lunes, 19 de noviembre de 2012

Farewell. Cap. 5. On fire



¿Qué es un sueño? Es un concepto difícil de averiguar. Para unos, soñar quiere decir simplemente alejarse de la realidad. Para otros, es una facultad que permite que la realidad se lleve a cabo... Es hora de que sueñes, Yunho. Ahora eres libre para soñar.

Si su abuelo hubiese estado frente a frente con él, le habría preguntado sin dudar cómo se podía soñar. 

Tal vez el tener todo lo que humanamente se puede tener (dinero, mujeres, facilidades) no era suficiente. 

Siempre había un punto en el que sentía que volvía al inicio. 

No sabía el concepto de la esperanza desde hace muchísimo.

Es por ello que no lograba comprender muchas cosas sobre la forma en que afrontaban la vida aquellas dos personas que, por mucho, la pasaban difícil cada día. 

¿Cómo alguien podía conformarse con algo tan pequeño?

Primero, le dio un vistazo a Jaejoong. Las luces de la casa adornada iluminaban por una vez esa mirada que era tan apagada; era como si le transmitiera alguna paz que no podría definir y que era evidente que no sentía a causa de las numerosas preocupaciones.

Después miró a su pequeño amigo: por el contrario, él caminaba lentamente aferrando el oso que Yunho le había regalado a su cuerpo, observando cuidadosamente como si ante su diminuta figura se extendiera un hermoso palacio.

Había nevado hacía un par de días. Changmin le advirtió que quizás la nieve siguiera cayendo para el momento en que arribaran pero por el contrario, le pareció más acogedora la idea.

No se arrepentía de haber escogido ese lugar porque era perfecto y cálido.
Era el indicado para poder comenzar una nueva vida junto a Jaejoong y ese niño que supo robarle el corazón.

—Es un hermoso lugar, ¿cierto? Se me ocurrió que sería ideal para hacer lo que Sung Ki quiere hacer. 
Jaejoong salió de su letargo y le sonrió tomándole la mano con suavidad, como si no quisiera perderse entre los terrenos. 

Es como si fuera una de esas casas que sólo tienen artistas famosos. Alucinante, de verdad. 

—El mérito no es todo mío. De acuerdo a las exigencias de cierto personaje pude encontrar un sitio perfecto para llevarlos. — Ambos miraron a Sung Ki que jugaba con un poco de nieve frente a él. 

—Por supuesto... — El suspiro de Jaejoong dejó visible su aliento por el frío. 

Para Jaejoong también las cosas se habían girado inesperadamente. Siempre pensó que la vida y él mismo se encargarían de evitar un reencuentro con Yunho. Que jamás tendría que decirle una verdad que cambiaría sus vidas y mucho menos pensó que volvería a sentir lo que sintió hace tantos años. 

— Ayudaré a los señores de la casa a llevar nuestras cosas adentro. — Una vez más no era momento para decir la verdad. Pero antes de poder entrar, Yunho lo abrazó con dulzura alrededor de la cintura. 

— Gracias por volver a mi vida, Jae. Gracias por estar aquí a mi lado y darme la oportunidad de poder estar contigo y con Sung Ki. — Jaejoong pudo sentir la respiración de Yunho en su cuello. Su corazón latía desaforado porque era la primera vez que le demostraba abiertamente que en realidad lo quería y que quería a quien era hijo de los dos. 

Relajó un poco su cuerpo que se había tensado ligeramente y pudo corresponder al abrazo. Miró a Sung Ki que parecía absorto en  cielo; ese bonito cielo que se extendía plagado de estrellas que resultaban imposibles de ver en la ajetreada ciudad. 

Regálame una sonrisa... 

Enséñame cómo puedo amarte. 

Vamos a crear nuestro propio idioma. 

Jaejoong se soltó con desgana de esos cálidos brazos para ayudar a Changmin a establecerse. Parecía estar un tanto acalorado a pesar de la baja temperatura. 

Yunho miró cada uno de sus pasos. No creía posible sentir por primera vez eso a lo que siempre había calificado de fantasía; creía inexistente hasta ese instante la sensación de tener mariposas revoloteando en el estómago. 

—Descuida, le gustas. — Dijo de pronto Sung Ki volteándose para verlo. — Pero no sabe cómo decirte. — Yunho se acercó al pequeño con una sonrisa y lo alzó en sus brazos. Se dio cuenta que en todo ese tiempo jamás había soltado al osito de peluche. 

