Era una tarde tranquila, había un rato en la cafetería en la que podía hacer CASI cualquier cosa, pues los clientes tenían ciertas horas para ir a comer al restaurante, por lo que el período entre las 4 de la tarde, que era su hora de entrada, y las 7 u 8 de la noche, prácticamente no había nadie. Por lo que tanto él como Yoochun y Junsu aprovechaban para estudiar o hacer alguna ociosidad.
- Prueba esto...- le dijo un chico de ojos castaños, cabellos negros ondulados y sonrisa seductora. Yoochun le estaba poniendo un vaso alto frente a él con un contenido rosado que el joven miró extrañado.
- Tiene alcohol ¿Cierto?- preguntó Changmin con tono preocupado en la voz, conocía a Yoochun y sabía que a su amigo le daba por inventar tragos raros para después venderlos en el restaurante.
- Te juro que no...- dijo el chico con una sonrisa "inocente".- pero si sabe bien, le pondré vodka.- añadió.-. Es una mezcla de toronja y fresas... anda, prueba.- intentó convencerle.
Changmin suspiró mientras llevaba el vaso a sus labios.
- Está... ácido...- murmuró después de probarlo, haciendo un gesto con la nariz.
- Le pondré más azúcar.- Yoochun miró el contenido con algo de decepción.
- Deja de usar a Changmin como tu conejillo de indias.- le regañó un pelinegro de lacios cabellos, que salía de la cocina. Llevaba un delantal que le cubría parte de su uniforme de chef color negro con detalles rojos, que llevaba el nombre del restaurante grabado en un costado.
- Oh... Jaejoong... hoy fue el descanso de Su, nadie va a probar esto.- respondió Yoochun con un puchero.
- Y de eso ninguno nos tenemos la culpa... JaeBoo, ¿Te hace falta algo en la cocina?- apareció tras ellos un moreno, alto, de cabellos castaños, que abrazó al cocinero por la espalda, para depositarle un beso en la mejilla.
- Vamos a la bodega... a checarlo.- respondió el pelinegro con una sonrisa traviesa.
- Ya van a empezar… oigan… DongSaengs presentes por aquí…- dijo Yoochun en tono de broma.
- Ya cásense, si tanto les urge…- se burló Changmin de sus primos.
Jung Yunho era dos años mayor que él, y solamente los unía un muy pequeño lazo de consanguineidad, pues sus madres habían sido primas hermanas, sin embargo, los dos habían crecido queriéndose como hermanos.
- Pues ya pronto…- dijo Jaejoong mostrando su dedo anular de la mano izquierda, presumiendo un anillo de oro blanco con un pequeño diamante al centro.
- Eso vienen diciendo desde antes de abrir el restaurante… ¡Hace dos años!- se siguió con la broma el menor de los cuatro.
Todos rieron, pues sabían que Jaejoong y Yunho ya querían casarse, solamente esperaban estabilizarse, pues el negocio era de ambos.
- Ya verás, Min…- le dijo Yunho con una sonrisa.- cuando encuentres esa persona con la quieras compartirlo todo, a ti también te va a urgir.
- Tú sabes qué pienso exactamente sobre el tema, Yunho… no me obligues a repetirlo.- habló el jovencito haciendo un mohín de disgusto.
Changmin le había hablado muchas veces sobre ese tema, matrimonio, pareja, el jovencito no se veía formando una familia, ni siquiera teniendo pareja… “he escarmentado en pellejo ajeno, Hyung.” Le había dicho no una, sino cientos de veces. Sólo esperaba que no se volviera realidad, después de todo lo que Changmin había sufrido, Yunho esperaba que encontrara ese alguien que lo amara como la persona valiente y hermosa que era, que lo cuidara y lo protegiera, como nadie había podido hacer por él desde que era un niño.
- ¿Fuiste a ver a mi tío TaeHyun?- preguntó el mayor cambiando de tema, pero sin alejarse mucho realmente.
- Ese hombre no es tu tío…- empezó a protestar Changmin, molesto por lo que Yunho se había propuesto tocar.
Pero el sonido de la puerta, al abrirse interrumpió el reproche del menor. Un chico delgado, de apariencia frágil, de cabellos largos ondulados, castaños, había entrado en el restaurante. Changmin tomó el block de anotaciones donde Junsu apuntaba los pedidos de los clientes, ahora que él descansaba, le tocaba a él y a Yoochun “meserear”.
- Iré a tomar su orden…- dijo alejándose del pequeño grupo.
- No te salvarás la próxima vez…- amenazó Yunho antes de ser arrastrado dentro de la cocina por su prometido. Un “Ya déjalo en paz” se escuchó desde dentro cuando la puerta se cerró.
Yoochun fue a su lugar tras la barra y Changmin vio su reflejo en el espejo que ocupaba toda una pared de un lado de la caja registradora. Se arregló el cuello de la camisa blanca de manga larga, la cual era su uniforme junto con un pantalón negro casual. Ese día llevaba unas botas, que le hacían lucir un poco más alto de lo que ya era
Se acercó a la mesa del rincón donde el muchacho había tomado asiento. El cliente tenía su rostro bajo, por lo que no podía distinguir quién era.
- Bienvenido, buenas tardes. Mi nombre es Changmin y lo atenderé esta tarde…- dijo poniendo un menú frente al joven.
- Sólo un té helado, por favor.- pidió alejando la carta.
Changmin escuchó la voz del jovencito, parecía quebrada, como si estuviera llorando, pero no hizo ademán de levantar el rostro. Tampoco Changmin podía hacer la grosería de levantarle el rostro para saber si era así, no sabía por qué, pero el tono de voz de ese chico y su apariencia frágil, casi le gritaba que se hallaba en problemas… sin embargo, era algo que no le incumbía ¿Cierto? Entonces, ¿Por qué demonios sentía esa necesidad de tranquilizar a esa persona, sin siquiera saber quién era? Suspiró suavemente.
- Enseguida.- le respondió tomando el menú y se alejó hacia la barra.- un té helado.- le pidió a Yoochun quien no tardó mucho en prepararlo.
