró de lado y vio su torso ancho y perfecto, con la cadena dorada alrededor de su cuello que dejaba marcas verdes en su piel.

¡No era un playboy rico entonces! Ningún playboy se dejaría ver con algo tan barato. Era una persona normal, como él, ¡si alguien así podía llamarse normal!

Él alzó la vista y vio sus ojos. Eran de un hermoso color avellana, con un brillo plateado. Parecían sonreírle en aquel momento.

Pero sé que su dueño está de vacaciones, y estoy seguro de que no querría estropearte el día ― agregó él.

Había cometido un error. Ahora tenía que arreglarlo. Por experiencia sabía que los jóvenes interesados nunca se ponían colorados. Incluso su madre, que no se había contentado sólo con dejar sin un céntimo a su padre, sino que le había roto el corazón cuando ella había encontrado un partido mejor que su padre, cuando las cosas habían empezado a empeorar económicamente.

No quería pensar en aquello, así que volvió la atención al extraño, que parecía incómodo y seguía colorado.

Me da la impresión de que prefieres la soledad a las multitudes, ¿no? ― Jaejoong dejó escapar un suspiro profundo y sonrió.

Asintió.

Al principio aquel muchacho lo había asustado con su voz profunda y su autoridad. Ahora parecía amable y simpático...

Por favor, vuelve a ponerte cómodo. Disfruta del día ― insistió él.

Él tenía un cuerpo espectacular. Curvas muy atractivas, una cintura que podía abarcar con dos manos...

Yunho frunció el ceño, y dijo:

Oye, no te lo tomes como algo personal, pero hay algunos tipos poco recomendables ¡por aquí! Un joven atractivo solo podría verse en una situación desagradable.

No era sólo atractivo. Era adorable, su pelo, su cara, y un cuerpo impresionante. Involuntariamente, él sintió una punzada de algo en sus partes. «¡Basta!», se dijo. Eso no era lo que él quería.

Los jóvenes y mujeres con las que él se acostaba sabían cuál era el juego. Él nunca había tocado a un inocente, y todo apuntaba a que el chico que había entrado en la playa privada era eso. Y era el motivo por el que se había puesto protector de repente, pensó. La idea de que alguno de los jóvenes a la caza de veraneantes se abalanzara sobre él, con dulces palabras y falsas promesas, y lo sedujera, le hizo apretar las manos en puños.

Allí estaría seguro. Los lugareños sabían que no debían traspasar la propiedad, .y los visitantes solían agruparse en rebaños en las playas públicas, en las cafeterías y en las zonas comerciales.

Jaejoong se sintió tentado de tomarle la palabra. Necesitaba soledad, la oportunidad de relajarse, de vaciar su cabeza de preocupaciones sobre lo que estaba sucediendo en su casa. Era el único modo de volver a Japón, renovado y capaz de enfrentarse a los problemas…

¿Estás seguro de que al dueño no le importa? ― preguntó él― ¿No lo dirás sólo por decir, verdad?

Él no quería molestar. El extraño sonrió.

Tienes mi palabra. Conozco muy bien al dueño. El bote estaba en la costa. Evidentemente él debía de tener permiso para usar la cala.

De acuerdo. Gracias ― sonrió Jaejoong.

Volvió a hacerse un nido encima de las piedras, luego se decepcionó al ver que él estaba a punto de marcharse.

Él no quería que él se marchase, pero no quería analizar el porqué. Metió la mano en su bolso y sacó dos melocotones.

¿Te apetece uno? Remar debe de dar mucha sed.

No había oído ruido de motor. Quizás él no pudiera permitirse tener un fueraborda...

Aquel hombre le había inspirado cierta ternura. Tal vez lo hubiera logrado la falsa cadena de oro, pensó.

Él no se había dado cuenta de que la cadena le manchaba la piel...

Gracias ― dijo Yunho, sorprendido de sí mismo.

Tomó un melocotón y se preguntó si la piel de él sería tan suave como la de la fruta.

¿Eres Japonés? ¿Te alojas en la isla? ― preguntó él.

