Jaejoong contempló sorprendido las dos marcas azules de la varilla y
sintió como si una mano invisible le apretara la garganta impidiéndole
respirar. Positivo.
Se sentó en el borde de la bañera. Le temblaban las piernas. Un rayo de
esperanza brilló por un instante en su mirada, pero desapareció en seguida.
No podía ser cierto.
Respiró profundamente y echó una ojeada de nuevo a la varilla. Parpadeó
incrédulo un par de veces. Las marcas seguían allí, en el mismo sitio.
Sonó de repente el timbre de la puerta. Se levantó con el corazón en un
puño y escondió el test de embarazo en el cajón del lavabo que tenía al lado.
Suspiró hondo tratando de recobrar la calma.
Vick estaba ya ladrando muy eufórico, pero él no necesitaba el olfato
del animal para saber quién estaba al otro lado de la puerta. Nadie llamaba de
esa manera más que Jung Yunho, el hombre del que estaba a punto de divorciarse.
Era muy dominante y no acostumbraba a admitir un no por respuesta.
Trató de poner la expresión más fría y distante que pudo antes de abrir
la puerta.
― Yun… Yunho ― dijo Jae tratando
inútilmente de ocultar su nerviosismo ― Creí que habíamos acordado que mandarías a una persona del servicio a
recoger a Vick.
― Lo pensé mejor y decidí venir yo en persona ― respondió
Yunho, inclinándose hacia el perro para acariciarle las orejas ― Me sorprende encontrarte en casa ― dijo
incorporándose de nuevo y mirándolo con ironía ― Supuse que estarías con tu nuevo amante japonés. ¿Cómo se llama éste de
ahora…? ¿Makkyo…? ¿Ryu…?
Jaejoong se mordió el labio inferior por dentro, arrepintiéndose una vez
más de aquella cita estúpida que había tenido con un compañero de su clase de
yoga.
― Yamapi ― dijo, de mala gana ― Y no pasó ninguna de esas tonterías que
salieron en la prensa.
Yunho arqueó las cejas en un gesto de cinismo.
― ¿Así que no es verdad que te arrancó la camisa a la entrada de tu
apartamento y luego protagonizasteis un buen escándalo?
Jaejoong lo miró como si quisiera fulminarle con la mirada y cerró la
puerta de golpe.
― No ― replicó Jae ― Eso es más
propio de tu estilo.
― Creo que tratas de engañarte a ti mismo, Yobo, tú nunca hiciste nada
conmigo contra tu voluntad ― dijo él con una sonrisa indolente.
Jae sintió un escalofrío, a la vez que un calor intenso entre los
muslos, al recordar los momentos de placer vividos a su lado. Se dio la vuelta
para que él no viera el rubor de sus mejillas, recordando avergonzado su
conducta la noche de la boda de Yoochun, el hermano de Yunho. No sabría decir a
ciencia cierta cómo habían llegado a aquello. ¿Habría sido efecto del champán o
del dolor de la separación? Tal vez sólo había sido sexo, nada más. No había
que buscarle más explicaciones. Al menos, seguro que eso era lo que habría sido
para él. Lo más probable era que se hubiera acostado con varias mujeres y hombres
desde su separación. A juzgar por lo que publicaba la prensa del corazón,
estaba saliendo actualmente con una modelo de lencería que trabajaba en Japón.
Aquella noticia había sido para Jaejoong como si le hubiesen clavado un puñal
en mitad del corazón, pero no quería por nada del mundo que él se diera cuenta
de su sufrimiento.
Sintió su aliento en la espalda. Sin duda, se estaba acercando a él. Era
el perfume inconfundible de su loción de afeitado con fragancia de limón
mezclado con su propio olor masculino. A pesar de su esfuerzo, todos sus
sentidos se pusieron en alerta, como a la espera de algo imprevisto. Y en
efecto, cuando él puso las manos sobre sus hombros y lo rozó por detrás de la
espalda con su cuerpo, creyó sentir que el corazón cobraba un ritmo
desacompasado y los pulmones se quedaban sin oxígeno.
― ¡Qué bien hueles, Yobo! ― dijo inclinándose hacia él
hasta casi rozarle el cuello con los labios ― ¿Es un perfume nuevo?