Después de que se lo entregara, el joven pasó bastante tiempo en el mismo lugar, sin tocar su bebida, como si estuviera perdido en su propio mundo, mentalmente lejos de donde físicamente se encontraba.
- Raro el niño, ¿Eh?-dijo Yoochun mirando con poca discreción hacia el castaño.
- Tal vez sólo está esperando a alguien.-le defendió Changmin, pero no podía quitarse de la cabeza ese tono de voz lloroso del jovencito, porque después de observar la frágil figura había llegado a la conclusión de que era mucho más joven que él.
- ¿Por qué no vas y averiguas?- le instó Yoochun.
- Porque no soy un cotilla como tú… comprenderás.- le respondió de manera irónica, sin embargo, Yoochun tenía razón. Esperaría un rato más y si veía que el otro no se movía o al menos hacía ademán de...
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando, de repente, el cuerpo del castaño cayó de la silla en la que se encontraba sentado.
- Yoochun, ayúdame.- pidió yendo corriendo hasta el chico que yacía desmayado en el suelo.
Changmin lo tomó de la cintura y lo acomodó sobre sus piernas, cuando Yoochun llegó junto a él.
- Ayúdame a ponerlo sobre la silla y trae el alcohol.- le pidió a su amigo. Cuando Changmin quitó los mechones de cabello del rostro del jovencito, pudo ver los moretones y el labio partido que tenía, pero a pesar de eso, pudo reconocer perfectamente a la persona desmayada.- Choi Minho.- murmuró sorprendido.
Recordaba al jovencito, pues hacía poco se había mudado al mismo vecindario donde él vivía, en la casa justo frente a la suya. Se había enterado de los nombres de los dos únicos integrantes de la familia, gracias a las vecinas chismosas que aún le hablaban. Solamente era dos personas, Choi KangDae, el padre, era un hombre muy trabajador que velaba por su único hijo, Minho.
- Minho-Sshi… Minho-Sshi.- le llamaba una y otra vez, mas el joven no respondía.
Yoochun regresó con el botiquín, cuando Changmin intentaba despertarlo.
- ¿Lo conoces?- preguntó extrañado, pues sabía que el moreno no tenía muchos amigos, de hecho ellos cuatro eran los únicos con los cuales se juntaba.
- Es un vecino nuevo, no tiene mucho que se mudó a la casa frente a la mía.- respondió poniéndole el alcohol a Minho justo frente a su nariz.
- ¿Qué está pasando?- preguntó Yunho al salir de la cocina junto con Jaejoong, siguiendo a Yoochun al que habían visto ir a la bodega por el botiquín.
Minho regresó en sí justo en aquel momento.
- Yo… ¿Qué me…?- pero la pregunta murió en sus labios cuando reconoció al joven que lo sostenía firmemente.- Shim Changmin-Sshi.- murmuró con sorpresa.
- Veo que también sabes mi nombre, al menos no has sido afectado severamente, si puedes reconocerme.- dijo el moreno con una sonrisa, a lo que el jovencito asintió.
¿Conocerlo? ¿Cómo no conocerlo? ¿Cómo no saber su nombre? Si desde que lo vio por primera vez, seis meses atrás cuando se mudó, Changmin se había convertido en un ejemplo a seguir para sus 18 años. Sabía su historia por todo lo que las vecinas habían comentado de él. Hacía dos años que perdió a su madre, víctima de una deficiencia renal crónica muy severa, después de haber vivido bajo el yugo de un padre abusivo, Changmin había conseguido salir adelante solo, pues ya se había graduado de la Universidad.
A Minho le gustaría ser tan valiente como lo era Changmin, tener las agallas para dejar esa vida miserable que le había tocado vivir.
- Minho-ah ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás así? ¿Te asaltaron?- preguntó el moreno, con preocupación.
El jovencito desvió la mirada ¿Qué decirle? ¿Cómo decirle que había sido su propio padre el que le había hecho eso? ¿Para qué hacerlo si nadie le creía? Choi KangDae era un dechado de virtudes ante los ojos de los demás, un padre modelo, sacrificado, que había dado todo por su hijo desde la muerte de su esposa, cuando él nació. Nadie nunca le creía.
Minho únicamente negó con un movimiento de cabeza.
- Ven, hay una mesa junto a la caja.- le dijo extendiendo la mano para ayudarlo a incorporarse.
Después de que lo acomodara en la silla, cerca de él, Changmin habló con su primo. Había cosas que no sabía de Minho, pero a simple vista parecía un muchacho que necesitaba ayuda, que con sólo su mirada parecía estar pidiendo auxilio a gritos. Y había algo en él, algo que le pedía lo ayudara, que no lo dejara solo.
- Te prometo que no habrá problemas.- Yunho asintió con un movimiento de cabeza. Ese jovencito tenía la misma mirada, triste y pérdida, que su primo cuando tenía problemas en casa, cuando sus padres tenían alguna pelea o peor aún, Shim TaeHyun golpeaba a su esposa hasta cansarse. No pudo evitar hacer aquella misma comparación.
Yunho regresó a la cocina junto a Jaejoong, mientras Yoochun se hacía al ocupado en la barra con su “licuado” de toronja y fresas.
Changmin tomó algodón y un envase con agua oxigenada, se dispuso a limpiar las heridas en el labio y ceja del menor, pues estaban en carne viva, a penas y había coagulado un poco la sangre que salía de ellas.
- ¿Aquí trabajas, Changmin-Sshi?- preguntó en un murmullo el pequeño Minho, quien no podía más que sonrojarse ante el cuidado con el que el moreno curaba sus heridas.
- Si. Es el restaurante de mi primo. Él me dio trabajo después de que falleció mi mamá. ¿Tú sabes eso?- preguntó con precaución ante lo que el muchacho solamente asintió con un movimiento de cabeza.- esas viejas chismosas que nada se guardan. ¿Sabes que por ellas supe que te llamas Minho?
El jovencito sonrió y asintió de nuevo con un movimiento de cabeza.
- Por ellas fue que también supe su nombre…- añadió con un murmullo tímido.
- Y… ¿No me vas a contar lo que te sucedió?- preguntó de nuevo, mientras continuaba con las curaciones al rostro del castaño, siempre con mucho cuidado de no dañar más al menor.
