― ¿Comenzando ahora?
Yunho
sonrió maliciosamente mientras, con los dedos, se aflojaba el nudo de su
corbata de seda gris.
Jaejoong
se quedó sin palabras y sintió cómo el corazón se le aceleraba, de modo que no
pudo decir: «Olvídalo.
Estoy cansado y me voy a la cama», como le hubiera gustado.
Se habría levantado y habría abandonado la habitación si hubiera pensado que
las piernas iban a aguantar su peso. Pero sabía que no sería así.
Los
ojos brillantes de Yunho recorrieron su cuerpo de arriba abajo, desde su
coronilla rubia hasta sus pies, haciéndole saber que, al decir que debían
conocerse mejor, se refería al sentido carnal.
Jaejoong
tragó saliva con dificultad y sintió cómo los pezones se le endurecían ante la
perspectiva y el deseo. El modo en que Yunho se estaba desabrochando los
botones de la camisa no podía calificase más que de completamente erótico. En
cualquier momento se quitaría la chaqueta que tan bien se ajustaba a su cuerpo
con una elegancia soberbia.
Jae se
estremeció y comenzó a respirar entrecortadamente. Sentía un cosquilleo en el
estómago que se extendía por todo su cuerpo y que era una mezcla de pánico y
algo más que se negaba a admitir. Si Yunho se acercaba a él y lo tocaba,
estaría perdido. Sería suyo y dejaría que se complaciese con su cuerpo. Se
entregaría apasionadamente como ya había hecho otras veces. Era demasiado
sincero consigo mismo como para tratar de negarse eso. En lo que a él
respectaba, Jaejoong tenía poca o ninguna autodisciplina.
Pero
tener sexo sin ningún tipo de sentimiento o de compromiso haría que se odiase a
sí mismo. Tener sexo sin amor nunca sería algo hecho para él.
No
podía negar que el sexo con Yunho había sido en su momento algo increíblemente
maravilloso. En la época en que tanto lo había amado. No podía discutir eso.
Pero también era cierto que, en esa época, lo había tomado por la criatura más
maravillosa sobre el planeta. Infinitamente considerado, encantador, cálido y
apasionado. Cariñoso y sexual hasta llegar a ser adictivo. Pero había sido todo
una mentira, un espectáculo de seducción muy bien montado.
Pero
ya sabía cómo era realmente: frío, autoritario, sin sentimientos, cruel. Lo
odiaba. Lo odiaba completamente.
Sin
embargo, perversamente, aún lo deseaba como loco.
Una
vez que se hubo quitado la chaqueta, Yunho puso esa sonrisa tan masculina que
tanto le gustaba. Jaejoong trató de tomar aire al ver sus hombros bajo la
camisa blanca de algodón.
Sabía
que no llevaba hombreras de ningún tipo. Lo sabía porque conocía su cuerpo de
memoria, hasta el último centímetro. Al igual que él conocía hasta el último
centímetro del suyo. Centímetros que estaba evaluando de nuevo con suma
intensidad.
Él siguió
el curso de su mirada y se quedó con la boca seca, sintiendo un calor intenso
entre los muslos. Sabía que Yunho estaba leyendo todas las señales que a él le
resultaba imposible ocultar.
Odiando
aquel torrente de hormonas que se alteraba cada vez que Yunho estaba cerca, Jaejoong
hizo un gran esfuerzo por mantenerse sereno, y sintió una mezcla de decepción y
alivio al ver que Yunho recogía la chaqueta que se había quitado y se la echaba
al hombro.
― Es tarde ― dijo él ― Lo dejaremos para mañana por la mañana ― y
abandonó la habitación.
>>>♥<<<
Otra
gloriosa mañana de primavera en Jeju. Jaejoong se levantó de la cama sintiendo
como si sus miembros le pertenecieran a otra persona, con la cabeza embotada y
los párpados hinchados.
Había
pasado una horrible noche de insomnio dando vueltas de un lado para otro.