—Mejor dime qué hacías aquí tan alejado de nosotros... ¿Pensabas de nuevo en el cielo? 

—No, tonto, sólo miraba las estrellas. 

De un minuto a otro la temperatura parecía haber bajado todavía más. Sung Ki buscó refugio en los brazos que le ofrecía Yunho para protegerse y ocurrió un hallazgo muy interesante: esos brazos que lo envolvían eran tan cómodos como los de su omma.

—Sung Ki... ¿Con qué sueñas? Si pudieras pedir algo, lo que sea, ¿qué sería? 

—Yo sólo quería un día perfecto. Un día en donde todo fuera hermoso, que todos se olvidaran de mi enfermedad. Que pudiera estar con las personas que amo y que me aman a mí también... — Y su fortaleza comenzó a flaquear. — Pero ya se está acabando...

Las lágrimas de ambos no se hicieron esperar. 

La sola idea de que la vida de su único mejor amigo se acabara se le hacía impensable. El dolor de saber que en realidad pudiera ser el final del camino le hizo una opresión en el pecho incluso mayor que cuando supo que había perdido a su padre. 

Mientras volvía a entrar en la casa para pasar el frío que le calaba en los huesos a ambos, no podía ni quería dejar de lado al pequeño. Tomó asiento con él aún en brazos y se quedó mirando a Jaejoong que se encontraba hablando con el abuelo de Changmin amenamente. Pudo volver a ver esa sonrisa aunque en ocasiones lucía un tanto forzada. 

— Te confesaré algo. —  Le dijo Yunho al chiquillo. — Yo no tengo un sueño. No sé qué es lo que deseo.

—Está bien, nunca tienes idea de nada. — La satisfacción de Sung Ki al decir esas palabras se reflejó en una sonrisa disimulada, pero que Yunho comprendió. — Pero incluso cuando no tengas un sueño definido, hiciste realidad el mío... Eso cuenta para algo, ¿no es cierto?

—Por supuesto que cuenta para algo. Para mí, tú y Jaejoong son lo más importante que tengo. 

Sung Ki puso los ojos en blanco. No era la primera vez que se le hacía increíblemente cursi la forma en que su castaño amigo se dirigía a su omma. Pero aceptaba que tenía gran parte de razón en los calificativos. 

—Según mi percepción, Yunho, aunque no recibas nada al final de todo este lío... — Ambos fijaron sus ojos sobre la figura de Jaejoong que saludó tímidamente al darse cuenta que era observado. — Te quedarás con él porque se aman tanto como Romeo y Julieta, sin la tragedia. Y admite que entonces habrás ganado un tesoro a lo grande. 

Un tesoro a lo grande era justamente la manera en que se podía describir a Jaejoong. 

Para Yunho, si al final de todo podía continuar con las personas que amaba, qué más daba el camino que debería seguir. 

—Feliz Navidad, Yunho. — Y voluntariamente, ese pequeño sarcástico le dio un beso en la mejilla. 


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Apenas el sol empezaba a vislumbrarse a través del horizonte y bañaban delicadamente la superficie nevada. Habían decidido dejar dormir un poco más a Sung Ki para poder dar una especie de tour por el lugar a solas.

Jaejoong se sentía como un témpano de hielo y Yunho lo notó en cuanto él posó sus manos sobre las suyas con delicadeza. 

— ¿Quieres que regresemos? Tienes frío, ¿venimos luego?

— ¡No! — Se apresuró a responder. — Estoy bien aquí. Siempre me pasa lo mismo con mis manos. 

Yunho le sonrió con ternura y acarició una de sus mejillas. Jaejoong le retornó el gesto, pero con ganas de decir toda la verdad pero una vez más decidió omitir ese detalle.

Quisiera que fuésemos una familia. Que aprovecháramos el poco tiempo. 

—La primera vez que me viste en ese parque como un indigente es quizás ahora de una de las cosas que más me alegra en el presente. — Y es que hasta un punto, era la forma de que se diera cuenta de quién era en realidad. — Cambiaste mi vida. Sin ti no habría podido llegar tan lejos en esta prueba. 

—No seas absurdo. — Tomó un par de piedras del suelo y las arrojó de nuevo. — Todo lo que has logrado lo has hecho tú. Y me alegra saber de ti en esas circunstancias... La última vez que estuvimos realmente “juntos”, eras decepcionante.