- No haga caso, soy muy torpe para caminar.- mintió desviando la mirada.
- No, perdóname por ser tan preguntón, pero me preocupé al verte tan lastimado.- dijo disculpándose, pues Changmin sabía que era sólo una mentira por parte de su Dongsaeng y él no era nadie para andar preguntando esas cosas, sobre todo que recién le conocía - ¿Sabes? Me he dado cuenta que eres menor que yo, así que soy tu Hyung. Puedes contarme lo que te ocurre Minho-ah.- intentó de nuevo.- me gustaría considerarte mi amigo, así cuando necesites algo, podrás contar conmigo.- añadió el moreno poniendo frente al niño, un té que le había pedido a Yoochun que preparara para el menor.
- ¿Hyung? ¿Puedo llamarle así?- El niño le miró sorprendido, nadie se comportaba con él así de cálido desde… nunca nadie se había comportado así de cálido con él, no podía arriesgarse a perder aquello. No podía dejar que su Hyung se alejara si lo creía un mentiroso, un levanta-falsos.- sólo… sólo… es que reprobé inglés. No es mi mejor materia, Hyung.- era una verdad a medias, pues su padre le había dado aquella golpiza precisamente por haber reprobado inglés.
Recordaba cada golpe, cada grito. No paraba de humillarlo, de gritarle que qué clase de hijo era, si él se mataba “trabajando como burro” y él sólo se dedicaba a haraganear, Minho ni siquiera había podido meter las manos para defenderse. Los golpes en su rostro y cuerpo le habían caído cual lluvia.
- ¿Seguro que sólo es eso?- preguntó Changmin nuevamente. Minho asintió. El jovencito mantiene su mirada baja, no le quiere ver a los ojos.- Bien… te creeré. Si sólo es eso, no hay problema. Yo puedo ayudarte con eso. No soy un gran orador en inglés, pero sé lo básico y puedo ayudarte a pasar tu materia sin problema. ¿Te gustaría?- le preguntó con una sonrisa. No sabía por qué, pero el niño le inspiraba ternura y unas enormes ganas de protegerlo.
- ¿En serio, Hyung? ¿Harías eso por mí?- preguntó sorprendido, para después asentir con un movimiento de cabeza.
- ¿Tienes algún otro problema con la escuela? ¿Con tus materias? Si puedo, te ayudo, tengo las mañanas libres.- aclaró Changmin con una sonrisa.
- Es que yo… voy a la escuela por la mañanas ¿No podría ser por la tarde?- sugirió.
- Puedo pedirle permiso a mi primo de que nos deje estudiar aquí. Como ves, a estas horas está muy tranquilo, podemos estudiar sin problemas.- resolvió el moreno.
- ¿No te causaré problemas, Hyung?- miró preocupado hacia el interior de la cocina. El jefe de su Hyung parecía ser una persona muy estricta.
- No. Yunho comprenderá cuando le diga, ya verás, además son materias de Preparatoria ¿no es así? No representarán ningún problema para mí. Por cierto ¿Cuántos años tienes, Minho?- preguntó con una sonrisa.
- Dieci- murmuró suavemente.… Dieciocho…
- Bien, Minho Dongsaeng. Desde mañana seré tu Seongsaengnim.- añadió con una sonrisa.
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Hacía dos meses que Changmin asesoraba a Minho para inglés, así como también para su clase de antropología, en la cual el jovencito se revolvía con tantas teorías y autores que tal vez decían cosas diferentes, pero que para él acababan sonando igual.
Aquella tarde en la cafetería, Changmin se daba cuenta que, de nuevo, Minho llevaba un jersey de manga larga, a pesar de que estaba haciendo mucho calor fuera. El jovencito se había excusado, diciendo que después de pasar varias horas en el restaurante, dentro del aire acondicionado, acababa sintiendo frío.
- Soy muy friolento, de por sí, Hyung.- dijo con una sonrisa algo cansada.
Cosa que Changmin no aceptaba del todo, pues el aire acondicionado nunca subía o bajaba de 22 grados, algo bastante aceptable.
- Puedo apagarlo, si quieres…- sugirió el moreno.
- ¡No!- respondió casi en un grito el castaño.- no, Hyung, estoy bien, en verdad.
Los cinco chicos lo habían aceptado en su grupo con agrado. Jaejoong le regalaba siempre una rebanada de su delicioso pastel de frutas en almíbar y queso crema que tanto elogio le causaba y atraía a los clientes. Junsu siempre le tenía listo su té para cuando llegara a estudiar, pretextando que debería estar preparado para “soportar” el “castigo militar” que era escuchar a Changmin “parlotear”. Yoochun le utilizaba de “conejillo de indias” para sus “inventos locos”, con excepción de una vez en que había mezclado nopal con alguna otra cosa que Minho no pudo identificar, todo lo demás habían sido unos licuados extravagantes, pero con un buen sabor. Yunho siempre mostraba preocupación por él y sus materias, siempre aconsejándole sobre cómo estudiar cuál y tal cosa; pero eran esos pequeños detalles, esa preocupación que Changmin decía tener por él, hacían que el corazón de Minho latiera totalmente emocionado, que se sintiera por una vez que pertenecía a algún lado.
- Ya déjalo en paz, Min…- el pelirrojo ponía una taza de café humeante frente cada uno.- Si Minho dice que no le incomoda, está bien. No seas mamá gallina.
- Junsu, delfín de agua puerca… mantén tu hocico cerrado.
- ¿Ya vas a empezar, jirafa mandona?- respondió el pelirrojo con una mirada retadora.
La risa de Minho les llegó a ambos a los oídos y Changmin se quedó sin palabras. No podía creer lo dulce que se escuchaba aquel sonido, lo hermoso que se veía su Dongsaeng con las mejillas sonrojadas y los ojos cerrados mientras se cubría la boca con la mano, intentando contener sus carcajadas. Y el moreno no supo porqué se encontró deseando que no lo hiciera, deseaba escucharla más y más seguido, siempre, porque parecía que con sólo ese par de sílabas salidas de sus labios, sus días se volvían menos amargos, más llevaderos.