No
había parado de pensar en la proposición de matrimonio de Yunho.
¿Casarse
con él? ¡Ni que estuviera loco!
Sabía
lo que se proponía. Claro que lo sabía. No era tonto. Si se casaba con él, el
hijo cuya existencia desconocía hasta hacía poco, llevaría su apellido. Podría
dirigir cada aspecto en la educación de su hijo a su antojo, sin hacer caso a
los deseos de Jaejoong. Y aquel numerito que se había montado la noche anterior
había sido sólo para asegurarse de que aún era capaz de excitarlo a voluntad.
No quería una pareja que lo ignorase cada vez que le apeteciese irse a la cama
con él.
¡Así
que, bingo! ¡Lo tenía! Tenía un cuerpo disponible cada vez que le apeteciese. Lo
tendría dispuesto todo el tiempo y siempre despreciándolo en silencio por su
debilidad y por todos los delitos de los que lo acusaba.
Sintió
un vuelco en el estómago al preguntarse cómo podría afrontar el día que se le
avecinaba. Agarró su bata de satén azul y se odió a sí mismo por dejar que Yunho
monopolizase todos sus pensamientos. Era la primera vez que no se levantaba de
la cama al oír los llantos de Changmin.
Con
los pies descalzos, se acercó a la habitación del niño, que estaba junto a la
suya, en la puerta de al lado del pasillo, y supo que estaba haciendo de más.
Sabía que, si se hubiera quedado en la cama todo el día, todo habría sucedido
con total normalidad.
Yunho
estaba sentado en la mecedora, el sol entraba por la ventana haciendo que su
pelo revuelto brillara como el azabache. Revuelto porque Changmin, botando en
su rodilla, no paraba de agarrarle los mechones y tirar de ellos, aparentemente
feliz. Al fondo, la niñera francesa recogía las cosas del niño con una
eficiencia mecánica.
La
energía con la que había entrado en la habitación, abandonó a Jaejoong de golpe
al ver aquello. ¿Alguna vez sería capaz de imponerse ante aquel hombre
totalmente dominante que siempre conseguía lo que quería?
Obtuvo
la respuesta cuando finalmente Yunho lo vio y dijo:
― Vístete. Vamos a llevar a Changmin a pasear.
Nos llevaremos el desayuno para hacer un picnic. En la puerta principal en
veinte minutos ― sin decir nada más,
devolvió su atención al niño, que parecía asombrado con su padre, al igual que
el padre lo estaba con él.
Como
si tuviera puesto el piloto automático, sintiéndose completamente miserable, Jaejoong
regresó a su habitación, se duchó y se vistió con unos pantalones de lino color
crema y una camisa de manga corta de seda que se ajustaba a su cuerpo a la
perfección.
¡Horrible!
Sentía las mejillas ardiendo del asco, no por su camisa, sino por su cuerpo. Se
la quitó y la guardó en un cajón. Después del episodio de la otra noche, Yunho
pensaría que se le estaba insinuando, exigiendo su atención. No podía evitar tener
ese cuerpo, pero, al menos, podía disimularlo.
El
cuerpo rechoncho que tantas risas y comentarios había suscitado por parte de su
madrastra y de su hermanastra en sus nada envidiables años de adolescencia,
había desaparecido casi totalmente, pero aún le quedaban suficientes curvas
tanto por encima como por debajo de su diminuta cintura.
Tras
buscar durante un rato en su armario, finalmente encontró lo que buscaba. Una
camisa de seda gris. Con las mangas enrolladas, combinada con uno de los
pantalones blancos que languidecían en el armario y un pañuelo de seda color
escarlata anudado a la cintura.
Se
dejó la camisa por fuera con la esperanza de disimular así sus curvas lo más
posible, se abrochó los puños y luego los botones hasta el cuello.
Un
poco de crema hidratante fue su único maquillaje. Se recogió el pelo con una
coleta y bajó hasta el hall con la determinación de hacerse valer por encima de
aquel hombre.