Estaba consciente de que Jaejoong tenía razón. Su último encuentro hace nueve años había sido inmaduro y efímero. Ninguno de los dos estaba al tanto de qué pensaba el otro. Yunho ignoraba los sentimientos de Jaejoong, pero él tampoco conocía las razones de Yunho. 

—Hay algo que debo hacer antes de que se acabe nuestra estancia aquí. Por Sung Ki.

La mirada severa que le dedicaba el castaño era inescrutable. No pudo adivinar qué estaba pensando.

Y aunque quiso decir algo más, no pudo porque los labios del castaño se posaron sobre los suyos. Se había atrevido a besarlo y él tuvo la necesidad de corresponderle.

Dio por hecho que los labios de Yunho le sabían muy diferentes desde la primera vez. Porque en esa ocasión sí pudo sentir que había algo más. 

Porque ya había amor. 

No me dejes caer, Jaejoong. 

Eres lo que necesito ahora. Te necesito porque te amo. 

Ni el frío pudo atisbar...

Que siento que estoy quemándome cada vez que te tengo cerca. 

 
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Todos en la sala miraban con fijeza a Yunho, esperando que trajera los resultados de su nueva prueba: tener un sueño.

Había pasado toda la noche pensando cuál era su sueño. Pero después de estar de nuevo con Jaejoong se dio cuenta que no tenía uno; que sencillamente se sentía mejor haciendo sonreír a los demás.

Haciendo sonreír a Jaejoong y a su hijo.

— ¿Y bien? — Preguntó el anciano acomodando una serie de documentos. — ¿Qué es lo que sueñas? — Yunho aclaró su garganta para por fin decir a qué veredicto llegó su cabeza. 

—No tengo uno. — Dijo como si estuviera revelando un secreto muy minuciosamente guardado. — Sin embargo, durante estas vacaciones que tomé con Jaejoong y Sung Ki me di cuenta de que soy capaz y disfruto cuando hago el sueño de otros realidad. 

En cada palabra que su boca emitía, la frase “deseo un día perfecto” hacía eco en su cabeza, obligándolo a sonreír. Su mejor amigo le había dicho que hizo su sueño realidad y eso era un motivo muy poderoso para sentirse un ganador.
 

Pero la expresión del señor Park y resto de la junta no parecían estar muy conformes con esa respuesta. 

Le mandaron a salir cinco minutos al pasillo hasta que la asistente d abogado le permitió la entrada otra vez. 


—Después de considerar si tu respuesta se ajusta a los parámetros que tu abuelo dio para tu tarea, el comité ha acordado que efectivamente, tu respuesta se ajusta. — Y cambió la expresión fría que guardaba por una cálida sonrisa. — Felicidades, Yunho. 

Un sobre le fue extendido. Se imaginaba lo que era pero no quería pensar que estaba acertando. 

Fue mayor la sorpresa cuando la suma de dinero que le estaban entregando era incluso el cuádruple mayor de lo que creía. 

—Ese dinero podrás invertirlo en lo que gustes. Es tuyo. Te lo has ganado por cumplir con las pruebas hasta este momento... Ya casi finalizas este proceso. 

Yunho no pudo sonreír. No sentía ninguna alegría por aquella exhorbitante suma que le habían dado y sólo se limitó a mirar el sobre color blanco por unos minutos hasta que hizo una cortés reverencia.

— ¿Qué sucede? — La asistente del abogado había notado que Yunho no recibió el dinero con demasiado entusiasmo. 

—No sé... En realidad pensaba sentir algo distinto. — Nuevamente fijaron su atención en él todos los presentes. — No es el dinero, es que esperaba sentir... Algo. 

Park asintió como si acabara de comprender un problema muy complejo y empezó a reír. Junto a él, le siguieron otros.

—Eso, Yunho, es porque ahora eres una persona distinta. Porque saber lo que es la vida. — Respondió con parsimonia la señorita Lee. — Porque te has dado cuenta de que hay cosas que valen más. 

Algo cambió dentro de él y lo comprobó una vez más cuando las semanas pasaron veloces y utilizó parte de sus fondos monetarios recién obtenidos para volver a ocupar su departamento. Pero en lugar de volver a su antigua vida, se dedicó a organizar un proyecto que su mejor amigo le inspiró después del viaje.

Una de esas tantas noches en que no cesaba de llamar a una y otra empresa que le estaban apoyando su idea, alguien irrumpió con su presencia. 

—Una joven vino a verlo. — Fue lo que avisó el guardia de seguridad. 

Pero Yunho nunca se hubiese imaginado quién era esa persona. 

