Para su
sorpresa, Jaejoong se encontró a sí mismo bastante tranquilo, a pesar de la
situación tan incómoda en que se encontraba. Vestido y preparado, se dirigió
hacia la habitación del niño y vio a su bebé durmiendo. Arropado en la elegante
cuna que Yunho le había comprado, el niño parecía adorable, agarrando con la
mano el osito de peluche azul que siempre lo acompañaba.
― Seguramente, dormirá toda la noche, y
nosotros no llegaremos tarde, Minette ― le dijo en voz baja a la
niñera.
Era la
primera vez que llamaba a la mujer por su nombre, sin estar muy seguro de si
era así como se trataba al personal en las residencias de los Jung, y sin
importarle tampoco, ya que le parecía más amigable. Ahora que Yunho le había
prometido que la niñera no había sido contratada para levantar una pared entre él
y su hijo, Jaejoong se sentía aliviado de que le cayese bien.
Minette
se giró desde el armario mientras doblaba las pequeñas prendas destinadas a las
estanterías y dijo:
― Todo estará bien, joven. Relájese y disfrute
de la velada. Y he de decir que está usted precioso. Puedo reconocer un diseño
de París en cuanto lo veo.
En
realidad, el traje de ante color miel era de un diseñador italiano, pero Jaejoong
jamás habría herido los sentimientos de la mujer diciéndole la verdad.
Simplemente sonrió, le dio las gracias y salió de la habitación sobre sus
zapatos de tacón, dejando tras de sí la sutil fragancia de su perfume.
Mientras
se preparaba para una velada que prometía el tormento de estar con un hombre al
que odiaba y deseaba en igual medida, un hombre que podía excitarlo a voluntad
y al que a veces tenía ganas de golpear con un ladrillo, Jaejoong había tenido
una súbita revelación.
Su
situación personal no tenía por qué ser tan mala, no si trataba de que no lo
fuera. Puede que Yunho hubiera resultado ser el tipo de hombre que él
despreciaba, el tipo de hombre que seduce a los de la clase inferior
hablándoles de amor eterno cuando en realidad está prometido a una mujer de su
mismo estatus, pero realmente no se había casado con la cruel Jun JiHyun. Era un hombre libre. No estaba
comprometido con nadie más, que él supiera, y, por alguna razón, eso hacía parecer
que las cosas eran más fáciles.
Además,
un hombre que había aceptado al hijo que apenas conocía y lo había tratado como
a un príncipe, un hombre que se tomaba sus responsabilidades como padre tan en
serio y estaba dispuesto a casarse con un joven de clase inferior al que
consideraba promiscuo y ladrón, no podía ser tan malo. Así que, casi con total
seguridad, si tenía algo de piedad en su cuerpo, podría ser persuadido.
Lo
único que él tenía que hacer era convencerlo de su integridad. No había nada
que pudiera hacer con respecto a su estatus social o financiero, pero nunca
había robado nada en toda su vida. Y, en cuanto a lo de ser promiscuo, era algo
tan lejano a la realidad, que casi daba risa.
Lo
único que tenía que hacer era convencerlo de que tendría que respetarlo como a
un pobre pero sincero campesino y borrar de su cabeza la absurda idea de
casarse con él. Esa idea probablemente hubiera brotado de una falta de respeto
absoluta hacia sus sentimientos, porque siendo inmoral, como él pensaba que
era, creería que podía obligarlo a hacer cualquier cosa que le apeteciera.
El
matrimonio sería un desastre. Como su esposo, él se encontraría con facilidad
enamorado de Yunho de nuevo, ya era lo suficientemente tonto en lo que a Yunho
se refería, y su vida sería miserable porque él nunca lo había amado y nunca lo
haría.
Absorto
en sus pensamientos, llegó hasta Yunho, que lo esperaba al pie de las escaleras
con los brazos abiertos, rodeándolo con ellos en un gesto de caballerosidad.
― Hueles a flores de verano. Es agradable ― dijo
con voz suave como la miel, y apretó los brazos mientras inclinaba la cabeza
hacia él, hundiendo su rostro en su pelo.
