Belleza e Inocencia. Cap 12

― ¡Estas tan hermoso! ― exclamó Kim Megumi con ojos empañados de lágrimas.

Jihye, muy elegante con su traje color ámbar de seda estaba terminando de abrochar los pequeños botones que llevaba el vestido de novia en la espalda. Era un vestido de satén blanco bordado, a juego con un velo transparente.

― ¡Estás fantástico! ― suspiró Jihye ― Tan romántico... ¡Yunho es muy afortunado! ― Jaejoong intentó sonreír.

Era difícil.

No tenía nada de romántico aquella boda. Jihye andaba a su alrededor. Bora estaba orgullosa con su vestido de seda color salmón, saltando a la pata coja por la excitación.

― ¿Es hora de irnos ya? ― preguntó la niña.

La madre de Jaejoong, sentada en una silla con su vestido azul con brocados de oro y un elegante sombrero, tenía a Changmin en brazos, y supervisaba todo.

Aquello no era más que un gran escenario, donde se representaría una función, pensó Jaejoong. No había visto a Yunho desde que habían salido del restaurante.

― Es mala suerte que el novio vea a la novia inmediatamente de la boda ― le había dicho su madre ― Ha reservado una habitación en un hotel. ¡Lo verás en el altar!

Su madre, concentrada en elegir los zapatos que irían mejor con su traje, no se había dado cuenta del brillo de tristeza en los ojos de su hijo.

El estado de ánimo en el que se había despedido Yunho le hacía pensar a él que podía arrepentirse de su decisión. Que estar junto a él en el altar era lo que menos quería en el mundo.

Era una situación horrible, pensó Jaejoong, con la autoestima por el suelo. Sólo se casaba con él por el pequeño Changmin: y él se había visto obligado a aceptarlo. Lo que habría estado bien si él hubiera sido el avaricioso en busca de dinero que Yunho pensaba que era.

¡Pero no lo era!

¡Había querido terminar con aquella situación y le había dicho que lo amaba! ¡Y había sido peor!

Más tarde él había hecho el último intento de demostrar su integridad, pero Yunhno había preferido esconder el pasado debajo de la alfombra, no enfrentarse a él. Pero en realidad Yunho parecía desear no volver a verlo.

― ¡Deja de soñar despierto! ― le dijo Jihye afectuosamente, poniendo un ramo de rosas blancas en sus manos temblorosas ― Los coches han llegado.

Y su padre también.

Tenía buen aspecto con aquel traje y la flor en el ojal, orgulloso al ver a su hijo vestido de novio.

En cuanto estuvieron solos, su padre lo abrazó, con cuidado de no estropear su traje. A Jaejoong se le nublaron los ojos de lágrimas. Era su padre, y él lo quería, y sabía que él también lo quería. Pero su padre había sido la causa de que Yunho desconfiara de él.

― ¿Estás nervioso? No lo estés. Serás el novio del año... ¡Y tu papaíto está aquí para que todo salga bien!

Él estaba demasiado emocionado como para preguntarle qué quería decir.

Cuando atravesaron la puerta, los recibió un ejército de fotógrafos, empujando, apretándose, haciendo preguntas... Y entonces lo comprendió.

Su cabeza le daba vueltas, y su padre y el conductor uniformado lo ayudaron a entrar en el vehículo sin perder la dignidad.

El camino era corto. Habría más periodistas esperando en la iglesia, suponía él. La boda de uno de los solteros más codiciados del mundo con un desconocido sería una buena noticia para ellos, reflexionó Jae.

«¡Cenicienta!», pensó pero sin final feliz.

― Cariño... Lo siento. Ha sido culpa mía ― dijo Kim Hiro cuando el coche se puso en movimiento.

― No seas tonto ― dijo Jaejoong.

― No... Escucha... He tenido una larga charla con tu muchacho anoche. Me pidió que fuera a su hotel. Volví muy tarde, y tú te habías ido a la cama... Y esta mañana... ha sido una locura, así que...

― Papá, no quiero hablar. Ahora no. ¡Por favor! ― Jaejoong giró la cara.

¡No soportaba volver a oír otra arenga a favor de Yunho!

No podía culpar a sus padres por estar fascinados con la generosidad de Yunho, que les permitiría vivir lujosamente y seguros. Eran prácticamente incapaces de hablar de otra cosa, y podía comprenderlo. Pero no quería oír más. ¡Porque era él quien había pagado el precio del futuro seguro de sus padres!