― Aparta las manos de mí, Yunho ― dijo Jae sin saber bien
de dónde había sacado las fuerzas necesarias para pronunciar esas palabras.
«Si no, me daré la vuelta y
caeré rendido en tus brazos una vez más, como siempre», pensó.
Yunho mantuvo las manos en sus hombros sólo una fracción de segundo más
antes de retirarlas.
Pero fue suficiente para que Jae sintiera un nuevo vuelco en el corazón.
Estaba tan cerca de él, que su aliento le movía el pelo. Se lo había
recogido provisionalmente en la nuca en forma de moño, pero se lo había soltado
al ir a abrir la puerta y le caía ahora como una cascada de oro por los
hombros.
― Debo recordarte que seguimos casados legalmente hasta que no se firme el
último papel de nuestro divorcio ― afirmó Yunho ― Hasta entonces, deberíamos aprovechar el
tiempo de la mejor manera posible.
Jae sabía lo que querían decir aquellas palabras y eso le dolía aún más
que lo de la modelo de lencería. Yunho no estaba hablando de salvar su
matrimonio, sino su fortuna. Los Jung eran una familia Coreana muy rica y
poderosa. Podían considerarse los verdaderos reyes de la nación. Al casarse
cinco años atrás, no había firmado ningún tipo de acuerdo matrimonial o régimen
económico. Simplemente, se dejó guiar por una ley no escrita, pero que regía
desde siglos entre los miembros de esa familia: cuando un Jung se casaba era
para toda la vida. Jae se preguntó si alguno de aquellos matrimonios habría
sido capaz de sobrevivir teniendo que soportar todos los sufrimientos por los
que él había pasado.
Lo dudaba mucho.
Se armó de valor y se dio la vuelta. Lo miró fijamente a los ojos, a
esos ojos inescrutables, misteriosos y tan oscuros como la noche.
― ¿Qué quieres de mí? ― le preguntó Jae.
Yunho comenzó a dibujar, sobre sus hombros, unos pequeños círculos con
los pulgares. Jae sintió que podría comenzar a derretirse en cualquier momento.
Trató de dominarse, apretó los dientes y trató de apartarse de él poniendo las
manos sobre su pecho.
― ¿Quieres dejar de tocarme de una vez? ― dijo aparentemente muy
enfadado.
Yunho, sin apenas esfuerzo, le tomó las dos manos con una de las suyas,
igual que si fuera un niño.
― Estuvo bien lo de la otra noche, ¿Eh? Fue formidable, no recuerdo nada
mejor, ¿y tú?
Jaejoong no podía hablar, tenía un nudo en la garganta. Sí, aunque no
quisiera reconocerlo, había sido una noche memorable. Habían hecho el amor de
forma desenfrenada, sin complejos ni inhibiciones. Sin preocuparse de
temperaturas, ni gráficos de ovulación, ni inyecciones de hormonas… Sexo, sin
más, en estado puro, a la vieja usanza, con la única salvedad de que no lo
habían hecho en la cama.
Pero, ¿y aquella visita?, se dijo. ¿Pretendería revivir aquella ardiente
noche de pasión o sería sólo una tregua para salvaguardar su patrimonio?
― Yunho… fue una noche loca, una estupidez por parte de los dos ― dijo
Jae, desviando la mirada y dirigiéndose al salón.
Era pronto para decírselo. Podía traer mala suerte, como ya había pasado
antes. ¿Cuántas veces había contemplado, con una sonrisa, la varilla del test
de embarazo para ver luego, sólo dos semanas después, todos sus sueños rotos,
como una pieza valiosa de porcelana que se cae al suelo? ¿Por qué iba a ser ahora
diferente? Sí, era mejor no decirle nada. Así, Yunho podría al menos rehacer su
vida con otro joven que le diera lo que tanto deseaba. Ambos quedarían libres
para rehacer sus vidas. Ya habían perdido cinco años con aquel matrimonio. Yunho
tenía ya treinta y seis. La mayoría de los amigos de su edad tenían ya dos o
tres hijos.