Él asintió. El zumo de melocotón se le resbaló por la barbilla.

Jaejoong nombró el hotel y vio que él achicaba los ojos. Él se sintió inmediatamente incómodo. Si era una persona del lugar, sabría que aquel hotel costaba un ojo de la cara.

Él estaba a punto de darle una explicación del motivo por el que se estaba alojando allí cuando lo oyó exclamar:

¡Madre de Dios! ¡Me has hecho acordar! ― se puso de pie. Le sonrió y agregó― Mis... Hay unas personas esperándome para que las acompañe a hacer un tour por la isla. Disculp... ― se alejó ― Que lo pases bien, jovencito.

Aquella noche había soñado con él. Lo que era ridículo. Y se había despertado incendiado, ¡lo que no era nada común en él.

¿Debería volver a la cala privada? ¿O no?

¿Aparecería él?

Sintió un nudo en el estómago.

Él tendría que ir a buscar su bote si tenía gente que quería que le diera una vuelta por el mar. Por otro lado, era posible que lo requiriesen nuevamente como guía turístico y que no tuviera que volver a la cala.

Aquella noche, durante la cena, mientras Kazuya le estaba contando lo que había hecho con Yesung la noche anterior, Jaejoong estaba distraído. No lo había estado escuchando realmente. Había estado demasiado ocupado mirando las otras mesas, preguntándose qué grupo habría contratado los servicios de aquel apuesto coreano para que les mostrase la isla.

Era ridículo. Si no conocía ni siquiera su nombre. Cuando llegó el servicio de desayuno, despertó a Kazuya.

¡Despiértate!

¿Por qué tanto apuro? ¿Dónde está el fuego? ― contestó su amigo.

No había prisas. Era verdad. Pero el fuego estaba allí, dentro de él, quemándolo.

Es un día precioso ― dijo.

Se acercó a la mesa y sirvió dos tazas de café. Le dio una a Kazuya, obligándolo a incorporarse para tomarla.

¿Vas a ver a Yesung hoy? ― le preguntó.

Si iba a verlo, él se marcharía a la cala. Si no, pasaría el día con Kazuya, al lado de la piscina o visitando el lugar.

Claro... ¿No me escuchaste anoche? Te lo dije durante la cena. Su tía tiene una pensión. Él vive con ella durante la temporada, y tiene una habitación. Me ha dicho que preparará el almuerzo para mí ― la idea de aquel día entusiasmaba a Kazuya. Ésta dejó la taza en la mesilla y se levantó para darse una ducha.

Jaejoong agitó la cabeza y bebió su café. La moral de Kazuya estaba al día, plenamente en el siglo XXI, mientras que la suya... Bueno, era un poco anticuada...

Entonces, ¿qué hacía él yendo a la cala privada con el corazón galopándole en el pecho y los ojos desorbitados tratando de ver si el bote seguía allí en la orilla?, se preguntó.

El bote estaba allí.

Con las piernas flojas, caminó hacia la orilla. El hombre era fascinante. No era que quisiera tener sexo con él. Él no era Kazuya. Él era práctico, sensato, ¡y con una moral muy alta!

Para demostrárselo, se lo quitó de la cabeza. Y decidió darse un baño para refrescarse.

>>>♥<<<

El organizó todo metódicamente: Le pidió al ama de llaves que arreglase todo como para recibir a un huésped por un tiempo largo. Pagó a Yamapi la batería nueva y agrego una cantidad por su molestia y su tiempo. El joven no había querido aceptarlo, pero él había insistido. Y había ordenado la vuelta de la camioneta a Rising Sun. Le había dado sus excusas a su prima y se había marchado.

El futuro eomma de su niño estaría esperando.

Había llamado a la madre de él, y le había pedido que convenciera a Jaejoong para que hiciera las maletas y lo estuviera esperando. La mujer, Megumi, muy agradable, había aceptado hacerlo, de acuerdo con él.

En cuanto a su padre, éste había quedado contento con el arreglo económico. Se había mostrado incómodo durante todo el encuentro, lo que dejaba claro que Jaejoong lo había usado para intentar sacarle dinero a él.