- Mira nada más a este Dongsaeng irrespetuoso…- dijo Changmin indignado cuando al final pudo desviar su mirada de aquel rostro que le parecía ahora más hermoso que antes, porque conservaba una pequeña sonrisa.
Aunque después de dos meses, el castaño ya debería estar acostumbrado, sin embargo, para él era muy divertido ver pelear a los dos amigos, pues a pesar de que decían odiarse, al final, tras aquella mascarada, Minho sabía que los dos chicos se apreciaban.
- Lo siento…- respondió el menor, pero fue interrumpido antes de que pudiera completar su frase.
- ¡¡¿¿QUE TU QUÉ??!!
El grito que les llegó de la cocina era de Yunho, por lo que los cuatro chicos que estaban afuera, contando hasta a Yoochun quien se encontraba en la barra, fueron a ver qué era lo que estaba sucediendo en la parte trasera del restaurante.
Cuando asomaron sus cabezas, los chicos se dieron cuenta de que el moreno tenía atrapado entre sus brazos a su novio, Jaejoong reía a carcajada abierta mientras Yunho lo giraba una y otra vez.
- Yunho… Yunnie… para ya… para ya que me mareo… Yunnie.- le llamaba entre risas.
- Sí, sí… lo siento, lo siento, amor. Lo siento, Bebé.- dijo lo último dejando a Jaejoong en el suelo y poniendo una mano a la altura de su ombligo.- Appa lo siente, Appa lo siente.- repetía entre emocionado y a punto del llanto.
- ¿Qué les pasa a ustedes dos?- preguntó Yoochun con curiosidad.
- ¿Pasa? ¿Qué qué nos pasa? Esto… esto es lo que nos pasa.- Yunho les mostró una hoja.
Los cuatro chicos la miraron extrañados, para ellos era sólo una hoja con desperdicio de tinta, pues solamente se veía un recuadro totalmente negro, pero arriba de éste y por abajo, en los espacios en blanco, Jaejoong había escrito:
“Anniongjaseiou, Appa… Na nun nee agi iee iou!!!” (Hola, papá… ¡Soy tu bebé!)
Entonces pudieron distinguir mejor que en ese recuadro, había una pequeña flecha blanca que señalaba hacia un punto concreto, demasiado pequeño a simple vista. Era un ultra sonido.
- Jaejoong está…- Yoochun estaba totalmente estupefacto.
- Jaejoong va a…- Junsu ni siquiera podía hilar sus pensamientos.
- ¡Un bebé!- Dijo Minho con emoción.
- No puede ser…- a Changmin tampoco le caía aún la noticia.
Yunho llenaba el rostro de su Boo con tiernos besos, mientras su mano no dejaba de acariciar ese lugar donde su bebé yacía bien protegido, el vientre de su Umma.
- JaeBoo y yo vamos a tener un bebé.- dijo el moreno casi en un grito de felicidad.
- ¿Vamos? Eso me suena a manada…- añadió indignado el pelinegro.- Yo soy quien lo va cargar los próximos 9 meses, ¿Sabes?
- ¡Felicidades, Hyung!- les dijo Junsu al tiempo que se acercaba a ellos para darles un abrazo de felicitación, seguido de Yoochun.
Y Changmin, la noticia de repente movió algo en su interior. Su primo iba a formar una familia, una muy hermosa familia. Yunho era una persona que sabría amar y proteger a su esposo y a su bebé, nunca les haría daño o dejaría que alguien más les pusiera un solo dedo encima, y era feliz por él, porque su primo, no su primo no, su hermano iba a formar por fin una familia.
¿Y él? Changmin creía firmemente que su destino era estar solo. No era que no le gustaran los niños, al contrario, era una faceta de él (muy poco conocida) que el moreno era un niñero nato. Incluso cuando estaba en secundaria, los más pequeños de su vecindario lo seguían y cuidaba de ellos como si fueran sus propios hermanos menores, pero de ahí a pensar en hijos… una familia…
- ¿No es cierto, Changmin-ah?- y la pregunta de Yoochun lo sacó de sus cavilaciones, devolviéndole una sonrisa de “no estaba prestando nada de atención a la bobería que sea que hayas dicho”.- Ahora sí, la boda no podrá esperar más…- Yoochun le dio un codazo en el costado a Changmin para que le siguiera el juego.
- Te dije que les urgía… tanto como para no utilizar protección.- añadió el menor siguiendo el juego, tratando de alejar esos pensamientos de él por completo, causando que Jaejoong se sonrojara.
- ¡Felicidades, Hyung!- dijo Minho en un murmullo.
- Ven, que estoy esperando un bebé, pero no muerdo…- dijo en broma Jaejoong para que el niño se acercara a darle un abrazo.
Y justo cuando Jaejoong colocó sus brazos en la espalda del castaño, causó que éste diera un respingo y una mueca de dolor apareció en su rostro por una fracción de segundo. Cosa que no pasó desapercibida para Changmin.
- ¿Cuánto tiempo tienes, Hyung?- preguntó Junsu con curiosidad, mirando el ultrasonido de su amigo y distrayendo a Changmin de preguntarle a Minho directamente lo que le pasaba.
- Según el médico, y por lo que vio en el ultrasonido, apenas un mes.- respondió el pelinegro con una sonrisa.
- Entonces la boda va a tener que llevarse a cabo antes de dos meses… lo que no sé es cómo lo va a tomar mi tía…- añadió Changmin con una sonrisa.- a lo mejor le da un ataque.
- Oye…- le regañó Yunho.- mis padres adoran a Jaejoong y nuestro bebé será su primer nieto, no creo que lo tomen mal.
Changmin se encogió de hombros.
- Yo que tú… mejor tengo a mano el 119…- añadió Yoochun a la broma.
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Aquella tarde había sido el día de su descanso. Changmin se hallaba en casa esperando que Minho llegara para continuar con su tarea de inglés, el examen parcial se hallaba muy cerca y el jovencito había mejorado mucho, pero aún le faltaba para poder alcanzar las notas suficientes para poder llegar al examen semestral sin tener que pensar en sacar un cien perfecto para aprobar la materia.