Y él no le había dado ninguno. Yunho lo siguió al pequeño salón. Jaejoong
sintió su aliento y su mirada en la espalda y percibió al instante un calor
intenso en la piel. Pero tenía que mantenerse firme, no podía exteriorizar sus
deseos y sus emociones delante de él. Y menos cuando se suponía que todo había
acabado ya entre ellos. Ya había comenzado a hacer sus planes para el futuro y Yunho
no figuraba en ellos. Tenía que mostrarse frío y distante, tenía que
demostrarle que ya no ejercía ningún poder sexual sobre él, que él era ahora el
único dueño de sus actos y de su vida.
Sí, ahora se sentía más fuerte, mucho más fuerte que nunca.
Y todo gracias a aquellos seis meses que llevaban separados. Ya no
tendría que vivir a la sombra de su dinero y su fama. Podría vivir su propia
vida, volver a retomar su trabajo, que había dejado estúpidamente para casarse
con él y amoldarse al estilo de vida y las tradiciones de su familia. Se sintió
orgulloso de los avances que había logrado en esos últimos meses. Sin embargo,
aquel acontecimiento imprevisto de última hora podía echar a rodar todos sus
planes. ¿Por cuánto tiempo podría mantenerlo en secreto? Él parecía mirarlo de
forma un tanto recelosa con aquellos ojos suyos, oscuros y penetrantes.
¿Sospecharía algo? ¿Tan transparente era para él?
― ¿Qué es eso que he oído de que te vas a trasladar a Japón? ― preguntó
él.
― Tengo una entrevista para un puesto de profesor en un colegio privado ― respondió
Jae muy digno ― Tengo
muchas esperanzas puestas en ese empleo, creo que al final sólo han quedado dos
o tres candidatos más.
― ¿Y vas a aceptar el puesto si te lo ofrecen? ― dijo
él con el ceño fruncido.
― ¿Por qué no? ― replicó Jae muy altivo ― No hay nada que me retenga ya en Corea.
Yunho movió los músculos de su mandíbula como si tratase de masticar
algo muy duro y desagradable.
― ¿Y qué me dices de Vick?
Jaejoong sintió una gran pena al pensar que tendría que despedirse de
aquel perro al que tenía tanto cariño y que había criado desde que era un
cachorro. Pero no se permitía tener animales en el apartamento de Japón donde
pensaba vivir, y además, aquel perro de caza tan inteligente preferiría estar
con Yunho.
― Lo he pensado dos veces y creo que será mejor que se quede contigo ― dijo.
― ¡Vaya! ¿Cómo has cambiado de opinión tan de repente? Te pasaste varias semanas
discutiendo sobre quién debía quedárselo. Estuve a punto de pedirle a mi
abogado que presentara una solicitud para la custodia del animal.
― Se olvidará de mí en cuanto te lo lleves a tu villa, una vez acaben las
obras de remodelación ― respondió Jae con indiferencia ― A propósito, ¿cuándo piensas trasladarte?
Yunho se pasó la mano por el pelo. Era uno de los gestos que conocía muy
bien y que quizá ya nunca podría olvidar, igual que la forma que tenía de
administrar sus sonrisas como si pretendiese decir con ello que no todo en la
vida era divertido, o la forma en que fruncía el ceño cuando estaba muy
concentrado en la lectura de algo, o el brillo especial que aparecía en sus
ojos negros cuando quería hacer el amor con él. Trató de apartar de sí aquellos
pensamientos que le hacían rememorar los eróticos momentos de aquella noche
loca.
― No estoy seguro. Supongo que en una o dos semanas ― dijo
él ― Los pintores aún no han
terminado. Creo que ha habido algún retraso con la tela de las cortinas o algo
parecido.
Jaejoong recordó la ilusión con que él misma había elegido, cinco años
atrás, las telas y los colores para decorar las habitaciones de aquella casa.
Entonces había pensado que tenían un futuro por delante. Ahora, sin embargo, se
estaba remozando la villa, añadiendo habitaciones, tirando tabiques y
remodelando los jardines, como si se pretendiese cambiarlo todo para que no
quedase en aquella villa nada que pudiera recordar su presencia. Sintió un
dolor muy hondo al pensar que en aquellas habitaciones podrían oírse un día no
muy lejano los gritos de los hijos que Yunho tendría con otra persona. Recordó
el cariño y la ilusión con que había decorado el cuarto de los niños la primera
vez que se quedó embarazado. Tras cinco años de ilusiones rotas y esperanzas
frustradas, ni siquiera se atrevía ya a entrar en aquel cuarto.