No
serviría de nada sentirse miserable con la situación en la que estaba metido.
Tenía que ser firme y defender su posición. Hacerle saber a Jung Yunho que no
era él el que tomaba todas las decisiones.
Pero
se sintió desvanecer cuando lo vio frente a la casa. Iba vestido de manera
informal pero sofisticada a la vez, y la luz del sol resaltaba sus marcados
pómulos. Jamás lo había visto tan guapo como en ese momento.
Con
una mano sujetaba el cochecito de Changmin y la otra la tenía estirada en dirección
a Jaejoong, sosteniendo una cesta de picnic.
Tratando
de recomponerse, haciendo todo lo posible por evitar esos ojos oscuros, Jaejoong
ignoró la cesta y agarró el cochecito con ambas manos. No sería él el que se
ocupara de llevar las bolsas.
Comenzaron
a andar con paso acelerado por el camino bordeado de cipreses, llevando una
sombrilla que protegía a Changmin del sol. Jaejoong se puso en cabeza y comenzó
a atravesar una explanada de hierba de un verde esmeralda.
― Por aquí es por donde venimos habitualmente ― dijo
él por encima del hombro a modo de explicación. Yunho lo seguía, sin duda con
el ceño fruncido al ver el modo tan poco elegante con que llevaba la ropa que
seguramente le habría costado una fortuna.
Pero a
Jaejoong no le importaba lo que él pensara, siempre y cuando no se le pasara
por la cabeza que estaba haciendo un esfuerzo con su apariencia por su culpa.
No podía permitirse alentarlo a que lo sedujera, no cuando era tan sumamente
difícil resistirse a él.
Y él
se había hecho cargo de la situación, ¿verdad? Eso debería haberlo hecho sentir
bien, pero no lo hizo. Sentía un nudo de desesperanza alojado en el pecho. Pero
no iba a ponerse a darle vueltas a la posible causa.
El
aparente antagonismo de Jaejoong comenzó a desaparecer cuando llegó a su sitio
favorito. Uno que había descubierto en sus paseos con Changmin.
Se
trataba de unos escalones de piedra que descendían hasta un círculo de hierba
rodeado de flores rosas y blancas y arbustos de lilas y violetas con una dulce
fragancia. Era la primavera de Jeju en su máximo esplendor, ejecutando su
insidiosa magia.
Comenzó
a bajar los escalones con el cochecito, ignorando el ofrecimiento de ayuda por
parte de Yunho, y llegó hasta un cómodo banco de madera que había bajo un
jazmín.
Tras
parar el cochecito, se inclinó para levantar a Changmin en brazos, deleitándose
con la deliciosa fragancia de su bebé. El niño comenzó a reírse. Jaejoong sabía
que él reconocía el lugar en el que estaban, así que lo dejó en la hierba con
suavidad y observó cómo se alejaba gateando en círculos. Saboreó aquel momento
de plenitud y se admitió a sí mismo que su hijo nunca habría conocido tal
libertad en el apartamento de JongSuk en Londres. Al menos en cuanto al
bienestar de su hijo, había hecho lo correcto. En cuanto a él, bueno, tendría
que arreglárselas.
Pero
tuvo un sentimiento de inquietud en la boca del estómago al notar cómo Yunho lo
agarraba del brazo con sus dedos largos y bronceados y tiraba de él para
sentarlo junto a él en el banco. Se le aceleró el pulso al sentir su cercanía.
Incluso con él sentado a unos centímetros de distancia, observando con alegría
cómo su hijo gateaba sobre la hierba a la luz del sol, Jaejoong podía sentir su
calor corporal. Era desesperante.
Si
pensaba sacar de nuevo el tema del matrimonio, Jaejoong metería a su hijo en el
cochecito y se marcharía de inmediato, haciéndole saber que jamás accedería a
su propuesta, ni en un millón de años. Pero Yunho no sacó el tema. Simplemente
sonrió con dulzura y preguntó:
― ¿Por qué Changmin? No había oído nunca ese
nombre.