Miró de nuevo al reloj de la pared blanca justo frente a él. Pasaban de las 4.45, Minho nunca llegaba tarde, ni siquiera cuando era de verse en el restaurante.
Las 5 p.m. y Minho seguía sin aparecer.
“Media Hora tarde” se dijo con preocupación, y eso que vivían uno frente al otro.
Changmin se asomó a la ventana. No se veía a nadie en la casa de enfrente. La preocupación era aún peor. En eso, vio salir a Minho de su casa y cruzar la calle hacia la suya. El moreno abrió rápidamente, sin esperar a que el niño tocara a la puerta.
- Media Hora tarde, Minho.- le recordó invitándolo a pasar.
- Lo… lo siento, Hyung. Appa regresó temprano hoy… y… quiso que almorzara con él.- dijo el jovencito en excusa.
Changmin asintió.
- La próxima vez, mándame un mensaje de texto. Es cierto que vivimos en frente, pero tú estás solo la mayor parte del tiempo y algo te pudo haber ocurrido.- añadió el moreno con preocupación.- ven, siéntate y empecemos.
Minho sonrió sentándose en la pequeña mesa de centro de la sala, abrió su libreta y su método de inglés para empezar, pero antes de que pudiera poner la primera letra, se giró hacia Changmin y le miró con intensidad.
- ¿Qué ocurre?- le preguntó el mayor, un poco incómodo por la mirada del más joven sobre él.
- Hyung… tú… ¿Has pensado alguna vez en formar una familia?- preguntó el pequeño con las mejillas tal vez un poco sonrojadas.
El moreno le miró con una sonrisa comprensiva.
- Lo dices por Yunho y Jaejoong, ¿Cierto?- más de una vez al día Yunho se la pasaba diciéndole que debería buscar a alguien, que lo que necesitaba era compañía y el cariño de una persona especial, pero Changmin, lógicamente, lo ignoraba para no acabar en pleito con el único pariente que tenía. Sobre todo ahora, que con la noticia del bebé, el moreno estaba más que decidido a que su primo no se quedara solo y su insistencia habían aumentado.- No, Minho… no entra dentro de mis planes.
- ¿Por ahora?- intentó el pequeño.
- Por ahora y creo que nunca.- respondió con sinceridad.- ¿Sabes? Mi infancia no fue la mejor, mi padre fue el peor de los ejemplos para mí… y tú sabes lo que dicen, que los hijos tendemos siempre a repetir los patrones de comportamiento de los padres. No, no creo que eso de tener pareja y familia sea para mí.- dijo el moreno con una sonrisa.- me alegro por Yunho y Jae, porque ellos se lo merecen después de tanto tiempo juntos.
- ¿Y tú no crees merecerlo, Hyung?- preguntó el pequeño con tono de desilusión en la voz, cada palabra salida de los labios del moreno habían sido para él como dardos directo a su ya de por sí adolorido corazón.- yo sé… yo sé que no puedes ser como tu padre.- añadió con una pequeña sonrisa.- no eres igual que él. Tú… eres cálido, te preocupas por los demás. No lo conocí, Hyung, pero yo sé… sé que eres diferente a él.
Changmin sonrió, agradablemente sorprendido por las palabras de su Dongsaeng.
- Gracias…- murmuró.- pero creo que debemos dejar eso de lado. Vamos a estudiar o no podrás aprobar ese examen.- desvió el tema.
- Nee…- dijo el pequeño al mismo tiempo que se subía las mangas de su jersey.
Fue entonces que Changmin lo vio. Esa enorme marca en uno de los brazos color crema del castaño. Era un moretón, casi negro, con las orillas verdosas, del tamaño de un puño, pero alargado. De hecho, podían verse perfectamente bien definidos los bordes, como si hubiera sido un golpe descargado con fuerza contra él, con algún tipo de objeto duro, aplanado, tal vez una madera.
- Minho-ah… ¿Qué te sucedió?- dijo tomando el brazo del menor para señalar el golpe.- Y no vengas a decirme que eso fue porque te caíste, que no me lo voy a creer, como no me he creído jamás esa tontería…- dijo el moreno con seriedad.
El pequeño le miró aterrado, sin saber qué decir.
- Soy torpe, Hyung… Yo…
- ¿Él te golpea?- preguntó directamente.- ¿Tu padre te ha hecho esto?- volvió a preguntar al ver que el jovencito guardaba silencio.- ¿Por qué demonios dejas que lo haga?- le recriminó indignado.- No, no es posible… ese maldito malnacido…- ¿Acaso todos los padres terminan siendo así?
No, por supuesto que no. Aún vivía un hombre que ha sido muy especial para él, Jung KwangHo, el padre de Yunho. Su tío ha sido para él un ejemplo de ternura y devoción como padre y esposo, demostrándole que no era vida lo que llevaba junto a aquel hombre que decía haberlo engendrado.
Entonces, si existían hombres tan buenos, como lo ha sido Jung KwangHo ¿Por qué a Minho y a él les había tocado semejantes “personas” como aquellos de padres? ¿Acaso habían hecho algo muy malo en vidas pasadas como para que les tocaran semejantes castigos?
Changmin se levantó con el enojo en su mirada, se dirigió hacia la puerta y Minho supo lo que iba a hacer.
- No, Hyung, por favor, no.- se aferró a él, rodeando su cintura con sus brazos, impidiendo que saliera de la casa
.
- ¡Minho, por dios! No puedes defenderlo después de todo lo que te ha hecho. No estoy ciego, ni soy estúpido. Has querido ocultarme todo este tiempo que te golpea, que te humilla… no puedes permitir que esto siga así…- le reclamó Changmin con enojo.