― ¿Y tú? ¿Cuándo te vas? ― preguntó Yunho, rompiendo
el silencio que se había producido entre ellos.
― El próximo lunes ― respondió.
― ¿No te parece un poco precipitado? ― dijo con el ceño
fruncido y la mirada sombría ― Pensé que
habías decidido hace tiempo no volver a la enseñanza. ¿O estás tratando de dar
una imagen de hombre necesitado para conseguir mejorar tu asignación económica Yobo
a nuestro divorcio?
Jaejoong no quiso caer en la provocación.
― Yunho, no me importa lo que piense la gente. Quiero volver a la
enseñanza. Necesito volver a usar el cerebro, lo he tenido aletargado
demasiados años. No estoy hecho para asistir a actos benéficos con damas
respetables que no hacen otra cosa en todo el día. No debía haber renunciado
nunca a mi trabajo. No sé en qué demonios estaría pensando el día que lo hice.
― Parecías encantado entonces de haber tomado aquella decisión ― dijo
él mirándolo con sus penetrantes ojos negros ― Dijiste que tu trabajo no era tan importante como el mío y aceptaste de
buen grado dedicarte por completo a ser un buen esposo.
Jaejoong se avergonzó recordando lo ingenuo que había sido entonces.
Aunque en ningún momento se había hecho la ilusión de que Yunho se hubiera
casado con él por amor, abrigaba la esperanza de que con el tiempo llegara a
amarlo. Aquel matrimonio había obedecido a razones que tenían más que ver con
las costumbres y tradiciones de su familia que con sus sentimientos. Yunho
tenía, por entonces, treinta años y necesitaba un esposo que le diera un
heredero que perpetuase la saga de los Jung. Lo había colmado de joyas y él se
había dejado engañar a sí mismo haciéndose a la idea de que todo aquello era un
cuento de hadas con final feliz. ¡Qué estúpido e ingenuo había sido! Tenía sólo
veintidós años, acababa de terminar sus estudios y se había enamorado en su
primer viaje al extranjero. Pero aquellos cinco años de matrimonio y de
sufrimientos le habían hecho madurar y darse cuenta de que no todos los cuentos
de hadas tenían un final feliz.
― Lo veía todo de color rosa ― dijo a sabiendas de que
con esas palabras alimentaría la opinión de joven ambicioso y cazafortunas que Yunho
tenía de él ― ¿Qué chico
podría haberse resistido ante aquella ostentación de dinero, hoteles de lujo,
villas majestuosas y viajes exóticos?
― Si has pensado por un instante que vas a llevarte la mitad de mi
fortuna, ya puedes ir quitándote esa idea de la cabeza ― dijo
él con un rictus de desprecio ― Aunque el
proceso de nuestro divorcio tenga que prolongarse veinte años, no conseguirás
salirte con la tuya.
Jaejoong alzó la barbilla desafiante. Yunho no sabía discutir con él sin
tener que hablar de dinero. Él mismo no había sido para Yunho más que otra
transacción comercial más. Y lo que Yunho no podía perdonarle era precisamente
que esa operación no hubiera salido como esperaba. Jae no había conseguido
hacerlo feliz, como Yunho tampoco a él. El dinero había suavizado y limado las
asperezas durante un tiempo, pero al final Jae había comprendido que no había
otra solución que la separación.
― No hace falta que llegues a esos extremos, no me interesan tus bienes ― dijo
Jae muy serio.
Yunho resopló con ironía.
― ¿De veras? ¡Vamos, Jaejoong! No trates de engañarme. Sé que deseas
quedarte con la villa de Jeju, que ha pertenecido a mi familia durante siete
generaciones. Tiene un valor sentimental para todos nosotros. Supongo que es
por eso precisamente por lo que quieres apropiártela, ¿verdad?
Jaejoong se armó de valor para evitar perder la compostura.
― Esa casa hace años que deberíais haberla vendido y tú lo sabes.
Estuvimos allí sólo una vez y tú te sentiste todo el tiempo como un león
enjaulado. Tus hermanos hace mucho que no van y en todo el tiempo que llevamos
casados no recuerdo que tu madre se haya acercado por allí una sola vez. Está
la mayor parte del año vacía. Es un derroche inútil.