En cuanto al dulce Jaejoong, que le había asegurado que no quería nada de él, era el típico caso de alguien que dice una cosa y hace otra.

¿No sería que esperaba una cantidad más grande para que él lo dejara tranquilo?

¿O querría un matrimonio? Yunho achicó los ojos. ¡Ni hablar! Podía esperar toda la vida.

Sin embargo, mientras oía el sonido rítmico del parabrisas que limpiaba la lluvia de la luna, no pudo evitar recordar aquella mañana.

Aquella mañana.

Lo había visto caminar hacia la cala.

Era el lugar que él solía elegir cuando necesitaba estar solo y olvidarse de que era uno de los hombres más ricos de Corea, con todas las presiones y responsabilidades que eso acarreaba. Era el lugar donde no admitía que lo interrumpieran por nada del mundo.

Una norma que había sido rota por primera vez el día anterior, cuando su hombre de confianza había llegado, nervioso, diciéndole que había un problema, que necesitaba de su decisión. Una decisión que había tenido que tomar mientras remaba.

Cuando había llegado a la cala se había encontrado con aquel intruso, había despedido a su ayudante y se había acercado al chico para echarlo de su propiedad.

Había sido un error. Y había terminado diciéndole que podía ir allí cuando quisiera, deseando no haberlo asustado demasiado como para que no volviese.

Evidentemente no lo había ahuyentado. Eso le hacía sentirse bien. No estaba acostumbrado a cometer errores.

Aquella mañana él llevaba su glorioso pelo recogido. Se le escapaban algunos mechones. Llevaba aquella prenda de seda atada a la cintura, y debajo Llevaba el mismo traje de baño que la vez anterior, el cual acariciaba su piel como la caricia de un amante.

¿Se daría cuenta de lo atractivo que era?, se preguntó. Por el breve encuentro del día anterior, no estaba seguro.

Aquel joven de... ¿veinte y pocos años? Parecía inocente.

Se acercó con la intención de volver a asegurarle que no había problema en que él estuviera allí, sin decirle, por supuesto, que la cala era propiedad suya. Ni que era el dueño de buena parte de aquellos terrenos, además del dueño del hotel de donde él se estaba alojando.

Él había estado nadando cuando se había acercado. Y sin pensárselo, había nadado hasta él.

La vio agrandar los ojos, negros como la noche, antes de sonreír al reconocerlo.

Desde aquel momento, sin saberlo, lo había cautivado. Con su calidez, su belleza, y aquella sencillez que había derretido su corazón. Era la primera vez que le ocurría algo así, y no entendía qué estaba sucediendo. Sólo sabía que no quería que terminase la mañana.

Tuvieron una conversación distendida bajo el tibio sol. Nada personal, aparte del intercambio de nombres. Él había observado achicando los ojos cuando le había dicho el nombre, un nombre que aparecía en las columnas de cotilleos, en las páginas de Economía de Seúl, donde tenía su oficina principal, y había esperado que lo reconociera.

Pero nada. ¡Él no tenía idea de quién era él!

Él se había sentido como un niño de seis años en una mañana de Navidad. ¡Y la sensación había sido estupenda!

Ayer me convidaste con una fruta. Hoy soy yo quien te invita a comer pasta. Cocinaré para ti.

Sorprendido por su propia invitación, Yunho esperó su reacción. Aquel sitio era inviolable para él, un lugar privado. Pero la compañía de él lo deleitaba y no pensaba perderla.

¿Qué quería decir eso?

Los ojos negros parecieron nublarse. Él se soltó el pelo.

No tengo ningún motivo oculto ― le dijo, pensando que él necesitaba que lo tranquilizara. Los turistas japoneses eran un juego fácil, había oído decir. Y él no era así.

Me gusta tu compañía, simplemente... ― Eso era verdad, ¿no?

Él le agarró la barbilla, y entonces ya no estuvo tan seguro.

Era una barbilla delicada. Él se estremeció. Era la primera vez que lo tocaba. Él lo miró.

Vale... De acuerdo.

