Jaejoong
había olvidado por completo que tenía una cita con Junsu para ir de compras. Se
acordó cuando oyó a Vick ladrando junto a la puerta a las once de la mañana.
Nada
más abrir, entró Junsu con cara de preocupación y le dio un abrazo.
― ¿Estás
bien? ― dijo Junsu a modo de saludo ― ¡Válgame Dios! ¡Qué historia tan
repugnante publica esta mañana la prensa! ― se echó un
paso atrás para mirar a Jaejoong ― No
creerás una sola palabra de eso, ¿verdad? ― Jaejoong se mordió el labio inferior,
pensando la respuesta ― Yunho
no te mentiría nunca. Puedes fiarte de él. Yoochun me dijo que la palabra es
ley para su hermano. Si él te dijo que no se acostó con esa mujer, es que no lo
hizo.
― Estuvo
a punto de hacerlo ― dijo al fin Jaejoong, sintiéndose
ofendido de nuevo.
― Pero
no lo hizo, eso es lo que importa ― dijo Junsu tomando a
su amigo del brazo ― Hay
algunas mujeres que son verdaderas depredadoras sexuales. Ven a un hombre rico
y poderoso como un trofeo a conquistar. Pero Yunho es demasiado inteligente
para dejarse atrapar por una cazafortunas de poca monta como ésa. Confía en él.
Está empeñado en sacar adelante vuestro matrimonio y por nada del mundo haría
ahora una cosa así.
― Hace
sólo un par de meses que le conoces y parece como si lo conocieras ya mejor que
yo ― dijo Jaejoong con una triste sonrisa.
― Bueno,
conozco muy bien a Yoochun y creo que los dos hermanos están cortados por el
mismo patrón ― dijo Junsu ― Y ahora, salgamos de compras. He dejado
a Hani muy contenta con Yoona, pero tampoco quiero abusar. Mi suegra está muy
triste tras la muerte de YongHwa. ¿Cómo se lo está tomando Yunho?
― No
habla mucho de esas cosas ― respondió Jaejoong ― Para él, es un hecho más de la vida.
Siempre se lo toma todo así. Nunca exterioriza sus sentimientos, pero estoy
convencido de que sufre cuando está solo. Ahora está fuera de viaje.
― ¿Le
dijiste que ibas a salir de compras?
― No,
no me lo preguntó ― dijo Jae moviendo la cabeza ― Lo único que sé es que no quería que
fuera con él.
Junsu
frunció el ceño.
― Quizá
no quería que te cansases con tantas horas de viaje. Alojarse en un hotel,
aunque sea de la cadena Jung, puede resultar agobiante, especialmente estando
embarazado.
― No
sé…
― Tú
querías realmente estar con él, ¿verdad? ―
dijo Junsu tocándole un brazo afectuosamente.
Jaejoong
se mordió el labio de nuevo para contener las lágrimas.
― Lo
que realmente quiero es que me ame. ¿Es eso mucho pedir?
― ¿Cómo
sabes que él no te ama? ― exclamó Junsu ― Hay muchas formas de expresarlo, además
de con palabras. Sé que las palabras son importantes, yo necesito oírlas
también. Pero algunos hombres no se sienten a gusto revelando su amor a la
persona a la que aman. Son cosas de hombres, y eso que nosotros también lo
somos.
― ¿Y
a ti?, ¿te dice Yoochun que te ama?
― Sí,
pero no me lo dijo hasta después de nuestra reconciliación. Ten paciencia, Jaejoong.
Hace sólo unas semanas estabais enfrentados en un enconado divorcio. Supongo
que no está dispuesto a que puedas tener algún poder sobre él, confesándote lo
mucho que te necesita y te ama. Podrías sacar provecho de ello. Ningún hombre
en su sano juicio querría hacerlo y menos un Jung. Ya sabes lo orgullosos que
son.
Jaejoong
sabía que Junsu tenía razón, pero lo que no creía era que Yunho lo amase como él
deseaba. Lo único que podía hacer era esperar a que su hijo consiguiese hacer
su relación más sólida. Quizá entonces, Yunho pudiera abrirle su corazón y
decirle lo que sentía realmente por él.