Con un
suspiro inaudible, Jaejoong sintió cómo todo su cuerpo se derretía con una
puntualidad mecánica bajo él. Se le pusieron duros los pezones contra su pecho
cubierto por el cachemir negro y el latido inmediato e insistente entre sus
muslos hizo que las rodillas comenzaran a temblarle, sintiendo en su nariz la
fragancia masculina de la colonia que usaba.
Yunho
estaba ejecutando su vieja magia, la magia potente que lo hacía incapaz de
resistirse. Sin poder evitarlo, se acercó más, sintiendo cómo el calor lo
recorría, mientras, cegado por la nube que tenía en el cerebro, sus manos se
deslizaban por sus hombros y luego alrededor de su cuello, hasta levantar la
cabeza expectante.
Aquello
era lo último que quería que ocurriese, ¿pero cómo podía negarlo? Estaba tan
perdido como lo había estado aquella noche en que Yunho se había acercado a él
en la playa, deleitándose con cada detalle de su cuerpo mojado por el agua
mientras le entregaba una toalla.
― Respira ― dijo Yunho apartándolo de
su camino con una sonrisa― La próxima
vez mira por dónde vas. Podría haber sido un muro de ladrillo. ¿Nos vamos?
El
sentimiento de pérdida mientras se alejaba fue tan intenso que lo hizo
estremecerse. Inclinando la cabeza para tapar el rojo de humillación de su cara
con el pelo, Jaejoong le permitió pasarle una mano bajo el codo y guiarlo
fuera, donde estaba esperando el coche.
Sin
poder evitarlo, se había comportado como un desvergonzado. No podía haber
dejado más claras sus necesidades ni aunque hubiese llevado puesta una camiseta
con la frase quiero acostarme contigo estampada en el pecho. Y el mero hecho de
que a Yunho no le había afectado en lo más mínimo lo hacía sentir incluso más
humillado.
Apartándolo
con un comentario burlesco sobre muros de ladrillo cuando no podía haberle
quedado duda alguna sobre su comportamiento. Lo estaba pidiendo a gritos.
El
miedo de que, mediante el sexo, podía convertirlo en un adicto y convencerlo
para que se casara con él y compartiera su cama cuando él quisiera, era ya algo
firmemente instaurado en su cabeza. Debía de haber estado loco para creerse lo
contrario.
Lo
alojaría, lo alimentaría y lo vestiría por el bien de su hijo. Incluso se
casaría con él por las apariencias. ¡Pero no lo tocaría!
Sería
razón de más para hacerle creer en su integridad, para que lo respetara. Algo
que, sabía, sería más difícil después de aquel episodio.
Mientras
descendían con el coche hacia el pueblo, Jaejoong hizo todo lo que le fue
posible por retomar su supuesta tranquilidad.
Necesitaba
convencerlo de que él se había equivocado. Que él había actuado de forma
vergonzosa al hacerlo creer que estaba enamorado de él sólo para conseguir
acostarse con él y sabiendo que iba a casarse con otra persona. Tenía que
hacerle ver que no era un ladrón, que lo habían engañado. Tenía que hacerle
sentir culpable y él tendría que aceptar sus condiciones.
Si
continuaba negándose a su petición de tener una casa propia para él y para Changmin
en Inglaterra, entonces al menos una pequeña casa de campo en esa zona
bastaría.
Podría
contribuir a la educación de Changmin si realmente quería, podría verlo los fines
de semana y que el niño se quedara con él parte de las vacaciones cuando
tuviese edad de ir al colegio. Y él sería autosuficiente, cultivaría frutas y
hortalizas y hasta criaría pollos.
― ¿En qué estás pensando?
Jaejoong
parpadeó. Su pregunta lo había sobresaltado. Estaban aparcados en una calle
estrecha frente a un edificio de piedra. Ni siquiera se había dado cuenta de
que hubiera parado el coche. Aún tratando de olvidarse de esos planes idílicos
para el futuro, se concentró en el amargo presente y contestó.
― En huevos.
El
sonido de su risa le hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Había pasado
mucho tiempo, un tiempo vacío, desde que no se reían juntos los dos, pero tuvo
que morderse el labio para evitar sonreír instintivamente. Él no se daba
cuenta, pero esa velada iba a ser muy seria, verdaderamente seria.