Al ver
las mejillas sonrojadas de Jaejoong ante semejante pregunta, Yunho supo que
había metido el dedo en la herida. Eso estaba bien. Su propósito era llegar a
saber qué era lo que hacía que ese joven fuese como era. Si iba a ser su esposo,
y así iba a ser, entonces tenía que conocer su mente a la perfección. Sabía muy
poco de su pasado salvo que había perdido a su madre siendo muy joven. Él se
había quedado tan asombrado por su cuerpo en la isla, que apenas había tenido
ocasión de indagar en los aspectos personales.
Deslizó
el brazo sobre el asiento por detrás de Jaejoong y notó cómo se ponía tenso al
instante. No iba a tocarlo, pero tenía que admitir que deseaba hacerlo. Ansiaba
deshacerle la coleta con los dedos y deslizarlos por entre su pelo rubio y
sedoso. Fueran cuales fueran sus errores, actividades criminales entre ellos,
no podía negar que la química sexual entre ambos era brutal.
Una
vez ya se había dejado engañar, pero en esa ocasión tenía las ideas muy claras.
Sería él el que tomaría todas las decisiones. Sólo tenía que averiguar qué era
lo que lo había convertido en un joven así. Saber los detalles más importantes
haría que fuese más fácil tenerlo en su vida. Librarse de él completamente no
era una opción. No mientras Changmin necesitara a su padre y a su eomma.
Haciendo
un esfuerzo por no tocarlo, puesto que podía controlar su lujuria animal cuando
quería, se recordó a sí mismo que la otra noche había decidido tomarse su
tiempo para sacarle la información necesaria. Si se precipitaba, él se cerraría
en sí mismo y así nunca podría averiguar sus secretos. Averiguar cuáles eran
sus motivaciones para ser como era, era más importante que saciar su ansia
sexual.
Además,
a juzgar por las señales que había emitido la noche anterior, sus mejillas
sonrojadas, su respiración entrecortada, sus pezones erectos, sabía que podría
tenerlo cuando quisiera y lo convencería de que el sexo era un intercambio más
que justo por darle lo que él quería: los derechos de paternidad sobre su hijo.
Tratando
de no pensar en el hecho de que su propósito era bueno pero los medios para
conseguirlo eran más que cuestionables, le recordó a Jaejoong con suavidad su
pregunta.
― ¿Y bien?
Jaejoong
tragó saliva. Era imposible no decir la verdad. Habría necesitado una mente
completamente despejada para inventarse una mentira creíble sobre el tema, así
que contestó sin más reparos.
― Le puse el nombre por su padre. Changmin, quería
un nombre coreano. ¿De acuerdo?
Él ya
lo había imaginado. Habría sido un tonto de no haberse dado cuenta. Al menos en
eso había sido sincero y Yunho sintió un vuelco en el corazón, para su
sorpresa. Sería porque, a pesar de que en su momento lo hubiese considerado
como una fuente inagotable de bienes materiales, y aunque se hubiese apropiado
de la joya de JiHyun, al menos seguía acordándose de él. Si no, no habría
llamado al niño Changmin.
Tenía
más preguntas que hacer, concretamente una que lo inquietaba bastante, pero
podría esperar. Retiró el brazo de detrás de él para tratar de que se relajara
y abrió la cesta, de donde sacó un termo de plata. Le sirvió el café en una
taza de porcelana y se la entregó a Jaejoong.
― Puedes comer lo que quieras ― dijo
Yunho colocándose un poco más lejos para colocar la cesta entre los dos ― Mientras voy a evitar que nuestro hijo se
coma las violetas. Tiene una naturaleza muy inquisitiva, ¿verdad?
La
calidez de su sonrisa lo dejó casi sin aliento y con la garganta seca. Cada vez
que Yunho sacaba a relucir su encanto, él sentía que se derretía por dentro.