Yunho desvió la mirada, tal como él se había imaginado. Nunca quería
hablar del trágico suceso que había ocurrido hacía muchos años en esa casa
durante su infancia. Cada vez que intentaba hablarle de la causas de la muerte
de su hermana pequeña, él ponía una expresión impenetrable y se negaba en
redondo a hablar de ello. Era algo que a Jae le dolía mucho. Parecía como si
pensase que él no tenía categoría suficiente para contarle sus problemas y sus
sentimientos. Era como si todo lo que quisiera de éj fuera que se comportase
como un esposo de cartón y piedra con el que pasear del brazo por las tardes e
hiciese todas las cosas que se suponía tenía que hacer un esposo como es
debido.
Yunho le dio la espalda y se puso a dar vueltas por la salita, apretando
y aflojando los puños para tratar de dominarse.
― Quizá mi madre decida algún día irse a vivir allí ― dijo
él finalmente ― Así que,
por si acaso, no se venderá.
― ¿Tienes intención de ir por allí en breve, Yunho? ― preguntó
Jae con ironía ― ¿Cuánto
tiempo hace que no has ido? ¿Dos… tres años?
Yunho se giró y clavó en él su mirada con expresión dura y amenazante.
― Nunca tendrás esa villa. Ahora que mi hermano Yoochun y Junsu están
casados, es probable que vayan allí con cierta frecuencia. Es el lugar perfecto
para que Hani pase las vacaciones.
Jaejoong sintió una cierta desazón al pensar en aquella niña de ojos y
pelo negro que Yoochun había presentado a la familia hacía sólo unas semanas. Yoochun
había conocido a Junsu, su actual esposo, en Japón. Era un australiano de
descendencia Japonesa muy atractivo que estudiaba ballet, pero Yoochun había
roto su relación con él sin saber que lo había dejado embarazado. Su posterior
reconciliación y boda habían sido los sucesos más emotivos y románticos de los
que Jaejoong había sido testigo.
Ver a la pequeña Hani, tan adorable y resplandeciente el día de la boda
de sus padres, había sido una verdadera tortura para él, que no había conseguido
darle un hijo a Yunho. Se preguntó si habría sido ésa la razón por la que se
había comportado de forma tan estúpida e insensata aquella noche. Se había
sentido tan alterado emocionalmente, tan triste y solo por el fracaso de su
matrimonio, que no había tenido fuerzas para resistirse cuando Yunho lo había
invitado a tomar una copa.
La boda se había celebrado en los salones del hotel Jung donde él se
alojaba. Aceptar ir con él a su habitación había sido su primer error. El
segundo había sido dejar que él lo besara.
Y el tercero haber caído de aquella forma tan vergonzosa en sus brazos,
sin oponer la menor resistencia. Se había comportado como una mujerzuela y él lo
había tratado como tal, yéndose de su lado al acabar, como hace un cliente con
una prostituta de la calle después de haberle pagado por sus servicios.
― Quiero la villa de Jeju, Yunho ― dijo, sosteniendo su
mirada tan dura como el acero ― Es lo
menos que me merezco. Podría exigirte mucho más y tú lo sabes.
Yunho adelantó la mandíbula con gesto de arrogancia y lo miró con unos ojos
tan negros como una noche sin luna.
― No quiero que me malinterpretes, Jaejoong. Deseo este divorcio casi
tanto como tú, pero la villa no es negociable y no pienso ceder un milímetro.
¡Así que estaba deseando conseguir el divorcio! Él había imaginado que
la demora de aquel proceso era debida a que Yunho aún seguía sintiendo algo por
él y albergaba la esperanza de que las cosas volvieran a su cauce. Pero no, la
única razón era porque él quería conseguir el acuerdo más ventajoso para sus
intereses.
― ¡Eres un canalla y un malnacido! ― le dijo fuera de sí ― Tienes mucho más dinero del que nadie pueda
imaginar y te niegas a concederme lo único que quiero.
― ¿Por qué la quieres? ¿Qué vas a hacer tú con una villa de treinta
habitaciones? Máxime, cuando acabas de decirme que te vas a ir a Japón dentro
de unos días.
― La convertiría en un hotel maravilloso y un spa ― respondió
entusiasmado ― Me
proporcionaría unos ingresos adicionales al de mi trabajo como profesor. Sería
una buena inversión, una excelente inversión.