― Es evidente que tienes hambre. Bien ―
Yunho salió del coche con la velocidad de un rayo, tratando de resistir la
tentación de agarrarlo de los hombros, girarlo hacia él y besarlo hasta perder
la noción del tiempo.
En la
casa, le había costado un esfuerzo infinito controlarse y no aprovecharse de
aquel cuerpo endiabladamente sexy que se restregaba contra el suyo, controlarse
para no tomarlo en brazos y llevárselo a la cama.
Había
ido más allá tratando de negar la química sexual que existía entre ambos, así
que se merecía una medalla al autocontrol. Tenía que meterse en su cabeza y
comprender cuáles eran las razones que él tenía para ser como era antes de creerse
sus reclamaciones morales e incluso
antes de pensar en hacer el amor con Jae, convirtiéndolo en su esposo y creando
una familia próspera para su hijo.
De
vuelta con el control, al menos todo el control que le era posible tener con
aquel pequeño diablillo a su alrededor, abrió la puerta del copiloto y lo ayudó
a salir, reduciendo con cuidado el contacto físico al mínimo y lo guió por el
suelo adoquinado hacia las luces del restaurante.
― La comida es casera, pero está
fantásticamente preparada. Llegamos pronto, pero más tarde podrás conocer a
algunos de los del pueblo.
Lo
cual no era lo que Jaejoong quería hacer, no en ese momento. Quería hablar con Yunho,
hablar con él de verdad y hacerle ver su parte de la historia.
Yunho
fue recibido por el propietario, Beppe, como si lo apreciase como a su cliente
favorito, mientras su mujer los observaba desde detrás de una cortina que, Jaejoong
imaginó, conduciría a la cocina.
Unos
armarios chillones pintados a mano flanqueaban una enorme chimenea donde el
fuego crepitaba y Beppe los condujo hasta una mesa de madera decorada con una
vela en un candelabro de terracota.
― ¿Estás cómodo? ― preguntó
Yunho con una sonrisa mientras acercaba el candelabro al borde de la mesa para
que no hubiera nada tras lo que él pudiera esconderse.
¿Iba a
ser así todo el tiempo? ¿Educado mientras él hiciese lo que le mandase?
¿Seguiría
sus planes al pie de la letra?
― No mucho ― contestó sin dudar,
dispuesto a aprovechar la oportunidad de incomodarlo, y observó cómo levantaba
una ceja sin comprender nada, echándose hacia atrás mientras Beppe les llevaba
una jarra de vino y dos copas.
Cuando
volvieron a estar solos, tras una animada conversación sobre la vendimia, Yunho
llenó ambas copas y lo miró.
― Me pregunto por qué será eso. ¿Hubieras
preferido un lugar mucho más elegante y caro?
A Jaejoong
le dio un vuelco el corazón. Aquél era exactamente el inicio que necesitaba.
Así que lo aprovechó y dijo:
― No me conoces en absoluto, ¿verdad?
Realmente no me conoces ― levantó una mano,
indicando la cálida y acogedora habitación, con sus armarios, las flores secas
colgando de las vigas de madera, las fotografías familiares antiguas en viejos
marcos de terciopelo y los cuadros que decoraban cada espacio libre en las
paredes ― Este lugar encaja perfectamente
conmigo. Es un sitio corriente, y yo también. Yo no soy una persona sofisticada
y elegante que quiere que lo lleven a sitios caros para despilfarrar ― sentía
las mejillas acaloradas. El calor se extendía por todo el cuerpo, estando
sentado tan cerca del fuego. Se quitó la chaqueta que llevaba y la colgó sobre
el respaldo de su silla y concluyó su discurso con una vehemencia que no pudo
evitar― ¡Y no soy un ladrón ni me
acuesto con todo el mundo!
«Y yo soy holandés»,
pensó Yunho, asombrado por su interpretación. Él sería todo un éxito en
cualquier acto. Er hermoso, sus ojos eran como dos piscinas profundas, a veces
de carbón y a veces de plata y sus labios como capullos de rosa pidiendo ser
besados. ¿Qué hombre habría sido capaz de apartar la vista, o las manos, de
aquellos fantásticos glúteos que se adivinaban bajo el pantalón de seda que Jaejoong
llevaba puesto?
― ¡No te rías de mí! ― añadió
él mientras Beppe se acercaba con un plato de entrantes.