Preguntándose qué sería lo que pretendía, observó cómo se arrastraba por el
césped hacia Changmin, que estaba intentando comerse su sombrero en ese
momento. ¿Acaso había decidido que, como acosándolo no iba a conseguir nada,
sería mejor sacar su encanto? Querría encantarlo hasta convencerlo para casarse
con él y después revelar su verdadera naturaleza, demostrándole que lo
despreciaba, a él o a lo que creía que era, ignorándolo hasta que sintiera la
necesidad de alguien con quien compartir la cama.
Pues
no funcionaría. El que mentía una vez, volvería a mentir. ¿Acaso JiHyun habría
descubierto de algún modo que le había sido infiel y habría decidido acabar con
el compromiso? Suponía que nunca lo sabría. Pero de ninguna manera accedería a
un matrimonio tan obligado con un hombre tan mujeriego como Yunho.
Éste
había tomado a Changmin en brazos y le estaba haciendo cosquillas en la tripa,
despertando las carcajadas del niño.
Changmin
obviamente lo adoraba. Changmin, que no había tenido contacto con hombres
adultos en su corta vida, que había mirado a JongSuk con desconfianza,
agarrándose a él con fuerza cuando, su salvador, había intentado tomarlo en
brazos.
Al
contrario que al principio, al inicio de su tórrida aventura, él ya sabía que
su encanto personal, aquellas sonrisas que le producían escalofríos en la
espalda y que iban acompañadas de una voz suave y con un ligero acento, no era
más que una técnica para conseguir lo que quería. Pero él era inmune, o eso
creía.
Por
supuesto que lo era. Ignorando el suspiro que escapó a sus labios y que parecía
provenir de lo más profundo de su ser, Jaejoong se centró en los contenidos de
la cesta. Con el estómago rugiéndole, seleccionó una rebanada de pan relleno de
queso y salami y envuelta en un servilleta de lino, y la saboreó con placer. No
tenía sentido comportase como una doncella victoriana que había perdido al amor
de su vida y que había caído en el abismo. No dejaría que lo sedujese ni que lo
encandilase, haciéndole creer una vez más que podían tener una relación
verdadera.
¡De
ninguna manera!
Jaejoong
acababa de empezar a saborear las deliciosas uvas cuando Yunho colocó a Changmin,
que estaba medio dormido, en el carrito, ajustó la sombrilla y lo condujo hasta
la sombra que proporcionaba un lilo blanco en flor. Jaejoong estaba seguro de
que el perfume de los árboles tenía que tener efectos narcóticos, porque se
sentía tan relajado y tranquilo, que fue capaz de dirigirle una sonrisa a Yunho
cuando regresó para sentarse a su lado.
Sus
ojos oscuros brillaron con humor al descubrir que el contenido de la cesta
había disminuido considerablemente.
― Odio a los jóvenes escuálidos que se comen
sólo un par de hojas de lechuga y un rábano. Me alegra comprobar que no eres
miembro del ejército de la dieta.
― ¿Incluso aunque me ponga realmente gordo? ― preguntó
Jaejoong, ignorando la broma y dándole un trozo de pan envuelto en una
servilleta. Hacía tiempo que había descubierto lo que se proponía. Además,
estar siempre a la defensiva llegaba a ser agotador.
― Gordo no. Se me ocurre una descripción mejor ― dijo
él con los ojos brillantes y perversión en la mirada― Deseable, delicioso, jugoso.
Jaejoong
cerró los ojos y se echó hacia atrás. No se sentía impresionado en absoluto por
aquellas palabras. ¿Deseable? Había habido un tiempo en que lo había deseado,
en una isla desierta y sin nadie más alrededor, y no había más que ver a dónde
lo había conducido todo eso. Pero lo volvería a hacer, sufriría de nuevo el
dolor y la humillación que le había hecho pasar, porque todo aquello había
tenido como consecuencia a su maravilloso hijo, al que quería más que a su
vida.