― ¡Dios, ya está bien, Jaejoong! ― exclamó él con los ojos
echando chispas ― ¡Basta! No
sé cómo quieres que te lo diga. Deja ya de presionarme.
― ¿Por qué? ― preguntó Jae ― ¿Te preocupa acaso que puedas demostrar por
una vez tus sentimientos como cualquier persona? ¿Qué te enfadas o te apasionas
cuando hablas o que incluso tienes también alguna debilidad?
El aire pareció volverse irrespirable. Jae lo miró a los ojos. Eran tan
negros, que no sabría decir dónde acababan las pupilas y dónde empezaba el
iris. Su rostro impenetrable parecía esculpido en piedra. Se preguntó si se
acercaría ahora a él, lo abrazaría y lo tomaría en sus brazos, tal como había
hecho la noche de la boda de su hermano Yoochun. Recordó que aquella noche
habían estado discutiendo como ahora, y que de repente, en vez de ponerse a
gritar o a tirarse los trastos a la cabeza, habían acabado fundidos en un abrazo
apasionado. Se estremeció al recordarlo y, al contemplar la forma en que él lo
miraba, habría jurado que él también estaba recordando el erótico instante en
que su boca se acercó a la suya y sus labios se fundieron en un beso ardiente y
lleno de pasión.
― ¿De veras es eso lo que quieres, Jaejoong? ― dijo
él con voz suave y apagada mientras le agarraba una mano de forma furtiva ― Quieres hacerme perder el control y que
acaben las cosas como la última vez, ¿no es eso?
Jae sintió un calor por toda la piel, especialmente en la mano donde
parecía tener un anillo de fuego alrededor de la muñeca.
― No te atreverías ― replicó.
Él respondió a su provocación atrayéndolo hacia sí. Su cuerpo musculoso
y duro entró en estrecho contacto con su suave piel.
― Ya me atreví una vez ― respondió él ― Y tú disfrutaste cada segundo de aquel
momento.
Jae sintió un intenso rubor en las mejillas, pero trató de
contrarrestarlo elevando la barbilla con arrogancia.
― Había bebido demasiado champán.
― ¡Bonita excusa para justificar el haberte acostado conmigo! ― dijo
él con una sonrisa burlona ― Vamos, Jaejoong,
no trates de engañarte a ti mismo, sabes tan bien como yo que lo estabas
deseando. Me lo estabas pidiendo a gritos, antes incluso de que tomaras la
primera copa. Lo leí en tus ojos cuando entraste en la iglesia y me miraste.
Jaejoong recordaba muy bien aquel momento. Se había sentido realmente
impresionado al contemplarlo allí, junto a su hermano, después de varios meses
sin haberle visto. Había tratado de evitarle hasta aquel día de la boda. No
confiaba en sí mismo, sabía que todo su valor se vendría abajo en cuanto lo
tuviera cerca. Aquel día, al contemplar a Yunho en la iglesia, le había
parecido como si lo viera por primera vez. Todos sus recelos y rencores se habían
evaporado como por arte de magia. Lo único que había visto delante de él era a
un hombre alto y apuesto, con unos increíbles ojos castaños oscuros que lo
miraban fijamente. El mensaje que, en aquella ocasión, había leído en su mirada
había sido tan excitante como el contacto de su cuerpo.
― Tienes una imaginación casi tan grande como tu ego. Crees que todos los jóvenes
y mujeres que se cruzan en tu camino se vuelven locos por ti, ¿verdad? ― dijo,
retirando la mano y apartándose unos pasos ― Deberías llevarte ahora a Vick contigo. Tienes su correa ahí en el
vestíbulo, colgada de una percha.
― No pienso ir a ninguna parte, Jaejoong ― replicó él muy enfadado.
― Yunho… ― dijo, pasándose la punta de la lengua
por los labios ― Creo que
ya nos hemos dicho todo lo que teníamos que decirnos. El resto queda en manos
de nuestros abogados.
Se produjo de nuevo un tenso silencio.
― No he venido aquí para discutir sobre nuestro divorcio.
― ¿Ah, no? ― exclamó Jae, volviendo a pasarse la
lengua por los labios ahora entreabiertos.
― No, vine para darte una invitación.
Jae parpadeó varias veces, entre sorprendido y alarmado.