Los
dos disfrutaron mucho aquella mañana de compras y Junsu propuso a Jaejoong
pasar juntos el resto del día en su villa. Él también estaba solo, Yoochun
había salido en viaje de negocios. Charlando y charlando, se hizo de noche, y Jaejoong
decidió quedarse a cenar con Junsu para no tener que cenar él solo en la villa
de Yunho.
Un
empleado del servicio lo llevó a casa poco antes de las diez. Nada más abrir la
puerta, oyó a Vick ladrando y el teléfono sonando sin parar.
Dejó
en el suelo las bolsas que llevaba, acarició al perro por detrás de las orejas
y descolgó el teléfono.
― ¿Sí?
― ¿Tienes
una idea de lo preocupado que he estado todo este tiempo?
― dijo la voz de Yunho muy enfadado al otro lado de la línea ― ¿Dónde demonios has estado y por qué no
te has llevado el móvil contigo? Llevo todo el día llamándote, ¡maldita sea!
Jaejoong
hizo una mueca de disgusto al recordar que había apagado el móvil al entrar a
almorzar con Junsu en un restaurante del centro de la ciudad y se había
olvidado de volver a conectarlo al salir.
― Lo
siento mucho ― dijo Jae ― Estuve de compras con Junsu por la
mañana y pasé luego en su casa el resto de la tarde aprovechando que Yoochun
está de viaje de negocios en Japón. Me dejé apagado el móvil.
― No
vuelvas a hacerlo ― dijo él, tajante ― He estado muy preocupado. Pensé que le
podía haber pasado algo al bebé.
Jaejoong
contó hasta diez antes de decirle algo de lo que luego pudiera arrepentirse.
― El
bebé está bien y yo he pasado un día muy agradable con Junsu. Me he comprado mi
primer vestido premamá.
Se
produjo un silencio largo y tenso.
Yunho
lo rompió al fin, pero su voz sonó un tanto artificial.
― ¡Qué
bien! ¿Y de qué color es?
― Blanco
y verde ― respondió Jae ― La verdad es que no lo necesito todavía, pero Junsu se empeñó en que me
lo comprara.
― Me
gusta que estés con él. Pero me gustaría que la próxima vez me avisaras antes
de a dónde vas ir.
― Se
me olvidó, Yunho ― replicó Jaejoong ― De todos modos, ¿por qué tengo yo que
decirte a dónde voy a ir si tú no me dices nada de lo que haces?
― Ya
te dije que estoy de viaje de negocios.
― Pero
no me dijiste siquiera dónde.
― Estoy
en Praga en este momento. Iré mañana a Lyon y pasado mañana estaré en Nueva
York. Volveré para pasar juntos el fin de semana. Hay una fiesta benéfica en el
hotel el sábado por la noche. Me gustaría que me acompañaras, si no te importa,
por supuesto.
― Claro,
iré contigo. A propósito ― dijo Jae tras una breve pausa ― Junsu
y Yoochun van a ir a pasar unos días a la villa de Jeju y me han invitado a ir
con ellos. ¿Te importaría? Volveré a tiempo para la fiesta.
― Todo
lo contrario, me encanta que estés con ellos. ―
Se produjo un nuevo silencio.
― Vick
te ha echado de menos ― dijo Jaejoong suavemente.
― Yo
también a él.
― ¿Y
a mí, me has echado de menos? ― preguntó Jae,
arrepintiéndose en seguida de haber sido tan
explícito.
― Sí,
te he echado de menos todas estas noches cuando estaba en la cama.
― Yo
también ― replicó Jae muy emocionado.
― Jaejoong…
Jaejoong
se quedó expectante, confiando en que fuera a decirle lo que tanto deseaba oír
de sus labios, pero él pareció cambiar de opinión.
― ¿Qué,
Yunho?
― No,
nada ― dijo él ― Cuídate mientras yo esté fuera, ¿de acuerdo?
― No
te preocupes, estaré bien ― respondió Jae, decepcionado.