De
pronto se levantó una brisa fría que le pegó la camisa al pecho, y el roce de
los labios de Yunho en su boca fue como un relámpago que le produjo sacudidas
eléctricas por todo el cuerpo, haciéndolo sentir desorientado.
Levantó
las manos para alejarlo incluso a pesar de que su boca se pegó ansiosamente a
la de él, y fue un leve llanto proveniente del cochecito lo que la hizo volver
a la realidad.
― ¿Por qué haces eso? ― preguntó
Jaejoong furioso, molesto consigo mismo por el ansia que no podía disimular.
Se
puso en pie de un salto y sintió que le temblaban las piernas. Sabía que tenía
la cara roja, y tuvo ganas de golpearlo al ver cómo se levantaba con él y se
situaba a su lado, haciéndolo plenamente consciente de su presencia, de su
cuerpo fuerte y musculoso.
― Tenías crema de queso en el labio superior ― dijo
él ― No he podido resistirme. Aún
tengo hambre ― el brillo en sus ojos le dejó claro de
qué era exactamente de lo que tenía hambre.
― ¡Pues termínate la fruta! ― respondió
él ― Me llevo a Changmin dentro.
― Claro ― dijo él, y comenzó a
caminar a su lado.
Le
entregó la cesta y agarró el cochecito para subir los escalones de piedra, como
si el armatoste no pesara más que una pluma.
― El viento de tramontana sopla desde las
montañas. Una primavera temprana en Jeju es como un joven hermoso. Pasa de ser
cálido a frío en un instante ― dijo él levantando una
ceja ― Como tú, nae salang. Te pones
furioso porque no soportas haber disfrutado con mi beso. Me pregunto por qué
será eso.
A
punto de contraatacar con una respuesta vehemente, Jaejoong se mordió la
lengua. Él sabría que estaba mintiendo, ¿así que por qué molestarse? Seguro que
había notado cómo todo su cuerpo se había vuelto loco cuando sus labios se
habían tocado.
― Es todo un dilema. Hubo un tiempo en el que
ansiabas mis besos de una manera halagadora y deliciosa, si no me falla la
memoria. Ahora te gusta fingir que esos días de ansia hacia mí han acabado y
prefieres... ¿cómo se dice?... ponerte de uñas cada vez que me acerco a ti. Es
un enigma que pretendo resolver.
Conociendo
su historial, habría imaginado que Jaejoong habría dado saltos de alegría ante
la idea de un matrimonio que le proporcionaría un estilo de vida tan cómodo. Él
había hablado de resolver el enigma como si nada, pero lo decía completamente
en serio. Ese acertijo lo inquietaba realmente.
Al ver
la villa a lo lejos, Jaejoong suspiró aliviado. Seguro que Yunho podía encontrar
cualquier otra cosa que hacer que no fuera estar siguiéndolos todo el día a Changmin
y a él. Él era demasiado susceptible en lo que respectaba a su magnetismo
animal y masculino.
Su
mente se relajó aún más cuando llegaron al hall principal, él le quitó la cesta
de las manos y anunció:
― Tengo papeleo del que ocuparme y llamadas
que hacer. Estaré ocupado el resto del día ― pero Jaejoong volvió a
notar la angustia cuando Yunho siguió hablando ― Cenaremos fuera esta noche, en la taberna local, así que lleva algo
informal. Ya es hora de que conozcas la zona. No es bueno que te quedes aquí
encerrado.
Para
disimular su angustia, Jaejoong se entretuvo sacando a su hijo dormido del
carrito. Una cena íntima era definitivamente algo que no podía permitirse. Le
recordaría sin duda a esas cenas tardías que habían compartido bajo las
estrellas en la isla y, sobre todo, a lo que había ocurrido después de las
cenas.