— ¡Yunnie! — La muchacha abrazó con cariño al joven castaño que estaba absorto escribiendo en un papel. Cómo había podido olvidarla: fue su “novia” hasta que lo perdió todo. — Qué bonita reforma le hiciste a tu departamento... — Sus ojos se fijaron en el cheque que le entregaron. — Y qué hermoso número redondo. 

Yunho apartó el cheque y lo guardó en una de los estantes de la sala. 

— ¿Qué haces aquí? — Fue lo único que atinó a preguntar. 

— Sólo pasaba a visitarte. Te he extrañado mucho... — La chica consiguió besar a Yunho, pero él no pudo corresponder. — Te espero en mi casa en media hora. — Y antes de cerrar la puerta vio una foto en que salía junto a Jaejoong y Sung Ki con atuendos navideños. — Qué ternura. 

Lo primero que hizo Yunho por el contrario fue llamar a Jaejoong y ofrecerle caminar un rato.


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Caminar en silencio en la soledad de la noche era algo que solía agradarle a Jaejoong. 

Pero desde que su hijo enfermó, la soledad le aterraba.

Esa noche era una de tantas en la que las malas noticias reinaban; de nuevo Sung Ki daba muestras de que el tiempo se le iba como arena entre los dedos y dolía. Dolía como mil espinas. 

Él había sido la única razón de Jaejoong para salir adelante y únicamente se tenían el uno al otro. 

Se sentó en una de las bancas del parque en que había vuelto a ver a Yunho, esperando a que viniera. 

Tuvo que reprimir con todas sus fuerzas las ganas de llorar amargamente. En su cabeza, las imágenes de su pequeño dormido en el hospital no dejaban de presentarse como una película. 

Últimamente lloras mucho, Jaejoong. ¿Qué te sucede?

Cerró los ojos sintiendo la fría brisa golpear contra su cara mientras algunas lágrimas resbalaban. 

Un dedo limpió las lágrimas que ya salían sin parar. Vio a Yunho de pie frente a él y sólo pudo abrazarlo. 

Nada más de esa manera podía sentirse reconfortado. 

—Saldremos de esta. Estaremos los tres juntos. Estaré a tu lado. Él es como si fuera mi propio hijo. 

—Estoy asustado de que todo acabe. Nadie puede predecir el tiempo que le queda... No estaré listo para cuando pase. 

Aunque ya había logrado serenar su llanto no podía alejarse de esos brazos que ahora le envolvían con tanto cariño. 

Sus labios volvieron a encontrarse mutuamente, pero en esa oportunidad Jaejoong no puso reparos.

Ten tu corazón en alto y reposa en mí. 

—Cuando estoy contigo... — Susurró Yunho. — Siento que no necesito nada más. ¿También tú lo sientes?

—Es más que eso. Gracias a ti, puedo decir que hoy por hoy me siento feliz.

Ese comentario tenía un trasfondo que Yunho omitió. 

¿Cuándo te lo podré decir?

¿Esperaré al final? 

Eso no es justo para nadie.


7 comentarios :

  1. continua porfa, esta muy interesante, cuando piensa decirle jae que el peque tambien es hijo de yunho, que no espere al final.

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  2. muy bueno el cap, jae ojala no tarde mucho en decirle la verdad a yunho, que emocion :)

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  3. waaaaaaaaaaaaaaa continua por fa esta genial ermoso ojala yunnie sepa que es su ijo se les acva el tiempo

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  4. cada capitulo se vuelve mas intenso es verdad jae no debe esperar hasta el final para que su hijo pueda conocer el amor de un padre verdadero, y que yunho sepa que es su hijo aquel que siente como suyo a pesar de que no sabe que lleva su sangre, habla jae por fa habla.

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  5. Ojalá Jae le diga a Yunho de que ese pequeño al que ya ama es su hijo, antes de que sea demasiado tarde, Gracias.

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  6. ya debería de saber Yunho que Sung Ki es su hijo o se molestara con Jae si se lo dice cuando ya se aya ido espero que no muera pero uno nunca sabe
    Gracias

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  7. Creo que Jae está cometiendo u error enorme al no revelar la paternidad a Yunho eso pude salvar a Sungki. Siento mucha desolación porque realmente todo parese apuntar a que ralmente no hay esperanza para el pequeño. Y si esto avanza hasta que Yunho sepa la verdad demaciado tarde, no sé que pasará entre él y Jae. Se aman, pero necesitan la verdad ya¡¡¡ incluso Sungki sería feliz con eso.

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