- Yo… Yo no lo hago por él, lo hago por ti, Hyung… no quiero que te lastime… no podría soportarlo ¡No por mi culpa saldrás herido!- dijo pequeño hundiendo su rostro en la espalda de Changmin, logrando que el enojo del mayor se disipara al escuchar aquellas palabras.- Él no lo merece, Hyung ¡No lo merece!- murmuró con la voz apagada. Las lágrimas salían de su rostro, resultado de la angustia que lo atravesaba, de sólo pensar que Changmin pudiese meterse en problemas por ir a atacar a su padre, por defenderlo.- Yo… no tenía a nadie, no tenía amigos, ni tampoco quien se preocupara de mí… hasta que tú apareciste… hasta que tú me enseñaste lo que es la amistad, el cariño… el amor.- enumeró lo último con temor, pues no sabía lo que Changmin pensara de él si le confesaba esos sentimientos que tenía guardados por él.
- Minho… Tú…
Pero el pequeño no dejó que se girara para mirarlo, hizo que se quedara así, de espaldas, porque sabía que no podría mirarlo a la cara después de semejante confesión.
- Yo, Hyung… yo sé lo buen ser humano que eres, sé lo cálido que puedes llegar a ser, por tus sonrisas, por tu preocupación por los demás a pesar de que intentas sonar un poco irónico y muchas veces logras dar un tinte muy sarcástico a tu voz… pero… eso es sólo una forma de defenderte, de evitar salir lastimado…- Minho había acomodado su mejilla contra la espada de su Hyung, quien permanecía en silencio.- Hyung… yo sé lo que has sufrido… y sé que tú mismo crees que no eres merecedor de amor… pero yo… yo… Te amo.- dijo sin más preámbulo. No quería sonar a cursi sentimentalismo barato. Sólo quería que Changmin supiera lo mucho que lo amaba y lo admiraba, porque a pesar de todo, en su interior, el moreno aún seguía manteniendo ese amor y esa calidez.
Changmin suspiró. Su corazón había dado un brinco en su pecho al escuchar aquellas palabras, pues jamás había vuelto a oírlas de labios de nadie, desde que su madre había fallecido dos años atrás. Y de su padre jamás se enteró de semejantes muestras de cariño… tal vez su único temor era que pudieran llegar a herirlo nuevamente, si abría su corazón y confiaba de nuevo, podrían herirlo y esta vez más profundamente, de muerte.
- Tú y yo…- su voz sonó un poco extraña al momento de hablar, pero carraspeó un poco antes de continuar hablando.- tú y yo fuimos… traicionados por las personas que más nos debieron amar y cuidar en este mundo, Minho… yo… no sé… fueron tantos años, tantas experiencias, que… no sé cómo tú aún tienes esperanzas y puedes dejar que tu corazón lo intente otra vez.- dijo con sinceridad, volteándose, sin soltar el abrazo que el menor aún cernía sobre su cintura.
- Por ti, Hyung… tú me has demostrado que a pesar de todo, aún confías en las personas…- respondió el castaño con una sonrisa.- porque aún tienes esa amistad con Jaejoong, Junsu y Yoochun, por esa hermandad que mantienes con Yunho… por la preocupación que has tenido por mí desde la primera vez que cruzamos palabra.- enumeró.- no eres igual que ellos, nunca lo serás. Yo lo sé… aquí…- dijo llevando la mano derecha de Changmin a su pecho.- él me dice con cada latido, que puedo confiar en ti… que desde que te vi por primera vez, ya es tuyo… te pertenece por completo.- Minho bajó la mirada y un pensamiento se instaló en su mente, llenándolo de desesperanza. Tal vez no era suficiente, tal vez Changmin nunca sentiría nada por él más que amistad o preocupación. Tal vez…
Unos dedos se posaron en su barbilla, acariciando su piel con suavidad, para luego hacer que levantara el rostro y sus ojos color almendra se encontraron con los ojos color avellana de su Hyung tenía en el rostro.
- Eres… hermoso…- murmuró el mayor con suavidad, como si hubiera sido un pensamiento que no planeara que Minho escuchara.- ¿En realidad piensas eso de mí? ¿Confías tanto en mí?- de nuevo esas preguntas que solamente parecían retóricas, pensamientos salidos de sus labios, que no esperaban una respuesta concreta.
Minho le miraba directamente a los ojos, mientras él se dedicó a delinear el contorno de su rostro con uno de sus dedos. Y antes siquiera que el menor pudiera reaccionar, los labios de Changmin se encontraban directamente sobre los suyos, en un beso suave y tierno, que exploraba la suavidad de ellos.
Las manos del castaño se apoyaron sobre su pecho, Changmin creyó que sería para apartarlo, pero cuando Minho comenzó a responder a ese beso, supo que no era así. Pronto rodeó su cuello con ambos brazos y Changmin profundizó un poco más el beso, explorando lentamente aquella húmeda cavidad que le sabía a fresas.
Las manos del mayor se deslizaron por su espalda, causando que las heridas que aún había en ella le escocieran. Minho se separó del beso con una mueca de dolor en el rostro.
Changmin le miró preocupado. ¿Por qué no se dio cuenta antes? ¿Por qué tuvo que dejar que su pequeño siguiera sufriendo, aún más cosas de las que él mismo sufrió?
- Estoy bien…- murmuró con una sonrisa, para luego acariciar de nuevo los labios de Changmin con los suyos.
Changmin respondió al beso y Minho lentamente lo fue llevando hacia el sofá. El moreno le rodeó su estrecha cintura con sus brazos, acercándolo más a su cuerpo. Los dedos de Minho se enredaban en sus cabellos.
El beso se hizo más profundo, sus lenguas se encontraron, mientras las manos ansiosas de ambos recorrían lo que podían de sus cuerpos, pero no era suficiente, nunca lo sería.
Los labios de su Hyung se deslizaron por sus mejillas, su mentón hasta su cuello, Minho hizo su cabeza un poco hacia un lado, dándole espacio suficiente a esa lengua traviesa para que deslizara a su antojo por su piel, estremeciéndose al contacto con esa humedad.
Las manos de Minho se deslizaban a lo largo del pecho de su Hyung, sintiendo el calor que manaba de su cuerpo, queriendo que su cuerpo se fusionara al suyo, pertenecerle por completo.
- Changmin…- suspiró su nombre casi en un gemido y el mayor se sintió temblar ante eso.