La
sonrisa de Yunho se hizo más amplia si cabe y adivinó que tenía ganas de
tirarle la copa de vino a la cara, porque sus gestos eran absolutamente
expresivos. Supuso que contuvo el impulso por la llegada de las aceitunas, las
tartaletas de verduras y de las gambas a la parrilla.
Jaejoong
estaba con la guardia puesta y, esa vez, en vez de estar molesto al verlo
furioso, se lo estaba pasando bien. Podría dar otra vuelta de tuerca y a saber
lo que podría ocurrir. La idea le parecía verdaderamente atrayente.
Haciendo
un esfuerzo, disimuló la sonrisa, pero en su voz aún se notaba el humor cuando
dijo:
― ¿Comemos?
Jaejoong
tomó una aceituna y luego volvió a dejarla, sintiendo cómo el corazón le
golpeaba con fuerza contra las costillas. A no ser que Yunho se levantara y se
marchara, él estaba allí cautivo. Se cruzó de brazos y dijo:
― Dijiste que deberíamos conocernos mejor.
Como ya he dicho, tú no sabes nada sobre mí.
― En efecto ― dijo Yunho tras dar un
mordisco a una de las tartaletas.
Era
hora de comenzar con el viaje que se había propuesto a sí mismo, un viaje que
lo conduciría hasta su mente. Era hora de ponerse serio y dejar de babear con
sus atributos y alimentando su libido. Un libido que había estado extrañamente
tranquilo desde la noche en que había descubierto lo que era realmente Kim
Jaejoong.
― Empecemos de una vez. En más de una ocasión
me has acusado injustamente de ser yo el causante de que no volvieras a
trabajar como niñero. Me pregunto por qué. ¿Porque te quedaste embarazado? No
es una acusación muy oportuna teniendo en cuenta que me habías dicho que
tomabas la píldora. Lo cual hace sugerir que la mayor parte de la culpa es
tuya. Además, ¿quién iba a contratarte como niñero cuando tienes un hijo
propio?
Jaejoong
lo miró con odio, seleccionó una gamba y se tomó su tiempo mientras la pelaba,
sintiendo cómo se le empañaban los ojos al recordar todo lo que había sucedido.
― Nada más regresar de Jeju ― dijo
Jae con frialdad ― me dijeron
que me habían despedido de la agencia. Habían recibido una queja muy seria. Una
queja tuya y de esa mujer con la que ibas a casarte, ¿de quién si no? Yo le
había robado algo a una invitada de mis jefes. No se me podía ocurrir pedir
referencias y podía sentirme afortunado por no tener cargos legales en mi
contra.
Tomó
aliento tras hablar. Había sido una época horrible. Yunho le había roto el
corazón y él había sido tachado de ladrón y se había sentido humillado. Lo
único que habría querido era meterse de lleno en la profesión que le gustaba y
tratar de olvidar que alguna vez lo había conocido.
― Yo no había robado nada ― prosiguió
con voz dolida― Tú me
habías hecho perder mi trabajo y cualquier oportunidad de volver a trabajar de
eso. En ese momento yo no sabía que estaba embarazado. Por suerte hubo gente
que creyó en mí, no como tú. Kim HeeSun me acogió mientras buscaba trabajo. Un
tipo me contrató en un bar, satisfecho por un par de referencias que tenía, de Kim
HeeSun y del padre de mi amigo Junsu. Así que, no gracias a ti, sobreviví ― concluyó
levantando la barbilla y con los ojos brillantes.
Yunho
se dio cuenta de que Jaejoong había pelado varias gambas, pero todas yacían sin
tocar junto a las cascaras.
No
cabía duda de que lo que decía era verdad. Había estado en la lista negra. Por
primera vez desde aquella noche sombría, su mente rememoró los acontecimientos.
Se había sentido herido y había creído su amor traicionado pero, aun así, había
insistido en tener una reunión con todas las personas que sabían lo que había
ocurrido: Jihye, JiHyun y Filomena.
Con el
corazón en un puño, había ordenado que aquel desafortunado incidente no fuera a
mayores. La joya había aparecido, no se había perdido nada, salvo el sueño, más
propio de un adolescente que de un adulto, de pasar el resto de su vida con el
único docel al que había amado. Aun así, jamás quiso que lo castigaran por
nada.