― Yo no puedo ― dijo
sin saber qué excusa poner ― Tengo un
bebé, ¿recuerdas? ― y, por si acaso no lo había pillado, levantó
la mirada y lo miró directamente a los ojos ― Tengo una alarma en mi habitación por si se despertara y necesitara que
le cambien o beber agua.
― La niñera también tiene una alarma ― dijo
él.
Aquellos
ojos fascinantes parecían iluminados y su voz se suavizó cuando le acarició las
mejillas con las yemas de los dedos.
― Por eso la contraté, querido. No para
quitarte de encima todo el cuidado del bebé, sino para permitirte pasar algo de
tiempo conmigo mientras ella se ocupa de la parte más aburrida del trabajo como
la limpieza, lavar la ropa y esas cosas. Para que, como eomma suya que eres, no
te veas coartado de tus libertades y entretenimientos.
Le
apartó la mano de encima y dejó a Jaejoong completamente desconcertado y con la
boca abierta al darse cuenta de que realmente decía en serio todo aquello. Al
comprender que no había contratado a la niñera Minette para apartarlo a él de
su hijo, como había creído inicialmente.
«¡No seas agradable conmigo!»,
gritó él en su interior. «Por
favor, no».
Y no
tuvo que perder el tiempo poniendo ninguna otra excusa porque él se adelantó y
dijo:
― Estate listo a las ocho y media.
Se dio
la vuelta y se alejó con la cabeza alta y los hombros estirados, demostrando la
seguridad que tenía en sí mismo.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Espero que con la convivencia Yunho se de cuenta de que Jae no es la persona que cree.
Ansio el momento en que Yunho sepa toda la verdad; así como el que ambos reconozcan que sienten más que una atracción sexual.
ResponderEliminarEsa cena que traerá.
Gracias por una actualización más ❤
Mmmm Jaejoong se esta volviendo a enamorar de Yunho *.* y quien no?! Es guapo, atento, varonil, sexy ..... 😍
ResponderEliminarOjala todo ese mal entendido se resuelva pronto.
Yunnie si q se hace desear, tento a Jae y después se fue sin tocarle ni un pelo XD
Gracias por el cap amiguis ^.^
Joongie tiene que dejar de portarse como un damiselo. Yunho no se lo merece 7-7
ResponderEliminarY uno tiene que volver a ganar la confianza de Jae, porque amor y deseo hay de parte de los dos, pero la injusticia que cometió Yunho con él, es difícil de perdonar, más noble imposible.
ResponderEliminarGracias!!!
Entonces no quiere vengarse de jj pero que feo que solo lo vea con lujuria...
ResponderEliminarOjala con los días q pasen juntos el se da cuenta de como es!!
Gracias
Me encanta esta historia..
Yo creó que el disfraza de lujuria su amor.esperó que pronto se sepa la verdad y disfruten de su amor.
ResponderEliminarEntre ellos hay atraccion,pero no hay confianza,Yunho cree que es un ladron y Jae ya esta presintiendo los planes de Yunho,que pasara en la cena???
ResponderEliminarSólo espero que Yunho termine de entender que todo fue obra de esa mujer por desacreditar a Jae ante sus ojos y se de cuenta que Jae es y sigue siendo el hombre perfecto del que se enamoró en un principio y merese su amor y respeto
ResponderEliminarGracias
Descubrir más de su pasado para entender por qué es"un ladron" si como no... Lo que Yunho quiere es encontrar la verdad, ancía encontrar algo que le demueste la inocencia Jae porque aun que no se ha dado cuenta o no quiere aceptar que fue injusto. Aish Jae le deja ir siempre a la delantera siendo tan debil a sus encantos. En serio creía que JiHye estaría de lado de Jae pero nuuu... Pero cuando Yunho descubra la verdad no habra nada que no haga por el perdón de Jae.
ResponderEliminarAhhhh yunho esta atrapado en creer en el pasado y creer en quien ama y ese fantasma no lo deja en paz ... Y eso daña a jae de igual manera xq la actitud de yunho es tan cambiante....ahhh q desesperación...
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