No podía creer las maravillosas sensaciones que su cuerpo experimentaba, solamente con tener a Minho así, pegado a su cuerpo, besándolo como jamás había besado a nadie. Bueno, era verdad que había tenido un par de novios antes, pero nada serio en realidad, nada como lo que en aquel momento le despertaba Minho, no sólo en su cuerpo, sino en su corazón, en su alma.
¿Acaso dos corazones así de lastimados podían curarse mutuamente? Ambos habían sufrido el mismo dolor, ambos habían sido traicionados por su figura paterna y perdido a su madre, Minho incluso mucho antes de poder tener un recuerdo real de ella.
Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por un nuevo beso, esta vez iniciado por un Minho un poco más atrevido, quien ya había colado sus manos bajo la camisa de su Hyung, acariciando la piel de su pecho con la yema de sus dedos, caricias tan tímidas que dejaron a Changmin con ansias de más, mucho más.
Changmin tomó a Minho entre sus brazos, levantándolo del sofá para dirigirse a su habitación. No quería asustar al niño, es decir, tal vez iba demasiado rápido. Él ni siquiera le había a Minho lo que sentía por él y ya quería…
Dejó a Minho de pie a un lado de la cama, mirándolo directamente a los ojos. Pero ¿Qué había visto en ellos? ¿Desilusión tal vez? Changmin acarició su rostro con delicadeza. Minho sonrió esperando por él, esperando algo, un movimiento, una caricias, una palabra.
El mayor le abrazó, hundiendo su nariz en ese espacio que se formaba entre su cuello y su hombro, aspirando con fuerza el aroma que el cuerpo de Minho desprendía.
- No quiero… que te sientas obligado a nada… Minho, yo… te amo…- murmuró suavemente.- No quiero hacerte daño.
Y el corazón de Minho pegó un brinco al escuchar aquello, si los besos dulces y apasionados de su Hyung le habían dicho que sentía algo por él, el menor casi se desmaya al escuchar aquella declaración. Changmin volvió a mirarle al rostro y descubrió una hermosa sonrisa en esos apetecibles labios.
- Yo también lo deseo.- dijo casi en un murmullo antes de besar con suavidad a su Hyung. Minho se estaba volviendo un experto en eso de saberlo provocar, porque al parecer le dejó con ganas de querer más.
Changmin empezó a retirar el Jersey por sobre la cabeza de Minho para luego besarlo con lentitud mientras su lengua exploraba de nuevo esa boca que ya empezaba a conocer a la perfección. Al acariciar su espalda con una mano, Minho hizo un pequeño gesto de dolor y Changmin no pudo evitar mirar la espalda del pequeño, la cual estaba atravesada por varios moretones largos, al parecer hechos con un cinturón, pues la hebilla se había clavado en su piel, causándole esos puntos dolorosos, ya cicatrizados, pero que aún se mantenían sensibles. El mayor lo pegó a su cuerpo con delicadeza, besando su cuello, su hombro, tratando de ser un consuelo para él.
Minho habría lentamente cada botón de la camisa de Changmin, estaba nervioso, era su primera y no sabía lo que debía hacer. Solamente deseaba… deseaba probar su piel sus labios, sentir su amor en cada poro de su piel, ser uno con él…
“No quiero hacerte daño”
La frase de Changmin se repitió en su mente. Sabía que dolía, al menos eso había leído, pero no importaba, no importaba si con ello le entregaba su corazón a Changmin. El castaño recorrió el pecho de su Hyung desde la cintura hasta los hombros, sintiendo cómo se erizaba ante su contacto, como sus tetillas se endurecían.
Changmin lo depositó en la cama suavemente, acariciando sus costados, disfrutando del roce de su piel. Sus labios se deslizaron por su hombro derecho, siguiendo la línea de su clavícula hasta su pecho, hasta que sus labios capturaron una de sus tetillas, acariciándola con sus dientes, con su lengua, endureciéndola, para luego hacer lo mismo con su gemela.
Era cierto que había tenido un par de novios antes, que no era su primera vez en la intimidad con alguien, pero lo que sentía por Minho, ese sentimiento que lo embargaba en cada fibra de su ser, era lo que hacía especial aquella vez. Lo que lo convertía en algo mágico, único. Se sentía tan nervioso como si fuera su primera vez…
- Iré despacio…- murmuró contra su piel, disfrutando de la respiración acelerada de Minho que escapaba de sus labios entreabiertos.
Los dedos de Minho se enredaban en su cabello, conforme los labios de Changmin regresaban a los suyos. El menor se aferró a la espalda de su Hyung ¿Ir despacio? Cuando todas esas sensaciones lo invadían, llevándolo a desear más besos, más caricias, más de él.
- No… yo…- trataba de hablar entre el beso y su propia excitación.- te… quiero… te necesito… Hyung.- fue lo más que pudo articular. Las manos de Changmin habían llegado a la cintura de sus jeans. Mientras Minho terminaba de quitarse los zapatos deportivos sacándolos con las puntas de sus pies de sus tobillos, Changmin acariciaba ya su erección por sobre el bóxer.
Minho se estiraba, queriendo que aquel contacto fuera más íntimo, más… el pequeño no dudó en llevar su propia mano a la erección de su Hyung, jugando con él, llevando el mismo ritmo que él llevaba en el suyo. Siendo su primera vez, Minho no se sentía capaz de nada más.
- Espera.- murmuró Changmin con muchos trabajos, para luego separarse lo suficiente para terminar de retirar lo que quedaba de su propia ropa y la de Minho.
El moreno se quedó mirando a aquel que tenía entre sus brazos. Su cuerpo frágil y delgado era hermoso, a pesar de las innumerables cicatrices que tenía, consecuencia de aquellos golpes recibidos desde su infancia. Las acarició y las besó todas, grabando en su memoria cada centímetro de aquella piel que se le ofrecía sin reparos.
Changmin se prometió a sí mismo que Minho nunca volvería a sufrir semejantes castigos, que lo protegería de cualquiera que intentara hacerle daños, incluso de él mismo.
Cuando la boca de su Hyung llegó a su miembro, Minho sintió que casi podía tocar el cielo. Changmin le tocaba, le acariciaba, como si tuviera miedo de romperlo, pero aún así, cada palabra salida de sus labios, cada gesto suyo, le hacían sentir esa corriente eléctrica que le hacía arquear la espalda de tanto placer.