Jihye,
con los ojos húmedos, había susurrado:
― No me habría creído una palabra de todo esto
si no lo hubieras pillado con las manos en la masa. Por supuesto, yo no haré
que esto se extienda.
JiHyun,
con una sonrisa en la cara, no había dicho nada. Había sido Filomena la que
había expresado lo evidente.
― ¿No deberíamos informar de esto a la
agencia para la que trabaja? Puede que robe a futuros clientes.
En ese
momento, Yunho no había sabido cómo hacerles comprender sin parecer un tonto
que, si le quitaban ese trabajo a Jaejoong, podría recurrir a medios aún peores
para ganar dinero, quizá incluso la prostitución. Finalmente había sido JiHyun
la que había concluido con el asunto diciéndole a su criada:
― Ya has oído lo que ha dicho el señor Jung.
Ni una palabra de este desafortunado incidente. Te prohíbo que hables de ello
de nuevo.
Su
hermana Jihye no podía haber contactado con la agencia, y Filomena sería
demasiado consciente de las consecuencias que podría tener desobedecer a su
jefa. Lo cual dejaba sólo a JiHyun. JiHyun, que había expresado su decisión de
no presentar cargos. En aquel momento, tal magnanimidad le había parecido
extraña teniendo en cuenta su carácter. Ahora se preguntaba por qué.
Pero
era demasiado pronto para hacer públicas sus sospechas. No había llegado a ser
el hombre de negocios que era por ir contándolo todo por ahí sin haber recopilado
antes la información necesaria.
Inclinándose
sobre su asiento mientras Beppe les llevaba un plato de lubina al horno, Yunho
estudió los rasgos de Jaejoong y su boca apretada. Debía de haberlo pasado mal
con el embarazo inesperado, tratando de encontrar trabajo y de ganar lo
suficiente como para sobrevivir y ahorrar para el bebé que estaba en camino.
Dejando
de lado las pruebas del robo y el silencio de Jaejoong, Jae había estado embarazado
y él no le había proporcionado su ayuda. De acuerdo que en aquella época él se
había sentido dolido, pero ésa no era excusa. Tenía que haber contratado a
alguien para que siguiera sus movimientos en Inglaterra. De ese modo,
finalmente se habría enterado del embarazo, le habría ofrecido su ayuda y
habría insistido en que regresara a Corea con él, asegurándose de que tuviera
los mejores cuidados mientras esperaban a que naciera su hijo.
Al
menos no había abortado. Había luchado él solo, sin ayuda.
De
acuerdo. En ese momento Yunho no se tenía a sí mismo en gran estima, pero no
servía de nada lamentarse. Lo único que importaba era el futuro y cómo
afectaría eso a su hijo. Y sólo conociéndolo todo sobre él, se aseguraría de no
recibir más sorpresas desagradables.
Tras
repartir el pescado, le entregó su plato.
― ¿Cómo te las arreglaste? Has mencionado a
una tal Kim HeeSun.
Jaejoong
asintió, aún con la boca apretada y muy serio. Tomó su tenedor y deseó poder
atacarlo a Yunho y no al pescado con el instrumento. Aquel hombre demasiado
guapo, demasiado rico y demasiado seguro de sí mismo había ignorado sus quejas
cuando lo había acusado de ponerlo en la lista negra. Como si eso no importara.
Él no
era una persona violenta, pero Jung Yunho sacaba lo peor que había en él. Para
combatir ese sentimiento de odio, dijo con frialdad absoluta:
― Me invitó a vivir con ella y se portó
maravillosamente bien, en todo. Siempre estaba alegre y veía el lado positivo
de las cosas.
― ¿La conocías desde hacía mucho tiempo? ― preguntó
Yunho llenándole su copa de vino. Jaejoong no estaba comiendo, pero se había
bebido el vino como si fuera agua. No importaba. Puede que el alcohol le
soltase la lengua.
Con un
suspiro, Jaejoong dejó el tenedor. Sería todo un alivio poder dejar de lado
todo el asunto de su supuesto robo. Al parecer, Yunho no consideraba necesario
mencionar su parte de culpa en el asunto, lo consideraría indigno de él. Ni
siquiera parecía avergonzado de haberlo hecho. Porque nada lo convencería de
que él no había robado la joya de aquella horrible mujer. Desde luego, sería un
alivio poder hablar de alguien que siempre había pensado lo mejor de él.