― ¿Una… invitación, dices? ¿Qué clase de invitación? Espero que no sea lo
que me imagino. No estoy dispuesto a aceptar de ningún modo otra proposición
indecente y ultrajante como la de la otra vez.
― No, no se trata de esa clase de invitación.
― ¿No lo comprendes? Todo ha terminado entre nosotros, Yunho. Se acabó.
― Lo sé, Jaejoong. Es lo que los dos queríamos, ¿no? Es lo que los dos
necesitábamos para rehacer nuestras vidas.
Jaejoong se limitó a asentir con la cabeza porque no se sentía muy seguro
de haber sido capaz de decir dos palabras seguidas en ese instante. Pero sí,
era cierto. Todo había terminado entre ellos. Era lo que quería. Jae había sido
el que había iniciado el proceso de divorcio. No podía ser ahora tan hipócrita
como para decir lo contrario. Aquellas dos marcas azules en la varilla que
había dejado en el cajón del mueble del cuarto de baño no significaban nada.
Habría que hacer un segundo test y quizá un tercero. Ya había pasado lo mismo
otras veces. Podía tratarse sólo de un error. O quizá hubieran sido sólo
imaginaciones suyas. Sería necesario, en cualquier caso, hacer otro test para
asegurarse.
Yunho se pasó de nuevo la mano por el pelo, apartándose un mechón que le
había caído por la frente. Jaejoong observó entonces un cierto cansancio en su
mirada. Demasiadas fiestas, se dijo para sí. Después de cinco años de
matrimonio, sentiría ganas de volver a su vida alegre de antes.
― Mi abuelo cumple noventa años el próximo fin de semana ― dijo
él volviendo a clavar sus ojos en Jae ― Quiere que asistas a la fiesta de su aniversario.
― ¿Por qué no me llamó para invitarme él personalmente en vez de
encargártelo a ti? ¿O me envió al menos una invitación por correo? ¿Ocurre
algo?
― Ya sabes cómo es, un viejo loco y testarudo que sigue creyendo que
nuestro matrimonio es perfecto. Quería que yo te lo dijera. Aún cree que yo
ejerzo alguna influencia sobre ti ― dijo él mirándolo con
ironía ― Ya te lo dije, no es más que un
viejo loco.
― No pienso seguir haciendo el papel de fiel esposo para la familia Jung ― dijo
Jae con mucha firmeza ― Y menos
después de lo que pasó la última vez.
― Prometo no tocarte ― dijo Yunho alzando las manos en son
de paz.
― No tengo mucha fe en tus promesas. Nada más entrar por esa puerta te
faltó tiempo para ponerme las manos encima, como si yo fuera un objeto de tu
propiedad.
― Debe de ser un acto reflejo o algo así ― dijo él con una sonrisa
burlona.
― ¿Un acto reflejo? Ésa es la excusa más ridícula que he oído en mi vida.
Te recuerdo que estamos a punto de divorciarnos. No tienes ningún derecho a
tocarme.
La sonrisa desapareció del rostro de Yunho al tiempo que una profunda
arruga surcaba su frente.
― Mira, Jaejoong, si vas a esa fiesta, harás muy feliz a mi abuelo.
Divorciados o no, él te sigue considerando un miembro más de la familia y se
sentirá desolado si no te ve allí.
Jaejoong se mordió el labio inferior, debatiéndose entre la duda de
ofrecer sus respetos al hombre que representaba para él la figura del único
padre y abuelo que había conocido y su reticencia a tener que estar con el
hombre con el que seguramente caería rendido en sus brazos en cuanto se
acercara a él.
― Si voy, será porque él me lo pide, no por ti ― respondió
Jae.
Yunho hizo sonar las llaves que llevaba en el bolsillo, como queriendo
decir que ahora sí estaba dicho todo. Misión cumplida, se dijo Jaejoong. Él
había conseguido lo que quería y ahora podía disfrutar de su libertad. Le
contempló mientras se dirigía hacia la puerta de su pequeño apartamento de
alquiler. Las palabras que acababa de decirle unos minutos antes resonaban en
sus oídos.
«Todo ha terminado entre
nosotros».
«Se acabó».
«Es lo que los dos queríamos».