De allí en adelante, el resultado fue inevitable, empezando por cuánto le había gustado a él su pequeña cabaña de piedra.

¡Es perfecta! ¿Vives aquí todo el tiempo? ― No todo el tiempo contestó él. Él asintió.

No. Supongo que no es fácil conseguir trabajo fuera de temporada. No suelen necesitar guías turísticos si no hay turistas. Debes tener que ir al continente para conseguir trabajo. Pero, ¡eh! Debe de ser maravilloso saber que tienes este sitio al que puedes volver en primavera.

Su sonrisa lo encandiló. Tanto, que él casi le contó la verdad. Pero, egoístamente, no lo hizo.

Era fantástico encontrar un joven quien gustaba de su compañía, a quien le gustase él por sí mismo y no por lo que poseía.

¿Incluso más que gustarle?, se preguntó. El sintió una excitación en todo su cuerpo.

A él se le aceleró la respiración. Su pecho subió y bajo. Se disculpó por la sencilla comida que preparó.

¡Está deliciosa! La salsa de hierbas está riquísima. Y yo me gano la vida cocinando para cenas privadas y esas cosas, ¡así que lo sé muy bien! No hay mucho trabajo durante el verano, por eso he podido tomarme vacaciones.

Fue conociendo retazos de su vida lentamente. Y lo escuchó.

Lo único que le importaba era que él era el joven más adorable del planeta. Era inevitable.

Cómo sucedió la primera vez, él no lo sabría nunca. En un momento Jae estaba a punto de marcharse, agradeciéndole la cena; Sonriéndole, recogiendo sus cosas. Y al siguiente él lo estaba tocando.

Sus hombros tibios...

Él lo tocó, acarició su pecho, donde el corazón de él estaba latiendo furiosamente.

Y luego fue el frenesí. Una explosión dentro de su cabeza, y entonces él lo besó. Su boca se abrió para él y sus cuerpos se unieron. Él gimió y movió su cadera para rozar su erección...

Y él supo que estaba entrando en el paraíso cuando empezaron a subir las escaleras lentamente, peldaño a peldaño, de la mano, hacia la habitación.

Llegaron al refugio de su cama donde él encontró el verdadero paraíso, el amor, por primera vez en su vida.

Él había aceptado con total naturalidad el hecho de que Jae fuera virgen, y de que él no se hubiera puesto ninguna protección.

Porque había encontrado a la persona con la que quería pasar el resto de su vida.


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8 comentarios :

  1. Simplemente hermoso espero q yunho no sea cruel con jae . Bendiciones y gracias por actualizar

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  2. Simplemente hermoso espero q yunho no sea cruel con jae . Bendiciones y gracias por actualizar

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  3. Fue lindo el tiempo que pasaron juntos,espero que puedan aclarar las cosas

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  4. Ojala que puedan aclarar las cosas y el papa no se meta y que Jae haga sufrir a Yunho por tratarlo con arrogancia el cree que por que tiene dinero puede tratar como se le de la gana y gracias por el capitulo

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  5. fue todo muy hermoso el encuentro y como paso todo y la creación de su bebe pero el mal entendido con el padre de Jae fue lo que arruino todo espero pronto se aclare todo y sean de nuevo muy felices y se de cuenta Yunho que Jae nunca tuvo nada que ver con las ideas de su padre
    Gracias

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  6. Fue hermoso todo desde el principio, lastoma que lo arruino el padre de Jae, espero que Yunho se de cuenta de eso.

    Gracias!!!

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  7. Espero que Yunho se de cuenta de la verdad .
    Ya no quiero que Jae sufra :(
    Muchas gracias por el capitulo 😁❤😍

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  8. De verdad que es un capi hermoooso¡¡¡ me encató que ambos llegarón a ese momento de manera linda sin presión o interes de pormedió Yunho fue quien lo engaño primero al no decirle de su verdadera identidad y se llama Engañado??? Si que le va a dar por ser cruel eso es claro. Pero cuando de cuenta de que ama a Jae por sobre sus propios errores se pondra aún más interesante 😉😉😉

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