>>>♥<<<
Jaejoong
había vuelto ya a la villa de Yunho, tras haber pasado unos días muy agradables
con Yoochun, Junsu y la pequeña Hani. Acaba de dar de comer a Vick y estaba a
punto de deshacer la bolsa de equipaje que había llevado cuando oyó el coche de
Yunho deteniéndose en la entrada. Sintió un vuelco en el corazón. Vick se puso
a ladrar contento bajando a toda velocidad las escaleras. Jaejoong le siguió a
un ritmo más pausado, no queriendo demostrar tanto entusiasmo hasta no saber a
qué atenerse con él.
Yunho
se detuvo un instante en el hall para dar unas palmaditas al animal y luego
alzó la vista y miró fijamente a Jaejoong bajando las escaleras.
― Boo
― dijo él con una sonrisa ― estás radiante. ¿Te lo pasaste bien con
Junsu y Yoochun?
― Sí,
muy bien ― replicó Jae, alzando la cabeza
para que Yunho le diera un beso.
Yunho
lo besó y se quedó con las ganas de seguir besándolo hasta que él le pidiese
que le hiciesen el amor. Era lo que había estado soñando todas esas noches en
la cama del hotel.
― Tengo
algo para ti ― dijo él, tomando las
bolsas que había sacado del coche. Jaejoong dirigió hacia allí sus ojos grises,
con gesto nervioso.
― No
necesito nada. Ya tengo muchos vestidos.
― No
son vestidos… para ti.
Jae
retrocedió unos pasos cuando él abrió una de las bolsas para enseñarle lo que
contenía.
― No ―
exclamó Jae ― No,
Yunho, llévatelo. Llévatelo todo. ― Yunho frunció el
ceño.
― ¿Qué
te ocurre, Jaejoong? Son sólo algunas cosas para el bebé. ¡Mira qué osito de
peluche tan bonito le he comprado! ¡Déjame que te lo enseñe!
Yunho
se agachó para desenvolverlo pero, en cuanto se incorporó, Jae ya se había ido
del hall.
Tomó
las bolsas y lo siguió hasta el salón, pero Jae había salido por las puertas
francesas y estaba en un extremo de la terraza.
Sintió
un miedo, rayando el pánico, adueñándose de él y un sudor frío y abundante
recorriéndole el cuerpo, al ver a Jaejoong de espaldas, sujeto a la barandilla,
mirando hacia abajo.
― Jaejoong
ven aquí, quiero hablar contigo ―
le dijo él en un tono que parecía casi una orden.
Jae
se volvió, apoyado en la balaustrada, y lo miró con gesto desafiante.
― ¿Por
qué no vienes tú aquí?
Yunho
trato de no perder los nervios. Apretó los dientes con tanta fuerza, que pensó
que se pasaría escupiendo el polvo del esmalte durante varios días.
― Apártate
de una vez de esa maldita barandilla ―
dijo él empapado de sudor.
― Tendrás
que venir a por mí si quieres. Yo no pienso entrar hasta que no te deshagas de
todas las cosas que hay en esas bolsas.
Yunho
se sintió desconcertado sin saber qué decir. Se había gastado una pequeña
fortuna en todos aquellos regalos y vestidos para niños, se había ido de
compras cuando se suponía que debía haber estado de reuniones y había estado
rebuscando por las tiendas infantiles en vez haber estado supervisando los
presupuestos de las diferentes delegaciones de su compañía. Había comprado un
tren por si era niño y una colección de muñecas por si era niña. Había pedido
incluso una cuna que le iban a enviar por piezas desde Estados Unidos. Quizá no
tuviera tiempo para aprender a ensamblarla y a barnizarla. Quizá tampoco
tuviera tiempo para volver a montar el cuarto de los niños. Se arrepentía ahora
de haber cambiado el que había. Pero Jaejoong llevaba ya más de dos años sin
entrar en él y había decidido quitarlo, como si pudiese así olvidar con ello el
fracaso de su matrimonio.
― Jaejoong,
esto es ridículo ― dijo él, tendiéndole
una mano ― Entra y discutiremos
esto como personas adultas.
Jae
negó con la cabeza, muy obstinado.
― Deshazte
de esas bolsas. Ahora mismo.
Yunho
soltó una maldición, agarró las bolsas y las metió en un armario que había en
el vestíbulo.
Cuando
volvió, vio que él había entrado ya en el salón, pero seguía aún muy tieso y
con cara de pocos amigos.