El mayor regresó sobre su piel, después de entretenerse jugando con su miembro, llevándolo al límite de su excitación. Changmin se acomodó encima de su cuerpo, dejando que su piel entre en contacto directo con la suya, que sus erecciones se rozaran. Sus labios, sus lenguas se encontraron nuevamente, dejando que cada uno guardara el sabor del otro en su corazón.
Se separaron cuando ya no pudieron respirar. Changmin le sonrió a Minho y antes de que el pequeño pudiera darse cuenta, el mayor se levantó para entrar por una puerta que daba a otra habitación, Minho supuso que era el baño. En realidad no conocía la casa en su totalidad.
El mayor regreso no bien habían transcurrido un par de segundos que a Minho le parecieron horas. De nuevo lo besó con pasión, no dejando que el niño se sintiera abandonado por aquellos segundos en los que lo dejó solo.
- Te amo…- volvió a asegurarle y el castaño sonrió antes de que Changmin volviera a besarlo con pasión mientras le hacía abrir las piernas con un movimiento suave.
Minho dio un respingo al sentir aquello frío en su miembro
- Tranquilo… dije que no iba a lastimarte.- Changmin seguía con aquellas caricias, masturbando a su pequeño con movimientos rápidos para luego deslizarse entre los glúteos del más joven.
Minho gimió ante aquella intromisión. Entre la excitación y los besos de Changmin, apenas y había sentido alguna molestia cuando aquel intruso empezó a jugar en su interior, haciendo círculos, entrando y saliendo repetidas veces, causando que Minho se aferrara a la espalda de su Hyung con fuerza.
Luego, después de un poco más de aquella sustancia fría, un segundo intruso llegó a unirse al anterior, pero a su vez los labios de su amante se hicieron cargo de su miembro, Minho gemía sin control, se arqueaba la espalda, sintiendo que en cualquier momento llegaría a su límite, lo cual no tardó mucho en suceder, su primer orgasmo verdadero llegó estando aun en la boca del moreno.
- Yo…- intentó hablar, disculparse por no haber podido soportar todas aquellas sensaciones que lo habían envuelto, pero el mayor sonrió comprensivo para luego besarlo con toda parsimonia, Minho sintió su propio sabor mezclado con la saliva de Changmin y un raro sabor a fresas. Mientras las manos del mayor se encargaban de no dejar que bajara su excitación.
Changmin sonrió cuando el cuerpo de Minho respondió a sus caricias. El rostro del castaño, si antes le parecía hermoso, ahora era celestial viéndolo así, con los ojos cerrados y las mejillas rojas por la excitación. El mayor lo siguió masturbando hasta poder introducir un tercer dedo. El cuerpo de Minho se contraía alrededor de sus dedos deliciosamente, y Changmin tenía que hacer un esfuerzo muy grande para no entrar en aquella deliciosa cavidad antes de tiempo.
Cuando pudo sentir que por fin estaba listo. Changmin se acomodó entre las piernas de su niño.
- Minho…- le llamó en un susurro.- Mírame…- cuando el jovencito abrió los ojos, el moreno sonrió.- Te amo.- murmuró al mismo tiempo que, lentamente, iba entrando en el cuerpo del castaño.
Minho gimió ante aquella sensación que no se comparaba en nada a lo que había sentido con anterioridad. Era como si su cuerpo se expandiera, como si ese lugar siempre hubiera estado preparado para recibirle así. Y a pesar del dolor que pudo haber sentido al principio, los besos y caricias que su Hyung depositaba en su rostro y pecho, pronto le hicieron olvidar aquella parte, solamente para disfrutar de esa sensación de estar unido a él de pertenecerle por completo.
- Changmin… ahhhh…- le llamó, sin saber realmente para qué, pero quería que su Hyung supiera que estaba listo para lo que siguiera.
Al escuchar su nombre en aquel gemido, Changmin no pudo evitar gemir también. El cuerpo de Minho era muy estrecho a pesar de la lubricación que había utilizado, además su miembro ya de por si dolía por tanta excitación contenida. Tenía que tranquilizarse o terminaría antes de que pudiera lograr que Minho terminara también.
Logrando que sus sensaciones se mantuvieran un poco bajo control, Changmin comenzó a moverse, aumentando lentamente su velocidad e intensidad conforme Minho pedía por más y movía sus caderas al unísono, logrando así un vaivén perfecto.
La excitación en ambos crecía, los gemidos aumentaron su intensidad, su volumen hasta casi convertirse en gritos de placer. Changmin había logrado dar con ese punto en el interior de Minho que lo llevaba cada vez más cerca del orgasmo, mientras el roce de sus abdómenes masturbaba al menor, haciendo que recibiera doble placer.
Sus cuerpos perlados de sudor no soportaron mucho tiempo más, Changmin se aferró a las caderas de Minho al tiempo de dar la última estocada, derramándose por completo en su interior. Al sentir aquello, Minho no pudo contenerse más, alcanzó el orgasmo, derramándose sobre la piel del abdomen de Changmin.
Por un largo tiempo sólo pudieron escucharse dos respiraciones desacompasadas en la habitación, el latido desbocado de dos corazones que al final habían encontrado la persona que sanaría sus heridas.
Changmin se retiró suavemente del interior de su Minho, quien buscó refugio entre sus brazos, apoyando la cabeza en su pecho. Permanecieron así largo rato sin decir nada, sólo sintiendo la calidez del cuerpo del otro a su lado.
- Ven a vivir conmigo…- fue una propuesta que ni él mismo pensó, sólo salió de sus labios, pero que expresaba un enorme deseo de proteger a esta persona que amaba, porque aquel beso que compartieron había abierto su corazón.
Changmin estaba dispuesto a cualquier cosa por Minho, lo protegería, como no había podido hacer con su madre, no dejaría que nadie le volviera a poner una mano encima.
- Hyung…- el castaño no se esperó algo así, ni en sus más alocadas fantasías.
- Saldremos adelante juntos…
Un beso profundo de Minho fue toda la respuesta que necesitó.
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