Tratando de ignorar la presencia de los fotógrafos; Jaejoong entró en la iglesia del brazo de su padre y vio a Yunho esperando junto al altar. Alto, atractivo, con aquel traje estaba perfecto.

Entonces las dudas que había tenido de que él desapareciera se borraron totalmente. Habían sido infundadas.

Empezó a caminar con paso inseguro.

En cierto modo, hubiera sido mejor que lo hubiera dejado esperando en el altar. Lo habría superado.

Pero vivir con un hombre que no lo amaba y a quien él amaba sería mucho peor.

― Levanta la frente, cariño ― le dijo su padre, y le apretó más el codo para hacerlo avanzar― Todo está bien, ¡te lo prometo!

¿Qué sabía él?, pensó, cuando su padre lo soltó y se encontró al lado de Yunho. Él lo miró con los ojos llenos de emoción, y le dijo:

― Te amo, Jaejoong. Te amo.

La ceremonia pasó volando.

La cabeza de Jaejoong no paraba de dar vueltas, haciéndose una y otra vez la misma pregunta.

¿Realmente lo había dicho? ¿O él había oído mal?

Y si lo había dicho, ¿sería por miedo a que él pudiera marcharse con su hijo?

Enseguida estuvieron dentro del coche, rumbo al banquete. La rubia le había dicho el nombre del hotel, pero no lo recordaba.

― ¿Has dicho en serio lo que me has dicho antes? ― preguntó con un cosquilleo en el estómago.

Yunho se sentó a su lado y el coche empezó a andar.

― Eres increíblemente hermoso. ¿Cómo no voy a hablar en serio? Te amo, yobo ― dijo Yunho, y le besó las manos. Luego las volvió y empezó a besar sus palmas.

El corazón de Jaejoong dio un vuelco.

¿Le hablaría así para tenerlo tranquilo durante el banquete y para que fuera dulce con él en público? Su ego, seguramente, no podría soportar la humillación de tener un esposo que no lo mirase con éxtasis.

¿O realmente lo sentía? ¿Cómo era posible?

Yunho levantó la cara, y dijo algo en coreano, que sonó como un violento expletivo. Luego agregó:

― Hemos llegado. No hay tiempo de decirte lo que tengo que decir. Jaejoong... ― le agarró la barbilla ― Créeme. Te amo. ¡Y te juro que voy a demostrártelo el resto de mi vida!

Su declaración le hizo perder el equilibrio. ¡Parecía tan sincero!

Y el modo en que le agarró la mano hasta que los sentaron en el banquete, casi lo convenció de que había ocurrido el milagro.

Él quería convencerse, y disfrutó de esa sensación mientras transcurría el banquete y la fiesta. Yunho no dejó de mirarlo en todo el tiempo. Sus ojos eran los del hombre enamorado del que él se había enamorado en la isla, hacía casi un año. Y todas sus dudas se borraron, cuando, bajo aplausos y risas, Fabio dio el discurso. Yunho buscó dentro del bolsillo interior de su chaqueta y sacó un anillo con un diamante negro y se lo puso junto a la alianza.

― He visto que no usas el anillo que casi te forcé a llevar...

― Estabas muy impaciente ― se excusó él ― De todos modos, no podía aceptarlo ― dijo él, alzando la barbilla ― No quería nada de ti que no me dieras con amor.

Yunho lo miró con ojos de fuego y habló con voz sensual.

― Elegí este anillo porque el diamante negro me recordaba tu hermoso cabello. Lo tenía en el bolsillo el día que fui a verte a Rising Sun hace meses. Iba a pedirte que fueras mi esposo.

¡Fue elegido con amor!

Lo había amado entonces. Había querido casarse con él. Pero luego todo había quedado en papel mojado. Su padre había aparecido en la escena y lo había estropeado todo.

― Tenemos que hablar ― dijo Jae ― Hablar adecuadamente ― balbuceó.

Su declaración de amor podía ser debida a que no quería un matrimonio beligerante, un campo de batalla inadecuado para la crianza de su hijo.

― Por supuesto ― dijo Yunho ― Más tarde ― sonrió con aquella sonrisa carismática ― Ahora se supone que tenemos que empezar el baile.

Jaejoong tragó saliva y sonrió.

Se oía la música desde la sala de baile y vio que la gente empezaba a trasladarse allí. Entonces se dejó llevar por Yunho.