― ¿Me
quieres decir que está pasando? ― preguntó él.
Jae
abrió los ojos como platos, como si le sorprendiera mucho esa pregunta.
― ¿Cómo
te atreves a preguntarme una cosa así? ―
respondió Jae con voz temblorosa.
Yunho
no acababa de comprenderlo. Por más empeño que ponía, aquello no tenía sentido
para él. Estaba intentando ser un buen marido y un padre comprometido y
moderno, tal como exigían los tiempos.
― Jaejoong,
dime por qué estas disgustado. Nunca se me han dado bien las adivinanzas. Estoy
acostumbrado a tratar con hechos y cifras, con cosas concretas, no con ideas
abstractas.
― ¿Tienes
idea de lo que es llegar a casa y ver el cuarto de los niños que has preparado
y decorado con tanta ilusión durante meses y darte cuenta de que no ha servido para
nada porque has perdido al bebé que deseabas con todo tu corazón? ¿Puedes
comprenderlo?
Él
tragó saliva con dificultad. Era como si pretendiera pasar por la garganta un
rollo de alambre de espino. No respondió. No podía. Las palabras parecían
atascarse entre aquellos crueles alambres, arañándole la garganta,
desgarrándole por dentro con aquellos pinchos tan afilados como cuchillos.
― ¡Cuatro
veces! ― dijo Jae, levantando una mano con
el dedo pulgar encogido ― ¡Tuve
que pasar por eso cuatro veces! Compré ositos de peluche, juguetes de todo
tipo, hice patucos de punto... Me sentía un estúpido y una eomma fracasado. Era
como si hubiera caído sobre mí una maldición, como si fuera un castigo por
haberme hecho demasiadas ilusiones cuando aún era demasiado pronto. ¡Nunca!
¡Nunca más volveré a hacerlo! Hasta que no tenga a mi hijo en los brazos, no le
compraré nada ni dejaré que nadie lo haga, y menos a ti, Yunho.
― Boo,
lo siento mucho ― dijo él ― Ahora comprendo lo estúpido que he sido. Debería haberme dado cuenta de
tus sentimientos. Estaba tratando de tener una actitud positiva, pero no es eso
lo que necesitas en este momento. Tampoco era lo que necesitabas entonces. Lo
que necesitabas era a alguien que te comprendiese y estuviese a tu lado en esos
momentos tan especiales y difíciles para ti.
Jae
asintió con la cabeza y rompió a llorar. Él, apenado, lo estrechó entre sus
brazos. Se quedó así abrazado junto a Jae, lamentando lo mal que había llevado
las cosas en el pasado.
No
era de extrañar que Jae lo odiase. No era de extrañar que siguiese amenazándolo
con dejarle de nuevo.
En
el pasado, nunca le había demostrado que se preocupara por él, y ahora tampoco
había dado muestras de que entendiera la angustia que él debía de sentir por la
incertidumbre de su embarazo, a pesar de que el médico le había asegurado que
todo marchaba correctamente.
Después
de sus experiencias tan amargas, no podía permitirse el lujo de bajar la guardia
hasta que no tuviera al bebé en sus manos. Quedaban menos de veinticinco
semanas para eso, pero eran muchos días de preocupaciones.
Iba
a ser una larga espera para ambos.
― Jaejoong ―
dijo él sin dejar de abrazarlo, mirándolo a los ojos ― Perdóname por haber sido tan
insensible. Déjame intentarlo otra vez. No sé si podré lograrlo, pero voy a
poner todo mi empeño en ello.
Jae
le dirigió una trémula sonrisa, pero sus ojos estaban aún empañados de
tristeza.
― Todo
esto quizá le suene a superstición a un hombre como tú, acostumbrado a tratar
sólo con evidencias. No quiero que nada me prive de la oportunidad de ser feliz
que se me presenta ahora. Llevó muchos años esperando y deseando ser eomma.
Cuando miro a Junsu, siento envidia de él. Cuando paseo por la calle y veo a
mujeres y doceles que tienen dos y tres hijos, me entran ganas de llorar de
frustración, pensando que yo no he sido capaz de tener eso a lo que la mayoría
de las personas no le da ninguna importancia, porque creen que tener un hijo es
la cosa más normal y natural del mundo.