― Me llevaré a Vick el día antes de que te vayas a Japón ― dijo
él en el umbral de la puerta.
― Está bien ― dijo tratando de
aparentar serenidad. Él le dirigió una última mirada antes de salir.
― No sé si fue por el champán, pero fue una noche inolvidable, Yobo. La
mejor forma de poner el broche de oro a nuestra relación.
Jaejoong se dio la vuelta para que él no viera las lágrimas que estaba a
punto de derramar.
― Por favor, vete… ― dijo, sorprendido de ver la firmeza
con que había conseguido decir esas tres palabras.
Tras unos segundos que a él se le hicieron eternos, Yunho cerró la
puerta con un clic que Jae sintió dentro de su pecho como si le hubieran
partido en dos el corazón.
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
si que estuvo un poco triste este capitulo por que se quiere divorciar Yunho si aun se siguen queriendo y el hace cualquier cosa por seguir a el lado de Jae y se que le dolerá cuando Jae por fin se valla de su lado a Japón y el se quede a qui con su perro pero el con el que quiere quedarse es con Jae
ResponderEliminarGracias
Esta siendo doloroso su divorcio, pero principalmente es porque se aman, aunque Yunho parece no saber demostrarlo tras esa apariencia fría, de que solo lo hace por la familia ama a Jae y solo buscaba el pretexto para estar con él, pero Jae se ve que esta herido, haber si ahora cuando confirme que esta embarazado se lo dice a Yunho, aunque creo que el abuelo con la experiencia de vida que tiene lo adivinará cuando lo vea.
ResponderEliminarGracias!!!
omg!!! para ser el primer capitulo estuvo muy intenso , ya quiero el proximo capitulo :D, esta genial
ResponderEliminarWow está genial,pobre Jaejoong está con un embarazo y divorciandose.Yunho tiene que dejar de ser tan cruel... Ya quiero leer el siguiente publicación.
ResponderEliminarQue pena yo de Jaejoong a sabiendas de que estoy embarazado me fuera rapido a Japon y no le dijera nada a Yunho para que sea feliz con la persona que el quiera y que lo haga sifrir asi se dara cuenta que dejo ir a alguien muy valioso gracias por el capitulo esperare con ansias el siguiente
ResponderEliminarEsta interesante se ve que los 2 todavia se quieren pero no lo admiten ninguno da el primer paso.
ResponderEliminarEspero que esta vez Jae si pueda tener al baby
Qué te digo si no que esto sobrepasa a los dos..Pero de verdad Jae está llevando todo de maravilla. Creo que yo en su lugar estaría igual que él. INCREIBLE QUE YUNHO ACTUE COMO SI FUERA DE HIERRO. Jae lo tiene colgado de un hilo y él se aferra a negar que lo ama, a decirlo. Esta a nada de tomar a Jae y soltarle que no quiere que se vaya y sabe diós de donde saca ese coraje para resistir su propio deseo de amarlo. La villa... jajaj Yunho le alega la villa pero si Jae no se la está "comorando" jajaj nooo si ya no haya como hacer para que se retracte de su divorcio. OMG me encantaría que narraras un poquitito al menos de la historia del YOOSU. Hani?? En serio??? Por qué Hanni??? Mejor Jin Min. Exelente cap muchas gracias¡¡¡
ResponderEliminarYunho ni se imagina lo q hace o.o se divorciara de Jae dejandolo embarazado . pobre Jae. La hija del yoosu es Hani?!!! Hubiese sido Minnie pero bueno creo q se te habria complicado cambiarle el genero en la adp XD por cierto se te escapo un "ella" al final dl cap
ResponderEliminarOMG es increíble en verdad increíble. Porfa continúalo rápido porfa.... O me dará un ataque
ResponderEliminarT.T Yunho esta cometiendo un error al dejar ir a Jae...y cuando se entere de que lo dejó embarazado se enojará mucho. No puedo esperar a ver el dramatico descenlace xD
ResponderEliminarYunho es un bich orgulloso :(
ResponderEliminarJae tambien es muy orgulloso :(
Y ahora que esta embarazado ? Espero que jae tome una buena decisión: )
Gracias por el capitulo ❤
Por qué se lastiman amándose tanto....bueno veremos gracias ❤
ResponderEliminarEMPEZÓ TENIENDO FINAL, QUE TRISTE
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