― Fue contratada después de que yo naciera. Al
parecer, mi madre siempre estuvo delicada de salud. Murió cuando yo tenía tres
años, así que no tengo un recuerdo claro de ella. Creo que mi padre siempre se
culpó a sí mismo por dejarla embarazada y a mí por haber nacido ― explicó,
y dio un trago al vino para aclararse la garganta.
Tenía
un ligero sabor a fresas y un aroma que le recordaba a una flor, pero no sabía
a cuál. Entonces sonrió ligeramente.
― ¿Y? ― dijo Yunho preguntándose
si habría sido buena idea volver a llenarle la copa. Al menos había hecho que
hablara con total libertad.
― Kim HeeSun estuvo conmigo hasta que cumplí
siete años. Como una madre. Entonces mi padre se casó con Stacia, una
divorciada. Tenía una hija, Tiffany, y ella nunca dejó de remarcar que, Tiffany
era todo lo que yo no era. Guapa, brillante. Eso no importaba porque Kim HeeSun
me quería. Pero pocas semanas después, Stacia la despidió. Era una pérdida de
dinero, había dicho ella, aunque luego no tenía reparos en gastarse más de lo
que mi padre podía permitirse en ropa cara para ella y para Tiffany, o en
comida para las fiestas elegantes que daba continuamente.
Jaejoong
tomó aliento, como si se lamentara de haber hablado demasiado.
― ¿Me estás oyendo? ― preguntó
con una sonrisa ― Aquí,
quejándome. Tuve una infancia feliz, de verdad. Y, por supuesto, mi padre me
quería, aunque no se le daba bien demostrarlo. Además, la familia de mi mejor
amigo Junsu, dejaba que me fuera con ellos de vacaciones en verano, y me lo
pasaba muy bien. Y Kim HeeSun nunca se olvidó de mí. Siempre me enviaba cartas
y regalos. Fui afortunado.
Jae
sonrió abiertamente y Yunho se sintió furioso. ¿Afortunado? ¿Por haber perdido a
su madre tan joven? ¿Por haber sido tachado como medio responsable de su
prematura muerte? ¿Por haberse quedado sin la mujer que, obviamente, había
sustituido a su madre? Por no hablar de tener una madrastra digna de pesadilla.
Él
podía leer entre líneas tan bien como nadie. Para Jaejoong no había habido ropa
cara. Seguramente habría llevado siempre la misma ropa hasta romperla por
completo. Y además los niños no llevaban bien las comparaciones envidiosas. La
supuesta superioridad de Tiffany debía de haber sido una losa para él.
«Tranquilízate», se
dijo a sí mismo, ignorando el plato de verduras a la plancha que Beppe había
colocado sobre la mesa, al igual que ignoró el impulso de estirar los brazos
sobre la mesa para agarrarle las manos a Jaejoong. Aquella conversación tenía
que ser esclarecedora, no una mezcla de ira, compasión y... ¿culpa?
― Así que te fuiste a vivir con ella y
comenzaste a trabajar en un bar ― dijo ― Y nació Changmin. ¿Entonces qué?
Jaejoong
podía imaginarse que, en cualquier momento, Yunho iba a echarle en cara su
irresponsabilidad por no haberle dicho que iba a ser padre. Pero él ya le había
explicado su decisión de no causarle problemas. Por aquella época pensaba que
se había casado con esa mujer odiosa.
Se
encogió de hombros. Se le estaba levantando un ligero dolor de cabeza, y sabía
que no estaba pensando con claridad, porque aquello era más bien una
inquisición antes que una declaración de inocencia. Y no podía entender por
qué, en vez de disculparse por su comportamiento, Yunho estaba tan interesado
en saber dónde había vivido y cómo se había ganado el pan. Definitivamente
había bebido demasiado vino. No debería haberlo tocado.
Sentía
la lengua seca, pero siguió hablando, decidido a concluir con el tema y
centrarse en lo que realmente importaba.