― Lo
conseguiremos, Jaejoong ― dijo él, acariciándole
tiernamente las muñecas con las yemas de los dedos.
― Siempre
estás muy seguro de conseguir todo lo que deseas ―
dijo Jae con la voz apagada.
― No
siempre he conseguido todo lo que quería ― dijo él, pensando
con amargura cómo se había sentido aquel día que había encontrado en el
escritorio su nota de despedida.
Yunho
había vuelto a encubrir sus sentimientos, como hacía siempre que le abrumaba
algún problema. Se había comportado como un autómata, como si el divorcio fuese
un negocio molesto que había que manejar con gran profesionalidad.
Pero,
por dentro, se había sentido frustrado y herido en su orgullo. Había fracasado
en su matrimonio y medio mundo iba a enterarse de su fracaso porque no había
nada que pudiera hacer para evitarlo.
El
naufragio de su matrimonio había servido de carnaza para las revistas del
corazón y para llenar los bolsillos de periodistas sin escrúpulos que preferían
el sensacionalismo a la información.
― Sin
embargo, casi siempre consigues salirte con la tuya ―
dijo Jaejoong ― Como
conseguir que volviera contigo, por ejemplo. No estabas dispuesto a recibir un
no por respuesta, ¿verdad?
― Es
cierto ― replicó él, llevándose sus manos a la boca y
besándolas con ternura ― Pero
después de todo, tú también te sientes a gusto conmigo, ¿no?
Jaejoong
sabía que no podía llevarle la contraria, que no podía darle una respuesta que
no fuese la que él esperaba. Por eso decidió alzar la cabeza y disfrutar de su
presencia, entregándose al sueño de pensar que esa vez todo saldría bien, tal y
como lo había deseado.
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Niñ@s un comentario no
les cuesta nada….
Gracias…
Jae se la ha pasado muy bien con Junsu y Yoochun asi no extraña tanto a Yunho.
ResponderEliminarAl menos Yunho sabe lo que ha sufrido Jae en sus anteriores embarazos y el no lo ha apoyado espero que esta vez si lo apoye.
Por fin Yunho pudo entender los sentimientos de Jae...pero porque no pude abrir su corazón y decirle que lo ama todo seria mas hermoso para los dos❤
ResponderEliminarEso es lo que yo pienso si el ya abrio su corazon y ya pudo entender el dolor que sentia Jaejoong al no tener su apoyo ahora espero que si lo pueda apoyar y que le diga lo que siente y puedan ser felices gracias Poleth por este capitulo esperare con ansias el siguiente
ResponderEliminarYunho por fin sabe lo que Jae ha sufrido por la perdida de sus bebés y Yunho se dio cuenta que jamás estuvo con él para consolarse por su pérdida.
ResponderEliminarGracias!!!
ya le a confesado Jae lo que el a sufrido y Yunho lo a entendido ahora espero que reciba mas apoyo Jae de Yunho y lo haga sentir bien y que termine de decir le Yunho a Jae cuanto lo ama para que Jae este mas tranquilo pero creo que Yunho se lo demuestra pero Jae aun no lo puede ver
ResponderEliminarGracias
El temor a perderlos a ambos llevo a Yunho a ser conciente del error mas grande que comentió en el pasado. Por la forma en la que se contuvo al concersar con Jae en el telefono Creo que no falta mucho para que sea caoas de asceptar su amor por Jae y decirlo de viva voz. Es lindo que Junsu sea su apoyo, en verdad que no por nada es el 2Yoo arraza co los corazones cuando entregan el Kokoro lo hacen con sinceridad y lealtad.
ResponderEliminarOhhhhh caramba esto me esta matando como a Jae... Yunho di le que lo amas para q el este mas seguro de las cosas y de su realidad... Se que decir te amo es muy difícil cuando te has sentido herido ... Pero si nunca lo haces no vas a sentir lo liberador que es.... Dale un poquito de atención y veras que es lo que el necesita... Gracias por compartir ... Esta muy interesante... Besos
ResponderEliminarEs normal la actitud de Jae, es traumante por lo que paso :(
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