Quería pensar que era posible que sucediera un milagro. Que Yunho había cambiado realmente, que había cambiado de parecer acerca de él. Que lo amaba de verdad.

Y se sumió en su sueño despierto. Y volvió a la realidad cuando Fabio le golpeó suavemente el hombro a Yunho y lo sacó a bailar.

Más tarde, mientras bailaba con alguien cuyo nombre no recordaba, él se disculpó diciendo que le dolían los pies, tomó una copa de champán de un camarero que pasaba, y buscó un lugar para sentarse solo.

Como habían acordado, Leeteuk y KangIn se habían quedado con Changmin en casa, para que le dieran de comer, lo cambiasen y lo acostasen. Y Yunho había hecho lo que debía, bailando con la madre de él, con su hermana y su prima  Ah Ra.

Encontró una silla contra una pared en un extremo del salón y se sentó. A lo lejos vio a su marido bailando con el pelirrojo que había estado con él aquel fin de semana inolvidable en que él había preparado la comida en casa de Ah Ra y su marido.

Nervioso, se bebió la copa de champán de un trago. El pelirrojo aquélla había sido su ligue de aquel fin de semana. Y por lo que se veía, el chico no había dejado de tener interés en Yunho, ya que estaba casi encima de él, haciendo un espectáculo.

¿Cómo se atrevía a invitar a una ex amante a su boda? ¿O estaba pensando en volver a estar con él?

― ¿Bailas? ― Jaejoong levantó la vista y vio a Yamapi.

― ¿Por qué no? ― respondió él.

― No soy muy bueno en esto ― dijo su amigo. Y lo demostró pisándolo.

― No te preocupes. Basta con movernos. ¿Dónde está Jin? ― Él los había invitado a ambos.

― No ha podido venir. Es una pena. Nos apetecía mucho venir, y pasar el fin de semana en Seúl, en un hotel y todo eso... ¡Maldita sea! Lo siento ― exclamó cuando lo hizo chocar con otra pareja. Luego le explicó ― Es enfermero veterinario. Hay sólo tres enfermeros en su clínica. Uno está de vacaciones, y la que se suponía que estaba de guardia, se agarró un virus, así que el pobre Jin ha tenido que reemplazarla...

― ¡Oh, pobre! ― exclamó Jaejoong.

Levantó la mirada y se encontró con los ojos de Yunho en la pista de baile. Parecía furioso. El pelirrojo había desaparecido. ¿Estaría furioso porque él estaba bailando con Yamapi?

Su corazón se estremeció. Le había demostrado claramente que no soportaba que su amigo estuviera cerca de él. Y él lo había acusado de estar celoso... Él lo había negado. Pero uno no se ponía celoso de alguien que no significaba nada, ¿no?

― Creo que voy a descansar un poco en el próximo baile, Yamapi.

Iría a ver a su marido y le preguntaría por qué había estado con su antiguo amante, le diría que no pensara que podía seguir con su vida de donjuán ahora que estaba casado...

― Es una buena idea ― dijo Yamapi, saliendo de la pista de baile con él, en dirección a un par de sillas. Lo llevaba rodeándole la cintura. ― Espera aquí. Iré a buscar un par de copas. Estoy muerto de calor.

La intención de decirle que no se molestase por él, porque iría a ver a Yunho, quedó en nada porque Yamapi no le dio tiempo y desapareció en dirección al bar. Él se dio vuelta y se encontró cara a cara con el pelirrojo.

― Supongo que debo darte mi enhorabuena ― dijo el chico.

― Gracias ― Jaejoong no quería hablar con el pelirrojo. Pero el orgullo lo hizo contestar.

― No me des las gracias ― sonrió el chico ― Ha sido gracias a tu plan y a tu fertilidad. Una buena trampa...

― ¡No puedo creer que digas eso! ― dijo Jaejoong. ¿Era así como Yunho lo veía? probablemente, se dijo.

― ¿No? Todo el mundo lo piensa, aunque sean amables y dulces contigo. Pero ése no es mi estilo. Yunho se ha casado contigo porque te quedaste embarazado, ¿por qué otro motivo iba a atarse a un cocinero? Pero te digo una cosa: no será fiel. Lo sé de buena fuente. Me ha invitado a vuestra boda exclusivamente para decírmelo.

Anterior   >>> ♥ <<<   Siguiente

Continuara \\(^_^)//...

Niñ@s un comentario no les cuesta nada….

Gracias…