― Conseguí un trabajo de jornada partida en un
supermercado cercano. Nos las apañamos bien. Entonces... entonces ella murió.
Fue de repente. La casa estaba alquilada y Changmin y yo tuvimos que marcharnos ― se
le llenaron los ojos de lágrimas― La echo de
menos.
¡Dios!
Por fin lo veía todo. Yunho comprendía por qué Jaejoong se había ido a vivir con
ese hombre rubio. Casi sin pensar, absorto en lo mal que lo debería de haber
pasado, sufriendo por la pérdida de su vieja amiga, de pronto sin casa, sin
esperanza y con un niño al que alimentar, Yunho dijo:
― ¿Entonces te mudaste con un novio?
Estuvo
a punto de añadir que comprendía perfectamente por qué lo había hecho, pero no
le dio tiempo, porque en ese momento Jaejoong le dirigió una mirada de hielo,
echó la silla hacia atrás y se dirigió apresuradamente hacia la puerta.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Ahhh Dios!!!! Y yo que pense que Yunho ahora si entendia cual era la verdadera situación de Jae, pero en fin, al parecer lo que Jae tiene que hacer es aplicar la ley de la indiferencia para que Yunho tome enserio sus palabras.
Oh!!! nooo por que lo dejas así, cuando las cosas se están poniendo interesantes.
ResponderEliminarGracias por un nuevo capítulo, ya se te extrañaba, me gusta mucho esta historia.
Que emoción tener actualización aquí, espero que todo este llendo en orden para tí Poleth, siempre se agrace mucho el que no nos dejas semana a semana y justo por eso me tenías preocupada. Gracias por este cap. En verdad me encataría que Jae reuna toda la fuerza de voluntad que necesita para resistor su deseo y amor por Yunho y ya que dejarle saber todo su pasado está resultando una bofetada para Yunho, ojala pueda dejarle en claro cuanto vale un chico como él. Me encanta liarme arreglando el atuendo de Jae cuando los describes usando prendas femeninas jajaj no puedo y siempre les armo un outfit varonil. Jajaja no sé como haces para imaginarlos con zapatos de tacón y vestidos si yo lo hago me ataco de risa.
ResponderEliminarTodo iba bien,Jae le estaba diciendo todo lo que le paso despues de que se separaran y Yunho parecia entender por todo lo que vivio y el lo arruina por su pregunta tonta en verdad no conoce a Jae
ResponderEliminarQue bueno que volviste, ne preguntaba de donde eres y que ojala ninguno de los acontecimientos climaticos, terremotos o políticos te estuvieran afectando.
ResponderEliminarEspero que Yunho crea en Jae, si no lo va a perder, para empezar con esta última pregunta del supuesto novio hizo enojar a Jae.
Gracias!!!
Pobre Jae la paso terrible y decidió sincerarse con Yunho. Espero q recapacite y deje de desconfiar y ponga en su lugar a quien debió hace mucho :/
ResponderEliminarAmigaaaa recién veo q actualizaste, estuve sin celu estos días pero ya estoy de regreso ^.^
Gracias por el cap <3
Este Yunho siempre metiendo la pata, gracias por actualizar
ResponderEliminarPrimero que nada
ResponderEliminarQue bueno que ya volviste !!
Ya te habías tardado en volver y en actualizar
Gracias
Con yh ya no hay remedio
ResponderEliminarCada que avanza un paso retrocede dos y muy grandes
Tanto le afecto lo que le “hizo"
jj ?
Espero la next
Gracias!! ^^
Ay Jung, iban tam bien y sales con tu:
ResponderEliminarTe mudaste con tu novio :v....
Asi no se puede, me estresas!!!!!
Ay yunho eres un bobo uno abriéndote el corazón y la riegas.... Deja tus tontos celos y escucha caramba....
ResponderEliminarAhhhjj miedo me quede picada jejejejejjej
ResponderEliminarPobre Jae si que las a pasado muy duras para salir adelante y con la familia que le tocó y ahora Yunho que no termina de creer en su inocencia sufre por ello espero que ya pronto termine de abrir los ojos Yunho y vea lo bueno e inocente que es Jae y por todo lo que paso por culpa de esa dizque su prometida y ya termine de hacerlo feliz que es lo que merese después de tanto sufrimiento
ResponderEliminarGracias